Aspectos técnicos y económicos para la profesionalización de la Faba de Lourenzá

La Asociación Galega de Cooperativas Agroalimentarias (AGACA) organizó una nueva jornada formativa sobre producción agrícola con la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Faba de Lourenzá como protagonista

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faba LOURENZA

Una jornada de la Asociación Galega de Cooperativas Agroalimentarias (Agaca) abordó las perspectivas de futuro de la Faba de Lourenzá. . Se habló de posicionamiento en los mercados, de nuevas fórmulas de consumo y de aspectos legales y agronómicos. Las conclusiones fueron claras: hay que apostar por una producción de alta calidad, con una práctica agrícola profesionalizada, con el amparo de los sellos diferenciadores y transmitiendo al consumidor el paisaje, las familias y las tradiciones que llevan el haba hasta su plato.

La faba de Lourenzá en los mercados

La capacidad de absorción de la faba de Lourenzá hace que asimile, potencie y mejore los sabores de cualquier otro alimento con el que la combinemos. Sólo esa característica ya la convierte en un producto de altísima calidad. Con esta premisa comenzó su intervención José Cuadrado, de la Sociedade Cooperativa Galega Terras da Mariña. También ayuda el hecho de ser la única legumbre gallega que cuenta con un sello de origen y calidad diferenciada, o que los consumidores valoren que se trata de un producto local.

Cuadrado indicó que el mercado de la faba de Lourenzá es básicamente gallego y con una pequeña parte que sale hacia el resto de España, especialmente donde hay comunidades de gallegos emigrados. La exportación es por ahora casi inexistente, porque tampoco el volumen de producción (una media de 20 toneladas anuales) permite lanzarse al mercado exterior con garantías.

Tenemos que procurar que cada vez más familias puedan vivir de la faba de Lourenzá y que no sea sólo un complemento de rentas. José Cuadrado, Cooperativa Terras da Mariña

Aumentar la competitividad, profesionalizar el sector, creación de empleo, puesta en valor del producto y de los agricultores o apostar por el I+D son algunos de los objetivos de la cooperativa. Sobre todo la profesionalización, para que cada vez más familias puedan vivir del haba y no tenerla, como está sucediendo, como un complemento de rentas.

Estos objetivos ya se están traduciendo en un mayor beneficio para los socios, no sólo por una comercialización bien ejecutada, también por la reducción de costes al concentrar las compras de insumos. Además, se mejora la capacidad de distribución al poder juntar cantidades relativamente grandes de haba y, así, se consigue entrar en mercados nuevos y más grandes. Y se alcanza una mayor visibilidad mediante la realización de campañas publicitarias conjuntas.

Como retos, Cuadrado señaló la voluntad de ampliar la producción y el número de productores para tener cada vez más hueco en los mercados. Y procurar que el haba de la comarca no se venda sin factura y sin identificación, como sucede con la castaña, la uva y otros productos en Galicia. Además, ya trabajan en la implementación de herramientas de digitalización e Inteligencia Artificial.

Un problema que tienen todos los años es el de la falta de liquidez y de acceso a créditos. Porque el acopio de la mercancía se hace en pocas semanas y el ciclo del cultivo en sólo cinco meses. En ese período hay picos de una alta inversión (siembra, tratamientos y recogida) y, en cambio, la entrada de ingresos se hace de forma lenta y en pequeñas cuantías pero a lo largo de todo el año. También en lo financiero, la cooperativa no siempre despliega todo su potencial de beneficio porque asume costes de estructura, de publicidad o de organización más elevados que los de otras marcas.

Cuadrado aludió a las tendencias de consumo que detectan desde la cooperativa. Y dijo que “hoy el consumidor no busca comprar un producto sino vivir una experiencia, por lo que no nos podemos limitar a ofrecer un saquete de habas. Hay que ofrecer algo más, sobre todo información e imagen, que el comprador sepa que detrás de esa haba hay una familia, una comarca y un paisaje. Porque hoy el propio hecho de comprar ya es una vivencia en sí mismo”.

