
Pedro Álvarez-Álvarez, Catedrático del Área de Ingeniería Agroforestal de la Universidad de Oviedo explicó aspectos del manejo de las plantas, de los suelos y del entorno que se deben seguir a la hora de afrontar la recuperación de un souto. Y los criterios para la conservación y gestión de los ya recuperados. Los explicó en un foro organizado por la Asociación Gallega de las Castañas y de los Soutos y financiado por el Área de Medio Rural de la Vicepresidencia de la Diputación de Lugo.
Polinización y floración
La polinización es lo más importante. Sin ella no habría castañas y los árboles solo serían de uso forestal. Sin embargo, apenas hace 10 años que se conoce que la polinización del castaño se realiza en un 94% mediante insectos y no por el aire, como sucede con el roble y muchas otras frondosas gallegas. Crear las condiciones para que haya insectos en el entorno y que puedan acceder a los árboles es algo que hay que garantizar. El período entre la polinización y la madurez de la castaña varía de 70 a 120 días, desde finales de verano hasta otoño.
Moscas calitras, abejas, abejorros… son algunos de los insectos que participan en la polinización de los castaños. Álvarez citó diferentes estudios en Italia y Suiza que apuntan a que el 70% de los polinizadores de cada zona donde hay soutos se concentran precisamente en esos espacios. De ese modo, la presencia de los castaños favorece el resto de cultivos del entorno. Los soutos son reservas de biodiversidad.
Estudios del University College de Londres del año 2021 indican que en las últimas décadas el cambio climático y la pérdida y deterioro de hábitats llevaron a que desaparecieran hasta el 63% de los insectos polinizadores que estaban presentes en los diferentes ecosistemas.
La presencia de soutos favorece el resto de cultivos del entorno. Porque son reservorios de biodiversidad y pueden acoger hasta el 70% de los insectos polinizadores
Es muy importante tener en cuenta que el castaño es principalmente autoincompatible. Por lo tanto, requiere polinización cruzada para una fertilización eficaz. Que la especie sea principalmente polinizada por insectos provoca una mayor regularidad en la fructificación y producción de fruto que si se hubiera polinizado por el viento. Y también saber que hay muchos óvulos en cada flor, normalmente 6, que producen una castaña con 1 o más semillas.
Al ser una especie monoica, en un mismo árbol se encuentran flores estaminadas (masculinas) y pistiladas (femeninas). Estas flores se presentan en dos tipos de amentos diferentes. Los amentos unisexuales se encuentran en la base de los brotes, mientras que los bisexuales se encuentran en la parte distal de los brotes. Los unisexuales florecen antes que los bisexuales.
Como en el resto de la familia de los árboles fagáceos, hay una amplia variación en la fenología de la floración entre las distintas variedades de castaño. Por eso, es necesario conocer esas variaciones cuando se elijan las castas que se van a poner. El diseño de soutos y plantaciones frutícolas será mucho más efectivo si se hace un seguimiento de las cinco fases de las que consta la variación de la fenología.

Álvarez participó en una jornada sobre uso de drones para tratar los soutos
La exposición de Álvarez se produjo en un evento en el que se presentaba la utilización de drones para la aplicación de bioestimulantes en los árboles. En esa línea, recordó que el uso de bioestimulantes es una práctica muy antigua y que ayuda en la parte fenológica. Porque el cambio climático puede adelantar o retrasar la floración y hacer que se pierda la sincronización entre planta e insectos. Los bioestimulantes ayudan a reducir ese posible desajuste temporal.
El catedrático señaló que los castaños hacen un enorme esfuerzo durante la floración y que producen unas cantidades de polen muy elevadas. Un fenómeno que es objeto de continuos estudios botánicos. Y, aun así, precisa del polen de otros árboles para tener éxito. También recordó que hay estrategias ecológicas y genéticas para favorecer la producción de flor femenina, que derivará en una castaña más grande y de más calidad.
La fenología del castaño es mucho menos evolucionada que la de los hayedos o los robles. Eso lleva a que sea más delicada. Pero tiene la ventaja de que eso garantiza una mayor regularidad en la producción de fruto. Por ejemplo, los robles suelen tener ciclos de 2 a 4 años para cosechas más moderadas o regulares, y ciclos de 7 a 10 años para cosechas especialmente abundantes.
