
Detalle de una de los árboles de aguacate de O Rosal
Una cosa es cultivar y otra producir. Fue una de las principales premisas bajo las que se desarrolló el encuentro orientado a emprendedores, dentro del programa de actuación 2025 de la Rede Eusumo, una red de colaboración impulsada por la Secretaria Xeral de Emprego e Relacións Laborais de la Xunta de Galicia, para el fomento del cooperativismo y la economía social que cuenta con la financiación del Ministerio de Trabajo. Y es que el hecho de que el aguacate pueda crecer y sobrevivir en algunas comarcas gallegas, no significa que vaya a ser rentable ni económica ni ambientalmente. Por eso, es necesario trabajar con absoluta precisión en la gestión agronómica en todas sus fases. Desde la selección de terrenos hasta la lucha contra las plagas o el uso de fertilizantes.
Contexto
Demetrio Badriñana, productor de aguacate en Perú, señaló que la producción mundial en 2024 fue de 10,4 millones de toneladas. Una cifra que será superior en este ejercicio. Y es que cada año el fruto recogido aumenta en un 6%. Las propiedades biosaludables (sin colesterol y con alta carga de vitaminas y minerales), la elevada demanda entre los consumidores menores de 30 años y los ilimitados usos culinarios que tiene, hacen que sus mercados aumenten cada año. España se sitúa en el puesto 17º del ranking mundial de los 50 países productores, con 116.000 toneladas producidas en casi 20.000 hectáreas. Muy lejos de los tres millones de toneladas que produce México, donde triplican la cosecha de Colombia, que es el segundo productor mundial.
La persea americana llegó a España a comienzos del siglo XVII y fue siempre residual hasta el año 2017, cuando se disparó su cultivo. Andalucía lidera la producción, con más del 90% del total de fruto y de hectáreas, seguida muy de lejos por Canarias y Valencia. De 13.700 hectáreas de campos andaluces, sobre todo en Málaga y Granada, salen 97.000 toneladas de aguacate.
Galicia está en la fase inicial e incluso experimental. Más allá de los cultivos caseros particulares, los últimos registros del Ministerio de Agricultura hablan de 7 hectáreas en la provincia de Pontevedra y otra en la de A Coruña, para una producción de 6 toneladas. Y es que muchos árboles plantados aún no están dando fruto. En O Salnés está ya en marcha a día de hoy un proyecto para destinar a aguacate 100.000 metros cuadrados.
Según los expertos, el actual clima gallego y su previsible evolución hacen que las expectativas de éxito en el cultivo de aguacate sean moderadamente elevadas. Por ejemplo, el estado mexicano de Michoacán, uno de los sitios de origen de la planta, tiene un clima semejante al de Galicia, si bien algo más lluvioso en verano. Pero, ojo, ni todas las comarcas donde se está plantando son adecuadas ni el clima por si sólo garantiza que vayan a ser rentables sostenibles.
Otros atractivos desde el punto de vista económico son la proximidad de Galicia al mercado europeo, con la consiguiente reducción de la huella de carbono, unos altos precios en origen (de más de 3 euros el kilo), un período de cosecha que se prolonga varios meses con lo que la producción es sostenida, y un gasto en fitosanitarios muy reducido por no haber aún plagas importantes. Unas condiciones que serían aún más favorables si se llega a construir una marca española de aguacate, como ya se hace, por ejemplo, en Sicilia.
Aunque existen más de 100 variedades de aguacate en el mundo, la absolutamente predominante es la Hass y sus hibridaciones. Porque la dureza de su piel permite transportarla a grandes distancias sin que se deteriore y también la hace más resistente a diferentes condiciones externas. Aparte de que mantiene unas características uniformes, independientemente de dónde se produzca. Eso llevó a los ponentes a plantear el debate sobre qué mercado quiere y puede abarcar el aguacate gallego. Si es el de proximidad, se recomienda una combinación de diferentes variedades y, si es el mercado global, hay que centrarse en la Hass.
