Estimados lectores,
Mi nombre es Alexander Manrique Gómez, originario de Venezuela, donde crecí rodeado de la ganadería desde niño. Hace 23 años, me establecí en Austria, donde cursé mis estudios en Producción Animal en la Universidad de Recursos Naturales y Ciencias de la Vida (BOKU) en Viena, lugar donde resido actualmente. Desde entonces, he cultivado una profunda pasión por la raza Fleckvieh, que considero una verdadera joya en el mundo ganadero.
Durante el Congreso Mundial de Fleckvieh Simmental 2024, celebrado en Calgary, Canadá, el pasado mes de julio, tuve el placer de conocer a Franziska, una joven alemana con quien forjé una bonita amistad. En nuestra primera conversación, tras un largo viaje desde Europa, nos encontramos todos agotados y trasnochados en el gimnasio. Fue entonces cuando ella mencionó la importancia de adaptarse rápidamente al jetlag y demostrar resiliencia. Con una sonrisa, le respondí: “Ah, ¡Como las vacas Fleckvieh!”. Jamás imaginé que detrás de este comentario casual, Franziska estuviera trabajando en un tema tan importante y fundamental para esta raza.
Desde el 2012 estoy trabajando para la ganadería austríaca, en donde mi misión profesional, además de la exportación, se centra en ser embajador de la raza Fleckvieh – como raza principal del país, promoviendo su extraordinario potencial como ganado de doble propósito y difundiendo el mensaje de sus ventajas y resiliencia a nivel mundial. La resiliencia en el ganado bovino es un aspecto que a menudo pasa desapercibido, pero que es clave para garantizar la rentabilidad de nuestras explotaciones ganaderas.
Durante nuestra estancia en Canadá, le pedí a Franziska que, una vez concluido su trabajo, me lo compartiera para transmitirlo a mis colegas ganaderos de habla hispana. Hoy, con gran emoción, les presento este artículo, que he adaptado y traducido al español con el deseo de inspirar a otros ganaderos y resaltar la importancia de trabajar por un ganado más resiliente. Espero que lo disfruten y que les sea de gran utilidad…
” Más alto, más lejos, más rápido: al igual que las hazañas deportivas de alto rendimiento que presenciamos recientemente en los Juegos Olímpicos de París, nuestras vacas lecheras también logran proezas todos los días. A partir de fibra cruda, que los humanos no pueden digerir, producen un alimento de alta calidad como es la leche. Al mismo tiempo, están influenciadas por su entorno y deben adaptarse a las condiciones de manejo que se les proporcionan.”
Gracias a una gran experiencia y nuevos conocimientos constantes, podemos apoyar a nuestras vacas lecheras mediante una alimentación optimizada, una buena gestión operativa y modernas instalaciones de establos. Sin embargo, los impactos externos y perturbaciones a corto plazo, como períodos de calor y cambios climáticos debidos al cambio climático, están aumentando. Esto lleva a la pregunta de si no sería posible también una adaptación de nuestras vacas lecheras desde un punto de vista genético.
Resiliencia: más que una palabra de moda
Aquí entra en juego el concepto de resiliencia. Aunque hoy en día se descarta rápidamente como una palabra de moda, la investigación sobre resiliencia comenzó con los humanos en la década de 1950 y desde entonces se ha expandido a muchas áreas científicas. En los últimos años, también ha ganado importancia en la cría de animales de granja. Se refiere a la capacidad de un animal de reaccionar a perturbaciones a corto plazo, mantener su rendimiento o restaurar rápidamente su nivel de rendimiento original.
Resiliencia en imágenes
Esto puede sonar abstracto, pero se puede explicar con un ejemplo: imagina un árbol durante una tormenta. El viento sacude las ramas del árbol, estas se doblan bajo la influencia del viento, pero se enderezan nuevamente una vez que la ráfaga de viento pasa. Es decir, el árbol regresa a su estado original. Si la ráfaga de viento o la perturbación son demasiado fuertes, la rama se rompe: el árbol no es resiliente.
Un organismo es resiliente cuando una perturbación externa tiene dificultad para sacarlo de su estado de reposo. Esto se puede comparar con una pelota de playa en medio de dunas de arena. Si las dunas son altas (izquierda), la pelota estará protegida del viento por más tiempo que si estuvieran casi planas sobre la arena (derecha). La pelota roja se verá obligada a abandonar su estado de reposo más rápidamente. La resiliencia es la capacidad interna de un organismo (por ejemplo, un mayor peso de la pelota verde aumenta su resistencia frente a una ráfaga de viento), que puede ser apoyada por condiciones externas (en este caso, la altura de las dunas).
Medición del comportamiento resiliente
La cuestión clave es cómo medir la resiliencia, especialmente considerando que puede haber factores perturbadores desconocidos e inobservables. Para esto, se utiliza la cantidad diaria de leche producida por las vacas lecheras. Durante una lactancia, se puede calcular la varianza, es decir, las fluctuaciones en el rendimiento. Si una vaca muestra una gran variación en su rendimiento diario a lo largo de la lactancia, esto indica numerosas o fuertes caídas en el rendimiento: la vaca tiene poca resiliencia. Por el contrario, si la variación es pequeña, la vaca parece ser estable en rendimiento y, por lo tanto, resiliente. Otro indicador es la autocorrelación, que mide qué tan fuerte es la relación entre la producción de leche de un día con el siguiente. Una baja autocorrelación indica un rendimiento diario consistente, mientras que una alta autocorrelación sugiere períodos de recuperación prolongados tras perturbaciones.
