Amarelante Sociedade Cooperativa Galega es el nombre de un proyecto que busca revitalizar el rural a través de la castaña. La iniciativa toma el nombre de la principal variedad de castaños que hay en la zona de Manzaneda y ha sido impulsada por cinco familias de la comarca que apostaron por recuperar los sotos como una vía de futuro.
Sonia, Óscar, Marcos, Natalia, Félix, Davide, Iria, Lito y Luz integran la cooperativa, pero su Junta Directiva es femenina, formada sólo por las mujeres, al fin de dar visibilidad al trabajo de las mujeres en el rural, muchas veces tapado y poco valorado, lo mismo que producciones complementarias como eran la de la castaña.
El proyecto fue impulsado por cinco familias de la comarca que encontraron en la castaña una vía de futuro en el rural
Manzaneda, que cuenta con un castaño de más de 1.100 años que está declarado patrimonio natural, es una zona históricamente de mucha producción de castaña y de castaña de muy buena calidad y la cooperativa lleva el nombre precisamente de la principal variedad que producen los castaños que hay en este municipio, donde también se dan otras como la negral.
La cooperativa lleva el nombre de la principal variedad de castaña que se da en Manzaneda
Amarelante nació en un contexto de crisis económica en una comarca afectada desde hace décadas también por la crisis demográfica y los fuegos que año tras año afectan a los montes del macizo central ourensano, como bien sabe Davide, que lucha contra ellos desde su profesión de bombero forestal. «El objetivo era crear una cooperativa de explotación comunitaria de la tierra para aprovechar los sotos en desuso. Nosotros lo teníamos claro porque la materia prima la teníamos en nuestros montes, solo que estaba abandonada», destaca.
Lucha contra el abandono y creación de empleo
Amarelante es un proyecto plural, se trata de una apuesta por el rural a través de la castaña y del cooperativismo, una iniciativa que recibió en el 2015 el premio a la Promoción del Cooperativismo convocado por la Consellería de Trabajo y cuya labor en la recuperación de los sotos también le valió para que fuera galardonada en el año 2019 con los Premios Agader de Desarrollo Rural en la categoría de lucha contra el abandono y a favor de la movilidad de tierras.
Galicia cuenta con 38.000 hectáreas de sotos pero el 50% no están produciendo
Los socios de Amarelante iniciaron la actividad manteniendo en paralelo otros empleos, aunque a medida que el proyecto fue creciendo y requiriendo de mayor dedicación fueron creando puestos de trabajo estables. Hoy por hoy cuentan con una persona contratada a tiempo completo y otras dos a media jornada y el resto de socios colaboran en los trabajos estacionales de mantenimiento de los sotos y recogida de las castañas en función de su disponibilidad, dedicándole en muchos casos los fines de semana o las vacaciones.
Vivir en el rural, no sobrevivir
Así resumían en las redes sociales, el pasado 8 marzo, cuando se cumplían 8 años del proyecto Amarelante, su trabajo: «Recuperamos sotos que llevaban años abandonados, compramos una nave y la maquinaria necesaria para secar castañas y hacer harina. Seguimos dándole vueltas a la cabeza y surgió la torta de castaña. Peleamos con la burocracia, la avispilla y la sequía. Vivimos castañales muy buenos y otros que fueron ruines; momentos de alegría y otros de agonía en los que no salían las cuentas. Ganamos el premio Agader y participamos en varios proyectos de investigación. Fuimos de feria en feria, impartimos charlas y nos formamos para seguir mejorando. Resumir en unas simples frases esta particular aventura es bastante complicado. Sin embargo, como decimos siempre: seguimos soñando en los sotos, porque sólo lo que se sueña se puede hacer realidad. Queremos vivir del rural, no sobrevivir. Seguimos!!!».
«Peleamos con la burocracia, la avispilla y la sequía»
Toda una declaración de intenciones de un grupo de gente que quiere desarrollar su proyecto vital de manera plena en el rural, sin necesidad de marcharse de Manzaneda para ganarse la vida o poder disfrutar de momentos de ocio. «Estamos convencidos de que nuestro proyecto puede ser una herramienta de transformación social que va mucho más allá de recoger castañas», dicen.