Un rendimiento medio de 8 kilos de fruto por planta y de 3.300 kilos por hectárea sería una cantidad suficiente para que el cultivo de aguacate fuese rentable, siempre y cuando los costes de producción se mantengan en un margen razonable.
Condicionantes climáticos
Tanto Iñaki Hormaza, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), como Paco Gil, asesor técnico agrícola, señalaron que la ausencia de temperaturas extremas y unas precipitaciones medias por encima de 1,5 litros por metro cuadrado son las más deseables para un buen aprovechamiento. Estos técnicos diferencian cuatro tipos de zonas en función del frío:
• Optimas: Donde la temperatura mínima absoluta es de 0ºC una vez cada diez años y nunca pasa de -2ºC
• Viables: Donde la temperatura mínima absoluta es de -2ºC una vez cada diez años y nunca baja de -4ºC
• Posibles: Con temperaturas mínimas absolutas inferiores a -4ºC una vez cada diez años
• No Aptas: Climas fríos con episodios reiterados cada año por debajo de los 0ºC
El cambio climático no siempre es positivo. Un ejemplo lo tenemos en la floración, un proceso que requiere de temperaturas medias de entre 15ºC y 20ºC. Pero en sólo veinte años, la floración pasó de producirse entre abril y junio a hacerlo entre marzo y mayo. Eso hace que muchas veces haya heladas y lluvias intensas que dañan buena parte de las flores, reduciendo aún más esa ya bajo porcentaje del 1% de éxito que caracteriza al aguacate. Además, la humedad relativa nunca debe ser inferior al 75%.
Un factor climático decisivo es el viento. Para mal, si es abundante. Porque afecta a la fijación de los árboles en la tierra, tira mucho fruto al suelo, dificulta la polinización, favorece la llegada de plagas y aumenta la necesidad de regadío. Esta incidencia del viento hace que comarcas como A Mariña lucense o la costa coruñesa puedan ser menos eficaces para la producción de aguacate por la persistencia de las corrientes en aquellas comarcas.
En principio, el clima lluvioso de Galicia la convierte en una zona óptima para cultivar aguacates. Pero no en todos los casos es así, como demuestran la floración y la recogida. En el primer caso, un exceso de agua puede detener la floración o hacer que se deterioren muchas flores y, en el segundo, la lluvia puede favorecer la aparición de hongos latentes en la piel del fruto recogido, que se manifestarán más adelante.
En el mercado hay máquinas y productos para combatir los efectos del viento (mallas de cobertura de finca o de planta) y las heladas (sistemas de agua calefactada), pero su coste es tan elevado que sólo se aconseja en caso de plantaciones muy profesionalizadas y que partan con garantías.

Plantación de aguacates en Tomiño.
Plantación
Teniendo en cuenta esos condicionantes climáticos, hay que escoger bien el momento y lugar de plantación. Paco Gil recomienda para Galicia un marco semi-intensivo de 6×4, lo que serían 416 plantas por hectárea. Y que la orientación de la finca sea siempre Norte-Sur; esto puede parecer secundario pero no lo es. Porque en una orientación Este-Oeste, la incidencia del viento y de las posibles plagas va a ser desigual y complicará el trabajo. Y la floración se producirá en diferentes momentos según la parte de la parcela de la que se trate, porque una parte de la plantación proyecta sombra sobre la otra. La orografía y distribución de la tierra en Galicia no siempre hacen posible la orientación Norte-Sur, pero hay que buscarla como sea.
La luminosidad de la plantación es otro aspecto fundamental. El aguacate qiuere mucha luz, a ser posible más de ocho horas diarias. Aunque los cielos estén nublados, lo importante es que llegue la luz con fuerza y que no haya zonas de sombra. Lo que no se recomienda, siendo habitual en Galicia, es usar guías de plástico en la fase inicial de crecimiento. Y es que en ese estadio la planta aún es una herbácea y el plástico combinado con el calor puede matarla directamente.
