Con la mirada de la sociedad y de las autoridades comunitarias puesta cada vez más sobre las consecuencias negativas de la ganadería intensiva sobre el medio ambiente, surgen iniciativas que ponen en valor modos extensivos de producción ganadera que además de producir carne de calidad cuidan del paisaje, reducen el calentamiento global y frenan la despoblación rural.
En el año 2014 la Serra do Xistral fue declarada como Zona de Especial Conservación dentro de la Red Natura 2000. Entre la riqueza ambiental presente en O Xistral destacan tres hábitats naturales prioritarios, lo que significa que están amenazados de desaparición en el territorio europeo (los brezales húmedos atlánticos, las turberas altas activas y las turberas de cobertor) que se distribuyen a lo largo de toda la sierra formando un mosaico natural único.
Auspiciado por la Diputación de Lugo como socio coordinador, en el 2017 surge el proyecto europeo Life in Common Land, en el que participan las Universidades de Santiago y de A Coruña. Con una vigencia de 5 años, hasta 2022 este programa está desarrollando una serie de acciones encaminadas la incluir la conservación de la biodiversidad como parte integral del sistema de gestión agroganadera, mediante la implementación de Esquemas Completos de Gestión Basados en Resultados de Conservación, siguiendo ejemplos exitosos aplicados en otras áreas de la Región Atlántica.
Con una vigencia de 5 años (2017-2022) el proyecto Life in Common Land tiene como socio coordinador a la Diputación de Lugo e integra a las Universidades de Santiago y de A Coruña
«El objetivo es mantener el estado de conservación de tres hábitats prioritarios raros en Europa presentes en la Serra do Xistral e integrar la conservación con el manejo ganadero, ya que estos habitats son seminaturales, es decir, lo que ayuda a conservarlos son los usos tradicionales y uno de los riesgos para su conservación es precisamente que desaparezca ese manejo», explica Laura Lagos, de la Facultad de Ciencias de la Universidad de A Coruña, integrante del proyecto.
El proyecto nace para combatir diversos problemas que afectan a los hábitats en la Zona Especial de Conservación Serra do Xistral, como el progresivo abandono de la actividad tradicional (que produce alteraciones en la composición y configuración del paisaje), la poca definición en las directrices de gestión medioambiental, el mal estado de hábitats ligados la actividad humana, el cambio climático y la ubicación desfavorable de las áreas de montaña, que conlleva una pérdida paulatina de la población.
Integrar a la población local en la ecuación
Pero como en todo programa de conservación que pretenda ser exitoso, resulta fundamental involucrar a la población local. De las 22.964 hectáreas que ocupa la ZEC Serra do Xistral, las Comunidades de Montes de la zona tienen la titularidad del 48% de este espacio, sumando un total de 11.107 hectáreas.
Las Comunidades de Montes son propietarias del 48% de la superficie declarada Zona de Especial Conservación en la Serra do Xistral
En este entorno natural se desarrollan actividades agroganaderas con un marcado carácter tradicional, adaptadas a las condiciones de la zona y que resultan beneficiosas para el medioambiente. En la Serra do Xistral, al igual que en otras zonas de montaña de Galicia, se ha demostrado el efecto positivo que las prácticas agrarias de bajo impacto, como el pastoreo de ganado vacuno y caballar en extensivo, producen sobre la diversidad vegetal y su estructura. Además, estas explotaciones agrarias semi-naturales proporcionan una esencial infraestructura verde para la vida silvestre, muy importante para mantener la conectividad entre ecosistemas.
«Aunque hay acciones que es más difícil convencerlas, la respuesta de las CMVMC está siendo buena. La Red Natura ya lleva para ellas aparejada una serie de restricciones y ya están haciendo un manejo acorde a esas restricciones, por lo que este proyecto Life no supone nada a mayores en ese sentido. Lo acogen bien, porque es convertir la Red Natura en un valor para los habitantes de la zona», afirma Laura.