El decálogo del nuevo consumidor desarrollado por el Observatorio de Branding es una herramienta para la cooperativa. Son una serie de puntos que inciden en la necesidad de situar al consumidor en el centro de todas las estrategias de marca y comerciales, con el fin de darle toda la información disponible y no defraudar ninguna de sus expectativas. Para eso, es fundamental contar con el sello de la IGP y con las garantías de control y trazabilidad que este ofrece. Y, en esa línea, Cuadrado explicó que la faba de Lourenzá tiene que buscar puntos de venta lo más selectos posible y donde el consumidor sea más exigente y esté dispuesto a pagar por la calidad. “No podemos competir con un frasco de cristal que trae medio kilo de haba ya cocinada y cuesta un euro y pico y que se encuentra en cualquier supermercado. A saber de dónde salió esa haba. Nosotros tenemos que ir donde se nos valore.”, dijo.

De ese modo, la cooperativa y otras envasadoras de la zona trabajan preferentemente en tres líneas de venta: directa en las instalaciones o en ferias y mercados locales, en tiendas especializadas y gourmet o a través del comercio online. Sin rechazar las oportunidades de entrar en los lineales cuando puede ser beneficioso o para dar salida al haba que no alcanza los niveles de calidad requeridos. El pliego de condiciones de la IGP no contempla la venta a granel del haba aunque ya se valora modificar ese apartado dado que aumentan las ventas en ese formato y los consumidores valoran que no se empleen envases.

Para la promoción, emplean todas las redes sociales, acuden a todos los eventos gastronómicos de relevancia, buscan alianzas con restaurantes y cocineros de prestigio e inciden en contar la historia de su producto y su comarca siempre que es posible. El empleo de envases sostenibles o monodosis y adaptados a distintos tipos de familia son una de las apuestas. El creciente interés de los consumidores en dietas saludables, el reconocimiento de las legumbres como alimento de alto valor, la preocupación por consumir productos sostenibles o la buena valoración de las figuras de identificación geográfica están ayudando a la faba de Lourenzá. En su contra juega la presencia en el mercado de habas importadas de baja calidad, un mercado negro interno o el intrusismo de vender como mariñás habas que no lo son.

La falta de relevo generacional y de mano de obra son problemas tan extendidos que tampoco la faba de Lourenzá escapa a ellos. En el caso de la mano de obra la solución es muy compleja ya que el trabajo en la IGP se concentra en poco más de dos meses. Una opción es que los trabajadores puedan emplearse en explotaciones ganaderas o de otro tipo de cultivos por la zona para que los empleados tengan ocupación todo el año.

Cuadrado finalizó haciendo un llamamiento a los productores para que se integren en la IGP. Porque, si no es así y el agricultor prefiere vender a granel y sin sello de calidad, el elemento diferenciador puede acabar muriendo. Y recalcó que no hay que tener miedo a entrar en la IGP, como parecen tener algunos. “Pertenecer a la IGP tiene unos costes económicos irrisorios, no exige hacer nada que no sea capaz de hacer cualquier productor y ofrece un respaldo a nuestro producto que no obtendríamos de ninguna otra manera, concluyó.

Las ventajas de la IGP

Juan Manuel Concheiro, de AGACAL, explicó en cifras lo que es la IGP Faba de Lourenzá. En 2024 estaba extendida por las tres comarcas que componen A Mariña (Central, Oriental y Occidental) con un total de 40 productores, 6 almacenistas/envasadores, una superficie inscrita de 149 hectáreas, 36 hectáreas sembradas y una producción de 14 toneladas con un valor de 140.000 euros. La media de terreno por productor es, pues de 10.000 metros cuadrados, con un rendimiento de unos 1.700 kilos por hectárea y con un coste de producción de 9.000 euros/hectárea, es decir 5,5 euros por kilo. El precio medio de venta en origen fue de 10 euros por kilo. Hay que recordar que el año 2024 fue calificado de “trágico” por la propia IGP debido a los estragos que el clima causó en la cosecha. En un año normal, como fue 2023, la cosecha fue superior en casi 6 toneladas y se facturaron 37.000 euros más. Con todo, la reducción de la cosecha fue menos acusada para los productores que están dentro de la IGP que para los que siguen fuera, gracias en buena medida a los programas de mejora, defensa sanitaria y selección de semilla.

