Llega ahora el primer aniversario de la ola de incendios de octubre del 2017, que se llevó por delante 50.000 hectáreas de monte, 4 personas muertas y más de un centenar de viviendas afectadas. Aquella ola de fuegos, que coincidió en el tiempo con el diseño del futuro Plan Forestal de Galicia, generó una gran efervescencia social en torno al monte. ¿En qué se plasmó toda esa preocupación e interés?
El debate sobre cuestiones como las franjas de protección contra incendios alrededor de los núcleos de población, el eucalipto o el Plan Forestal capitalizaron gran parte de las discusiones sociales y políticas. Otros asuntos que permanecen en un segundo plano son considerados también vitales por el sector forestal para definir el futuro del monte, tales como las perspectivas de los montes vecinales con convenios con la Xunta o la puesta en marcha de nuevas herramientas para reducir el minifundio. Analizamos el panorama.
Franjas de protección contra los incendios
La Xunta amplió en enero de 25 a 50 metros el área que tiene que estar desbrozada alrededor de casas y núcleos de población. En todo ese perímetro tampoco puede haber pinos y eucaliptos.
Como es notorio, el grado de cumplimiento de la medida es escaso. El sector forestal alega que hay una imposibilidad material y humana de afrontar tamaña cantidad de desbroces y talas, que afectarían a unas 150.000 hectáreas. Los Concellos, que serían los encargados de controlar el cumplimiento de la medida, interpretan que la Xunta está descargando responsabilidades de futuras olas de incendios sobre ellos y sobre los propietarios.
Eucalipto
Los colectivos ambientalistas y una parte de los propietarios forestales, agrupados en torno a la Organización Galega de Comunidades de Montes y Frouma, abogan por una moratoria que prohíba el aumento de la superficie del eucalipto en Galicia, pues consideran que este árbol favorece la expansión de los fuegos. Se manifestarán en Compostela a finales de este mes en contra de un Plan Forestal que consideran “eucaliptizador”.
Distinta es la visión del resto de la cadena de la madera, que entiende que el eucalipto es en muchos casos la única alternativa contra el abandono del territorio.
Recuperación del monte quemado
La Asociación Forestal de Galicia advierte de que los montes afectados por la ola de fuegos corren un serio riesgo de abandono. La ola de incendios llevó por delante buena parte del patrimonio forestal de comunidades de montes de Ourense y del sur de Pontevedra. Sólo en comunidades socias de la Asociación Forestal de Galicia, las pérdidas en la provincia de Pontevedra por la ola de fuegos fueron de 18,9 millones de euros, con unos costos de restauración estimados en alrededor de 10 millones de euros.
Los montes vecinales, que quedaron descapitalizados a raíz de los incendios, se ven ahora con una capacidad limitada para afrontar las necesarias tareas de restauración de los montes afectados, en los que habrá que acometer plantaciones y trabajos que faciliten la regeneración del bosque. Resulta significativo que un año después de los fuegos, parte de la madera afectada esté aún sin retirar del monte por diversas circunstancias, tanto en montes vecinales como en propiedades particulares.
La Asociación Forestal de Galicia espera que este otoño se materialice un plan público de restauración de los montes afectados, que había sido comprometido por la Consellería de Medio Rural en diciembre del pasado año.
Cancelación de los convenios en los montes vecinales
La Xunta cancelará de oficio todos los convenios que mantiene con los montes vecinales en los próximos años. Parte de esos convenios se sustituirán por contratos de gestión, aun sin concretar, pero otra parte de las comunidades de montes tendrán que hacerse cargo del manejo de sus superficies.
En algunos casos, se trata de comunidades activas, con capacidad para asumir ese rol, pero en otros casos, en entornos del interior despoblados y envejecidos, eso no será posible. ¿Qué sucederá con esos montes?
Minifundio de la propiedad particular
En Galicia hay más de 7 millones de parcelas forestales, con un tamaño medio que ronda los 2.500 metros cuadrados, insuficiente para una gestión forestal razonable que permita trabajos mecanizados y economías de escala. La fórmula de las Sociedades de Fomento Forestal (Sofor) se demostró limitada para promover la gestión en conjunto del monte, reduciendo el minifundio, con lo cual se espera la puesta en marcha de nuevas herramientas.
Otra cuestión derivada del minifundio es el abandono de gestión que presentan buena parte de las parcelas forestales, en las que en el mejor de los casos sólo se hace una labor de “recolección”, con la tala y saca de los pies maderables.
Hay más de 600.000 propietarios particulares en Galicia, que gestionan case 1,4 millones de hectáreas, la mitad del territorio de la comunidad. El Plan Forestal de Galicia, impulsado por la Xunta, se propone grandes objetivos para el monte, pero cómo se va a convencer a los gestores reales del territorio, esas 600.000 personas, para que sigan el sendero marcado por la Administración?
Yo estoy atónito de los insultos y salidas de tono que tenemos que aguantar los que nos dedicamos al eucalipto, hay una verdadera histeria colectiva injustificada alimentada desde los medios de comunicación, grupos pseudoecologistas y mucha gente que quiere opinar sin saber de que. El problema es que al eucalipto no lo está defendiendo nadie, incluso las asociaciones de productores forestales están siendo demasiado tíbias en ese tema. La gente no cumple la ley, pero tampoco lo hace la Administración: autovías y otros terrenos están a día de hoy sin desbrozar o con desbroce deficiente, y nunca los he visto retirar los restos como pretenden que hagan los particulares.
La gente no cumple la ley por una razón: es imposible. A día de hoy se debería haber establecido una moratoria en su aplicación, no sirve de nada exigir cosas imposibles. Así, hubo ayudas para retirar la madera del ciclón Klaus mientras que los bordes de las carreteras y las zonas de eliminación de biomasa ni tan siquiera se plantea una acción conjunta para vender madera o un plan que fuera satisfactorio para todos, no, simplemente vinieron exigencias, notitas en los árboles y hoy por hoy veo las carreteras igual (y recordemos que eran árboles plantados legalmente que fueron ilegalizados, mientras muchas viviendas fueron ilegales en su día y después legalizadas de facto).
Por último, el minifundio puede ser un problema pero la solución deben buscarla los propietarios, el problema del mundo rural son los robos y los daños de los animales salvajes, por ahí se haría mucho ya que sin jabalíes la gente cultivaría muchos mas terrenos. En muchos sitios hay minifundio y se produce madera, en Japón tienen terrenos pequeños e inventaron el minitractor. Aquí claro maquinaria «la mas grande que haiga».