Comunidades de Montes de seis ayuntamientos
El monte en la Serra do Xistral es comunal. Pertenece a 11 CMVMC de seis ayuntamientos: Xove (Laxa Moura), Viveiro (Bullo, en la parroquia de Boimente), Ourol (Miñotos), Valadouro (Vilacampa, Cadramón, Santo Tomé de Recaré y Frexulfe), Muras (Silán, A Balsa y Teniente e Xistral, que integra varios lugares de O Viveiró) y Abadín (Montouto). En total son 11.000 hectáreas de superficie pertenecientes a unos 300 comuneros, de las que 7.000 hectáreas están dentro de la Red Natura y 5.000 cuentan con hábitats declarados prioritarios.
En toda la Serra do Xistral hay unos 300 comuneros, que se corresponde con el número de casas que hay habitadas durante todo el año
El monte es, desde antaño, el pilar fundamental del sistema agrario gallego tradicional. Es precisamente en este espacio, donde se producía el pasto necesario para la supervivencia del ganado, lugar también propicio para el mantenimiento de un sistema de fertilización mediante el trinomio: monte, cultivo, prado.
Las actividades agroganaderas tradicionales en la Sierra do Xistral presentan una función importante en la conservación de la biodiversidad, ya que la ganadería extensiva y el manejo tradicional de los caballos salvajes contribuyen a mantener los brezales y turberas
Estas actividades tradicionales desarrolladas por las Comunidades de Montes generación tras generación en esta zona, son imprescindibles para la conservación de los hábitats. El manejo ganadero, destacando la pervivencia de manadas de caballos salvajes, modelan el paisaje y ayudan a mantener los hábitats en un buen estado de conservación.
3.500 vacas y 1.500 caballos
En montes de vocación ganadera como en la Serra do Xistral, muchos vecinos dependen aún hoy de los terrenos comunales para el desarrollo de su actividad, centrada en la ganadería de carne. Hay censadas unas 6.000 cabezas de ganado vacuno en las explotaciones de la zona, de las que unas 3.500 hacen uso habitual de los pastizales de las Comunidades de Montes. «En estas parroquias los ganaderos hacen un manejo combinado de sus pastos en sus fincas de propiedad individual en las aldeas y de los pastos de monte pertenecientes a las CMVMC», explica Laura.
A mayores del ganado vacuno, de los 300 comuneros existentes alrededor de un centenar tiene también caballos en el monte. El censo actual de caballos en la totalidad de la Serra do Xistral se situaría entre los 1.500 y los 2.000 animales, la mayoría son caballos adaptados a las condiciones de la zona tras décadas de presencia en los montes, aunque pocos están registrados como caballos de pura raza gallega.
La población de caballos salvajes está en retroceso en O Xistral, con la mitad de cabezas que hace 50 años
La población de caballos salvajes de Galicia ha descendido en los últimos años por motivos como la desaparición de los usos tradicionales, el bajo precio de la carne, y diversos conflictos derivados de la aplicación de nuevas legislaciones, como la obligatoriedad de llevar microchip, o el aumento de la presencia del lobo. «Es todavía una población de caballos salvajes muy importante la que hay en O Xistral, pero la mitad que hace 50 años», constata Laura.
«La gente siempre dice que es por causa del lobo, pero hay más causas. La introdución del microchip ha influido, los cambios que ha habido en los montes cerrados también, el precio de la carne, que aunque ha repuntado algo sigue bajo, y la propia evolución de la población y el abandono, ya que la gente es mayor y cada vez hay menos jóvenes para subir a los montes a hacer los curros, por ejemplo», enumera.
Los caballos, pieza clave
El abandono del aprovechamiento tradicional de los caballos en la Serra do Xistral tiene consecuencias muy negativas para los hábitats, ya que está dando lugar a la degradación de los brezales y su sucesión hacia otras comunidades vegetales.
