Conde da Xesteira, una ganadería aferrada al pastoreo

Jesús Conde y Elvira Santiago atienden desde hace 25 años esta ganadería de A Estrada donde el rebaño sale todos los días al pasto para conseguir una leche diferenciada y rica en Omega 3. Son de las pocas ganaderías que comercializan parte de su producción con distintos puntos de venta directa

Conde da Xesteira, una ganadería aferrada al pastoreo

Jesús Conde, con parte de su rebaño en una de las praderas a las que las vacas salen a pastar todos los días.

Cuando hace 25 años Jesús Conde Ares y su mujer Elvira Santiago Fuentes se hicieron cargo de la pequeña ganadería familiar situada en la parroquia de Lamas (A Estrada, Pontevedra) tenían claro que las vacas debían salir todos los días al pasto. «Queríamos producir leche pero para nosotros era prioritario que las vacas saliesen a pastar todos los días, y fueron muchos los que intentaron convencernos de que no era posible ser competitivos en la producción de leche con el pastoreo», recuerda Jesús.

Este ganadero, que durante su juventud probó el trabajo en alta mar, siendo maquinista naval; sigue convencido de la importancia del pastoreo para lograr una leche de calidad. Otra de las claves para Jesús es observar y comprender las necesidades tanto de los animales como de los pastos y actuar en consecuencia. «La gente cada vez quiere que todo sea más inmediato y hace falta tener paciencia y saber observar e interpretar las claves que te van dando tanto las vacas como la naturaleza», concreta.

«Fueron muchos los que nos dijeron que no era posible ser competitivos en la producción de leche con el pastoreo»

Hoy Conde da Xesteira es una de las dos ganaderías de leche que queda en la aldea de Lamas y, además de seguir llevando las vacas al pasto, también son de las pocas ganaderías gallegas que comercializan leche fresca directamente al consumidor. De las 10 vacas con las que contaban cuando comenzaron, ahora el rebaño llega a los 90 animales, 45 de ellas en ordeño, unas 6 vacas secas y el resto recría y consigue una producción de unos 500.000 litros al año. «En la ganadería estamos Elvira y yo, y estos son los animales que damos atendido entre los 2, no tenía sentido seguir creciendo», concreta.

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Procuran proporcionarle pasto fresco al rebaño todos los días.

Pasto nuevo todos los días

Toda la gestión de la ganadería está condicionada por la importancia que tiene el pasto y para Jesús la receta es sencilla: «Hay que procurar tener pasto de la mejor calidad», reivindica. Las vacas salen al pasto alrededor de las 12 de la mañana y hasta media tarde permanecen en el prado. «Las vacas tienen que tener pasto nuevo todos los días puesto que los animales salen ya mantenidos de la granja y si no le ofrecemos algo sabroso no lo van a querer. El pasto es el postre de la ración para nuestras vacas», explica Jesús.

«El pasto es el postre de la ración para nuestras vacas»

Para cuidar y tener pasto fresco cada día, Jesús desbroza la pradera una vez que fue pacida para conseguir la regeneración de la hierba, evitar que espigue y disponer de hierba suficiente. De hecho, si el ganado no consigue acceder al pasto en las condiciones óptimas, Jesús prefiere desbrozar la hierba para garantizar que cuándo vayan a esa finca disponga de la hierba en el mejor momento. En 3 semanas puede volver a pacer la parcela.

Para lograr un pasto de calidad, Jesús intenta tener un equilibrio entre gramíneas y leguminosas lo que le exige un cuidado minucioso de estas últimas. La renovación de las praderas las realiza cada 4 o 5 años y apuesta por mezclas de Ray Grass y nunca opta por variedades como Ray grass westerwold con un aporte de proteína que no estaría siéndole rentable y que desperdiciaría con el tipo de alimentación que tienen sus animales.