En el diagrama la fluctuación del rendimiento (eje y) con respecto a los días de lactancia (eje X). El diagrama muestra la variación en la producción de dos vacas durante una lactancia. La vaca resiliente (gráfico verde) presenta menos fluctuaciones en su rendimiento, mientras que la vaca no resiliente (gráfico rojo) muestra caídas de producción frecuentes.
¿Se puede criar resiliencia?
Los rasgos descritos han sido analizados utilizando métodos estadísticos en un conjunto de datos de aproximadamente 3.200 vacas Fleckvieh. Los resultados muestran que alrededor del 15 % de la varianza y el 5 % de la autocorrelación están influenciados genéticamente. Esto demuestra que la resiliencia es heredable y, por ende, su mejora a través de la selección genética sería posible. Sin embargo, los datos también muestran que el entorno tiene una influencia significativa, explicando el 85 % restante de la varianza y el 95 % de la autocorrelación. Además, examinamos si existía una relación entre la resiliencia y el rendimiento o la salud de las vacas. En ambos casos, considerando el nivel de rendimiento de cada vaca, encontramos correlaciones deseables.
Por lo tanto, mediante la selección para una alta resiliencia, sería posible criar animales con un rendimiento más estable y una mejor salud general.
El estudio alemán demuestra que el ganado Fleckvieh tiende a recuperarse más rápidamente tras perturbaciones. En la imagen la vaca PAULA (P: ETOSCHA) de Bernhard Hartl, Neumarkt en Estiria. Madre del toro GS HUNGARO. Foto: G Moy
Fleckvieh tiende a recuperarse más rápido
Además de las vacas Fleckvieh, también se evaluaron numerosas vacas de la raza Holstein y 500 vacas Brown Swiss en nuestro análisis. Los datos provienen de explotaciones ganaderas con registro genealógico en Baden-Wurtemberg, que son socios del proyecto KlimaFit. Todos los animales incluidos en el estudio han sido genotipificados.
En la comparación directa entre razas, se observó que todas mostraron niveles similares de resiliencia. Mientras que las vacas Brown Swiss y Holstein presentaron menos fluctuaciones en su rendimiento, el ganado Fleckvieh tendió a recuperarse más rápidamente tras perturbaciones. Sin embargo, para obtener conclusiones más precisas, será necesario llevar a cabo investigaciones más detalladas.
¿Cómo minimizar los impactos en mis vacas lecheras?
Una cría enfocada en la resiliencia puede ser razonable debido a su heredabilidad. Sin embargo, se trata de una característica fuertemente influenciada por el entorno, lo que implica que la mejora genética dentro de una población requiere tiempo. Además, sería necesario investigar previamente qué indicador de resiliencia aporta realmente información valiosa al ganadero y cómo podría integrarse en la evaluación genética.
En nuestro proyecto con Holstein alemanas, hemos desarrollado un índice de selección para la resiliencia, optimizado en base a su relación con características de salud. El objetivo es representar una resiliencia integral. Actualmente, estamos en discusión con otros grupos de investigación para perfeccionar este enfoque.
Los ganaderos también pueden ayudar a sus animales a adaptarse mejor a las condiciones externas. Un manejo bien planificado del rebaño y de la explotación contribuye a optimizar el entorno y a reducir las perturbaciones. Algunas medidas prácticas incluyen:
– Diseñar una alimentación ajustada al nivel de producción.
– Mantener una densidad de ocupación adecuada.
– Realizar un monitoreo regular de los animales para detectar enfermedades de manera temprana.
Para abordar el creciente desafío del estrés por calor, el uso de nebulizadores de agua o ventiladores en el establo puede ser de gran ayuda. La temperatura ideal para el confort de nuestras vacas lecheras se encuentra entre 4 y 16 grados Celsius. Sin embargo, en combinación con una alta humedad, las temperaturas de verano pueden volverse rápidamente incómodas para los animales.
Conclusión
La resiliencia en el ganado lechero es un tema crucial que combina genética, manejo y adaptación a las condiciones cambiantes. Este artículo pone en evidencia el potencial del ganado Fleckvieh y otras razas para superar perturbaciones y mantener un rendimiento estable. La mejora genética enfocada en la resiliencia, junto con un manejo adecuado, no solo contribuye a la sostenibilidad de las explotaciones ganaderas, sino que también asegura una mejor rentabilidad a largo plazo.
Para los ganaderos de España, Europa y Latinoamérica, el mensaje es claro: invertir en resiliencia no es solo una cuestión de innovación, sino una necesidad para afrontar los desafíos de un sector en constante evolución. Desde el diseño de estrategias de manejo hasta la incorporación de criterios de resiliencia en la selección genética, cada paso cuenta para garantizar la competitividad y sostenibilidad de nuestras explotaciones.
En este contexto, la ganadería tiene una oportunidad única de avanzar hacia un futuro más resistente, equilibrado y rentable. La invitación es a seguir explorando, implementando y compartiendo estos conocimientos para transformar la producción lechera y enfrentar con éxito los retos del mañana.