«Estamos convencidos de que nuestro proyecto puede ser una herramienta de transformación social que va mucho más allá de recoger castañas»
La experiencia de estos años así lo demuestra. Amarelante ha favorecido que un grupo de gente joven se haya asentado y haya permanecido en Manzaneda, también como revulsivo demográfico para una localidad, como muchas otras de la provincia de Ourense, poco sobrada de niños. De ellos cuida Iria en su casa nido O Bicarelo, un servicio más de los que necesita el rural y que reivindica Davide, que acabó siendo alcalde de su pueblo. Él y Marcos eran también guitarrista y percusionista de los Cuchufellos, igual que Óscar sigue a tocar en Coanhadeira, así que con varios músicos en el grupo la fiesta está asegurada cuando los trabajos en la cooperativa rematan.
«Cuando al principio fuimos al banco a pedir el dinero nos daban para comprar un coche cada uno, pero no nos daban 35.000 euros para comprar la nave y la maquinaria para poner en marcha un proyecto productivo entre 5 familias»
La filosofía con la que nació Amarelante es clara: mantener los sotos, poner en valor su producción haciéndola rentable y fijar población a través de un modelo que apuesta por la cooperación. De ahí su implicación social y el interés en colaborar también con otras asociaciones de su entorno para la puesta en marcha de iniciativas que contribuyan al desarrollo del municipio. Saben en carne propia lo que cuesta poner en marcha un proyecto como el de ellos, saben de los atrancos, de la falta de apoyos y de la burocracia.
«Urgen iniciativas que ofrezcan opciones reales para asentar población en los ayuntamientos del rural»
En sus instalaciones reciben también visitas de todo tipo, desde asociaciones a colegios, a los que muestran su proyecto y los valores de los sotos desde el punto de vista económico, social y ambiental, tratando de presentar en positivo el minifundio de esta zona frente a plantaciones industriales de docenas de hectáreas, pero que nada tienen que ver con el sistema productivo tradicional de Galicia.
Apuesta por el modelo cooperativo
El proyecto surgió a raíz de unas jornadas sobre cooperativismo en el rural que se celebraron a nivel local y tomó forma definitiva en marzo del 2013 con la constitución de la cooperativa, otra de sus razones de ser. «Cuando pusimos en marcha Amarelante teníamos muchas dudas. Algunas aún siguen, porque no hay fórmulas mágicas. Sin embargo, si hay algo que siempre tuvimos claro fue el modelo de gestión por el que apostaríamos. Una cooperativa es mucho más que una empresa. Significa colaboración, igualdad, democracia, solidaridad», defienden.
«Una cooperativa es mucho más que una empresa. Significa colaboración, igualdad, democracia y solidaridad»
Desde Amarelante Sociedad Cooperativa Gallega reinvindican el papel clave de este tipo de entidades para ofrecer «un modelo económico más justo en el que prime la cooperación y no el rendimiento económico a cualquier precio». «Además de trabajar para vivir, también intentamos poner en valor la cultura y los productos de nuestra zona, colaborando con muchos otros negocios locales y organizando actividades culturales y educativas. Porque en esencia, una cooperativa es eso: cooperar, no solo entre nosotros, sino también con nuestra entorno. Y esto debería ser la base de nuestra sociedad», argumentan.
«Además de trabajar para vivir, también intentamos poner en valor la cultura y los productos de nuestra zona, colaborando con muchos otros negocios locales y organizando actividades culturales y educativas»
Amarelante es, pues, un proyecto colectivo, en el que las socias y los socios comparten tareas como el cuidado de los sotos o la recogida de la castaña, y en el que también se complementan, porque cada una y cada uno de ellos, por su formación o por su trabajo, focaliza su labor en aquellos aspectos que más domina. Por ejemplo, Marcos atiende el almacén y los pedidos y hace las reparaciones en la nave, Sonia lleva el papeleo y pelea con las administraciones, Félix es un apasionado de los tractores y la maquinaria agrícola, Luz actualiza la web y las redes sociales con la ayuda de Natalia, que hace las fotos … y así hasta completar las distintas tareas que requiere un proyecto que integra producción, transformación y comercialización.
Contratos de alquiler o cesión
Comenzaron alquilando sotos y pagando un precio por castaño al año. «Uno de los grandes valores de esta zona es el castaño y hablando entre nosotros, vimos que todos queríamos vivir en el rural y que todos teníamos castaños. Con esa base, comenzamos a hablar con gente que no podía atender sus sotos para mirar de que nos los alquilasen o cediesen», explican sobre los comienzos del proyecto.
«Al principio no fue sencillo por desconfianza a que los cogiésemos y no los cuidásemos por no ser rentable, pero llevamos ya unos años en los que hay muchos vecinos que nos ofrecen sus sotos gratuitamente con la única condición de que se los cuidemos como los otros que tenemos, pero no tenemos ya capacidad para seguir aumentando la base territorial por falta de tiempo», reconocen.
