¿Cómo afrontar los retos de la reducción de antibióticos en las granjas de porcino?

El investigador Lorenzo Fraile aporta algunas claves para optimizar el uso de antimicrobianos en el día a día de las ganaderías porcinas. La implicación de ganaderos, veterinarios y la Administración es fundamental para reducir el uso de estos tratamientos y la aparición de patógenos resistentes

¿Cómo afrontar los retos de la reducción de antibióticos en las granjas de porcino?

Lorenzo Fraile, durante su participación en las Jornadas de Porcino celebradas en Silleda (Pontevedra).

En los últimos años el uso de antibióticos en las granjas ha estado en el punto de mira, en parte por el riesgo que la utilización de estos medicamentos puede suponer en la aparición de patógenos resistentes y las consecuencias que tiene no solo para el sector ganadero, sino para la sociedad en general. Aunque parece que son los antibióticos para uso humano los que mayor contribución han tenido en la aparición de patógenos resistentes, se busca en el sector ganadero un aliado en la lucha de esta problemática.

Las recomendaciones específicas para un uso prudente de los antibióticos impulsadas desde Europa en 2015 ha sido uno de los pasos significativos en esta línea. Poco después, en 2019 se implantaría la normativa que regula este uso y que ha entrado en vigor a principios de este mismo año. En el caso de España, la aplicación de esta normativa se encuentra aún pendiente de transposición y la publicación en el Boletín Oficial del Estado, una vez se responda a las alegaciones presentadas por Colegios de Veterinarios y distintas asociaciones. “El objetivo que persiguen las nuevas normativas europeas que acotan el uso de antibióticos es tratar el menor número de animales y evitar tratamientos colectivos sistemáticos”, explicaba el doctor en Veterinaria y profesor agregado de la Universidad de Lleida, Lorenzo Fraile, durante su participación en el XXIV Monográfico de ganado porcino, celebrado en Silleda (Pontevedra) recientemente.

Las nuevas normativas europeas que acotan el uso de antibióticos buscan tratar el menor número de animales y evitar tratamientos colectivos sistemáticos

Con cada vez más limitaciones al uso de antimicrobianos, el sector porcino busca estrategias para adaptarse sin que la rentabilidad de las granjas y la salud de los animales se vea comprometida. Fraile señaló algunas de las claves para trazar estrategias de éxito en el control y uso de los antimicrobianos, así como iniciativas que ya se han puesto en marcha para optimizar los tratamientos y conseguir un uso más eficaz de los antibióticos. Aunque se busca reducir su uso, Fraile recuerda que “los antimicrobianos son una herramienta fundamental para una producción eficiente, sostenible y rentable económicamente”.

Uso prudente de antibióticos: responsabilidad compartida

El nuevo marco jurídico europeo procura un uso prudente de los antimicrobianos, es decir, buscan evitar el uso rutinario de estos tratamientos. “Se debe abordar el uso del los antimicrobianos en cada situación y el veterinario será el último responsable que debe justificar esta decisión”, puntualiza Fraile. Además, el uso profiláctico de antimicrobianos, es decir, como método preventivo, está prohibido a efectos prácticos en el porcino.

Pero, ¿cómo conseguir un uso prudente de antimicrobianos? Fraile apunta en este sentido en la importancia que tiene la implicación de los diferentes agentes del sector para conseguir este ‘uso prudente’ de antibióticos. Así, el investigador incide en la necesidad de que veterinarios, ganaderos y la Administración participen de una manera activa, como única vía para conseguir este uso prudente. El experto, apuntó en Silleda las responsabilidades que cada parte del sector debe llevar a cabo:

-Veterinarios:

Para lograr un uso prudente de los antimicrobianos, los veterinarios deben realizar un diagnóstico preciso, tanto en base al caso clínico que presenta el animal como utilizando datos epidemiológicos.

También es necesario que los profesionales conozcan la sensibilidad de los microorganismos implicados y los productos registrados para su tratamiento. Además, son los veterinarios los que deben evitar el uso de los antimicrobianos fuera de etiqueta y sin cambiar medicamentos entre especies.

Además, Fraile incide en la importancia de que los veterinarios proporcionen datos de consumo a las autoridades para que se puedan mantener actualizados los registros, así como describir los efectos adversos de los medicamentos.

Así, en el día a día, para lograr un uso más prudente, los veterinarios deben prestar atención también a las medidas de prevención, a la alimentación y el bienestar en la granja. Las medidas médicas preventivas, como la inmunización de los animales son fundamentales. “El veterinario debe valorar las vacunas disponibles en el mercado y ser muy crítico con las autovacunas, teniendo muy presentes que una autovacuna es un producto medicamentoso y que debe exigírsele las mismas garantías que a las vacunas comerciales en cuanto a seguridad y eficacia”, apunta el investigador. Además, deberá prestar especial atención a los agentes que puedan causar las enfermedades.