Estructura del souto y arquitectura del árbol
Un souto de éxito está formado por árboles que pueden vivir entre 400 y 800 años; incluso hay castaños que alcanzan una edad mayor.. Algo que se consigue con un diseño previo que tenga en cuenta la posición del árbol en la masa forestal, la elección del terreno y cómo se desarrollan las ramas. Por ejemplo, las flores que dan lugar a los erizos se sitúan en la parte exterior de la ramaje, en los 50 centímetros finales. Allí es donde reciben la luz solar necesaria. Así, es prioritario evitar ramas muy torcidas o un exceso de ellas. Tiene que ser ventilado y soleado.
Hay que ser consciente de que el castaño tiene un doble aprovechamiento —forestal y frutícola— aunque más forestal desde el punto de vista biológico. Porque no es una frutícola al uso. Tiene que crear una estructura muy fuerte antes de ponerse a producir castaña. La ramaje y el tronco tienen mucho vigor y su manejo no es sencillo, como lo es el de los perales, manzanos o cerezos. Las podas y injertos son más dificultosos.
La gestión de la estructura del castaño se dificulta por su doble aprovechamiento. Es mucho más compleja que la de frutícolas como el manzano o el peral
En ese sentido, Álvarez habló de la “espiral de vigor” que caracteriza a los castaños. Y es que las yemas vegetativas desarrollan mucha madera y brotes. Hay que hacer un trabajo de reducción del vigor para que no todo se convierta en madera y quede margen para una producción sustentable de fruto.
Álvarez se mostró partidario de emplear castas autóctonas tanto en la recuperación de soutos como en la creación de otros nuevos. Aunque eso no siempre es posible porque en los viveros gallegos hay mucho material híbrido o que procede de otras zonas. Así, en una recuperación comprometida con la tradición, hay que guardar yemas con las que se pueda trabajar en el futuro.

El recorte de los callos evita la aparición de brotes adventicios indeseados
Hoy no siempre las plantaciones prosperan. Por diferentes motivos. Una posibilidad para tener más éxito está en la preparación del terreno. Entre otras cosas hay que esforzarse para que los agujeros en los que van a ir las plantas tengan la profundidad necesaria. Ayuda también que en el terreno escogido hubiera anteriormente castaños, aunque fueran talados. Eso indica que la plantación puede triunfar porque ya lo hizo antes.
La altitud, que antes era un problema, lo es cada vez menos. Álvarez narró experiencias de soutos con castaños injertados a más de 1.200 metros sobre el nivel del mar y que están dando excelentes resultados. De ahí que los castaños puedan ser una buena opción en las zonas de la montaña luguesa más afectadas por las plagas de la banda roja y marrón que afectan al Pinus radiata.
La elección del marco de plantación es relevante. Se pueden variar las densidades entre las más tupidas (6×6, 7×7, 7×6…) y las más separadas (10×10, 8×12, 8×10…). Pero sea cual sea la elegida, hay que evitar que las ramas de un árbol toquen con las de otro.
En las plantaciones más densas —de hasta 400 árboles por hectárea— puede acelerarse la producción de fruto en los primeros 15 años. Pero después hay que hacer clareos y reducir la carga forestal o habrá problemas para desarrollar una silvicultura adecuada. Los castaños que más viven y rinden son los que reciben más luz solar, y están más separados y aireados. Porque las plagas entran con más dificultad y los árboles no tienen que competir por el agua, la luz y el aire.
Para la estructura de los árboles se puede optar por hacer cortes para buscar la forma de vaso, tradicional en otras frutícolas. Sin embargo, hay que hacerlo muy bien y mantener un seguimiento constante. Porque el vaso no es la forma natural del castaño y la madera no se siente cómoda con ella. Según Álvarez, diferentes experiencias en Italia y Chile demostraron que se puede producir mucha castaña y de mucha calidad respetando la arquitectura propia del castaño (formación de eje central) especialmente en plantación de alta densidad (150 ou más castaños/ha). Algo que, además, reduce considerablemente el tiempo de trabajo y la mano de obra en los tratamientos culturales y silvícolas a aplicar.
Manejo de los árboles y silvicultura
Con el terreno seleccionado y las plantas ya crecidas, toca efectuar tareas para el mejor mantenimiento del souto. Precisamente esa silvicultura anticipada. Una de las principales tareas es la poda. Bien sea para obtener un aprovechamiento maderero, bien por mantener la salud de los árboles.
Durante la poda se recomienda dejar los brotes menos vigorosos y cortar los de más fuerza. Esto se hace porque los más débiles —por así decirlo— son los que van a favorecer la floración y que haya más fruto. Y, más allá del rendimiento en castaña, los brotes con demasiado vigor hacen que el árbol tenga que hacer un sobreesfuerzo en mantener y desarrollar la madera que suponen esos brotes. Incluso es posible que acaben partidos por el peso de toda la madera que conllevan.
