«A medida que las cabras desaparecieron del monte, aparecieron los incendios»

La Sociedad Gallega de Pastos y Forrajes centró su última reunión en el ganado caprino, reuniendo el pasado fin de semana en Vilela (Navia de Suarna) experiencias de ganaderos de la zona, unos jóvenes y otros ya jubilados, He aquí un resumen de este encuentro...

Visita dos participantes na xornada á granxa Teixeiro e Pistón SC en Becerreá

Visita de los participantes en la jornada a la granja Teixeiro e Pistón SC en Becerreá

La Sociedade Galega de Pastos e Forraxes centró su última reunión en el ganado caprino, reuniendo el pasado fin de semana en Vilela (Navia de Suarna) experiencias de ganaderos de la zona, unos jóvenes y otros ya jubilados, un intercambio necesario para lograr recuperar la presencia de cabras en los montes de Os Ancares.

El caprino fue un sector que históricamente tuvo mucha importancia en esta zona de la montaña de Lugo como forma tradicional de limpiar el monte y mantener a raya los incendios, pero la decadencia del censo de este ganado en las últimas décadas, tanto en las aldeas de Os Ancares como en otras zonas de Galicia, ha sido más que notable. Y a medida que las cabras iban desapareciendo de los montes de las parroquias iban apareciendo los fuegos, como el que en 1998 quemó Vilela o en el 2017 calcinó 4.000 hectáreas de Donís, Cereixedo y Noceda, en el vecino ayuntamiento de Cervantes.

A medida que las cabras desaparecieron del monte, aparecieron los fuegos

Los pequeños rumiantes (cabras y ovejas) fueron esenciales en el control del matorral hasta los años 70, cuando comienza a desaparecer el sistema tradicional de pastoreo en el monte. Hasta entonces, cada familia disponía de un pequeño rebaño de medio centenar de animales que se pastoreaban con sistemas de veceira (turnos entre los vecinos para llevar el ganado al monte). Pero a medida que la población en las casas mermaba y las familias se iban deshaciendo de las cabras y las ovejas para no tener que atenderlas, más a menudo les tocaba al resto de vecinos, los que aún las mantenían, ir con el ganado al monte, lo que aceleró una desaparición en cadena en la mayoría de parroquias.

El ganado se pastoreba tradicionalmente mediante sistemas de ‘veceira’ pero a medida que menos familias tenían cabras, más a menudo les tocaba a los que las mantenían ir con los animales al monte

Revertir esa situación no parece fácil, más aún cuando la despoblación ha ido avanzando a la par que lo hacía el matorral en muchas de esas aldeas donde antes había cabras y ovejas, pero existen jóvenes en Os Ancares que están viendo una oportunidad en el sector, siguiendo los pasos de otros ganaderos más veteranos y que han mantenido la tradición hasta la actualidad. Conocemos sus historias.

«Mi pueblo no vale para vacas porque es muy pendiente, pero para cabras sí»

Sociedade Galega de Pastos e Forraxes Reunion 2021 en Vilela (Navia de Suarna) José Claudino Alba Regueiro

José Claudino Alba Regueiro fue hasta hace tres años el mayor pastor de Os Ancares. Llegó a tener un rebaño de 400 reproductoras en Teixeira, en la parroquia de Vilapún, perteneciente al ayuntamiento de Cervantes.

Es un lugar con una fuerte pendiente y de suelo pobre, poco apto para el ganado vacuno, pero donde las cabras se adaptaron a la perfección. «Es un tipo de ganado que se adapta bien al tipo de terreno que hay en esta zona, porque aquí en muchas zonas de Os Ancares no puedes meter 150 vacas y sin embargo de cabras sí que te permite tener un rebaño importante. Eso era un poco lo que me pasaba a mí. Yo con 6 o 7 vacas andaba reventado de trabajo porque el sitio no vale para mecanizar y no podía aumentar tampoco el número de cabezas porque la mayoría de la superficie de la que podía disponer yo era monte y no valía para las vacas, pero para tener cabras sí», cuenta. «Hay que adaptar el ganado al lugar, no el lugar al ganado», opina.