-Ganaderos:

Por su parte, los ganaderos tienen un papel muy importante para conseguir una utilización prudente de los antibióticos. En buena parte de los casos, los ganaderos se encargan de administrar el medicamento, por lo que proporcionar la dosis adecuada y cumplir de forma estricta la duración del tratamiento indicado por el veterinario contribuye en gran medida a un uso prudente de los medicamentos. “Un 25% del uso prudente de un antibiótico es responsabilidad del ganadero”, comenta el investigador.

“Un 25% del uso prudente de un antibiótico es responsabilidad del ganadero”

Por otra parte, los granjeros también pueden contribuir a mejorar la eficacia de los tratamientos, ya que también pueden describir los efectos adversos que detecten, lo que ayuda a tener constancia de ellos y revisar el medicamento o su utilización en determinados casos. “Al año suelen recibirse en el Ministerio unas 400 notificaciones de efectos adversos. Es un número muy bajo en referencia al uso de los antibióticos y a las comunicaciones que se reciben en otros sectores como el de las mascotas, donde los dueños de perros y gatos suelen ser proactivos en la comunicación de estos efectos adversos”, concreta el investigador.

En las granjas de porcino, el ganadero también contribuye a reducir el uso de antibióticos si mantiene en óptimas condiciones los factores medioambientales que pueden provocar enfermedades. Garantizar unas instalaciones adecuadas, adoptando medidas de higiene, desinfección y un manejo adecuado son medidas del día a día que permiten reducir los riesgos. Así, llevar a cabo acciones de bioseguridad externa e interna, reducir las densidades de la granja o practicar un manejo de todo dentro y todo fuera contribuye a reducir los riesgos. “Prácticas como analizar las cerdas cuando se compran es una buena medida para evitar la entrada de enfermedades en la granja”, explica el investigador.

-Administración

El investigador también señala la importancia de que las Administraciones tengan un papel activo en la gestión y control del sector, tanto de granjas como de profesionales, de manera que se contribuya a fomentar las buenas prácticas. “Necesitamos que las Administraciones ejerzan de árbitros en el sector y que penalicen los comportamientos inadecuados para conseguir un uso más ajustado de los antimicrobianos”, puntualiza.

En busca de un uso más eficaz de los antibióticos

Al margen de las prácticas que tanto veterinarios, como ganaderos y Administración deben llevar a cabo, Fraile insiste en la importancia de afrontar otros desafíos para conseguir un uso prudente y eficaz de los antibióticos en el sector.

En primer lugar, apunta a la necesidad de revisar en profundidad los programas de medicina preventiva para el control de enfermedades bacterianas. En este sentido, recomienda prestar atención al uso de vacunas. “La utilización de vacunas puede ser un gran aliado. En la avicultura se vacuna mucho y es de los sectores en los que menos se trata, a pesar de esto, el 10% de las camadas se tienen que medicar”, apunta. También incide en vigilar las medidas preventivas medioambientales o los antimicrobianos utilizados en prevención para optimizar las prácticas preventivas.

Por otra parte, Lorenzo Fraile también insiste en que debería prestarse atención a los propios tratamientos antimicrobianos empleados hoy en día, tanto a los inyectables, como a los administrados en el pienso o en el agua bebida. “Necesitamos comprobar que estamos aplicando correctamente los tratamientos antimicrobianos”, señala el experto.

Otro de los ejes en los que el experto recomienda centrar esfuerzos es en integrar la monitorización de la sensibilidad de los microorganismos que se deben tratar con antimicrobianos. Para esto, el veterinario debe tomar muestras, de manera que pueda identificar el patógeno y así tener más información para tratar. En este sentido, Fraile propone trabajar esta identificación con pruebas cuantitativas, la concentración mínima inhibitoria, que frente a otras técnicas es más reproducible entre laboratorios y ayuda a predecir mejor el tratamiento más adecuado. La utilización de estos análisis permite una selección de antimicrobianos a utilizar en base a criterios epidemiológicos.

En este sentido, la Agencia Española del Medicamento (AEMPS) se ha propuesto crear una red de laboratorios veterinarios para que se trabaje con este método de un modo homogéneo. Así, los datos recabados se volcarán en un mapa epidemiológico a nivel nacional, que ya están en marcha y que permitirá tener más información disponible.

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