Otra práctica de utilidad es el rejuvenecimiento de copa. Con él se consigue, entre otras cosas, que la savia se acumule en un pequeño número de ramas y brotes y una mejor e más intensa iluminación de la copa, para alcanzar una óptima floración y un incremento gradual en la producción de fruto y en su calidad.
Los brotes que nacen en la base del árbol tienen que ser cortados siempre. Están en contacto con el sistema radicular y perjudican las partes más interesantes del castaño.
Además, y dependiendo de la variedad, se puede obtener un corte de madera de calidad para vigas, madera de sierra, postes, o incluso biomasa o leña. Y también se consigue facilitar una mejor recogida de fruto y que se pueda varear, si es el caso, de forma más sencilla. Si se pretende optimizar la producción de fruto podemos actuar sobre la densidad, forma, vigor y tipo de material genético empleado.
En lo que Álvarez fue tajante fue en la necesidad de cortar los brotes que crecen desde la base o pegados a ella. Son partes que conectan con el sistema radicular y absorben mucha savia y nutrientes que, además, restan de las cantidades que deberían llegar a las zonas que más nos interesan del árbol. Hay que talarlos sin dudar y cuanto antes y cuanto más abajo mejor tengan el tamaño que tengan.

Los injertos son una tarea de mucha precisión de la que dependerá el éxito productivo
Lo mismo sucede con los callos que se forman tras realizar una poda. Ya no solo por su impacto visual. También porque son lugares de crecimiento de brotes adventicios. Unos brotes que no están bien conectados con la planta y que van a tener un crecimiento anormal y pueden romper, causando daños en el árbol.
Álvarez alertó sobre que el castaño no es un árbol que se pueda podar solo una vez, ni en la época que se quiera. Hay que conocer los ciclos para realizar podas adecuadas y las operaciones de aclareo necesarias para que la masa siga sana y viva durante mucho tiempo.
También habló de la necesidad de eliminar las partes viejas que ya no producen o están dañadas, para estimular el crecimiento de madera joven y ramaje productivo. Y sobre los riesgos de no podar o hacerlo mal: aumento de plagas, enfermedades, reducción de producción, y pérdida de calidad.
Cuidados sanitarios
En los soutos que fueron abandonados y que se quieren recuperar, lo habitual es que se haya llegado a una intensa densidad vegetal de castaños y de otras especies. La densidad vegetal y el abandono implican una enorme pérdida de producción de castaña, una menor resistencia a plagas, la aparición masiva de hongos…
Álvarez citó el caso de la recuperación del souto de Paramedela, en Pobra do Brollón. Eran castaños que habían sufrido numerosas cortas (fradados) porque su madera tenía mucha utilidad en la zona. Esas sucesivas cortas dejaban cicatrices que servían de entrada para todo tipo de hongos. Indicó que una solución está en la utilización de fuego de baja intensidad para evitar la degradación de las carochas por hongos saprófitos.
La técnica consiste en emplear paja para hacer el fuego. El calor de la combustión mata los hongos y, al mismo tiempo, crea una película carbonosa que actúa como material aislante. El uso del fuego no sólo elimina los hongos saprófitos, sino que también incentiva una mayor brotación en las partes fradadas del castaño.. Pero, ojo, tiene que ser un fuego de baja intensidad que se pueda controlar y hay que emplearlo preferentemente en los meses de invierno. Además, sólo resulta efectivo en árboles que presenten espacios y cavidades donde prenderlo.
Un protocolo sanitario indispensable es el de la desinfección. Todas las herramientas que se emplean en las podas y demás trabajos tienen que ser desinfectadas antes y después de su utilización. Y ese proceso hay que repetirlo árbol por árbol. No se puede correr el riesgo de llevar un hongo o una bacteria de un castaño a otro por no haber desinfectado los aperos silvícolas.
La desinfección de los aperos debe hacerse antes y después de utilizarlos. Y también hay que desinfectar las heridas en el árbol después de las cortas.
La desinfección no se aplica sólo en los elementos de trabajo, sino que se extiende a los propios árboles. En las heridas que se dejan por las podas y cortes también es necesario utilizar productos de efectividad sanitaria. Si en el caso de las herramientas se utiliza alcohol, para las heridas de la planta se emplea una solución con un 70% de lejía y un 30% de agua.