La Serra do Xistral se ha caracterizado tradicionalmente por la presencia de ganadería extensiva en convivencia con caballos salvajes y su función es de vital importancia. «Son fundamentales para conservar los brezales, ya que las bestas son las que controlan el tojo y mantienen abiertos los brezales. Los comuneros lo saben muy bien, ya que aunque apenas les generan ganancias económicas directas por su poca rentabilidad, cumplen una misión fundamental en los montes y por eso los mantienen», asegura Laura.
La reintrodución de caballos para la restauración de hábitats es una práctica novedosa en Galicia, pero se ha empleado con éxito en países como Reino Unido
Por tanto, las amenazas que se ciernen sobre esta actividad tradicional hacen necesario el diseño y puesta en marcha de soluciones innovadores para garantizar su persistencia. La reintroducción de los caballos salvajes para la recuperación de hábitats de montaña es nuevo en Galicia, pero se ha utilizado con éxito en proyectos de conservación y restauración llevados a cabo principalmente en el Reino Unido, empleando en este caso otras razas de caballos como la Exmoor.
Desde el proyecto Life in Common Land se ha evaluado la situación de partida de la población de caballos salvajes en O Xistral, mediante un análisis de la distribución espacial de las manadas, su estructura social, comportamiento y dinámica poblacional, así como el manejo que se realiza de estos animales y su uso en los brezales húmedos atlánticos y las zonas de turbera en cada comunidad de montes. La continuidad del aprovechamiento tradicional de estos animales favorecerá la conservación de los hábitats y, a la vez, la preservación de una población de caballos endémica del noroeste peninsular.
Los caballos salvajes son una pieza fundamental de los ecosistemas abiertos de las sierras gallegas, y en concreto de A Serra do Xistral, y son de vital importancia para la conservación de los hábitats de brezal
También se han estudiado los diferentes conflictos derivados de la presencia de caballos salvajes, como las zonas con mayor riesgo de accidentes causados por estos caballos en las carreteras. Los accidentes de tráfico por presencia de animales en las vías, tanto caballos como vacas, son un problema importante en las zonas de sierra. Para evitarlo, conviene reducir en lo posible el acceso de los animales a las vías principales y concienciar a los usuarios que transitan por estas vías secundarias.
Ganadería extensiva, biodiversidad y cambio climático
Las actividades agroganaderas tradicionales de la ZEC Serra do Xistral presentan una función importante en la conservación de la biodiversidad. La ganadería extensiva y el manejo tradicional de los caballos salvajes contribuyen a mantener los brezales y turberas, hábitats prioritarios de conservación para la Unión Europea.
Asimismo, las turberas cumplen un papel importante en la mitigación del cambio climático por su capacidad de fijar carbono, por lo que la relación establecida entre la ganadería extensiva y la conservación de estos ecosistemas constituye un modelo de aprovechamiento sostenible de los recursos naturales.
En el año 2014 la Serra do Xistral fue declarada como Zona de Especial Conservación dentro de la Red Natura 2000, ocupando una superficie de 22.964 hectáreas
La gran extensión del mosaico de turberas y brezales húmedos en la Serra do Xistral ha motivado que el territorio incluido en esta ZEC haya sido calificado como el conjunto de este tipo de hábitats de mayor valor para la conservación de la biodiversidad del noroeste Ibérico. Concretamente, las turberas de cobertor presentes en la sierra no tienen comparación el sudoeste Europeo.
A lo largo de unas 2.694 hectáreas, las turberas de cobertor cubren a modo de manto las cumbres de suave relieve de la Serra do Xistral y constituyen un importante almacén de CO2, que se libera cuando se degradan, por lo que las acciones encaminadas a mejorar su estructura y funciones influyen directamente en la lucha contra el cambio climático. Las turberas contienen además información paleoambiental fundamental para el estudio de la historia del clima y, por tanto, para comprender mejor su evolución y buscar estrategias de adaptación.