Hay que adaptar el ganado al lugar, no el lugar al ganado

Aunque en Teixeira nunca había habido cabras u ovejas, al contrario del que sucedía históricamente en otras muchas aldeas de Os Ancares, José apostó por el ganado caprino de manera profesional. «No tenía experiencia ninguna con cabras y tuve que ir aprendiendo sobre la marcha y muchas veces perdiendo dinero», reconoce.

José Claudino producía en ecológico con cabra gallega fundamentalmente

Esa experiencia es la que le lleva a intentar ayudar a los jóvenes que se incorporan “para que les vaya bien”. Se jubiló hace 3 años y está dispuesto a compartir su conocimiento con ellos e incluso las instalaciones de las que disponía. «Sería una explotación viable para quien la quisiera coger, para mí lo fue, pero yo no puedo obligar a nadie», dice.

Lo máximo de carga ganadera sin suplementar en esta zona sería de 2,5 cabras por hectárea

La de José Claudino es la única casa habitada a diario en Teixeira, donde hay 6 casas y 180 hectáreas de monte comunal. De joven José Claudino se había marchado a trabajar a Bilbao pero con el tiempo decidió volver al lugar donde había nacido y vivir de la tierra. «Volví porque pensé que me podía ganar mejor la vida aquí», dice. En la casa tenía una pequeña explotación familiar, con 5 o 6 vacas, y pocas posibilidades de crecimiento. Por eso apostó por el ganado caprino. «En 1986 compré 2 cabras y luego al poco tiempo ya introduje otras 40 y fui recriando de ellas», recuerda.

Transformación del matorral en pradera

Su idea era tenerlas en el monte, que en esta zona es muy pobre y muy pendiente, imposible de mecanizar. Llegó a tener 400 cabras en 180 hectáreas de superficie, pero de las 180 hectáreas solo 4 pudieron transformarse en prado de manera mecanizada. Sin embargo, si hay alguien capaz de transformar los brezales en praderas esas son las cabras.

José Claudino empleaba sistemas de silvopastoreo rotacional, pero con una duración de la rotación de 6 meses

Al introducirlas en el monte de Teixeira dejaron los brezales, que tenían 80 cm de altura, totalmente defoliados, como si hubiese pasado un fuego. Después de pasar un tiempo se retiraron las cabras para que la vegetación se fuese recuperado y volviesen a tener brotes verdes que comer. Mediante este sistema de silvopastoreo rotacional se logró controlar el matorral y bajar la altura de la biomasa, formada por brezo fundamentalmente, a entre 15 y 20 cm. No hubo necesidad de hacer ningún tipo de quema controlada.

Un animal delicado

A mayores de las 4 hectáreas de monte transformadas inicialmente a pradera, se cercaron otras 30 ha con una malla de 2 metros de altura, un lugar seguro que le permitía a José Claudino tener las cabras protegidas del lobo y de las inclemencias meteorológicas en invierno bajo una zona arbolada.

La cabra es más delicada que la oveja en días de mal tiempo y tolera mal la lluvia

La cabra es un animal del desierto que tolera mal el agua, sobre todo de noche cuando duermen. Por el día, mientras están comiendo, no les afecta tanto porque no pierden tanta temperatura. Los cambios bruscos de temperatura del día a la noche también les provocan problemas de neumonía.

Una cuadra para los cabritos

Las cabras de José Claudino estaban siempre en el monte, pero la explotación contaba a mayores con unas instalaciones cubiertas de 400 metros cuadrados de superficie destinadas a los cabritos, que estaban siempre dentro. «Con 400 cabritos cada año no podía pasar el trabajo de meterlos y echarlos todos los días y si pasaran la noche fuera al día siguiente la mitad no volverían», asegura.