El pliego de condiciones de la IGP no es inamovible. Se pueden introducir modificaciones siempre que sea para mejorar la calidad y ayudar al trabajo de los productores. Juan Manuel Coucheiro, AGACAL

Concheiro recordó que los objetivos fijados en 2004, cuando se comenzó a desarrollar la IGP, siguen estando vigentes: proteger y garantizar la calidad y características del haba e ir atrayendo a cada vez más productores para aumentar el volumen y poder acometer acciones conjuntas de promoción, cultivo o mejora. Hoy se calcula que se podrían superar ampliamente las 20 toneladas si los productores ajeneos a la IGP entraran en ella. Y aclaró que el pliego de condiciones que rige el funcionamiento de la IGP no es algo inamovible, sinó que se puede modificar siempre que sea para mejorar la calidad del producto y ayudar a los cultivadores a ser más eficientes en las buenas prácticas. Porque aparecen nuevas técnicas, para aumentar rendimientos, por modificación de las variedades…

El técnico de AGACAL explicó que lo que protege la IGP son “habas secas separadas de la cápsula, procedentes de la familia de las fabáceas o leguminosas, especie Phaseolus vulgaris L. de la variedad local conocida como faba Galaica, procedentes de semillas certificadas, reempleo controlado de la propia explotación o de semillas procedentes de otras plantaciones inscritas en los correspondientes registros.” Y también puso énfasis en que no se puede identificar y mucho menos comercializar como faba de Lourenzá la que no haya sido producida en A Mariña lucense. Las características de la faba de Lourenzá son:

Forma Riñón largo semilleno
Color Blanca uniforme
Tamaño Muy grande. 80-120 gramos/100 semillas
Humedad 14-17%
Proporción de piel Escasa. 8-10%
Capacidad de absorción de agua Elevada. Superior a 100%

También la cata es un parámetro definido en el pliego: “buen comportamiento en cocción, con granos enteros y completos y pastosidad de la pulpa, que está exenta de grumos y escasamente diferenciada de la piel.” El haba sólo se podrá vender en cantidades de 0,5 ou de 1 kilo de peso y en envases que garanticen su conservación. También se admiten envases de entre 5 y 20 kilos para ventas a colectividades. Y en el envase deberá constar el logotipo identificador de la IGP.

Concheiro indicó los pasos técnicos y administrativos que da AGACAL cada vez que algún productor o envasador solicita ingresar en la IGP y el tipo de auditorías que tiene que pasar. Y que, cuando ya se está inscrito, AGACAL controlará periódicamente que se cumpla con todos los requisitos que exige el pliego. Desde el cuaderno de explotación hasta el cumplimiento de los plazos de cada año. Son controles tanto documentales como a pie de finca, con especial énfasis en que se adecúe la producción con el terreno inscrito. En el caso de las envasadoras, se comprueba en cada campaña el estado y adecuación de las instalaciones así como el tipo de envase utilizado y los períodos de conservación.

Aspectos técnicos del cultivo

Noelia López, de la Estación Baixo Miño de AGACAL, explicó los cinco puntos que hay que tener en cuenta en el inicio del cultivo del haba para que éste sea viable. El primero es hacer una valoración de las características agroclimáticas. Especialmente en lo tocante a las temperaturas para la germinación. Lo ideal es que se produzca entre 15º y 20ºC aunque la planta puede prender fuera de ese intervalo, excepto que se haga por debajo de 2ºC y por encima de 30ºC porque eso sería letal para la semilla.