La época adecuada para acometer la plantación es la primavera, evitando así los fríos y heladas del invierno y el calor excesivo del verano. Y es necesario combinar variedades para que se produzca la polinización. Por ejemplo, si queremos ir a una producción mayoritaria de la variedad Hass, tendremos que insertar cada cierto espacio alguna planta de otra variedad compatible. La flor del aguacate es mutante, es decir puede pasar de macho a hembra y viceversa. Así, hay que tener variedades polinizadoras (Tipo B) que estén en fase macho cuando la flor de la variedad que más nos interesa (Tipo A) esté en fase hembra. En Galicia las variedades Tipo A más habituales son la Hass, Carmen, Maluma, Gem, Pinkerton y Reed y las Tipo B Zutano, Bacon, Fuerte y Ettinger y, en los últimos tiempos, irrumpió con fuerza la Luna. La proporción ideal es insertar una planta polinizadora por cada ocho productoras.
Los caballones como técnica de plantación son una opción muy adecuada para Galicia. El método consiste en levantar un montículo de tierra en el que se ubica la planta y dejar canales más bajos para que corra el agua. Y en el caballón es bueno colocar mallas del sistema DNT, que ayudan a controlar los procesos biológicos, cobertura mulching o incluso paja. Todos ellos favorecerán el desarrollo de la raíz.
Polinización y fertilización
Un aspecto importante, y que muchas veces lleva al productor a caer en la desesperación por desconocimiento, es que la polinización del aguacate es muy baja. Tan sólo el 1% de las flores acaban convertidas en fruto, llegando a un 2,8% si la polinización se hace de forma manual, pero siendo este un proceso muy caro y laborioso.
La abeja melífera no es el polinizador más eficaz. Esto se debe a que no es un insecto oriundo de las zonas donde se originó el aguacate. De hecho, está comprobado que las abejas melíferas sólo llegan al 35% de las flores hembra y pocas veces con los seis granos de polen que se consideran necesarios para una polinización efectiva. De ese modo, aunque se considera recomendable ubicar colmenas en las lindes de las plantaciones, también hay otras prácticas útiles como la colocación de los llamados “hoteles de insectos” -espcios creados artificialmente para acoger mariposas, avispas, abejas libres…- o la colocación de cubiertas vegetales que, al tiempo que frenan plagas, sirven de refugio y atraen insectos polinizadores.
La mayor parte de los cultivos destinados a la gran producción para consumo humano necesitan una importante aportación en el suelo de nitrógeno, fósforo y potasio, el famoso NPK. En el caso del aguacate, el fósforo no es preferente y su dosis puede ser menor en relación a los otros dos elementos. Lo que si es necesario es un aporte de hierro, boro y zinc. También se recomienda realizar los aportes fertilizantes en otoño puesto que es la época previa a la parada vegetativa y así la planta estará reforzada cuando retome sus procesos bioquímicos en la floración.
En la jornada también se habló de las plagas que afectan al aguacate. La principal es el ácaro cristalino, que se detecta por la aparición de pequeñas piedras en la hoja pero que se puede combatir con métodos no químicos como depredadores naturales. También causan daños los hongos phytophtera, rosellina, botrysphariaceae y ascomiceto. Pero, en todo caso, su presencia en Galicia aún es muy reducida o incluso inexistente y, por el momento, no fue necesario recurrir a tratamientos de choque.
Gestión del agua
Tendemos a pensar que en Galicia el agua nunca es un problema. O, en todo caso, lo es por exceso. Lo cual no es totalmente cierto. El profesor Xavier Cancela, de la Escola Politécnica Superior de Lugo dio algunas claves, junto con los otros ponentes, sobre la gestión hídrica de las plantaciones de aguacate. Lo primero que hay que hacer es analizar nuestros recursos hídricos (fuentes, arroyos, manantiales…) en su momento de menos volumen de agua. Para saber qué respuesta tendremos que dar. Y en segundo lugar hay que analizar el suelo y comprobar cómo asimila el agua. Con esos dos parámetros diseñaremos nuestra estrategia de riego.
