Seceda es un pequeño pueblo de la montaña de Lugo que se encuentra en la parte sur de la Serra do Courel. En el desarrollan su actividad Jorge Gallego y José Ángel Ibáñez, un ganadero y un apicultor con pequeñas explotaciones que se vieron afectadas por el gran incendio del verano.
El ganadero Jorge Gallego tiene su principal finca en las Rozadas, en la parte alta de Seceda, en un monte común donde hizo pastizales. La parcela se divide en cuatro partes que maneja en un sistema rotativo , a fin de facilitar la regeneración del pasto. En este espacio mantiene un rebaño de vaca Rubia gallega en régimen extensivo, en un pastizal de 30 hectáreas que está cercado con un cierre de alrededor de 10 kilómetros. Durante el incendio de este verano, unos 4 kilómetros del cierre ardieron, pues aunque el fuego no entró en los pastos, sí afectó al monte circundante.
La ganadería tiene hoy en día un total de 34 cabezas, 26 vacas y 8 terneros. Su modelo de trabajo se centra en vender los terneros para recría, puesto que “se intentó cebarlos pero era imposible porque daban pérdidas constantemente”, explica. Por eso, procura venderlos a los 3 o 4 meses.
“Intentamos cebar los terneros, pero era imposible porque daban pérdidas constantemente” (Jorge Gallego)
En Seceda, tan sólo queda otro vecino con vacas, una situación diferente a décadas atrás, cuando había en el pueblo 50 vecinos, casi todos con animales.
En el pasado, Seceda tenía un sistema tradicional fundamentado en la ganadería y en la apicultura, lo que mantenía una alta actividad sobre el territorio. Pero el envejecimiento y la despoboación, igual que sucede en el resto del Courel, llevaron a un progresivo abandono de las tierras y a la matorralización del monte.
En Seceda, con todo, Gallego señala que las dos ganaderías que permanecen probablemente juntan más animales de los que había cuando el pueblo tenía 50 vecinos y en cada casa había 2 o 3 vacas de media. Aun así, el ganadero destaca que le ve “muy poco futuro a este tipo de ganadería en Galicia por la falta de apoyos” y afirma que “sobrevivirán las más grandes”. “En nuestro caso, continuamos porque a mi pareja le faltan un par de años para jubilarse”, concluye el productor.
De manera paralela a las vacas, Jorge Gallego gestiona un rebaño de ovejas que mantienen limpias las tierras en el entorno de la aldea, en un espacio en el que en su día se cultivaba centeno.
Apicultura en O Courel, el caso de José Ángel Ibáñez
Otro productor que mantiene la actividad en Seceda es el apicultor José Ángel Ibañez, que cuenta con un total de 37 colmenas. José Ángel lleva viviendo en la zona poco más de 9 años, anteriormente venía de manera esporádica hasta que decidió asentarse. Proviene de Vigo, y animado por el encanto natural del entorno, optó por desarrollar un modo de vida ligado a la apicultura en O Courel. Complementa esa actividad con otros trabajos, puesto que “es complicado vivir solo de la venta de miel, ya que la producción bajó notablemente en los últimos años”, señala.
El manejo de sus colmenas se acerca lo máximo posible al ecológico, “aunque no estamos certificados, simplemente lo hacemos por convicción”.
De Seceda, el apicultor destaca la riqueza de su vegetación. “Las ventajas que tenemos en esta zona ya estaban indicadas por el número de albares que había antiguamente aquí. La floración no depende de especies concretas como el roble o el castaño, sino que hasta ahora era muy continuada en distintas fases; por eso, la miel milflores de aquí es muy valorada, pero esta situación también permite tener una miel monofloral perfectamente”, subraya Ibáñez.
Esta continuidad floral se verá afectada por los incendios de este año, que devastaron una parte importante de la vegetación próxima a las colmenas y llegaron a impactar en alguna de ellas directamente. “Hay que pensar que una masa forestal tan continua, sobre todo de pinos y matorral bajo, en un verano tan seco como el de este año, puede derivar en incendios de gran dimensión como el que sufrimos”, critica.
“La floración no dependía de especies concretas como el roble o el castaño, sino que era muy continuada en distintas fases” (José Ángel Ibáñez)
Como desventajas para la apicultura en el Courel, Ibañez señala que en ocasiones son “zonas difíciles de explotar por su acceso y también por la presencia del oso, más marcada en los últimos años, por lo que tenemos que emplear instrumentos de prevención como pastores eléctricos. Conviene añadir de todas maneras que, si un oso se asienta en la zona también es señal de la riqueza de vegetación y biodiversidad, puesto que no se asienta en cualquier espacio, por lo que es un indicador positivo”, valora Ibáñez.