Para que el haba sea rentable necesita crecer en zonas de abundante lluvia -entre 1.200 y 1.400 cm/año- y que la temperatura media anual oscile entre los 12ºC y los 14ºC. También son importantes las temperaturas en los meses de mayo –cuando normalmente se realiza la siembra y que debe ser de 13,6ºC- y en septiembre, en el tiempo de la recogida, que debe ser en torno a 17ºC. Y es que el ciclo del haba es de 150 días, es decir, cinco meses. Aunque la siembra en un año normal se hace en mayo, puede haber años en que el clima obligue a adelantarla a mediados de abril o a comienzos de junio. En esos casos hay que tener cuidado: si la adelantamos mucho, puede haber bajadas de temperatura que frenen la nascencia y si la demoramos demasiado, el calor puede hacerla entrar en latencia. En función del período de siembra, la recolección puede ir desde finales de agosto hasta comienzos de noviembre, pero el escenario ideal es que se produzca en septiembre.

En cuanto al manejo de los suelos, López señaló que los suelos gallegos tienen entre un 7% y un 12% de materia orgánica, una cifra que en los suelos de cultivo se reduce a entre el 5% y el 10%. Un paso importante es conocer la roca madre, los horizontes del suelo, ya que dependiendo de si es arcilloso, granítico, pizarroso u otras composiciones, tendremos un suelo de trabajo de diferente composición y habrá que adaptar la labor en el cultivo a esas características profundas.

Las aportaciones de materia orgánica son siempre necesarias pero no pueden ser ilimitadas porque provocarían contaminación. Noelia López, AGACAL

Se recomienda hacer una analítica del suelo cada vez que se va a sembrar para conocer la cantidad de agua y minerales y el nivel de ventilación pero, por encima de todo, para saber la cantidad de materia orgánica. Porque la materia orgánica es la que desarrolla los agregados que dan vida al suelo y que hacen su estructura. Y es que la que regula el paso del agua reteniéndola cuando escasea y drenándola cuando sobra. Además ayuda a optimizar la absorción de los nutrientes que se aportan en el abonado y hace que perduren en el tiempo los encalados que se realizan para regular el PH. Con todo, López recordó que la aportación de materia orgánica no puede ser ilimitada y que ya se está regulando para evitar problemas de contaminación. E indicó que un suelo con 13% de materia orgánica es plenamente válido para el haba y muchos otros cultivos.

Aunque se cumplan los requisitos de clima y suelo, no está garantizado el pleno éxito del cultivo. Es crucial una buena selección de la parcela donde vamos a sembrar. Porque la planta debe tener a mano todo aquello que precisa, dijo la técnica. Lo primero que hay que valorar es que se pueda aplicar una orientación Este-Oeste. Eso será decisivo para que las plantas reciban toda la luz que requieren y que no se hagan sombras indeseadas. También se debe valorar la inclinación del terreno y su posibilidad de que el agua escurra correctamente o que se aprovechen todas las horas posibles de luz y que los sistemas de riego sean eficaces en todo el terreno de la parcela. Hay que buscar, además, que los suelos estén a tempero: ni muy húmedos ni muy secos.

Es recomendable evitar sembrar en suelos que hayan sido muy laboreados y, por tanto, tengan poca estructura y materia orgánica. En esa línea, lo ideal en la siembre es no emplear, siempre que sea posible, ni el arado de vertedera ni la fresadora, que es el apero que más afecta a los agregados. Por contra, si se recomienda utilizar motocultores a los que se les pueden acoplar grades, sembradoras o picadoras de maleza. Y, una vez sembrado, es muy beneficioso utilizar cubiertas vegetales o de materiales biodegradables e incluso plásticos de uso agrario para mantener la humedad superficial, evitar la aparición de malas hierbas y hasta servir como fertilizante eventual.

Respecto a las técnicas de siembra, López citó las dos formas habituales: la de línea simple, con una columna de plantas en cada línea, con una planta cada 15 centímetros y una separación entre líneas de 1,4 metros; y la de línea doble, con dos columnas por línea, plantas separadas por 20 centímetros y líneas separadas por 1,8 metros. En ambos casos es necesario hacer un tutorado, es decir, colocar estructuras para guiar el crecimiento de la planta. Lo más común son las redes y mallas en espaldera y hay quien emplea rafia, cuerda o varillas.

