El ganado y el monte forman parte de la vida de Amaro López. Tiene una empresa de desbroce y trabajos forestales y mantiene una explotación con 50 reproductoras de raza vianesa. Compatibilizar las dos actividades requiere buscar facilidad de manejo. Fue lo que le llevó a cambiar las vacas de raza rubia gallega, parda y asturiana por animales más autónomos y que necesitaran menos atenciones.
«Yo lo que peco es de tiempo, porque a mayores tengo tractores para desbroce de monte. Di en las vianesas por problemas de partos que tenía con el ganado de las otras razas, y para no tener que meterlas y sacarlas de la cuadra, porque esta es una zona de difícil orografía», explica.
Me quedé con la vianesa porque la cachena da menos producción, pero la caldelá me gusta también mucho
Se decantó por la raza vianesa y fue el primero que las trajo para la montaña de Lugo. «Cambié en el 2006, comencé con 7 que fui a buscar a Vilardevós y luego seguí comprando y recriando de las mías. En poco tiempo monté la cabaña actual, que está formada por 50 madres», cuenta.
Tres lotes de animales
El ganado está dividido en tres lotes para hacer más fácil su manejo. «Tengo tres grupos distintos de animales para no tener que rotar tanto en las fincas y en invierno tener los puntos de comida con menos animales», explica Amaro. «Además, si las tienes todas juntas y hay un problema, es más difícil de ver y para mover el rebaño junto es más complicado, lo ideal es en grupos de 14 o 15 animales», argumenta.
Mover el rebaño junto es más complicado y si hay un problema es más difícil de ver
«Las muevo por la carretera, con una persona delante y otra detrás simplemente por los coches, porque ellas me siguen a mí. El manejo ahora es fácil, pero al inicio cometí errores, porque al ser el primero y el único que las tenía en esta zona no tenía de donde copiar. Estas vacas hay que tratarlas con mucho cariño, como a todas, pero a estas quizás más porque tienen un instinto más nervioso», considera.
36 hectáreas de superficie
«Las atiendo yo solo y por manejo podría tener más ganado, pero no tengo más por problemas de superficie, porque no veo viable alquilar fincas», asegura Amaro. La ganadería dispone de 36 hectáreas de praderas, algunas de ellas pastizales hechos en el monte, y declara 4 hectáreas de pasto arbustivo. La superficie está conformada por 15 parcelas de diferentes tamaños. «Tengo 12 hectáreas juntas en lo alto del monte y 16 en otra finca, pero después también hay parcelas pequeñas», detalla.
Tengo varios puntos donde darles de comer en invierno para no deshacer los prados y quiero poner agua en todas las fincas
En invierno, de noviembre a marzo, el ganado está en unas zonas de comederos alimentadas con silo de hierba y paja. «Si las tienes en los prados te los destrozan y luego tardan más en dar en primavera», argumenta Amaro. Renueva las praderas menos pendientes cada 5 o 6 años para incrementar su producción y la calidad del pasto. «Roturo, encalo y hago la siembra con mezcla de raigrás inglés, raigrás italiano y trébol. En las zonas más duras echo algo de festuca, que aguanta bien la sequía, pero datilo aquí no hace falta echar», explica.
En invierno necesita tres rollos de silo y una alpaca de paja a la semana
Para favorecer el rebrote de la hierba abona con purín todos los años y encala cada dos, además de emplear abono de síntesis en grano en algunas parcelas. En primavera, cuando tiene excedente de hierba, hace rollos de silo, entre 200 y 250 al año. «Hierba seca no hago, porque da trabajo y porque hacer una hierba seca de buena calidad es difícil. Compro paja de cebada de Castilla, porque es difícil encontrar paja buena de avena seca. La que viene sin desgranar, semiseca, es muy buena, pero se va de precio», detalla.
5 caballos para domesticar el monte
Con el paso de los años en esta zona de la montaña se dejó de echar cereal y se hicieron praderas. Amaro incluso roturó zonas de monte para hacer prados. «Ahora están en buenas condiciones, pero antes era monte cerrado y muchas veces en esas zonas aún se da de todo menos hierba», admite. El proceso para transformar los matorrales en praderas comienza con un desbroce mecánico y la introducción posterior de caballos para en último término meter las vacas a pastar. «Ahora que ya está domesticado invierto el orden, primero meto las vacas y después los caballos para que coman los brotes del tojo pero a veces aún hay que ayudar algo con desbroce mecánico al final», explica.
Tengo prados que antes eran monte cerrado
Los caballos son de pura cepa gallega y su manejo es fácil. «Los caballos sí que no me dan trabajo ninguno, los llamo con el pitido del coche y ya casi se cambian solos de finca», asegura Amaro. En la zona comienza a haber algo de lobo y, de hecho, el año pasado le llevó una potra. «Otros años también tuve problemas con las vacas, un año me mató cuatro terneros y otro año dos», cuenta.