Álvarez indicó que los soutos precisan un 2% de materia orgánica en el suelo. La permeabilidad del suelo es muy importante. Los suelos pesados, lavados, arcillosos y encharcados favorecen la putrefacción radicular causada por Phytophthora spp. y Armillaria mellea, por lo que deben evitarse. De ahí que haya que ser muy rigurosos cuando se vaya a hacer un aprovechamiento de biomasa porque podemos reducir considerablemente esa cantidad de materia orgánica y afectar también negativamente a la biodiversidad. Eso sí, la leña y restos que se corten no se deben dejar depositados demasiado tiempo en el propio souto porque pueden ser refugio de innumerables hongos y facilitar la aparición del chancro.
Una propuesta de la Asociación Gallega de las Castañas y de los Soutos es que se geolocalicen todas las parcelas de castaños en producción. Sería, dicen, una medida muy efectiva para tener localizadas las plagas en cuanto aparezcan y poder actuar desde los servicios de sanidad vegetal con la máxima celeridad.
Proyectos en curso
Pedro Álvarez dio cuenta también de los proyectos de recuperación de soutos en los que trabajó o está trabajando, principalmente en Asturias, entre ellos el Life Osos con Futuro y el Proyecto de Bioeconomía: “Castañas, Osos y Desarrollo Rural”. En esa comunidad hubo una enorme tala de castaños que se destinaban para hacer vigas en las minas de carbón y hierro. Y es que se trata de una madera que “avisa” cuando va a colapsar. Algo que salvó vidas humanas.
Uno de los primeros obstáculos que se encuentran viene desde el marco legal. Para actuar en cualquier souto es preciso tener la autorización expresa y firmada de su propietario. Acuerdo de colaboración para la recuperación de soutos y acuerdos de custodia para las plantaciones de fruto con cultivares tradicionales. En uno de los proyectos, en colaboración con la Fundación Oso Pardo, tuvieron que dedicar meses a localizar a cada dueño de souto y a negociar acuerdos con ellos.
En Galicia, la figura de los montes en mano común mezclada con el minifundio estructural puede condicionar tanto la búsqueda como la consecución de acuerdos con los propietarios. Las Sociedades de Fomento Forestal (SOFOR) pueden ayudar a que se desarrollen los proyectos con menos obstáculos burocráticos.

Pedro Álvarez en un souto de Doade (Sober)
También relató lo importante que es conocer todos los eslabones que van a participar en las recuperaciones antes de acometerlas. Y citó el ejemplo de un trabajo en el que se querían emplear 30.000 injertos de castas autóctonas pero en el mercado no los había. Hubo que pedirle a un vivero el gobierno autonómico y, aun así, sólo se pudo llegar a tener la mitad de los injertos. Y fue preciso contratar injertadores profesionales.
A más corto plazo, Álvarez participa en una iniciativa de plantación experimental en Grandas de Salime, un municipio limítrofe con Galicia. Allí van a trabajar sobre 10 hectáreas de terreno y empleando 20 clones de variedades: 10 gallegas y 10 asturianas. La ventaja es que dispondrán de un sistema especial de riego porque en la parcela hubo una plantación de nogales que no salió bien pero dejó la infraestructura. Las plantas pasaron de bandeja a maceta y empleando un patrón sativo, porque las características especiales del terreno no recomiendan la utilización de híbridos, que no tendrían una fácil adaptación.
En los castaños se harán análisis del funcionamiento de la micorrización. Sin embargo, el catedrático pone en duda que esa sea una práctica totalmente efectiva. Porque en la raíz del castaño puede haber hasta 200 clases diferentes de hongos. Y no hay ninguna evidencia científica de que una de las clases vaya a triunfar sobre las otras, sobre todo si no están adaptadas al tipo de suelo.
Porque los hongos no tienen pautas fijas de comportamiento y son impredecibles. Así, hay hongos que colaboran con la planta —los denominados simbiontes—, otros que son parasitarios y otros que son patógenos. E incluso los simbiontes pueden llegar a una colaboración desigual y acabar convirtiéndose en patógenos.
Los soutos son una fuente de riqueza medioambiental, de biodiversidad, económica, social y también cultural.
Finalmente, Álvarez recordó la importancia que la recuperación de los soutos tiene en las zonas donde se lleva a cabo. Si se ejecuta adecuadamente, tiene indudables beneficios económicos, medioambientales y de biodiversidad e incluso sociales y culturales. Además de mantener el vínculo de la población con lo que durante siglos fue una inigualable fuente de recursos.
De las castañas y la madera surgen proyectos empresariales. Son generadores de empleo en la silvicultura, en la recolección, en la elaboración de productos forestales y alimentarios y sirven como freno para los incendios. Por eso, abogó por llevar adelante proyectos de recuperación y de creación de soutos donde sea posible. Siempre, eso sí, con un trabajo constante y riguroso para garantizar el éxito.
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