La siembra se debe hacer, como en la mayoría de cultivos, con un PH entre 5,8 y 6,5. Y el encalado para alcanzar ese PH hay que hacerlo en los meses de otoño, siempre un mes antes de la aplicación de fertilizantes y materia orgánica y nunca con más de 2.000 quilos por hectárea.

Aún cultivada en climas lluviosos, el haba necesita riego. Para planificarlo adecuadamente, tenemos que hacer una analítica del suelo y comprobar su estructura, textura, espesor, perfil y cantidad de materia orgánica. Así conoceremos la capacidad de retención y de evacuación, el alcance que pueden tener las raíces o las necesidades de aportaciones fertilizantes mediante el agua. Para el haba, el riego más común y útil es el de por goteo, de hecho sólo éste, el de exudación y el de a pie están recogidos en el reglamento de la IGP Faba de Lourenzá. Las ventajas del riego por goteo son el ahorro de agua por la menor evaporación, la aplicación localizada de los abonos que contiene el agua y el suministro constante a la planta, que evita excesos o carencias. La parte negativa es el alto coste de instalación y la acumulación de raíces en el entorno de la manguera, desaprovechando el resto del suelo.

Como buenas prácticas para optimizar la producción, López aludió a la rotación de cultivos y el abono verde. En el primer caso, se trata de alternar en las parcelas de haba cultivos de características y necesidades diferentes a ella. Así, se pueden introducir crucíferas que ahondan las raíces más que el haba y ventilan la tierra, leguminosas que aportarán nitrógeno o cultivos que requieran fertilizantes diferentes y en diferentes cantidades. Para el abono verde -pequeñas herbáceas que se permiten crecer junto al haba- buscaremos especies de crecimiento rápido, follaje abundante y con capacidad de adaptación a suelos pobres.

La selección de la semilla

Alfredo Taboada, del Centro de Investigacións Agrarias de Mabegondo, habló de la importancia de una buena selección de semilla de calidad para el futuro de la explotación. Una semilla que tendrá que ser incluso de más calidad que la que se destina a consumo. Para eso hay que seguir criterios sanitarios, varietales y agronómicos. Tenemos que seleccionar plantas que estén sanas y que no muestren ningún vector de plagas o síntomas de enfermedades. Porque cualquier resto que quede en la semilla puede acabar afectando a toda la cosecha posterior. Antracnosis, esclerotina o ciertas bacteriosis y virosis se transmiten por la semilla. Pero, ojo, algunas de estas dolencias no se detectan a simple vista en la semilla, de modo que hay que analizar también la planta.

Fabas da Lourenzá non aptas para semente

Fabas da Lourenzá non aptas para semente

En la selección varietal, hay que partir de la base de que las variedades locales, como las de la IGP Lourenzá, son muy heterogéneas. Así, no se trata de buscar unas habas que sean exactamente iguales, pero si de que mantengan unas características comunes básicas. Una semilla lo más pura posible irá evolucionando de forma que en seis o siete años su “descendencia” será diferente de la original. Y habrá que volver a echar mano de la semilla madre. Tamaño de la hoja, color y altura de la planta y de la vaina o pautas de floración son los parámetros en los que hay que fijarse para mantener esas características base.

Sería deseable que los productores contaran con una parcela específica para la producción de haba de semilla. Alfredo Taboada, CIAM

Una vez fijados los criterios sanitarios y varietales, hay que ver si la planta, además de sana y pura, es suficientemente productiva. Un número equilibrado de vainas y que tengan una forma adecuada, una floración bien desenvuelta y el cumplimiento de los ciclos vegetales son los mejores indicadores. Esta observación se hace planta a planta pero con un objetivo para el conjunto de la plantación.

La selección de la semilla se hace en tres fases: antes de la floración, durante la floración y con las vainas ya formadas. En las tres hay que observar colores, alturas, formas y tiempos de desarrollo e ir rechazando todas aquellas que indiquen la presencia de alguna plaga o alteración. Hay sistemas que pueden parecer costosos y laboriosos pero que Taboada insiste en que son rentables: habilitar una parcela o un espacio específicos para el haba que irá para semilla para poder realizar el trabajo de selección de forma independiente; recoger el doble de semilla de lo que se va a necesitar para la siguiente cosecha, para garantizar la continuidad de las características; y hacer lo que se llama “selección negativa”, que consiste en eliminar todos los ejemplares que no sean perfectos (las mermas rara vez superan el 20%).

