
En un acto organizado por la cooperativa Xallas de Santa Comba, Carlos Carbonell, técnico de MSD, habló de las posibilidades, ventajas e inconvenientes que supone el uso de las amamantadoras para la cría de terneras de vacuno de leche. De su buen manejo dependerá el futuro del rebaño, por lo que hay que conocer todos los condicionantes que supone emplearlas.
Lo primero que hay que considerar es que las terneras en las amamantadoras se crían en grupo. Es cierto que esa convivencia incrementa el riesgo de contagios de enfermedades y la competencia por la leche y por el pienso de arranque. Aun así, muchos de los beneficios que ofrecen pueden compensar esos posibles problemas.
Por otro lado, la amamantadora palia el problema de falta de mano de obra. Porque, después del del ordeño, darle de mamar a los terneros es uno de los trabajos que más tiempo requiere en cualquier explotación. Según Carbonell, igual que pasa con los robots de ordeño, no es que con la amamantadora no haya que trabajar, sino que el sistema de trabajo es diferente.
La amamantadora no significa que no haya que trabajar. Hay que trabajar, pero de otro modo y en menos tiempo. (Carlos Carbonell, MSD)
A día de hoy, hay tres casas comerciales principales que ofrecen amamantadoras. La labor del ganadero es seleccionar cuál de ellas ofrece más ventajas en su situación o manejo. Teniendo en cuenta siempre los recursos de los que dispone y nunca pensando en la granja que tenemos sino en la que vamos a tener. Dicho esto, hay que hacerse varias preguntas:
¿Cuántos animales voy a introducir en la máquina?
Hay que hacer una estimación del número de partos que van a dar las adultas y las novillas. Eso hay que consultarlo con el técnico. Tomando como referencia una explotación concreta de la provincia de A Coruña, Carbonell puso el ejemplo de una granja en la que se estimaban unos dos partos por semana. Ya que es fundamental planificar calculando cuántos animales van a pasar por la amamantadora a lo largo del año.
Edad de entrada y de salida de los animales
Se pueden meter ya en el primer día, pero eso conlleva incrementar el riesgo de diarrea, si el manejo en caseta individual es adecuado. Cuanto más joven es la ternera, se incrementa un poco el riesgo. En explotaciones analizadas por Carbonell, suelen esperar entre 7 y 10 días. Cuantos más días tengan de vida, más espabiladas estarán y más rápido aprenderán a desenvolverse y competir en la amamantadora. Aparte, a las terneras hay que enseñarlas a acudir a la amamantadora y en algún caso pueden tardar hasta dos días en aprender a ir solas.

La agrupación de animales por lotes es clave para el buen funcionamiento de las amamantadoras
¿Cuántos grupos de animales juntar?
En este caso, hay dos modelos diferenciados: Grupo dinámico. Dos o más espacios con una o dos tetinas en cada uno. Los animales se van cambiando de espacio según la edad. Esto es, los más jóvenes van ocupando el espacio que dejan libre los más viejos. Las ventajas son que los animales ya se adaptan a la competitividad que van a tener en su vida adulta. El inconveniente es que hay mucho estrés porque las jerarquías están en constante cambio. Los animales no se relajan nunca.
Grupo estático. Un espacio con cuatro o tres lotes con una tetina por lote. Los animales van por lotes y cambian de espacio todos juntos cada cierto período de tiempo. En el ejemplo explicado por Carbonell, era de tres semanas. En el caso de una media de 24 terneras, son cuatro lotes de seis ejemplares cada uno. Mientras que en estático serían dos de doce. Uno de los beneficios del sistema estático es que si hay una neumonía u otra enfermedad contagiosa solo se limita al grupo de seis.
Carbonell puso como ejemplo el caso de una granja de Frades con cuatro espacios, donde en uno de ellos había una afectación total de neumonía y en los otros ningún caso. Así, hay que intervenir ese espacio y seguir usando los otros. Otra ventaja de los grupos estáticos es que las terneras son de edad muy similar por lo que compiten en igualdad. Y es que las más jóvenes siempre llevan las de perder.
¿Cuál es el espacio disponible?
Sobre todo de camas, porque en las tres primeras semanas de vida pasan mucho tiempo tumbadas. Lo ideal son 3,5 metros cuadrados por animal, que luego puede subir o bajar en función de los animales que haya. El hacinamiento supone estrés muy importante que penaliza mucho a los animales.
Por otro lado, hay que esforzarse en hacer un buen encamado, especialmente en invierno. Que estén secas y limpias y que tengan espacio efectivo, es decir, para medir el espacio de camas hay que descontar la zona donde está la máquina, los lugares de paso y las zonas colindantes con comederos y bebederos. El espacio hay que ponerlo en relación con el tiempo. Si tenemos poco espacio, deberemos reducir las semanas de lactación.
Cuando falten entre 20 y 25 días para el destete, se puede reducir bastante la cantidad de leche disponible diariamente.
Además de esas preguntas y planteamientos previos a la incorporación de las amamantadoras, Carbonell habló también de la alimentación que se les introduce. Ya sea leche en polvo, ya sea líquida, hay que hacer una calibración para que la concentración de nutrientes sea la adecuada y los animales no pasen hambre. También hay que ser muy precisos para mantener una presión estable del agua.
Si se usan lactoreemplazantes, hay que fijarse en que contengan la suficiente proteína. Y, en invierno, hay que evitar las caídas de temperatura en la tetina. El recorrido de la leche hasta la tetina debe ser lo más corto posible para que no haya pérdidas de temperatura. La leche fría no provoca un cierre completo de la gotera esofágica, va al rumen, que no es donde tiene que ir. Para mantener la temperatura se pueden usar fundas o resistencias.