Un pequeño cebadero para los terneros
Amaro se incorporó en el año 1996 a la ganadería familiar de sus padres y en el 2001 montó un pequeño cebadero donde ahora solo ceba sus terneros. Fue el origen de la actual explotación y de donde toma su nombre: Ganados Amanei SC. «Cuando cogí la explotación en el 96 pasé de 6 vacas que había a 15 que me exigían para la incorporación. Mi padre me decía que estaba loco, que dónde las iba a mantener, porque antes no había medios para hacer las cosas como se hacen hoy y en esta zona las tierras se dedicaban más a sembrar centeno y las vacas pacían algo de hierba por la mañana y por la tarde se llevaban a las uces al monte. Después en invierno las mantenían con cereal dentro de casa», recuerda.
Los machos alcanzan los 240 o 250 kilos canal y las hembras están entre los 200 y los 220 kilos
La finalización de los terneros la hacen en la actualidad con paja y con pienso. «No programo los partos, pero la mayoría se dan en primavera. Los terneros están mamando 6 o 7 meses, hasta septiembre más o menos, y luego los encuadro y los tengo hasta que alcanzan cierto grado de engrase y un nivel óptimo de finalización para ir saliendo al mercado», explica. Los machos alcanzan los 240 o 250 kilos canal y las hembras están entre los 200 y los 220 kilos. «A partir de eso las terneras ya engrasan de más», asegura.
Comercializa directamente a restaurantes y particulares
Tiene un sistema de comercialización propio, en el que sacrifica y distribuye directamente la carne, tanto a restaurantes como a particulares. «Mato siempre en Castro, transporto los animales yo directamente», cuenta. Suministra a tres restaurantes de la zona: Mesón Catro Ventos, de A Fonsagrada; Restaurante Moneda, de O Cádavo; y Casa Cazoleiro, de Meira. «Había más interesados en comprarme pero no me comprometí con ellos por no tener suficiente abastecimiento», explica.
A la hora de sacrificar Amaro prima la calidad de la carne sobre el rendimiento cárnico
La relación de Amaro con sus clientes se basa en la confianza, ya que él prima la calidad de la carne sobre el rendimiento cárnico. «Normalmente no miro ni la edad ni el peso, me da igual matar a los 12 o a los 16 meses si el animal está bien para sacrificar», dice. Vende también a particulares, con lo que logró suplir en parte la caída de la demanda de la hostelería a consecuencia de las restricciones en los momentos más duros de la pandemia sanitaria del coronavirus. «A los particulares tienes que llevarle las canales despiezadas y me da más trabajo», admite. En los últimos dos años ha sido mucho trabajo para poco provecho, dice, porque el precio de la carne se redujo y el del pienso aumentó de manera notable. «Al tener un sistema de comercialización propio dependiente en gran medida de los restaurantes, a mí esta circunstancia del coronavirus me afectó mucho», asegura.
Animales muy longevos
Amaro vende también mucho para vida, tanto recria como vacas. Cuatro o 5 hembras las recria para él todos los años y otra docena y media las vende para otras explotaciones. Los animales de raza vianesa criados de este modo, en extensivo, duran mucho, por lo que las necesidades de reemplazo propias no son muchas. «El año pasado mandé a matadero dos vacas con 22 años, una que no empreñaba y otra con problemas por tener las ubres muy grandes, pero tengo todavía varias con 18 años», detalla.
Los problemas de partos desaparecieron al pasarme a la raza vianesa. Tengo tres toros, uno en cada lote y empreñan y paren solas
Con cada lote de vacas nodrizas tiene un toro, siempre el mismo por grupo, sin mezclarlos. «Hasta el tercer o cuarto partos los dejo siempre, luego los cambio», explica. El veterinario solo pisa la explotación para hacer las recetas para los productos desparasitantes y poco más. «Aquí no hay ni diarreas ni enfermedades respiratorias y al pasarme a la raza vianesa los problemas de partos que había antes desaparecieron», asegura.
13 kilómetros de cierres muy cuidados
Mantener un buen sistema de cierre electrificado y en condiciones óptimas es una de las claves para el funcionamiento de una explotación como la de Amaro, que hace un par de años fue premiado por la empresa gallega de pastores eléctricos Ion por la calidad y cuidado de los cierres de esta explotación.
En total, sus fincas suman 13 kilómetros de cierre perimetral, en los que va mezclando varilla de hierro y estacas de madera, con dos o tres líneas de hilo, dependiendo de la zona. «No descarto tener que poner 3 hilos en todo el perímetro exterior por el tema de que no entre el jabalí. Para el ganado con 2 sería suficiente y de esa forma además para limpiar es más fácil porque no hay que estar tan encima», razona.
Para el ganado con dos hilos de pastor sería suficiente, pero para que no entre el jabalí son necesarios tres
«Si tienes los cierres en buenas condiciones, fuera de momentos puntuales de más trabajo, con una hora diaria tienes atendido el ganado», asegura. La tarea de vigilar y limpiar los cierres es continua. «Mucha gente va a pasear por el tema del colesterol, pues yo de paso llevo algo en la mano y además de caminar voy limpiando», bromea.