La Serra do Xistral posee el conjunto de brezales húmedos y turberas de mayor valor para la conservación de la biodiversidad del noroeste Ibérico, incluyendo un complejo de turberas de cobertor sin parangón en el sudoeste Europeo
Las turberas altas se encuentran distribuidas por toda la sierra, como pequeñas manchas, aprovechando las acumulaciones de agua provocadas por el relieve, ocupando unas 245 hectáreas. Finalmente, los brezales húmedos tapizan grandes superficies, un total de 2.276 hectáreas, coloreando los montes en primavera, durante la espectacular floración de la Erica mackayana.
Proyectos de Ordenación Forestal con visión ambiental
De las 11 CMVMC presentes en la Serra do Xistral, 7 de ellas (Laxa Moura, Vilacampa, Santo Tomé de Recaré, Frexulfe, Silán, Tenente e Xistral y A Balsa) han redactado su Proyecto de Ordenación dentro del proyecto Life in Common Land, cubriendo una superficie de casi 3.000 hectáreas.
Financiados por este programa europeo, estos Proyectos de Ordenación han sido ya aprobados por las respectivas asambleas de las Comunidades de Montes celebradas durante los meses de febrero y marzo de este año y la documentación remitida a la Xunta para su aprobación definitiva.
Del resto de Comunidades, Miñotos y Montouto están trabajando actualmente en su redacción, Bullo tenía ya Proyecto de Ordenación vigente y en el caso de O Cadramón no fue financiado por el Life pero sí redactado siguiendo sus principales líneas de actuación.
Los Proyectos de Ordenación Forestal normalmente son más productivos y se centran sólo en el aspecto maderero o como mucho de pastos para el ganado en determinadas zonas pero pocas veces tienen en cuenta aspectos ambientales
«Aplicamos un modelo de gestión que parte del estado actual, estableciendo unos indicadores fáciles de medir y unas recomendaciones para llegar a un buen estado de conservación de los hábitats. Ese modelo general para todo O Xistral se plasma después en los Proyectos de Ordenación individuales de cada Comunidad de Montes, que es la herramienta que tenemos para trabajar. Los Proyectos de Ordenación Forestal normalmente son más productivos y se centran sólo en el aspecto maderero o como mucho de pastos para el ganado en determinadas zonas, pero aquí se busca compatibilizar el aprovechamiento del monte con los objetivos de conservación de los hábitats», explica Laura.
Esta experta ensalza la labor de los comuneros, ya que asegura que «básicamente se trata de continuar lo que los comuneros llevan haciendo toda la vida pero poniéndolo en valor, porque eso sirve para conservar los hábitats y por eso queremos plasmarlo en un documento de ordenación y gestión de los montes», argumenta.
Desbroces mecánicos y eliminación de pinos
Los Proyectos de Ordenación parten del estado actual, con una evaluación de los hábitats y poblaciones de caballos salvajes. Entre los indicadores estarían la altura del matorral, el porcentaje de tojo, o el porcentaje de matorral frente a herbáceas. «Estos indicadores permiten a los comuneros y a nosotros ver fácilmente cuales son las zonas que están mal y en las que habría que actuar», indica Laura.
Mediante indicadores sencillos identificamos la salud y el estado de conservación de los hábitats de gran valor ecológico para después actuar sobre ellos si es necesario
A partir de esa evaluación previa, se llevan a cabo una serie de acciones demostrativas de conservación que ejecuta y paga el programa Life y que son consensuadas con las CMVMC. Entre otras acciones que se están llevando a cabo estaría la eliminación de pinares que se plantaron en los años 70 en determinadas zonas que son prioritarias. «En turberas de cobertor de las zonas altas hace años se dedicaron a plantar pinos con la esperanza de crear riqueza, pero hoy tienen un metro o dos de altura y, aunque sirven de refugio para el ganado, perjudican la turbera. Son trabajos muy delicados para que la saca no perjudique el ecosistema», cuenta.
