La guerra de Ucrania ha dejado en jaque el mercado de los cereales en Europa. La invasión rusa del país, conocido como el ‘granero de Europa’, está teniendo consecuencias no solo en los países europeos sino en todo el mundo. Las ganaderías gallegas están notando en estos meses ya algunas de las consecuencias más directas, con el encarecimiento de los cereales y los piensos. Aunque las limitaciones al cereal procedente de Ucrania ha sido solo un factor más que ha propiciado el incremento de los precios de estas materias primas.
La reactivación de la actividad tras la pandemia del Covid-19 pilló a los mercados con muy poco stock, en parte debido a los problemas climáticos que dejaron cosechas reducidas. A ello se sumó el importante incremento del coste de las materias primas, no solo de cereales tanto para alimentación animal como humana, sino también carburantes y minerales.
La guerra de Ucrania se ha sumado a la falta de stock, las consecuencias de la pandemia del Covid-19 o la crisis porcina africana para incrementar el precio y la escasez de cereales
Además, en estos últimos años se ha llevado a cabo cierto aprovisionamiento de cereales por parte de países como China, derivado de la peste porcina africana. El incremento de los fletes marítimos también ha sido determinante para llegar a la situación actual.
Con esta ‘tormenta perfecta’, ¿qué se puede esperar para los próximos meses? ¿Qué alternativas pueden tener las granjas gallegas frente al incremento de precios de los cereales y piensos? Estas fueron algunas de las cuestiones que abordaron en una sesión de debate virtual realizada recientemente entre los socios del grupo operativo supranacional Proteinleg, centrado en la búsqueda de proteínas alimentarias de calidad en base al cultivo de leguminosas.
Malas perspectivas
Pese a que la situación actual en cuanto a precios y stock de cereales es ya crítica, las previsiones a corto plazo tampoco son esperanzadoras. Países como India acaban de anunciar ya que cerrarán las exportaciones de cereal, para poder abastecer las necesidades de su mercado interior. Y las previsiones en territorio nacional tampoco son favorables. “Hemos dejado mucho en mano de las importaciones, dejando de lado la producción propia y puede que sea momento de retomar estos cultivos”, apunta Lucio García, investigador y responsable del departamento de producciones agroalimentarias, medio ambiente y territorios en el Centro Tecnológico de la Carne (CTC).
Aunque este año se ha incrementado la superficie de cultivo de cereal en España, tampoco servirá para substituir el grano procedente de Ucrania, ya que debido al elevado precio de los fertilizantes no se realizó un abonado adecuado, con lo que no se aguardan importantes producciones en Castilla.
“Los precios se han disparado y se aprecia una gran volatilidad con respecto de la situación de estabilidad que se vivía desde el 2012, cuando se produjo la última gran sacudida de los precios de las materias primas”: Higinio Mougán, Agaca
Además, aunque quedaban en Ucrania unos 30 millones de toneladas de cereal, existen grandes limitaciones para sacarlas del país, debido a las dificultades de hacerlo por barco, dado que buena parte de los puertos están minados. Mientras, otros medios de transporte por tierra tampoco están siendo viables. La guerra también ha reducido casi a la mitad el cultivo de cereales en el país este año y también habrá dificultades para sacar esta produccción del país, por lo que a corto plazo se espera que los precios sigan altos, tal y como apuntaron los socios del grupo Proteinleg.
“Los precios se han disparado y se aprecia una gran volatilidad con respecto de la situación de estabilidad que se vivía desde el 2012, cuando se produjo la última gran sacudida de los precios de las materias primas”, valora Higinio Mougán, gerente de la Asociación de Cooperativas Agrarias de Galicia (Agaca). Incluso se apunta ya a que puedan producirse mayores episodios de hambruna en países de África o Asia, así como en México, al reducirse las reservas mundiales de cereales.
La dependencia de la soja, ¿cómo hemos acabado así?
Una de las materias primas importadas por España es la soja, fuente de proteína en la mayoría de los piensos para el ganado. Junto con el maíz o el trigo, esta legumbre ha experimentado en los últimos meses un notable incremento del precio, que ha contribuido al incremento del pienso. Pero, ¿es viable el cultivo de soja en España o Galicia para reducir la importación? “En Galicia, por las condiciones climáticas de la región no somos capaces de producir soja y en España hay importantes dificultades para lograr producción”, indica García.
Además, en algunos de los países productores de soja está permitida la utilización de variedades transformadas genéticamente y resistentes al glifosato. “Logran producciones muy rentables con las que es realmente difícil competir en un modelo convencional, como el que se plantea aquí. No se produce en igualdad de condiciones”, apunta el investigador.
«Resulta más fácil traer un kilo de soja de Brasil que producirlo en España»: Lucio García, do CTC
Como señala el investigador del CTC, la soja es una leguminosa muy completa, ya que después de extraerle el aceite, la torta aún tiene más de 40% de proteína, mientras que otras leguminosas reducen ese porcentaje a un 22%. De hecho en el proyecto Proteinleg, que están formulando piensos para cerdos celtas y pollos de Mos en extensivo con un aporte de proteína procedente de otras leguminosas, han tenido dificultades para conseguir la cantidad de proteína necesaria.
Otro de los condicionantes para el cultivo de soja en España o Galicia es la falta de superficie para su cultivo, si se compara con las tierras disponibles en otros países productores, sobre todo de América. “En España es mucho más rentable tener la tierra con maíz o trigo que con soja”, apunta Mougán. “En definitiva, resulta más fácil traer un kilo de soja de Brasil que producirlo en España”, reconocen desde el CTC.
En busca de autosuficiencia y alternativas
Como coinciden en señalar los socios del grupo Proteinleg, esta crisis de los cereales ha vuelto a poner de manifiesto la importancia de reducir la dependencia de las importaciones y las ventajas de una mayor autosuficiencia de las ganaderías. “Esta crisis está volviendo a poner el foco en la gran dependencia de las ganaderías y tenemos que ser conscientes de que si no es una guerra será el cambio climático, va ha haber factores que encarezcan las materias primas, por lo que tenemos que procurar ser más autosuficientes en nuestras ganaderías. Aunque no podamos ser autosuficientes al 100% si podemos trabajar en reducir esta dependencia y aprovechar los recursos que tenemos”, comentan desde la Asociación de Productores de Porco Celta.
Contar con estudios sobre el comportamiento de la variedades, con semillas seleccionadas o con alternativas adaptadas a las condiciones de Galicia puede resultar fundamental para una mayor autosuficiencia de las ganaderías
Otra de las cuestiones fundamentales para incrementar la autosuficiencia de las ganaderías es poder ofrecer garantías a los ganaderos. Por eso, como señala Mougán, es clave la investigación sobre forrajes de invierno que puedan aportar proteína a la ración del ganado y así reducir la dependencia de soja. “En el caso del vacuno de leche, alternativas como la veza o el guisante pueden ser fundamentales para pasar de silos de hierba que tengan un 16% de proteína a lograr, con estas leguminosas, ensilados que puedan alcanzar un 22 o un 24% de proteína”, explica.
Contar con estudios sobre el comportamiento de la variedades, con semillas seleccionadas o con alternativas adaptadas a las condiciones de Galicia puede resultar fundamental. Es en esta línea precisamente en la que trabaja el proyecto Proteinleg, que ya ha estudiado el comportamiento del guisante, el altramuz o las judías para el aporte de proteína en la alimentación del ganado. “No podemos afrontar grandes cambios. No vamos a poder eliminar por completo las importaciones de materias primas como la soja, pero podremos hacer ajustes para tener una menor dependencia”, indica Mougán.