
Poner en valor la variedad de uva mencía por su capacidad para producir vinos de alta calidad y como un activo paisajístico en las zonas donde se cultiva. Y también proponer soluciones para la crisis de consumo y otros problemas que afectan a la producción vitivinícola de mencía en las Denominaciones de Origen Valdeorras, Monterrei, Bierzo y Ribeira Sacra. Con esos objetivos, tuvo lugar una jornada formativa en la Escuela de Hostelería de Rosende (Sober) dirigida a alumnos de la escuela y profesionales del sector del vino.
Iván Vázquez, del Centro de Formación y Experimentación Agroforestal de Monforte recordó que a pesar de tener su origen en la zona francesa de Burdeos, la variedad de uva mencía es la tinta más cultivada en Galicia y aquí es onde alcanza su mejor expresión. Son más de 3.200 hectáreas repartidas por las cuatro provincias gallegas, pero sobre todo en los ayuntamientos del sur de Lugo -donde están 1.600 de esas hectáreas en las riberas de los ríos Miño, Sil, Bibei y Cabe- y en la provincia de Ourense, con otras 1.400, lideradas por los municipios de O Barco, Oímbra y A Peroxa. Un ejemplo de la preeminencia de la mencía lo tenemos en que sólo en la Ribeira Sacra se producen 4 millones de kilos frente a 70.000 de merenzao.
La productividad de la uva es de las más elevadas de Galicia y puede alcanzar los 13.000 litros por hectárea con facilidad, si bien esa no es la cifra deseable si se quieren elaborar vinos de calidad. Por otro lado, se adapta a muy diferentes condiciones edafoclimáticas, aunque se da mejor en zonas templadas y de influencia atlántica para poder mantener bajos niveles de acidez. Suelos de granito y esquisto de poca profundidad son los más adecuados para cultivarla. Lo que no se recomienda es plantarla por encima de los 500 metros sobre el nivel del mar porque las bajas temperaturas frenan su potencial, aunque el cambio climático llevó a que en el Bierzo o Valdeorras haya viñas por encima de 1.000 metros.
Los técnicos recomiendan aplicar 30.000-40.000 kilos/hectárea de materia orgánica al realizar la plantación y no encalar con más de 3.000 kilos/hectárea para evitar efectos de tamponamiento. Otro aspecto técnico que hay que tener en cuenta es la existencia de diferentes clones dentro de la uva mencía, es decir, no toda es igual. Por eso, lo ideal es mezclar dentro de la misma plantación clones diferentes para tener vinos más ricos en matices. Y también optar por una carga elevada de vides por hectárea para que no se desarrollen y produzcan de más y baje la calidad de la uva.
“Dentro de la propia variedad mencía hay diferentes tipos. Trabajar con una combinación de las mismas es algo esencial”, Iván Vázquez CFEA de Monforte

Una vez que tenemos la cosecha, la mencía ofrece un amplio espectro de posibles elaboraciones. Desde tintos jóvenes y de crianza hasta rosados, espumosos e incluso brancos, gracias a la baja coloración tanto de la pulpa como de la piel.
Pero, más allá de los aspectos técnicos de la uva, los expertos quisieron analizar los problemas estructurales que afectan a la variedad y los que se agudizaron desde la pandemia. Valdeorras, Monterrei, Bierzo y Ribeira Sacra cuentan con mencía en sus territorios pero es sobre todo en las dos últimas donde se concentra la producción. Y los problemas. Caída del consumo, bajos precios en origen de la uva, minifundismo, orografía con imposibilidad de mecanización, falta de mano de obra e dificultad de atraer al consumidor de menos de 30 años son las grandes trabas que se están viviendo.
En la D.O. Bierzo, más del 70% -1.870 hectáreas- de la uva que se recoge es mencía. Carmen Gómez, directora técnica, explicó que más del 80% de las viñas que hay en su zona son viejas. Es decir, de más de 60 años; y el 60% de las viejas son centenarias. Un auténtico tesoro en cuanto a conservación de variedades de mencía autóctonas. Aparte de que son vides que ya se regulan a sí mismas en cuanto a vigor, por lo que necesitan de menos vigilancia y esfuerzo y sacan una uva de muy alta calidad. Sin embargo, en los últimos años los precios en origen cayeron hasta 0,45 euros por kilo, lo que llevó a muchos viticultores a abandonar la actividad y se perdieron numerosas viñas viejas de alto valor.
En el Bierzo hay 1.030 viticultores pero 15.000 parcelas con un tamaño medio de 1.600 metros cuadrados, un minifundismo que dispara los costes por la imposibilidad de mecanizar y más en un contexto de falta de mano de obra. En esa parte de León están reconociendo legalmente los vinos de Unidades Geográficas Menores, los llamados “de villa y de paraje” para que el consumidor tenga más información y pueda optar por esos vinos y pagar más. El 45% de las bodegas ya hacen estas elaboraciones y en la D.O. perciben un aumento sostenido de la demanda. Llevan más de un millón de contraetiquetas bajo ese reconocimiento en los últimos años. “La cuestión es que el pequeño territorio crea imagen. Y esa imagen lleva a subir el precio y el consumo. Por ejemplo, no todo el mundo puede pagar los 150 euros que cuesta una botella muy buena de la zona de Corullón o Fresnedo; pero si que puede optar por la botella de 15, que tiene el prestigio de la marca. El beneficio de cualquier bodega está en vender grandes volúmenes y esta fórmula está empezando a dar resultados”, dijo Gómez.
