Tapias-Mariñán: una bodega que combina la mecanización tecnológica con el apego a la tierra

Esta bodega familiar de Monterrei, que está en pleno proceso de expansión, es una de las pocas en Galicia que cuenta con vendimiadora propia. Fue también de las primeras bodegas de la denominación en dejar de labrar la tierra

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Tapias-Mariñán: una bodega que combina la mecanización tecnológica con el apego a la tierra

La bodega cuenta con una vendimiadora propia que le permite cosechar cada zona y variedad en el momento óptimo.

«Desde bien jóvenes, nuestro abuelo nos inculcó el sentimiento por la tierra, nos enseñó a comprenderla, a sentir su fruto, sus heladas, sus problemas y ventajas», recuerda Aníbal Blanco Núñez, gerente y uno de los propietarios -junto con su hermano- de la bodega Tapias Mariñán, asentada en el lugar de Pazos, en Verín. En esta bodega familiar, que ahora se encuentra en pleno proceso de expansión, la mecanización tecnológica y el apego a la tierra caminan de la mano. Tal es así que es una de las pocas que cuenta con vendimiadora propia y a la vez, fue de las primeras en la zona en comenzar a dejar de labrar la tierra, procurando así una mayor protección tanto para los suelos como para las cepas.

«Desde el principio, nosotros creíamos mucho en la calidad de las uvas de Monterrei, y eran ya los vinos que comercializábamos»

Procedentes de Laza, pero emigrados buena parte de su vida en Barcelona y dedicados a la distribución de bebidas y alimentación, en 1992 decidieron adquirir sus primeros viñedos: una finca de 4 hectáreas que replantaron con viña nueva de Godello. «Desde el principio, nosotros creíamos mucho en la calidad de las uvas de Monterrei y ya eran los vinos que comercializábamos», apunta Aníbal.

En aquellos inicios, las dificultades para encontrarle comprador a las uvas de esta plantación los llevaron a construir su propia bodega, que comenzó con una producción centrada sólo en sus viñedos. «Pero la demanda que tuvimos de nuestros vinos nos llevó a comenzar a comprar uva a otros viticultores de la zona», comenta.

Los viñedos propios se sitúan en las cercanías de la bodega.

Los viñedos propios se sitúan en las cercanías de la bodega.

Y ahora son las dificultades para seguir encontrando uva las que motivaron que la bodega se encuentre en plena fase de expansión para incrementar sus plantaciones propias. «El abandono del rural y la falta de relevo generacional en la zona, al igual que ocurre en buena parte de Galicia, nos obligaron a tener más viñedo propio para garantizar una estabilidad y calidad», indica Aníbal.

Producción centrada en el Godello

En la actualidad, la bodega cuenta con una producción propia de 700.000 kilos y las perspectivas son de que estas nuevas plantaciones les permitan que el 80% de sus vinos sean de producción propia. En unos 4 o 5 años buscan llegar a 1,5 millones de kilos, pasando de las 80 hectáreas de viñedo con las que cuentan ahora a las 120 hectáreas. Este año incorporan ya 8 hectáreas, la próxima temporada esperan sumar 10 más y en el 2020 estiman que añadirán otras 15 hectáreas, continuando el crecimiento en los siguientes años.

En 5 años quieren que el 80% de su producción sea de viñedos propios y contar con 1,5 millones de kilos de uvas

La mayor parte de los nuevos viñedos son de Godello, que es también ya la variedad predominante en la bodega y que supone el 60% de una producción donde son mayoritarios los vinos blancos (70%) frente a los tintos (30%). «En los próximos años el Godello va a ser lo que predomine en la bodega, mientras el mercado no cambie y demande otras variedades», indica el productor.

Treixadura, Loureira y Albariño, en blancos; y Mencía, Arauxa y Sousón, en tintos, son las variedades que complementan las plantaciones, que se extienden en un radio de 7 km en las cercanías de la bodega.

Bodega Tapias Mariñán.

Bodega Tapias Mariñán.

Vendimar en el momento óptimo

La cercanía de los viñedos a la bodega es una de las ventajas con las que cuenta esta bodega, puesto que les facilita, sobre todo, la vendimia. Además, es unas de las pocas en Galicia que cuenta con vendimiadora propia, con la que consiguen vendimiar «cada variedad en su momento óptimo y cada zona en el día que mejor están», apunta el viticultor. Según explican, la principal ventaja que les ofrece este sistema es la rapidez, con la que evitar también pérdidas en la calidad. «En media hora la uva pasa de la cepa al equipo de frío», detalla Aníbal.

«Con la vendimiadora conseguimos que en media hora la uva pase de la cepa al equipo de frío»

Se decidieron a comprarla para poder disponer de ella en el momento justo que la precisaban. «Económicamente no es rentable porque es una gran inversión que tienes parada muchos días al año, pero aquí no estamos en la Rioja o en otras zonas de producción vinícola y alquilar este tipo de máquinas es complicado. Siempre estás sujeto a disponibilidad y a no poder vendimiar en el momento más idóneo», indica.

Incorporar esta maquina también les implicó algunos cambios en sus plantaciones, puesto que el viñedo debe estar en espalderas, disponer de un radio de giro más amplio que el del tractor y eliminar el viñedo que estaba plantado a menos de 70 cm de los lindes de la finca.

Pese a emplear esta maquinaria, en la vendimia la bodega sigue contratando puntualmente a más de una veintena de trabajadores que se encargan de recoger la uva de las fincas donde las vides están en tramos muy cortos, de menos de 100 metros. «En estos tramos pierde mucho tiempo en voltear y no es rentable, por lo que seguimos haciéndola a mano», explica.