En una ocasión el lobo le mató 41 cabras, unos daños que las compensaciones de la Xunta no cubrieron

Este ganadero de Cervantes tiene mal recuerdo del lobo. Aún recuerda cuando en otoño del 2002 una manada le mató 41 cabras, unas pérdidas valoradas en unos 9.000 euros que las compensaciones de la Xunta no cubrieron en su totalidad.

José Claudino vendía los cabritos entre los 2 y los 3 meses de vida, fundamentalmente a carnicerías de la zona de Ponferrada y también a particulares. Se trataba de una carne tierna y de mucha calidad. «Los cabritos criados en el establo tienen una carne más blanda y más blanca que los criados fuera; esa carne es más roja y de textura más dura porque los cabritos hacen más ejercicio», explica.

«Solo con brezo no es suficiente»

Foto de familia dos asistentes á xuntanza da Sociedade Galega de Pastos e Forraxes

Foto de familia de los asistentes a la reunión de la Sociedade Galega de Pastos e Forraxes

La ganadería ecológica de José Claudino compatibilizaba un sistema de manejo en extensivo puro para las cabras con otro estabulado para los cabritos. La alimentación de las crías una vez destetadas pasaba a ser hierba seca y pienso ecológico. “Yo recogía muy poca hierba seca, unos 100 rollos, y los gastaba fundamentalmente en los entre 350 y 400 cabritos que tenía cada año», explica.

Las cabras, sin embargo, las alimentaba con lo que ellas comían, sin suplementar. «Solo les daba algo de pienso o cereal molido antes de cubrirlas», cuenta. La mitad del menú diario consistía en monte bravo a base de brezo fundamentalmente y la otra mitad pastizales o prados. «Normalmente por la mañana las tenía en el monte y por la tarde las movía al pasto. Si era un día de mucha lluvia podían estar en el brezo todo el tiempo y si nevaba había que bajarlas a un sitio sin nieve y tenerlas allí», indica.

La cabra necesita comer bien, no sirve darle cualquier cosa, le hace falta el monte para la fibra y la pradera para la proteína

Este sistema le permitía reducir mucho los costes de alimentación de las madres, pero José Claudino advierte de que no llega solo con llevarlas al monte. «El cabrito si no mama leche no sale adelante y la cabra para que dé leche tiene que comer bien, igual que una vaca o una oveja, no sirve que coman cualquier cosa», compara.

Por eso, dice, «solo con brezo no se mantienen las cabras». El brezo tiene un nivel de proteína muy bajo, por lo que la combinación con tojos o retamas funciona muy bien porque son arbustos con niveles de proteína mucho más altos. Pero en el monte de Teixeira no abundaban.

Los cabritos estaban siempre en la cuadra, no salían con las madres, y una vez destetados comían hierba seca y pienso ecológico

La cabra es un animal muy selectivo en su dieta, pero se les puede obligar a comer el tipo de vegetación que al ganadero le interese, para domesticar una zona o controlar el matorral, manteniéndola más tiempo en una parcela concreta. Pero «si las tienes una semana castigadas en una zona muy mala hay que llevarlas después dos semanas a una zona buena para que recuperen», dice.

En 2018 José Claudino se jubiló y vendió las cabras y esa labor de control del matorral en el monte que su ganado hacía ya no lo hace nadie. En las 180 hectáreas que rodean a las 6 casas de Teixeira está volviendo a crecer la vegetación y toda esa infraestructura de cierres y cercas está hoy en desuso.

«El objetivo es limpiar el monte y evitar que vuelva a arder la aldea igual que en el año 1998»

Suso Méndez e Lucía García, durante a súa participación na xuntanza da Sociedade Galega de Pastos e Forraxes celebrada en Navia

Suso Méndez durante su participación en la reunión de la Sociedade Galega de Pastos e Forraxes 

Los últimos incendios que han afectado al corazón de Os Ancares en el 2017, quemando a mediados del mes de octubre 4.000 hectáreas en Cervantes, se produjeron en las zonas donde más ha desaparecido la actividad ganadera y el pastoreo como sistema de manejo.

