Como convertir en energía los residuos de una plantación de kiwis

El investigador Rubén Rodríguez apuesta en su tesis por su conversión en biomasa y bioetanol. Su aprovechamiento en los principales países productores equivaldría al uso de 400 millones de litros de gasolina.

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Como convertir en energía los residuos de una plantación de kiwis

Los kiwis generan gran cantidad de restos de poda

Por cada 100 kilos de fruta que se obtienen en una plantación de kiwis se engendran otros 83 de restos de poda, que, por lo general, terminan convirtiéndose en desperdicio, al igual que acontece con el 23% de la fruta colectada. No obstante, lo que los productores tratan hoy como residuos son también una posible fuente de energía, ya que ambos pueden transformarse en biocombustibles, como sostiene al investigador Rubén Rodríguez en tu tesis de doctorado, en la que estudia diferentes métodos para su conversión en biomasa o su uso para la producción de etanol.

De hecho, tras analizar los datos de producción en los cinco principales países productores de kiwis en el mundo y en España, Rodríguez concluyó que en estos países se desperdician de media unas 237.000 toneladas de fruta que, bien por defectos o bien por no adaptarse a los «valores comerciales», no serían comercializadas y 695.000 de restos de poda, que podrían convertirse en un combustible con un rendimiento energético que equivaldría en su conjunto al uso de más de 400 millones de litros de gasolina.

«La transformación de este desperdicio provocaría múltiples ventajas», sostiene Rodríguez, que en la tesis dirigida por el profesor de la Escuela de Ingeniería Forestal de la Universidade de Vigo Luis Ortiz incide en como el «incremento sustancial de la demanda de energía a nivel mundial» está fomentando un «considerable desarrollo» de fuentes de energía alternativas, como sería el aprovechamiento de los residuos agrícolas para la producción de biocombustibles.

Se trata, destaca de una «alternativa viable desde el punto de vista técnico, altamente relevante en aquellos países con una agricultura desarrollada, que además poseen una alta dependencia de combustibles fósiles». En primer termo, porque permitiría «obtener un valor añadido» de unos residuos que, a día de hoy, no se aprovechan, pero también porque su aprovechamiento contribuiría a evitar los gastos asociados a este desperdicio, que realmente termina en el suelo de la propia plantación”, provocando la acidificación del suelo, ya que, al estar en contacto con el suelo, se genera una descomposición bacteriana que hace que el PH baje, el que implica un gasto para enmendarlo.

Dos opciones de aprovechar toneladas de residuos

En tu tesis “Características y parámetros analíticos para la obtención de biocombustibles a partir de residuos en la producción industrial de Actinidia chinesis”, este ingeniero de Minas pone sobre la mesa diferentes alternativas para el aprovechamiento energético de estos residuos, «analizando tanto las posibilidades naturales, como las metodologías químicas», según las pruebas que realizó en una plantación en la provincia de Pontevedra, dónde se produce más del 60% de los kiwis que se comercializan en España, y los análisis de laboratorio que llevó a cabo en Italia, principal productor de kiwis del mundo. De esta manera, Rodríguez comprobó que es posible aprovechar estos residuos como biomasa, «tanto con su quema directa como por su conversión en pellets o briquetas», pero también emplear tanto los restos de fruta como las ramas para la producción de bioetanol, un biocombustible que tiene como base el azúcar que se podría extraer, tanto a través de un proceso químico de «hidrólisis acídula» como de uno propio de la especie, el conocido como «maduración climatérica».

«Energéticamente, es más rentable utilizar la quema directa de la biomasa, pero todo depende de la finalidad de la industria», añade Rodríguez, que incide en que su tesis no implica un análisis del rendimiento económico de cada proceso, en el que incidirían múltiples factores. «Todo varía en función de los objetivos o de los valores de mercado, que cambian constantemente. Por ejemplo, ahora mismo el petróleo está a 50 dólares el barril, por lo que igual, en este momento, no te interesa producir bioetanol,» apunta Rodríguez, que en su tesis propone «varios posibles caminos para aprovechar un recurso que se desperdicia”.

Cerca de 700.000 toneladas de restos de poda a aprovechar

Así, por una banda, estudia la posibilidad de utilizar como biomasa, tanto los restos de poda, como del secado de los restos de la fruta, que harían posible convertir el 16% de los restos de la fruta en biomasa o en pienso animal. Partiendo de los datos de producción recogidos por la FAO entre 2001 y 2011, Rodríguez calcula que en los cinco principales productores de kiwis del mundo, Italia, Nueva Zelanda, Chile, Francia y Grecia, junto con España, país en el que realizó los estudios de campo, podría realizarse anualmente un aprovechamiento energético de 695.000 toneladas de restos de poda, así como de otras 38.000 toneladas de fruta seca, aunque según apunta este investigador considera «absurdo» hoy en día aprovechar estos últimos como biomasa, «ya que son un buen alimento para animales, por lo que sería mejor utilizarlos como pienso”. Asimismo, también apunta que la combustión de la biomasa generada en los restos de poda o en los restos de la fruta también permite el aprovechamiento de las cenizas resultantes, «que podrían ser utilizadas como abonos inorgánicos».

La opción del bioetanol

Por otra banda, Rodríguez también estudió como transformar todos estos residuos en bioetanol, sometiendo tanto los restos de fruta como las propias ramas, que también cuentan con azúcar, a un proceso de «hidrólisis acídula».

Esto permitiría generar, teniendo en cuenta la producción de los seis países analizados, cerca de 208 millones de litros al año de este biocombustible, «que la industria podría utilizar sin mayores costes, el que haciendo una equivalencia al rendimiento energético de la gasolina», supondría el uso de 147 millones de litros de este combustible».

A este respecto, Rodríguez alude «a la mayor rentabilidad» que supondría a su juicio emplear los residuos forestales como biomasa, «porque la usarías como lo que son, sin transformarlas, ya que así su rendimiento energético aumenta mucho». De hecho, también propone en su tesis una «opción mixta» en la que estos residuos se emplearían para la combustión y los restos de fruta se destinarían a la obtención de etanol a través de la maduración climatérica, la opción que considera «más rentable».

No obstante, este investigador deja claro que el posible aprovechamiento de estos subproductos generados en las plantaciones tiene también una serie de desventajas, como que el kiwi sea un producto estival, «lo que implica que estos subproductos sólo estarán disponibles en un determinado momento del año, lo que puede condicionar la inversión necesaria para la elaboración de los biocombustibles,», así como el hecho de que, en algunos casos, «la cantidad no será suficiente para la fabricación de biocombustibles a gran escala».

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