Comenzaron pagándole a cada vecino que les alquilaba los sotos un precio por castaño al año
Amarelante cuenta hoy por hoy con 600 árboles en producción. De año en año, la cooperativa fue aumentando terreno, hasta las 7,5 hectáreas que gestiona en la actualidad, en las que hacen los trabajos de mantenimiento precisos para garantizar una buena producción y también la conservación del entorno, tanto desde el punto de vista de la fertilidad del suelo y la biodiversidad, como desde el punto de vista paisajístico y de protección contra incendios forestales.
Limpeza, poda y señalización
Lo primero que hacen cuando les ceden un soto, después de buscar los lindes y marcos de la parcela, una tarea que no es sencilla muchas veces, es identificarlo colocando un cartel en el que mantienen el nombre con el que era conocido en el lugar: el Souto do Rei, Trabazos, As Regadas… «Conservamos sus nombres porque para nosotros cada un de estos castaños es mucho más que un número, son un auténtico patrimonio natural del que nos responsabilizamos para que puedan llegar hasta futuras generaciones», dicen. Con la información del Sixpac inscriben después esos castaños dentro de la IGP y del Craega.
Hasta el 2015 Amarelante fue sólo productora y comercializadora de castaña fresca
La labor de recuperación continúa después con un trabajo de desbroce y limpieza de las fincas y de poda de los castaños. Los rastrojos y maleza menuda la queman y las ramas del desmochado las emplean para la caldera con la que alimentan el secadero de las castañas, en un ejemplo de economía circular que evita así emplear combustibles fósiles.
Recogida a mano
El minifundio, las pendientes y los caminos estrechos dificultan la mecanización de los trabajos tanto para el cuidado de los sotos como para la recogida de la castaña. El trabajo de recogida exige una selección del fruto, lo que los llevó a decantarse por la recogida manual. «Probamos la máquina de mochila, que aspira la castaña separándola del erizo, y vimos que agiliza el trabajo en el soto, pero que da después más trabajo para seleccionar las buenas», cuentan.
«Probamos la máquina de mochila, que aspira la castaña separándola del erizo. Agiliza la recogida, pero da después más trabajo para seleccionar las buenas»
La comercialización habitual de la castaña que hacen la mayoría de productores en Galicia es por venta en fresco a través de intermediarios. Esa es también la vía que utilizó Amarelante en sus inicios, aunque comenzó a explorar de manera progresiva otras posibilidades.
Parte de la castaña recogida la siguen vendiendo en fresco durante la temporada de recogida, sobre todo los calibres grandes, y la otra la secan, una alternativa que aumenta el periodo de conservación del producto y que permite además una buena salida para la castaña pequeña, que tiene peor comercialización en fresco. «Hoy por hoy ya secamos mucha más de la que se vende fresca», explica Sonia. Lograron de este modo invertir el modo de comercialización de los primeros años en favor del producto transformado, menos dependiente de las oscilaciones de precios.
Secado y transformación de la castaña
La cooperativa puso en funcionamiento en el 2015 una nave de secado en la que invirtió 170.000 euros, que le ha permitido iniciar de manera progresiva la transformación del producto y reducir, de este modo, su venta en fresco a través de intermediarios. El centro de conservación y transformación está en una antigua nave textil que había pertenecido a Adolfo Domínguez y cuenta con maquinaria específica, como una criba que separa por calibres, una peladora y la propia secadora, que pusieron a funcionar en su tercer año de andadura, permitiendo el secado de los frutos de mediano y pequeño tamaño, lo que aumenta el tiempo de conservación y abrió nuevas líneas de mercado, como la de la producción de harina de castaña.
La puesta en marcha de instalaciones para la conservación y transformación del producto les permitió revalorizar la castaña
Aunque se trata de un sistema industrial, el mecanismo de funcionamiento y tratamiento de la castaña es el mismo en este secadero industrial que en los secaderos tradicionales. El secadero está equipado de una caldera de madera en la que queman la leña de las podas, que suministra aire caliente a presión para el secado de las castañas, que quedan preparadas en poco más de una semana, frente a los más de 20 días que eran habituales en los secaderos tradicionales.
