Alternativas técnicas para cumplir el decreto de purines

Desde el 1 de enero de este año la aplicación de purines ganaderos en las superficies agrícolas no podrá realizarse mediante sistemas de plato o abanico ni cañones, el utilizado mayoritariamente hasta ahora. Esta restricción afecta a los ganaderos profesionales que perciben ayudas directas de la PAC y están sujetos a las normas de condicionalidad. De incumplir esta norma serán penalizados en las ayudas.

La Consellería de Medio Rural de la Xunta de Galicia ya adelantó que pedirá una excepción al Ministerio de Agricultura atendiendo a las características propias de Galicia (pendientes, parcelas pequeñas…etc.) que dificultan mucho el cumplimiento de esta nueva normativa. De ser aceptadas las alegaciones de la Xunta y de otras comunidades como Asturias, Cantabria o Castilla y León gran parte de las ganaderías de vacuno quedarían exentas durante un período.

Desde la Consellería de Medio Rural explican que “estos cambios tienen como objetivo reducir los niveles de emisión de amoníaco a la atmósfera que se produce a partir del nitrógeno del purín, pues España sobrepasó los límites permitidos en los últimos años llegando a pasar por encima del 34% permitido en el año 2015”. “Estos índices se deben, en el 80% de los casos, a las emisiones que se realizan a través de la ganadería y agricultura, de ahí que se tengan que tomar medidas en estos sectores”, añaden.

Sin embargo, lo que no se dice desde la Xunta y que sí reconoce el propio Ministerio es que la principal causa de este incremento de las emisiones de amoníaco es la cabaña porcina, no el sector de vacuno de leche. Sirva como ejemplo, que desde 1990 la cabaña porcina de Aragón pasó de 2 millones de cabezas a casi 8 millones en el año 2015 , y en Cataluña se duplicó. Un incremento espectacular que provocó que se dispararan las emisiones de amoníaco, lo que contrasta con el vacuno de leche, cuya cabaña incluso disminuyó en España.

Pero ¿cuáles son las alternativa que existen a esparcir el purín mediante plato, cañón o abanico? Desde Medio Rural aclaran que “no es correcto decir que la única alternativa existente es por inyección en el terreno, ya que lo único que dice la norma es como no se puede echar”.

En cuanto a las técnicas permitidas para reducir las emisiones de amoníaco de los purines ganaderos, algunas de ellas son:

-Esparcido en bandas mediante un sistema de tubos colgantes:

El sistema con tubos colgantes (aplicación a ras del suelo) consiste en una serie de conducciones que rematan en tubos colgantes flexibles que depositan el purín sobre el suelo.

Desde la Consellería de Medio Rural destacan que este sistema “tiene un rendimiento de aplicación superior al del abanico (anchura de trabajo de hasta 30 metros) y una disminución importante de malos olores y pérdidas de nitrógeno amoniacal, de entre el 40 y el 50% respecto al sistema tradicional sin enterrado posterior”. Y además, destacan que “hablamos de precios mucho más asequibles que el de inyección, pues estos equipos acoplados estarían entre los 1.500 y 3.000 euros”.

El problema está en que no se adapta bien para maniobrar en parcelas pequeñas o en cuesta. Y también su coste, según Manuel Otero, propietario de Talleres Moga, una empresa gallega especializada en la fabricación de cisternas para uso ganadero. “Una cisterna de 10.000 litros, con un adaptador con tubos colgantes y una bomba que triture el purín para evitar atascos puede andar entre los 10.000 y los 12.000 euros. El tractor también debería tener más potencia, con un mínimo de 100 caballos, para llevar este dispositivo acoplado a la cisterna”, explica.

– Sistema de esparcido en bandas mediante zapatas colgantes:

El mismo que el anterior solo que incorpora unos patines que abren un pequeño surco y permiten una inyección del purín superficial.

– El sistema de discos de inyección superficial:

incorpora el purín a profundidades de 1 a 6 cm, conforme a su ajuste previo, mediante el sistema de discos que lleva incorporado, dejando el surco abierto, produciendo un enterrado parcial del purín. Su inferior anchura de trabajo produce un menor rendimiento de aplicación en parcela (ha/h).

Además, este sistema tiene uno coste del equipo mayor que el sistema de tubos colgantes y las anchuras de trabajo son inferiores, por lo que el rendimiento también es inferior. Su mantenimiento es más costoso que en los sistemas anteriores.

La gran ventaja es que el purín queda cubierto, de forma que las emisiones de purín al ambiente llegan a reducirse, según una investigación del centro Neiker-Tecnalia, a hasta el 93% respecto al sistema tradicional en abanico.

La dificultad para aplicar este sistema en Galicia o en la Cornisa Cantábrica es la misma que en el anterior de esparcido en bandas, y además “la potencia necesaria del tractor tendría que aumentar hasta los 140 o 150 caballos”, explican desde Talleres Moga.

– Acidificación de los purines:

Se añade ácido sulfúrico al purín para disminuir su pH hasta 5,5, de forma que aumenta la concentración de amonio y reduce las emisiones de amoníaco libre. La adición puede llevar a cabo en un tanque específico, seguido de aireación y homogenización. El sistema debe estar totalmente automatizado para evitar riesgos sobre los operarios o los animales

Reduce las emisiones amoníaco (70%) y reducción también los olores, así como de las emisiones de metano. Aumenta el valor fertilizante del purín.

Los inconvenientes son que la manipulación de los ácidos (por ejemplo, ácido sulfúrico) debe realizarse bajo los protocolos de seguridad. Además, la adicción del ácido sulfúrico puede tener consecuencias negativas según el tipo de hormigón de los tanques, por lo que hay que prestar especial atención en su elección. También suele producir espuma en los tanques y fosas de purín.