Procura praderas con un equilibrio de gramíneas y leguminosas por lo que nunca excede de los 24.000 litros de abono por hectárea

Una de las claves para el cuidado de las leguminosas es el abonado que hace de las fincas. Solo emplea los purines de la ganadería y nunca excede de los 24.000 litros por hectárea. «La gente se sorprende que consigamos los buenos rendimientos en la pradera y en los forrajes con tan poco purín», reconoce el ganadero. El propio purín ya está equilibrado gracias al carbonato de las camas de las vacas. «En todas las tierras tenemos un Ph de un 6,3 o 6,5 y eso nos permite tener unos rendimientos muy aceptables tanto del pasto como del maíz, que llega a las 45 toneladas por hectárea», concreta.

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Llevan años empleando el activador de los purines Bioprana.

Aparte de esto, también emplea el uso de bacterias en los purines que contribuyen a activar la acción sobre los cultivos y las praderas a la par que disminuyen los olores. «Entre la alimentación de los animales y las bacterias conseguimos unos purines de mejor calidad y que con poca cantidad se consigan mejores resultados», concreta el ganadero.

Se encuentran en una zona privilegiada y disponen de unas 15 hectáreas de terreno rodeado de ríos y eso les permite tener buenos pastos, que para otros ganaderos resulta imposible conseguir. «No todo el mundo lo puede hacer, pero también hay mucha gente que puede y no lo hace porque prefiere una producción más acomodada», reconoce Jesús.

La ganadería maneja unas 53 hectáreas de terreno, todo el cedido o alquilado

La ganadería maneja unas 53 hectáreas de terreno, todo el cedido o alquilado y situado en un radio máximo de 5 kilómetros de la granja. «Fuimos juntando la tierra a base de mucho trabajo y negociaciones con los vecinos. Fue un proceso lento para ir consiguiendo fincas pero hace falta tener paciencia», apunta el ganadero. Hoy la parcela más pequeña que gestionan es de 0,5 hectáreas. Reconoce que el entendimiento con los vecinos fue fundamental para lograrlo y, de hecho, es la clave también para que comparta buena parte de la maquinaria con la otra ganadería de la aldea sin ningún tipo de acuerdo por escrito.

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Jesús varía el aporte de cebada en la ración en función de las características del pasto.

Silo de maíz y pasto, la base de la ración

Además del pasto, la ración de las vacas en producción se componen principalmente de 40 kilos de silo de maíz, 5 kilos de pienso, con un 32% de proteína, a base de soja, colza, cascarilla y urea, junto con los correctores correspondientes. A mayores aportan unos 5 kilos de cebada, una cantidad que va cambiando en función de las características del pasto o incluso llega a sustituirla por grano húmedo, que obtiene con un ensilado por separado del grano del maíz.

«Las vacas son verdaderos laboratorios y ellas mismas te van diciendo lo que precisan en cada momento»

Fueron de los primeros en la zona en comenzar a trabajar con el grano húmedo y de las 30 hectáreas que tienen dedicadas a maíz suelen hacer entre 40 y 60.000 kilos, dependiendo del año. Esta cantidad les llega para cerca de 8 meses. «El grano húmedo es una fuente muy importante de energía. Cuando se lo das sabes que con la misma cantidad de comida vas a conseguir unos litros más de leche», concreta Jesús. Las vacas en producción nunca comen silo de hierba, que reserva para las vacas de seco y las novillas, puesto que asegura que varía el sabor de la leche.

«Para los ganaderos que estamos en pastoreo es fundamental saber cómo se comportan en panza los componentes que tú le aportas al animal, de ahí que por su rápida absorción sea muy bueno aportar cebada», detalla Jesús. Incluso llegaron a aportarle semilla de lino, que traían de Portugal y que le confería una gran cantidad de Omega 3 a la leche.

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La madre de Jesús, María, a sus 90 años, gusta de las tareas de cuidado de la recría en la granja.