La recogida del haba de semilla hay que hacerla cuando está en madurez completa, ir recogiendo las primeras que vayan secándose, y ponerlas a secar como si fueran para consumo. El desgrane debe hacerse a mano y sin que estén totalmente secas, para evitar pérdidas por rotura. Y si no queremos que haya gorgojo u otros patógenos no perceptibles, hay que congelarlas preferiblemente a -20ºC durante un mínimo de 48 horas. Y, finalmente, conservarla en envases con desecadores y en lugares frescos y secos y separada de la de consumo.

Estudios científicos

Cristina Cabaleiro, profesora de la USC, y Sonia Expósito, Ingeniero Técnico Agrícola hablaron sobre la sanidad de la semilla del haba de Lourenzá. Y presentaron datos de un estudio realizado al amparo del proyecto FEADER 2021-006A en el que se señalaba que la semilla puede contener virus, bacterias y hongos no fácilmente detectables. O que hay virus que se transmiten en la polinización y no se pueden atajar. Que una semilla aparente ssana o incluso que esté a germinando correctamente no significa que no contenga patógenos que luego acaben afectando a la planta. La normativa que regula el haba de Lourenzá sólo exige para certificar una semilla que no contenga ni gorgojo ni la bacteria xanthomonas.

REPOR XUNTA FABA LOURENZA

Señalaron también que en casi todos los cultivos hay un 20% de semillas que contienen algún virus. También en el haba de Lourenzá, aunque no afectan especialmente a la germinación. Lo que aún está por determinar es si las habas arrugadas y de peor apariencia constituyen semillas de peor calidad, aunque lo lógico es que si, ya que presentan carencias.

Otra conclusión del estudio es que aunque los virus reduzcan su impacto a un 15% de la cosecha -lo cual tampoco es despreciable -con una afectación del 50% en las semillas, tienen efectos a largo plazo que hacen que las plantas vayan degenerando.

Como recomendaciones sanitarias para el haba de semilla que van a usar los productores citaron, principalmente, el uso de bordes de parcela con maíz o el cultivo asociado maíz/haba, el uso de aceites que reducen la transmisión de los virus, reducir la densidad de plantación, emplear trampas amarillas pegajosas para atrapar al pulgón o no utilizar haba propia salvo que sea analizada. Y todo con el objetivo de que en algún momento llegue a aparecer el agricultor especializado en producción de haba para semilla y no para consumo. Siendo conscientes de que las técnicas serían muy diferentes.

Por parte de la Misión Biológica de Galicia, Antonio Miguel De Ron refirió los trabajos de control de cultivo y semilla que se hacen con las cuatro variedades principales que se dan en la zona de A Mariña: Ollo de pita, Peregrina, Galaica y Do marisco. Trazabilidad, control sanitario y genético, análisis de plagas…todo lo que se necesita para que la semilla salga con total garantía al mercado y cumpliendo con las características que la definen.

Habló también del importante papel que puede jugar el haba y su microbiota en la adaptación al cambio climático y la mitigación de sus efectos. El objetivo de las diferentes actuaciones es desarrollar un consorcio microbiano que sirva de bioestimulante y biofertilizante y que se pueda materializar en un formato comercial. Para eso, se emplean técnicas de micorrización y de interacción entre la planta y determinadas bacterias y hongos. Unas cuestiones de alta agronomía pero que tienen un objetivo económico para los productores y un beneficio social en forma de sostenibilidad para el conjunto de la sociedad.

La Rede Eusumo es una rede de colaboración impulsada por la Secretaria Xeral de Emprego e Relacións Laborais de la Xunta de Galicia, para el fomento del cooperativismo y la economía social que cuenta con la financiación del Ministerio de Trabajo.

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