Catena Zapata: Así es la bodega más admirada del mundo

Esta bodega argentina es uno de los impulsores del resurgir del Malbec en el país, tras apostar por la calidad plantando viñedos a gran altitud. Conocemos más sobre esta bodega distinguida como referente mundial en 2020

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Catena Zapata: Así es la bodega más admirada del mundo

Instalaciones de la bodega Catena Zapata, situada en Mendoza (Argentina) y considerada la marca de vino más admirada en este 2020.

A comienzos de este año, la prestigiosas publicación británica Drinks Internacional elegía a la bodega argentina Catena Zapata como la marca de vino más admirada del mundo, encabezando un ranking en el que se encuentran algunos de los proyectos más destacados en el sector vitivinícola. Este ha sido uno de los últimos logros de una bodega familiar que se ha caracterizado por una apuesta decidida por la calidad y la excelencia, pero ¿cómo han llegado hasta aquí?

Catena Zapata es una bodega familiar fundada por Nicola Catena, un inmigrante italiano que llegó al país a finales del siglo XIX y plantó sus primeros viñedos en Mendoza en 1902. Hoy los viticultores de tercera y cuarta generación, Nicolás Catena Zapata y su hija Laura, están al frente. Ellos han sido los impulsores de los cambios más significativos en la bodega, que la han convertido en un referente.

Nicolás Catena y su hija Laura son la tercera y cuarta generación de la bodega familiar y los artífices de los cambios más significativos

Nicolás Catena revolucionó el vino argentino en la década de los 80 plantando viñedos a 1.500 metros de altura y encabezando el resurgimiento del Malbec, una variedad francesa que llevaba años olvidada. “Hoy somos conocidos por el Malbec de altura y por los vinos añejos y de parcela”, indica Laura Catena. Ella es responsable, en gran medida de estos éxitos, ya que ha continuado la línea de su padre de apostar por el terreno y sus investigaciones sobre suelo, clima y viticultura sustentable le han brindado importante información para el desarrollo de sus viñedos.

Tres revoluciones

Nicolás y Laura Catena han llevado a cabo en los últimos treinta años 3 revoluciones en la bodega familiar. El primer cambio significativo surgió a comienzos de los años 80, tras una visita a Napa Valley, una región vitivinícola del condado de Napa, en California (Estados Unidos). “Los californianos habían decidido intentar producir una calidad igual o superior a los mejores vinos franceses. Para ellos, la mayor calidad provendría de las técnicas de cultivo de las viñas, la mejor enología en la bodega, la sanidad del acero inoxidable, la selección de clones y, sobre todo, de la calidad del roble”, detalla Nicolás Catena.

Tras la visita, Nicolás inició un proyecto similar en Mendoza plantando Cabernet sauvignon y Chardonnay en las zonas tradicionales de la provincia. Además, realizaron una selección clonal de la variedad Malbec, que llegaron a registrar. De este modo, fueron dejando atrás la manera tradicional de elaborar vino en la bodega, de acuerdo a las antiguas tradiciones italianas y que les permitían obtener vinos con sabores oxidados, que se orientaban en la dirección de vinos de Jerez y Oporto.

Fueron los precursores del estilo Californiano-Francés, con la que se dejó atrás la antigua tradición italiana en la elaboración del vino en el país

Sus vinos pasaron así a elaborarse siguiendo nuevas pautas, un estilo Californiano-Francés, y cuya primera cosecha fue la de 1990, destinada en su mayor medida a la exportación, con una selección de unas 1.300 botellas para el mercado argentino denominados Catena Zapata Estiba Reservada. “Era una corte de Cabernet sauvingon con una pequeña proporción de Malbec con la que se inició la historia del que se ha convertido en el vino más prestigioso de la familia”, comenta Nicolás Catena.

Todos sus viñedos se sitúan por encima de los 900 metros de altitud.

Todos sus viñedos se sitúan por encima de los 900 metros de altitud.