“El reconocimiento de los vinos de Unidades Geográficas Menores, de villa y paraje, está ayudando a recuperar el consumo de tintos.”, Carmen Gómez, D.O. Bierzo

Aunque hay un problema de consumo y de exceso de stock, lo cierto es que la variedad mencía sigue estando en peligro de extinción, como señaló Jorge Mazaira, técnico de la D.O. Valdeorras. “Hace cuarenta años, en Valdeorras teníamos tres cooperativas y el tinto era fundamental. Su consumo era alimentario y no lúdico como ahora. Hace 25 años hicimos una fuerte apuesta por el mencía. Mucha plantación nueva con esa variedad. Pero veíamos que fuera de Galicia no se consideraban vinos de calidad porque eran jóvenes y concebidos para un consumo abundante con las comidas.”, aclaró. En los últimos cinco años hicieron una modificación radical y pasaron de un 60% de tintos y un 40% de blancos a estar en la actualidad en un 80% de blancos -godello sobre todo- y un 20% de tintos.
Mazaira no es optimista a corto y medio plazo. “Lo que vemos es que las tendencias de consumo van a blancos, rosados y espumosos. Y los tintos pierden mercado cada año. Las bodegas y los grupos bodegueros no pueden ser ajenas a esa realidad y por eso cada vez hay más arrancado de cepas mencía, aunque sean viejas y de alto valor. Tal vez una solución es ir a vinos de muy alta calidad que compensen con el precio la bajada de las ventas. O que las botellas reflejen el valor natural e incluso sentimental que tienen esas cepas. También olvidamos a veces que hay elaboraciones como las crianzas y los espumosos que pueden ser una salida si se hace una viticultura de precisión y excelencia.”
“Buscar nuevas elaboraciones y apostar por la viticultura de excelencia es imprescindible para salir de esta situación.”, Jorge Mazaira, D.O. Valdeorras
Otra solución propuesta para frenar la bajada del consumo de mencías sería combinarlo con otras variedades e informar a los consumidores de esas combinaciones. Así, Miguel López, de la D.O. Monterrei, anunció que en su zona se va a empezar a trabajar con la variedad zamarrica y que se buscan nuevos aprovechamientos de la araúxa (tempranillo). Los especialistas consideran que el concepto mencía ya alcanzó su tope en el mercado y que esas variedades podrían introducir nuevos atractivos y despertar el interés por un producto aparentemente novedoso. Algo que ya se está haciendo en el Bierzo con la uva estaladiña (también llamada pan y carne). López reconoció que en su zona está habiendo mucho arrancado de cepas centenarias de mencía e injertado con godello porque las bodegas tienen que hacer rentable su producción y el mercado va en esa línea.
“Hay que poner en valor en las botellas la combinación de mencía con otras variedades como la araúxa o la zamarrica.”, Miguel López, D.O. Monterrei
Pensar en reducir los costes de producción mediante la mecanización del viñedo parece utópico a día de hoy en la Ribeira Sacra y el Bierzo. Porque los terrenos en pendiente y el escaso tamaño y la dispersión de las parcelas lo hacen imposible con la tecnología actual, más allá del uso de los tradicionales raíles o las mangueras de sulfatado. Y a esa falta de mecanización hay que añadirle una alarmante falta de mano de obra. Ya no sólo especializada sino incluso para tareas más sencillas como la vendimia. “En la Ribeira Sacra hay 1.300 hectáreas en producción. Y podrían ser el doble si no fuese por la orografía. Excepto en la zona de Quiroga, las inclinaciones de los bancales oscilan entre el 35% y el 80%. Una tormenta perfecta porque somos de los que más mano de obra necesitamos y de los que menos tenemos. Eso influye en el coste de producción. Y, además, la media es de 550 metros cuadrados por ribera y rara vez en una sola parcela.”, explicó Ruth Fernández, técnico de Ribeira Sacra. La única ventaja de esa situación sería aprovechar la diversidad de variedades y condiciones que supone el minifundio. Con todo, Fernández no cree que la mala situación actual deba llevar a seguir la línea de Valdeorras y Monterrei y priorizar la producción de blancos por encima de la de tintos. “Ribeira Sacra lleva más de treinta años apostando por un modelo en el que los tintos jóvenes son la seña de identidad. Una imagen que costó mucho conseguir y que va vinculada al paisaje. El mercado del vino es cambiante y sería un error pensar en deshacernos de lo que ya tenemos. Hay que mirar las cosas a largo plazo.”, dijo
“No creo que la solución sea abandonar un modelo de más de treinta años por una situación concreta del mercado.”, Ruth Fernández, D.O. Ribeira Sacra
Alfonso Losada, enólogo y promotor del encuentro apuntó la idea de organizar un concurso o encuentro mundial de vinos de predominio mencía para recuperar prestigio. También recomendó apostar por vender la imagen de terreno y no tanto la de variedad o utilizar los terrenos más elevados para ubicar las vides tintas. Y quiso acabar el acto recordando que las ventas de vino tinto subieron en los últimos meses en España en el entorno de un 4% por lo que no se debe caer en el pesimismo. El acto finalizó con una cata comentada de vinos mencías de diferentes elaboraciones de las cuatro D.O. participantes.
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