Cervantes, al igual que otros ayuntamientos de Os Ancares, como Navia de Suarna, tienen más del 50% de su superficie comunal. Distintas experiencias en este tipo de montes han demostrado la utilidad de las cabras y las ovejas para el control del matorral y la vegetación espontánea.

Navia y Cervantes en los últimos 70 años han perdido el 83% de su población

Cabras y ovejas se complementan bien, pero las cabras duplican la capacidad de comer brezo de las ovejas, así como otras leñosas, por eso la cabra debería ser el animal pionero para el tipo de vegetación que hay hoy en los montes de esta zona de Os Ancares.

Público participante nas xornadas organizadas en Vilela

Público participante en las jornadas organizadas el pasado fin de semana en Vilela

Suso Méndez tiene eso claro y por eso está apostando por el ganado caprino en su proyecto de reinicio de la actividad de pastoreo en el monte vecinal de Vilela, en Navia, una aldea en recuperación de solo tres casas hasta hace poco deshabitadas y que está reviviendo de la mano del cineasta Oliver Laxe, autor de películas como Lo que arde.

Vilela es una aldea en recuperación en la que a finales del año pasado se reinició la actividad de pastoreo en el monte vecinal

Suso vivía en Becerreá pero hace 5 meses se trasladó a Vilela con su mujer y su hija y están arreglando la casa de la familia, a unos 100 metros de la que Óliver Laxe está convirtiendo en centro cultural. «Me dedico a comprar terneros para sacrificar pero quiero dejar eso y dedicarme por completo a la ganadería. El objetivo es quedarnos aquí y vivir de las posibilidades que nos ofrece el rural, no solo con el ganado, sino con la ayuda de otras cosas que puedes hacer aquí y que en Becerreá no podía hacer. La casa es grande, la estamos arreglando y la idea es montar habitaciones para que la gente que venga a hacer actividades al centro que está montando Óliver se pueda quedar a dormir», explica.

Pagué 600€ para que me desbrozaran con un tractor 2 ha alrededor de la casa pero enseguida volvía a estar igual, eso no era la solución

Vilela está rodeada por casi 100 hectáreas de monte vecinal y la intención es que formen parte de una aldea modelo promovida por la Xunta. En 1998 ardió todo y el fuego incluso se acercó a las viviendas. «Las casas se salvaron pero incluso había ardido un hórreo. Yo limpiaba alrededor de la casa todos los años porque no quería que si venía otro fuego me ardiera, pero no daba limpiado. Rozaba en enero y en agosto pero enseguida volvía a crecer el matorral. Hasta que un día me calenté, tiré con la desbrozadora y dije aquí hay que buscarle otra solución porque esto no es sostenible», cuenta Suso.

Un dos peches electrificados con 4 fíos cos que teñen pechadas 10 hectáreas de monte en Vilela

Uno de los cierres electrificados con 4 alambres con los que han cercado 10 hectáreas de monte en Vilela para as cabras

A finales del año pasado comenzaron con la introducción de cabras y mastines y este año incrementaron el número de animales. «Tengo 26 cabras en este momento, pero voy a hacer la incorporación para el año que viene, lo que me va a obligar a incrementar el rebaño», explica.

Las cabras tienen que estar aquí, tienen que volver a formar parte de Os Ancares y de toda Galicia

Suso estuvo durante un año formándose en la ganadería Teixeiro e Pistón SC en cuestiones como el manejo del ganado o la confección de los cierres, un aspecto importante en el caso del ganado caprino. «Tenemos esas 10 ha cercadas con varillas de hierro y 4 hilos de pastor eléctrico. Llevamos un año con animales y de momento no tuvimos problemas de ataques de lobo», explica.

«El objetivo es limpiar el monte y evitar que vuelva a arder la aldea igual que en el año 1998. De momento ya hicimos una franja de seguridad de 10 o 11 hectáreas alrededor de las casas por la parte de arriba del pueblo, porque por abajo está el río, por lo que si viene el fuego va a llegar por la parte de arriba», explica.

 

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