Otras acciones que se están llevando a cabo en distintas Comunidades de Montes es la recuperación de brezales que están dominados por tojo mediante desbroces mecánicos y su posterior mantenimiento con los caballos. Para ello a veces es necesario modificar cierres para permitir la entrada de los caballos a zonas a las que no podían acceder. «En Santo Tomé tenían una zona de matorral que había quedado dentro de una zona de pastizal, al que non dejaban entrar a los caballos, solo a las vacas. Se ha modificado el cierre para que los caballos ayuden a recuperar el pastizal», ejemplifica Laura.
Ayudas en función del estado de conservación
Pero quizás el aspecto más novedoso del proyecto que se está llevando a cabo en O Xistral sea el ensayo de un sistema de retribuciones a los propietarios en función del estado de conservación natural de sus terrenos, un enfoque totalmente distinto al que se aplica actualmente en ayudas como la PAC. «Al final del proyecto se va a hacer un ensayo de pagos por conservación, es decir, en este modelo de gestión en base a resultados de conservación no sólo te van a pagar por tener tantas vacas en tanta superficie, sino por cómo se encuentre esa superficie, es decir, te van a pagar por tener el hábitat bien conservado en función de indicadores objetivos», explica Laura.
Los 300 comuneros de O Xistral recibirán un primer pago en 2022 dentro del proyecto Life con fondos europeos de este programa, pero la intención es que estas compensaciones continúen en el futuro dentro de los fondos del PDR.
En 2022 los 300 comuneros de O Xistral recibirán un primer pago en función del estado ambiental en el que se encuentren sus montes
Supondría un cambio de filosofía acorde con las nuevas directrices de Bruselas, reflejadas por ejemplo en la reforma de la PAC que se empezará a aplicar a partir del año 2023 y consistente en retribuir al agricultor y ganadero por su labor de conservación del medio ambiente.
«En Life in Common Land realizamos un seguimiento sobre el estado de conservación de los hábitats de alto valor presentes en la Serra do Xistral y cada año completamos un informe sobre el estado de 3 hábitats concretos (brezales húmedos, turberas altas y turberas de cobertor) en base a los mapas de hábitats elaborados. Este análisis nos permitirá conocer la salud de estos ecosistemas y, una vez finalizadas las acciones del proyecto, cuanto mejor sea su estado, mayor será el beneficio que obtendrán los 11 Montes Vecinales en Man Común participantes en el proyecto», explican.
Modelo extrapolable a otras zonas de Galicia
Aunque O Xistral constituye en muchos aspectos un hábitat único y el modelo de gestión aplicado en base a resultados de conservación es también único, podría ser aplicado también en otras zonas de Galicia con presencia de caballos salvajes en el monte, como la zona de Mondoñedo o de As Pontes en la zona norte de Galicia, considera Laura.
«Creamos modelos selvícolas de conservación de hábitats compatibles con la producción ganadera y la presencia de caballos salvajes para aplicar en Proyectos de Ordenación Forestal, es un modelo que está pendiente de aprobación por la Xunta pero podría aplicarse en otros lugares aumentando de esta forma la replicabilidad del proyecto Life llevado a cabo en O Xistral», afirma.
El modelo selvícola creado para o Xistral, que hace compatible aprovechamiento y medio ambiente, y el sistema de gestión en base a resultados de conservación ensayado, podrían aplicarse en otros espacios naturales
Los integrantes del proyecto tienen claro que para el éxito de un programa medioambiental resulta imprescindible implicar a la población que vive en estos espacios protegidos en su conservación y en la gestión del territorio. Por eso, el proyecto Life in Common Land busca incorporar a los comuneros en la ecuación espacio natural + usos tradicionales = conservación, dado que las actividades que desarrollan modelan el paisaje y su mantenimiento resulta imprescindible para la conservación de estos hábitats.
El siguiente paso sería la valoración por parte del conjunto de la sociedad de esa labor y el pago por los servicios ecosistémicos, es decir, la valoración económica de la conservación natural. En Galicia, resalta particularmente la importancia de las Comunidades de Montes que, con su peculiar figura de propiedad y gestión en común de la tierra, constituyen una herramienta de conservación del paisaje tradicional y de su diversidad.