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La buena evolución de las ventas de los vinos gallegos, con las bodegas con los stocks casi agotados, y un mercado al alza permitieron que este año subieran los precios de las uvas en las cinco denominaciones de origen vitivinícolas de Galicia.
Así consta en los datos aportados en rueda de prensa este jueves en Santiago por el sindicato Unións Agrarias, que reflejan una subida desde el 7,7% del Ribeiro hasta el 53% más que se llegó a pagar por la uva albariño en las Rías Baixas en relación a la vendimia pasada.
«No había remanentes en las bodegas y, en líneas generales, había una necesidad de uva, lo que llevó a que a pesar de haber una cosecha histórica, con alrededor de 73 millones de kilos de uva, los precios no fueron a la baja, sino al contrario», destacó Roberto García, secretario general de Unións Agrarias.
De esta forma, la importante demanda y el temor de las bodegas a quedar sin suficiente uva, llevó a una subida generalizada de los precios, que beneficiaron a unos 10.000 viticultores gallegos, la mitad de ellos en la DO. Rías Baixas.
Precisamente fue en esta denominación donde más se encareció la uva: se pagó entre un mínimo de 1,8 y un máximo de 2,3 euros el kilo, lo que supone una subida del 38 y del 52%, respectivamente, en relación al 2020.
En el resto de las denominaciones de origen el precio que se pagó por las uvas se incrementó, pero bastante menos, alrededor de un 12%, tal y como se refleja en la siguiente tabla:
«Siguen sin cumplirse de forma generalizada los contratos en el sector del vino»
La nota negativa de esta vendimia, según Unións Agrarias, es el imcumplimiento generalizado por parte de las bodegas gallegas de la Ley de Cadena Alimentaria, que obliga a que antes de la vendimia, estén negociados y firmados con los viticultores los contratos de compraventa de uva, con los precios que van a cobrar.
«A excepción de Rías Baixas, donde este año hubo un cumplimiento alto, con alrededor del 90% de contratos por escrito, debido a la necesidad de uva por parte de las bodegas, en el resto de las denominaciones de origen se siguió incumpliendo la norma, con contratos meramente verbales, de forma que los viticultores entregan la uva a la bodega y no saben a que precio la van a cobrar ni cuando», advirtió Roberto García.
En este sentido, volvió a defender una vieja reivindicación de Unións Agrarias: «Las múltiples ayudas que la Xunta le da a las bodegas, así como el préstamos vendimia, deberían estar vinculadas a que firmen contratos homologados con los viticultores».
A partir del 2022 será obligatorio firmar el contrato antes de la vendimia
Sin embargo, Roberto García prevé que estos incumplimientos de la Ley de Cadena Alimentaria por parte de las bodegas tengan los días contados con los cambios que se acaban de aprobar en el Congreso a esa norma. En concreto, Roberto García destacó tres:
-Costes de producción: A la hora de calcularlos habrá que tener en cuenta también la mano de obra del titular o titulares de la explotación.
-Prohibición a la distribución de vender a pérdidas.
-Y sobre todo, que a partir de la entrada en vigor de esta ley, en tramite en el Senado, los contratos de las bodegas con los viticultores no va a ser posible hacerlos con fecha a posteriori a la vendimia, sino que deberán estar registrados en una instancia pública antes de iniciar la vendimia.
«La negociación colectiva de precios en el sector del vino va a ser una realidad para la próxima vendimia», pronosticó el secretario general de Unións Agrarias.
Además de Roberto García, en la rueda de prensa participaron Manuel Ángel Dopazo, presidente de la Sectorial Vitivinícola de Unións Agrarias; y Carlos Basalo, secretario general técnico de la misma.
