La gestión forestal, el cortafuegos oculto

La prevención de incendios tiene un aliado clave en los propietarios de montes. Hablamos con Luis Ortega, jefe del servicio de Xestión Forestal de la Xunta, sobre las buenas prácticas para reducir los riesgos de los incendios

La gestión forestal, el cortafuegos oculto

La falta de gestión lleva a la acumulación de biomasa en el monte.

La buena gestión forestal tiene el objetivo principal de mejorar la productividad del monte de manera sostenible, asegurando simultáneamente, la persistencia y la estabilidad de los ecosistemas, pero también se presenta como un factor clave en la prevención de los incendios forestales. “Un monte bien gestionado puede sufrir incendios, pero serán más fáciles de controlar, ya que se reduce la velocidad de propagación del fuego”, explica Luis Ortega, jefe del servicio de Xestión Forestal de la Consellería do Medio Rural.

Los aspectos a tener en cuenta por el propietario para el correcto manejo de sus parcelas se establecen en una orden de la Consellería do Medio Rural que describe las buenas prácticas forestales. La orden ofrece una veintena de modelos silvícolas para las distintas especies (pino del país, pino radiata, eucalipto, castaño, etc…) en los que se estipulan los aspectos que deben cuidar los propietarios, tales como el marco de plantación, la densidad de árboles por hectárea, podas a hacer, desbroces y claras.

Medio Rural ofrece una veintena de modelos silvícolas para las distintas especies en los que estipula los aspectos a cuidar

“El objetivo de los modelos silvícolas es mejorar la gestión, armonizarla y hacerla más responsable, pero llevan implícitos un papel importante en la prevención de incendios” -destaca Luis Ortega-. “Si el propietario se ocupa de cuestiones como regular la densidad para que sea la correcta, podar los árboles y triturar los restos de las talas, puede haber incendios igualmente en el monte, pero se propagarán más lentamente. Será más difícil que se extiendan y que haya fuego de copas, que las llamas pasen de copa en copa”.

Ordenación del monte
Los modelos silvícolas diseñados por la Xunta constituyen un referente para la ordenación del monte por parte de los propietarios forestales, más de 600.000 en Galicia. Los propietarios pueden dotarse de alguno de los instrumentos de ordenación o de gestión forestal previstos en la Lei de Montes de Galicia o adherirse a los modelos silvícolas que más les convengan. A partir del 2020 no se autorizarán aprovechamientos forestales en los montes que no dispongan de estos instrumentos.

A partir de 2020 no se autorizarán cortas en montes que no dispongan de un instrumento de ordenación

Los planes de ordenación son habituales en comunidades de montes o en entidades que agrupan a propietarios particulares, como las Sofor, pero no por parte de los pequeños propietarios individuales. “El propietario individual puede optar por hacer un documento de gestión compartido, asociándose con varios vecinos. Ese instrumento de gestión tiene que estar hecho por un técnico y deberá ser aprobado por la Administración. Si en cambio, el titular de las parcelas de monte quiere seguir haciendo una gestión individual, puede adherirse a los modelos silvícolas”, explica Luis Ortega.

Buenas prácticas forestales
La orden que regula los modelos silvícolas incluye en un anexo una relación de buenas prácticas forestales a tener en cuenta por los propietarios. Entre ellas, figuran las siguientes, que están relacionadas con la prevención de incendios forestales:

– Cumplir con las distancias mínimas establecidas en la Lei de Montes de Galicia para repoblaciones forestales o para regeneraciones naturales. Las distancias para arbolado a viviendas y núcleos rurales son coincidentes con las que establece la Ley de Prevención de Incendios: 30 metros para pinos y eucaliptos y 15 metros para especies frondosas como el castaño. También se definen, entre otras, las distancias a otras parcelas forestales (2 metros), a pistas forestales (4 metros en general, 2 metros para frondosas) y a vías de comunicación (10 metros para pinos y eucaliptos, 4 metros para frondosas).

Pinos y eucaliptos deben mantener una separación de 30 metros a las viviendas

– Se favorecerán medidas de infraestructuras y de silvicultura, incluida la implantación y mantenimiento de pastos, que garanticen la discontinuidad horizontal y vertical de la biomasa forestal.

– Las intensidades de la poda deberán estar comprendidas entre 1/3 y la mitad de la altura total del árbol, nunca superiores.

– Triturar los restos forestales (no mayores de 50 cm.) tras las talas y dispersarlos mediante desbrozadora de cadenas o martillos. Alternativamente se podrán retirar los restos del monte para el aprovechamiento energético o compostaje, siendo aconsejable dejar un porcentaje mínimo de un 30 % (fracciones más finas) con el fin de no impactar en el ciclo de nutrientes del suelo de manera significativa.

– Por dificultades de mecanización justificadas, basadas en porcentajes de pendientes -en cualquiera caso superiores al 30 %- o por ser un terreno pedregoso o con riesgo de erosión, se podrán hacer excepciones al deber de triturar o extraer los restos, debiendo entonces hacerse un picado de los mismos.

«Es imposible detectar y sancionar cada una de las infracciones. Tampoco la gestión forestal puede ser gestión policial» (Luis Ortega)

– Promover la formación de masas mixtas o, cuando menos, asegurar la aparición y mantenimiento de especies acompañantes a la principal, especialmente frondosas autóctonas, que le proporcionen más estabilidad al ecosistema forestal.

El incumplimiento de las normas establecidas en la Lei de Montes de Galicia, caso de las distancias mínimas o de la trituración de los restos de tala, puede derivar en sanciones para los propietarios. “Tenemos por ejemplo muchos expedientes abiertos por tema de distancias” -reconoce Luis Ortega-, “si bien es imposible detectar y sancionar todas y cada una de las infracciones que se pueden cometer en los dos millones de hectáreas de monte que tenemos en Galicia. Tampoco se puede convertir la gestión forestal en una gestión policial. Lo que se busca con las sanciones es un efecto disuasorio”, concluye.

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