En las zonas más productoras de España se estimó que para producir un kilo de aguacates es necesario emplear 684 litros de agua. De ellos, 417 proceden de los sistemas de riega (la llamada huella hídrica azul) y 267 de la lluvia (la huella hídrica verde). En Galicia aún no hay mediciones precisas pero se calcula que la cantidad de agua aportada por la lluvia será mucho mayor.
Incluso en las regiones de lluvia abundante, es necesario hacer riegos del aguacate en los momentos de más calor y sequía. Para eso, existen dos métodos principales para colocar las mangueras o tuberías: pegados al suelo o suspendidos en el aire mediante sistemas de sujeción. El primero garantiza el agua en la parte más importante y asegura que llegue bien a la raíz. El segundo abarca la totalidad de la planta y ayuda a refrescarla y a alejar parásitos. Al margen del sistema elegido, es recomendable utilizar tensiómetros agrícolas para conocer el estado hídrico del suelo y las necesidades que puede tener la planta. En el mercado los hay de 300 hasta 1.000 euros y siempre hay que verlos como una inversión y no como un gasto. Porque también permiten conocer la salinidad del agua, la carga mineral o calcular el coeficiente de cultivo que se debe aplicar a cada parcela.
Como norma general para Galicia, lo más indicado es que el riego se haga de noche o a primera hora de la mañana para evitar pérdidas por evapotranspiración. Aplicar el agua en poca cantidad y el mayor número de veces posible así como combinar aguas de alto contenido salino con otras de más calidad para dinamizar la planta son otras buenas opciones.
El uso de cubiertas vegetales también está vinculado con la gestión del agua. Porque, en los primeros años de vida de la planta, aún no hay ramaje que proteja y enfríe el suelo. La retención de agua que hace la cubierta si que evita que la temperatura en la superficie se dispare y dañe al aguacate.
A medio plazo, se está trabajando con sistemas de goteo enterrados -a unos 15 centímetros de profundidad- para que el agua esté más cerca de las raíces, se reduzca la evaporación y no se irriguen las malas hierbas que compiten con el aguacate.
Pablo Porto, de Vivaz Plant, una empresa que cultiva aguacate en la zona de O Rosal (Pontevedra) explicó que, por su experiencia, comprobaron que hay que hacer riegas de forma preventiva en la primavera para que la planta cuente con suficientes reservas hídricas para cuando lleguen el calor y la sequía del verano, independientemente de lo que se pueda regar en el estío.
Conclusiones
En Galicia es posible el cultivo industrial del aguacate pero no en cualquier sitio. Es necesario que las temperaturas mínimas no sean extremas y que, por lo tanto, bajen de -2ºC cuantas menos veces mejor, que los suelos sean poco compactados y puedan tener una óptima ventilación y que las plantaciones estén protegidas del viento y reciban la mayor cantidad posible de luz solar. Eso convierte a las Rías Baixas -especialmente las situadas más al sur- en el lugar idóneo. Non quiere decir que no se pueda dar en otras zonas, pero el manejo de la tierra, el agua y la planta tendrá que ser muy riguroso para que el cultivo sea rentable y sostenible. Acolchados y cubiertas vegetales, encalados para regular el PH de los suelos, uso de tensiómetros para conocer el estado de las aguas del subsuelo y prevención sanitaria son otros aspectos que hay que tener en cuenta para un manejo profesional.
Que las condiciones climáticas y edafológicas sean propicias no garantiza el éxito. Como no lo garantiza obtener una cosecha que no cubra los costes o no sea sostenible medioambientalmente. Desde AGACA ya trabajan en la organización de una nueva jornada en la que se abordarán los aspectos comerciales y de gestión económica de la producción de aguacate en Galicia.