Pese a los éxitos en mercados como el americano y el británico tras estos cambios, Nicolás pronto comprendió que para competir con los mejores vinos tenía que plantar en zonas con una menor temperatura, por lo que comenzaron a plantar en la montaña. “Plantamos a 1.500 metros de altura en Tupungato Alto, un viñedo que denominamos Adrianna, el nombre de mi hija menor”, explica el vitivinicultor. Con cada 100 metros que ascienden en la montaña, la temperatura disminuye 1 grado. “Cuando degustamos los primeros vinos de este viñedo fue un shock. Eran vinos significativamente diferentes a lo que conocíamos de las viñas plantadas a menor altitud”, detalla el bodeguero. Aquí comenzaron una búsqueda de terrenos en la montaña y con disposición de agua para sus viñedos.

“Cuando degustamos los primeros vinos de este viñedo plantado a 1.500 metros de altura fue un shock”

Este cambio de ubicación de sus viñedos supuso la segunda revolución en la bodega. “La transformación más importante estaba en la variedad Malbec. Obtuvimos un tinto denso, pero exageradamente aterciopelado, sumamente complejo, bajo PH y un muy intenso aroma floral a violetas”, aprecia Nicolás. En un primer momento pensaron que estos cambios se debían a la bajada de temperaturas, pero luego comprendieron que era el terreno lo que estaba confiriendo esta nueva identidad a sus vinos y la tercera revolución vendría al explorar las posibilidades que les ofrecían las distintas parcelas en sus viñedos.

El foco en el viñedo y el terreno

El empeño por entender el terreno llevó a Laura, licenciada en Biología y Medicina en la Universidad de Harvard (Estados Unidos), a crear el laboratorio Catena Institute of Wine. “Cuando en 1995 fundé el Instituto fue con la visión de usar la ciencia para preservar la naturaleza y las tradiciones. Con el cambio climático y el efecto del hombre debemos estudiar mucho para poder preservar lo que nos ha dado la naturaleza”, detalla la investigadora.

Una muestra de los suelos de los viñedos de la bodega.

Una muestra de los suelos de los viñedos de la bodega.

Sus trabajos en los viñedos le permitieron confirmar que los suelos de aluvión de Mendoza no son homogéneos. “Comprobaron que en pequeñas distancias se observaban diferencias en la composición física y química de cada parcela identificada. Y lo más relevante: de cada parcela se obtienen vinos con aromas y sabores diferentes”, concreta Nicolás Catena.

“Aprendí de mi abuelo y de mi padre que la calidad de un vino depende del lugar y poco podemos hacer en la bodega para mejorarla”

Pese a los cambios introducidos en estos años, tanto Nicolás como Laura reivindican la importancia de su pasado. “Aprendí de mi abuelo y de mi padre que la calidad de un vino depende del lugar y poco podemos hacer en la bodega para mejorarla”, apunta Nicolás Catena. En esta misma línea, Laura destaca el papel de la tradición. “La base de la calidad de nuestros vinos son las selecciones masales de cepas antiquísimas, prefiloxéricas de Malbec y Cabernet Sauvignon plantadas a pie franco, es decir sin portainjertos”, indica.

Vista de los viñedos Adrianna, considerado el Gran Cru de Sudamérica por la calidad de los vinos que allí se producen.

Vista de los viñedos Adrianna, considerado el Gran Cru de Sudamérica por la calidad de los vinos que allí se producen.

El Grand Cru de Sudamérica

El viñedo Adrianna, situado a 1.500 metros de altura y con 120 hectáreas, es el icono de la apuesta por el vino de parcela en la bodega. En este viñedo producen cinco vinos con variedades diferentes: Adrianna White Bones y White Stones Chardonnay, y los Malbec Fortuna Terrae, Mundus Bacillus Terrae y River Stones. “Cada parcela tiene suelos diferentes, desde gravas a calcáreos, lo que ofrece aromas y sabores distintivos”, explica Laura Catena.

Esta finca se ha considerado por varias publicaciones como “El Gran Cru de Sudamérica” por los viñedos y los vinos que aquí logran. Se trata del único viñedo de América del Sur que tiene seis vinos de 100 puntos. En esta finca alcanzan una producción de unas 1.500 cajas.

Sus viñedos

Junto al viñedo Adrianna, la bodega cuentan con otros 5 viñedos situados todos ellos a importantes altitudes, que suman una extensión de 520 hectáreas dedicadas al cultivo de la vid y para cuyos cuidados emplean un centenar de trabajadores.