En este proceso la castaña pierde el agua, por lo que, transcurridos 9 días, los 9.000 kilos de castaña en fresco que tienen de capacidad en la secadora, quedan reducidos a unos 3.000, descontadas las mermas por el deshidratado y la piel, ya que tras el secado, la castaña pasa por una peladora que hace al mismo tiempo una selección para descartar las que rompieron en el proceso. Quedaría entonces ya lista para su comercialización.
El secado aumenta el tiempo de conservación y mejora la salida para la castaña pequeña
En la cooperativa llevan años apostando por transformar la castaña para evitar la dependencia de los mercados en fresco y hoy por hoy ya secan buena parte de la producción para comercializarla luego a lo largo del año. Además de catañas secas y harina de castaña, 100% natural y apta para celíacos, que muelen en un molino de piedra y a partir de la cual hacen también torta de castaña.
La búsqueda de mercados para el producto transformado fue el siguiente reto al que se tuvo que enfrentar Amarelante, habitual en muchas ferias de las que se celebran por la geografía gallega y que vende sus productos en tiendas de toda Galicia y también de Madrid y Euskadi.
Un alimento que fue base del sustento de muchas familias gallegas en el pasado fue perdiendo poco a poco ese lugar predominante en las casas hasta recuperar ahora su prestigio en la alta cocina
Amarelante produce bajo la garantía de la IGP Castaña de Galicia, un sello que sirve para distinguir también sus productos en el mercado. La castaña gallega, que destaca por su calidad, es un producto cada vez más demandado, tanto en repostería como en alta cocina. Mercados importantes a nivel internacional, como los países centroeuropeos, Estados Unidos, Brasil o Japón compran cada vez más castaña producida en nuestra comunidad.
Nuevos productos y oportunidades
La cooperativa lleva casi desde sus comienzos impulsando la transformación de la castaña para reducir la dependencia del mercado en fresco y del suministro para otras industrias. En esta línea, están impulsando varios proyectos en colaboración con el Aula de Productos Lácteos de Lugo, perteneciente a la Universidad de Santiago de Compostela, y el Centro Tecnológico de la Carne, ubicado en Ourense.
Están desarrollando una bebida vegetal, copos y un snack a partir de castaña
Se trata de un proyecto piloto sobre tres nuevos productos elaborados a base de castaña: leche vegetal, copos y un snack elaborado con la castaña ya precocinada. «Nosotros probamos la elaboración de todos ellos de modo casero, pero ahora precisamos que nos concreten qué procedimientos y maquinaria precisaremos para hacerlo a mayor escala y poder comercializarlo», apuntan. Estas investigaciones se prolongarán durante los próximos 2 años.
Tratamientos contra el chancro y la avispilla
Galicia sigue a ser la principal productora y exportadora de castaña de España, pero factores climáticos o problemas sanitarios como el chancro o la avispilla han hecho caer en los últimos años la producción desde los 20 millones de kilos hasta los 12 millones.
En la comarca de Manzaneda y el macizo central ourensano la plaga de la avispilla está haciendo estragos, dañando tanto la producción como la propia salud de los castaños, que acusan los daños con la falta prematura de hoja. Amarelante llegó a recoger en algún año 40.000 kilos de castaña, una cifra de la que quedaron muy lejos en las últimas campañas.
Amarelante llegó a recoger 40.000 kilos de castaña, una cifra de la que quedaron muy lejos en las últimas campañas
El ayuntamiento de Manzaneda está también muy afectado por la enfermedad del chancro, lo que los obligó a vacunar todos los castaños contra este mal. En los árboles en las que el chancro estaba ya muy avanzado acabaron secando, pero lograron salvar el resto, que empezaron a cicatrizar las heridas al cabo de unos tres años del tratamiento.
Otra de las enfermedades tradicionales de los castaños era la de la tinta, que hoy afecta menos, ya que se transmite por el suelo (no por esporas, como el caso del chancro) y al parar de arar los sotos (tradicionalmente se hacía para echar cereal) su incidencia también ha disminuido, explican.
«Los mercados de fresco estuvieron parados el año pasado por la covid y se estuvo pagando la castaña a precios de hace 20 años»
A pesar de la caída de la producción que se está dando en las últimas campañas a causa de cuestiones como la avispilla del castaño, el precio de la castaña no aumentó. De hecho, el mercado en fresco se resintió en el último año por la crisis sanitaria y la caída de la demanda, por lo que la bajada de los precios en algunas variedades fue notable. «Los mercados de fresco estuvieron todos muy parados el año pasado al no haber magostos ni celebraciones por el Samaín por causa de la covid-19 y se estuvo pagando la castaña casi como hace 20 años», lamenta Óscar.