La ubicación de la amamantadora en la explotación debe ser muy analizada antes de acometerla
Otro punto importante a ajustar es limitación por visita de modo que no consuman más de lo debido en cada toma. Porque, así, evitamos diarreas en los primeros días o falta de saciedad. De ahí que tampoco se puedan poner límites muy bajos -de un litro o litro y medio por toma- porque eso provoca atascos en la amamantadora y estrés en los animales. Lo ideal es que queden saciadas y se vayan a tumbar.
La técnica hoy no permite controlar el consumo de pienso. Y puede pasar que destetemos terneras que aún no están preparadas. Para evitar eso, el especialista propone prolongar las lactancias y, cuando se acerque el destete, reducir el aporte de leche a la ternera. Otra opción es aplicar el método del step down, que consiste en reducir de forma brusca la leche que consume la vaca. Por ejemplo, si está en 12 litros, bajarlo a 8. La bajada se debe comenzar cuando falten entre 25 y 20 días para el destete.
Lo que se busca es que la ternera coma cada vez más concentrados y menos leche. Así será un proceso menos traumático y se evitarán problemas de acidosis por de falta de consumo de concentrado y madurez ruminal.
Además de esforzarse en que consuma piensos de arranque -porque tiene que habituarse y prepararse para competir con otras vacas- es fundamental el acceso al agua. El consumo de agua y de pienso y las temperaturas están vinculados. Cuanto más calor, más consumo de agua.
Las diarreas en la amamantadora tienen dos causas principales: introducir los animales demasiado pronto y deficiencias en el sistema de limpieza. Las neumonías pueden volverse crónicas y eso es algo que hay que evitar. Cuando se detecten síntomas -que suelen ser novillas tumbadas y apáticas- hay que tratar la enfermedad lo antes posible. Si la neumonía no se ataja, se extiende y dificulta enormemente el destete.
Las diarreas y las neumonías están relacionadas entre sí y hay que estar muy vigilantes por si aparecen en las amamantadoras.
Por otro lado, las terneras que cojan diarrea van a tener más posibilidades de coger también neumonía. Un estudio realizado en terneros demostró que los animales que padecen diarrea durante 9 días tienen un 25% más de posibilidades de contraer neumonía. Porque la diarrea desnutre al animal y lo deshidrata y deja secas las mucosas defensivas del sistema respiratorio.
El encalostrado tiene una relación directa con la neumonía. Mucho más que la diarrea. Cuando se realiza en grupo y mediante amamantadora hay que hacerlo perfecto. De no ser así, la salud futura de todo el rebaño estará en riesgo. En ese periodo hay que vigilar diariamente los animales y alertar ante cualquier síntoma. Carbonell recomienda emplear vacunas intranasales en los dos primeros días de vida para que los animales accedan a la amamantadora con el sistema inmune lo más desarrollado posible.

La tecnología sigue evolucionando y ya hay crotales que monitorizan el comportamiento y detectan enfermedades
Otro problema es que las vacas, como cualquier rumiante, tienen tendencia a ocultar los síntomas de las enfermedades hasta que ya son un hecho. Por eso, hay que ver la frecuencia y velocidad con la que maman, ya que si se reducen esos parámetros estaremos ante casos de neumonía.
Para la reducción de la incidencia de enfermedades, hay una serie de medidas de fácil aplicación. Una de ellas está en la frecuencia de cambio de las camas: cuanto más la cambiemos, menor será el riesgo. Otra es el lavado de la amamantadora, que se debe realizar como mínimo tres veces al día. Y también es necesario que la concentración de sólidos en la leche sea elevada.
Ventilar, cambiar las camas, lavar tres veces al día y observar los animales son pasos imprescindibles para un buen funcionamiento de la amamantadora.
La tecnología no deja de avanzar. Ya hay en el mercado crotales que analizan el comportamiento de rumia, de mamado y de tiempos de consumo. Dichos dispositivos son de mucha utilidad para enviar alertas de salud al ganadero, evitando no diagnosticar a tiempo los problemas que, en el caso de las amamantadoras, al criarse en grupo es especialmente importante.
Otro aspecto muy a tener en cuenta es la ventilación. Si bien es cierto que las corrientes de aire no son buenas para las terneras, también lo es que la falta de ventilación es muy negativa para cualquier animal. Un estudio realizado en una granja de A Coruña mediante ecografías mostró que los peores resultados sanitarios se daban en el grupo de terneras que estaba situada en el interior de la nave y sin ventilación suficiente.
Precisamente la ubicación de las amamantadoras es algo que hay que pensar bien. Por ejemplo, hay que evitar que estén en sitios donde hay esquinas, que siempre dificultan el manejo. Y también es preciso hacer un análisis de la circulación del aire en el interior y de los vientos que afectan a cada zona de la granja. No se deben abrir ventanas o agujeros que van a hacer que el aire entre directamente y con fuerza.
Carbonell terminó asegurando que la cría en grupo es el futuro y que la tecnología irá mejorando y mucha de ella se podrá aplicar junto con las amamantadoras. Esa tecnología requiere de un esfuerzo para familiarizarse con ella pero acaba mereciendo la pena. Porque el objetivo de la cría mediante amamantadora es el de crear terneras invisibles, es decir, aquellas que el ganadero no sabe de ellas porque nunca dan problemas sanitarios.
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