«La máquina no redujo puestos de trabajo, sino que nos ayudó a crear empleo durante todo el año»

Desde que hace 4 años la bodega haya optado por incorporar esta máquina, su plantel se incrementó en un 30% y ahora cuenta con 14 empleados fijos entre el personal de la bodega y del campo. «Contar con la máquina no redujo puestos de trabajo, porque ir a trabajar 15 días al año no es un puesto real. A decir verdad, nos ayudó a crear más empleo fijo, porque para que la máquina sea rentable hay que tener mayor producción y eso implica más personal todo el año», matiza Aníbal.

Vendimadora-Bodega-Tapias-Marinan-

Llevan cuatro años empleando la vendimadora.

Además de en la vendimia, en la bodega también apuestan por buscar otras innovaciones, optando incluso por diseños personalizados. Disponen de técnicas de control de temperatura, equipos de filtración, tolvas vibrantes e incluso algunos sistemas diseñados por ellos mismos para adaptarse a las necesidades que se les presentan. «Somos una bodega tecnológicamente puntera. Trabajamos hacia una viticultura tradicional pero con técnicas modernas», reivindica.

De los primeros en dejar de labrar la tierra

A veces, sus métodos rompieron con los procedimientos más asentados, como fue la decisión de comenzar a dejar de labrar la tierra. «Hace años, en los viñedos no podía haber una hierba, todo era cavar. Para nosotros esos procedimientos eran contraproducentes y la causa de que muchas cepas secasen porque se cortaban las raíces que le llamamos pacederas, las que están más superficiales», detalla.

En vez de trabajar la tierra, cortan y pican la hierba para que sirva de aislante y ayude a retener la humedad

Para evitar esos daños a sus viñedos decidieron dejar de labrar la tierra y tampoco entierran el abono. De este modo, buscan que el abono se vaya filtrando al suelo y llegue a la planta más fácilmente. La hierba crece en sus viñedos hasta el mes de junio, cuando comienzan a cortarla y picarla para que sirva de cobertura para las cepas. «En esta zona son muchos los días que se llega a los 40º y con esto conseguimos proteger la tierra de la insolación y que la tierra conserve mucho mejor el agua, es lo mismo que si la cubriéramos con paja, es un muy buen aislante», explica.

Emplean la hierba como aillante térmico.

En los primeros tiempos recibieron muchas críticas por dejar que creciera la hierba en los viñedos.

Hace 6 años que comenzaron a trabajar de este modo, pese a que al principio recibieron muchas críticas y comentarios. «Nos decían que dejábamos las viñas abandonadas y nos iban a secar todas, pero ahora se está implantando en la comarca porque es el método más rentable económicamente a la par de ser respetuoso con la naturaleza», apunta.

La Finca de las Tapias, vinos con historia

La bodega produce en la actualidad alrededor de un millón de botellas al año. De cara a las próximas campañas, según vayan incorporando los nuevos viñedos, esperan producir 3 millones de botellas, la capacidad máxima de la bodega. Definen sus vinos como «muy afrutados y de mucha intensidad aromática».

El Tapias 10 es su vino más singular, un mencía del que se producen entre 10.000 y 15.000 botellas en añadas especiales

En su producción destacan los vinos de la Quinta de las Tapias, una finca emblemática y con historia, puesto que en el año 1884 era ya un vivero de patrón americano, que en aquel momento tenían un elevado valor económico. Pero un año después, los conejos y los corzos comían las cepas y no dejaban que los injertos creciesen, por eso los dueños decidieron levantar un muro, lo que hizo que todo el mundo comenzara a conocer el lugar como la Finca de las Tapias. Hoy, aún se conserva parte de ese muro tras una ampliación de la parcela, que ahora abarca 20 ha. «Son unas cepas muy especiales, lo que se nota ya con el aroma que dejan cuando comienzas a vendimiarlas», comenta Aníbal.

Vinos de la bodega.

Vinos que elaboran en la bodega.

De esta finca procede también uno de los vinos más destacados de la bodega, el Tapias 10, un mencía del que se producen entre 10.000 y 15.000 botellas en cosechas especiales. La última es la del 2016. «Consideramos que tiene que tener unas condiciones muy especiales. Si su evolución en barrica o en botella no es la idónea, ya no salen al mercado», detalla.

La mayor parte de sus vinos se comercializan en el mercado estatal y envían cerca del 20% de su producción a mercados europeos, aunque también tienen algunas exportaciones a China o Estados Unidos.

«El campo actualmente es rentable, es viable económicamente trabajarlo y es una profesión muy digna»

Vivir del viñedo

Inmersos en un proceso de crecimiento, con ampliación del viñedo y de la producción, desde la Adega Tapias de Mariñán reivindican poder vivir del campo, donde la pasión por lo que hacen compensa el tiempo y esfuerzo que implica. «El campo actualmente es rentable, es viable económicamente trabajarlo y es una profesión muy digna», reivindica Aníbal, que ve en la burocracia administrativa y en el sistema actual de subvenciones unas de la peores trabas para el futuro del campo. «Las ayudas por daños, cuando un ganadero tiene que sacrificar sus vacas o cuando hay daños por heladas en los viñedos, son necesarias, pero no las subvenciones para crecer. Se supone que si puedes crecer también puedes invertir en maquinaria o en las mejoras que precises», apunta el productor.

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