El viñedo Domingo con unas 35 hectáreas, está ubicado en Villa Bastías (Tupungato), a unos 1.120 metros de altitud, lo que lo convierte en el segundo a mayor altura. Las 40 hectáreas que conforman el viñedo Nicasia, situado en La Consulta (San Carlos), está a 1.095 metros de altitud. Solo 5 metros por debajo se ubica el viñedo Angélica Sur, localizado en El Cepillo, también en San Carlos y que cuenta con una extensión de 140 hectáreas. Este es el viñedo más reciente, plantado hace 15 años.

Nas inmediacións da adega sitúase o viñedo A Pirámide, plantado hai máis de 30 anos.

Nas inmediacións da adega sitúase o viñedo A Pirámide, plantado hai máis de 30 anos.

La Pirámide es el viñedo situado en las proximidades de la bodega, en Agrelo, a unos 950 metros de altura y que cuenta con 105 hectáreas que fueron plantadas en 1983. Angélica es el viñedo situado a menor altitud (920 metros) y que abarca unas 80 hectáreas. Es además el viñedo más antiguo, ya que fue plantado en 1930.

“El proyecto de mi padre fue producir vinos argentinos que estuvieran entre los mejores del mundo y para eso hay que poner el 90% del foco en el viñedo”

Toda su producción está elaborada con uvas propias de estos 5 viñedos y está acreditada como sustentable. Además, una parte de ellos están certificados como viñedos ecológicos. “El proyecto de mi padre fue producir vinos argentinos que estuvieran entre los mejores del mundo y para eso hay que poner el 90% del foco en el viñedo. Es un objetivo muy claro que nos motiva a todos los que trabajamos en Catena Zapata”, concreta Laura Catena.

Laura Catena fundó el Catena Instituto del Vino en el que investigan sobre el suelo, el clima y técnicas de viticultura sostenible.

Laura Catena fundó el Catena Instituto del Vino en el que investigan sobre el suelo, el clima y técnicas de viticultura sostenible.

Sus grandes vinos

La familia cuenta con dos bodegas: Bodega Catena Zapata, en la que se producen unas 300.000 botellas al año y Bodega y Viñedos Catena, donde se concentra su producción, ya que en ella se envasan alrededor de 5 millones de botellas cada año.

Catena Zapata es sinónimo de Malbec de altura y calidad. Elaboran desde Blends de altura, Malbec, Cabernet y Chardonnay que comercializan bajo la marca Catena Alta y Catena. Estos últimos son vinos que se sitúan en un precio medio de entre 15 y 40 euros.

“Nos importa que nuestros vinos sean elegantes, que reflejen su lugar de nacimiento y que puedan añejar”

En sus ‘Grands vins’ se incluyen los vinos de la parcela del viñedo Adrianna o vinos como Catena Zapata Malbec Argentino y Nicolás Catena Zapata, dos de los más significativos de la bodega. Se trata de vinos elaborados con las uvas de los viñedos Angélica y Nicasia en el caso del primero y con las uvas del viñedo Pirámide, en el caso del segundo.

En ambos optan por la fermentación de racimos y bayas enteras a bajas temperaturas. Emplean levaduras nativas y varían los tiempos de maceración por lotes para terminar añejándolo en barricas de roble francés entre 18 a 24 meses. “Nos importa que nuestros vinos sean elegantes, que reflejen su lugar de nacimiento y que puedan añejar”, indica Laura. En el caso de los grandes vinos, que se comercializan bajo la marca Catena Zapata, el precio oscila entre los 80 y los 300 euros por botella.

Buena parte de sus vinos permanecen en barricas de roble francés.

Buena parte de sus vinos permanecen en barricas de roble francés.

En la actualidad, la exportación es el principal destino de sus vinos. Sus mercados más importantes son Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Holanda, Méjico y Brasil. España es también uno de los destinos de sus vinos de mano del importador Ponti.

“Soy fanática del Albariño y del Mencía. Me gustan por su frescor y acidez”

Laura Catena aprecia y destaca las cualidades de los vinos gallegos. “Soy fanática del Albariño y del Mencía. Me gustan por su frescor y acidez y porque son extremadamente bebibles y combinables con los sabores de la comida mediterránea”, indica Laura Catena, quien recuerda la gran afinidad entre Argentina y Galicia por el fuerte peso de la emigración de los siglos XIX y comienzos del XX de gallegos a estas tierras.

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