«Nuestra leche estaba 3 veces por encima de la leche rica en Omega 3 que comercializaba una de las empresas más importantes del mercado», concreta. Sin embargo, dejaron de incluirlo en la ración para ajustar costos y para incrementar los valores de grasa, puesto que el aporte de Omega3 lo siguen consiguiendo con las variedades de trébol que tienen. Hoy su leche tiene un 3,3% de grasa, un 3,45% de proteína y con un recuento de células somáticas por debajo de 100.000 por mililitro.

«Las vacas son verdaderos laboratorios y ellas mismas te van diciendo lo que precisan en cada momento. Siempre dije que lo de la leche es el negocio de la mierda ya que es fundamental saber cómo son las deposicións de tus animales porque eso es lo que te va a dar las claves de lo que precisan», explica el ganadero. Pese a las modificaciones en la ración que va realizando, la producción de la leche es regular con variaciones máximas que no superan los 15 litros en las entregas que hace cada dos días.

Venta directa de la leche

Hace 10 años que Jesús y Elvira decidieron comercializar parte de su producción de leche de manera directa. «Por el concepto de empresa que teníamos no queríamos estar sujetos a un solo cliente y comenzamos con la venta directa», concreta Jesús. Comercializan de este modo unos 2.000 litros al mes repartidos en una máquina expendedora situada en el centro de A Estrada que es de las pocas que queda en Galicia después de que llegasen a contabilizarse cerca de medio ciento de ellas.

También tienen otros puntos de venta directa de leche fresca en Santiago de Compostela y Caldas de Reis y son los proveedores de la leche con la que Casa Xacobe elabora sus sobremesas. De este modo, Jesús complementa el trabajo en la granja con el reparto de los distintos puntos de venta.

Con la leche de esta ganadería, Casa Xacobe elabora sobremesas como la Crema Gallega.

Se encargan también de realizar una pasteurización débil de la leche para reducir los riesgos sanitarios y conservar el sabor. Someten la leche a una temperatura de 74 grados durante 20 segundos y luego se baja hasta los 4 grados de forma instantánea. «Hay 2 tipos de leche: el de vaca y el de cartón. Nosotros queremos una leche con las garantías sanitarias pero con todo el sabor por eso hacemos este tipo de pasteurización», comenta.

Venden el litro de leche a 1 euro y es el consumidor quien envasa la leche, bien en sus propio envase, que lleva de casa, o en los que le proporcionan, que puede ser de vidrio o plástico, y que se añade al precio de la leche. «Conseguimos tener una clientela fija pero también es cierto que llevamos 10 años vendiendo la leche al mismo precio», indica el ganadero.

Rentabilizar la venta de la recría

Pese a estar centrado en la producción de leche, en estos últimos tiempos Jesús comenzó a criar 4 bueyes de Angus, a los que espera sumar otros 3 más el próximo año, y que asegura «van a ser mi plan de pensiones», ya que cuenta poder comercializarlos dentro de unos 4 o 5 años, coincidiendo con su jubilación.

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Venden el 90% de los becerros frisones a particulares después de ser destetados y ahora empezaron a criar bueyes de Angus.

Aunque es la primera vez que cría este tipo de animales, en la ganadería lleva tiempo rentabilizando la recría. Así es que el 90% de los becerros frisones que le nacen van directos a particulares con un precio fijo de 260 euros, después de ser destetados con mes y medio de vida.

Reconoce que esta es una fuente de ingresos para la ganadería, sin embargo, la mayoría de su recría suelen ser hembras. También tuvieron unos años en el que el índice de partos múltiples fue muy elevado. «Llegamos a tener 14 partos de gemelos al año», recuerda Jesús. Fue un estudio de la Universidad de Wisconsin lo que los puso en el camino para reducir la tasa recomendando realizar las inseminaciones por debajo de los 50 litros de producción. «Desde que comenzamos a hacerlo la tasa se redujo y ahora podemos tener un parto de gemelos al año», detalla el ganadero.

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