Consecuencias de la guerra en Ucrania sobre los fertilizantes: problemas de suministro y alza de precios

Las sanciones a Rusia, principal exportador de abonos a nivel mundial, y la subida del precio del gas están provocando un nuevo incremento en la cotización de productos como la urea, que en los últimos 15 días ha pasado de 600 a 900 euros la tonelada

GANADOS AMANEI (Baleira) maquinaria abonadoraEl campo gallego está sufriendo ya de lleno las consecuencias de la guerra de Ucrania. Al encarecimiento de los cereales se suma también el de los abonos. Los efectos de la invasión Rusa se han dejado notar de forma inmediata en el mercado de fertilizantes. “Lo hemos notado de forma radical y rápida”, reconocen las empresas gallegas del sector.

La situación de partida era ya complicada, con stocks limitados y precios por las nubes, motivados por los problemas logísticos y el alto coste del gas, aunque el abastecimiento, hasta ahora, estaba garantizado, según reconocen los almacenistas gallegos.

Pero a este difícil escenario se suma ahora una interrupción adicional en las cadenas de suministro, tanto de productos ya elaborados como de materias primas, procedentes en gran parte de la región en conflicto y los países vecinos (Rusia y Bielorrusia, afectados por las sanciones internacionales), así como el cierre de fábricas en Europa (debido al alto coste energético).

La guerra llegó en plena campaña de abonado de praderas, con las compras ya hechas por parte de muchos ganaderos, pero a falta de dos meses para la campaña de abonado de las tierras para el maíz, unos pedidos que se estaban retrasando a la espera de una caída de precios que ya no se va a producir.

La tormenta perfecta

El stock de partida de la mayoría de abonos ya era menor para esta campaña (con los altos precios de este año ningún distribuidor quiso aventurarse a almacenar grandes cantidades de producto), a lo que ahora se suman las dificultades para fabricar y transportar pedidos bajo demanda.

Este miércoles se anunciaban las primeras paradas de plantas de producción. En plena campaña de abonado de primavera en el hemisferio norte, la demanda de fertilizantes nitrogenados se incrementa, pero la fabricación se hace inviable con precios del gas batiendo récords día tras día.

El tema ya estaba complicado y ahora esto fue la tormenta perfecta, desgraciadamente

“El tema ya estaba complicado y ahora esto fue la tormenta perfecta, desgraciadamente. No queremos ser alarmistas, pero para el maíz puede faltar abono”, asegura un distribuidor gallego.

Efectos inciertos

La invasión rusa de Ucrania ha vuelto a complicar la situación de carestía de los fertilizantes con la que arrancaba este año 2022. En plena campaña de abonado de praderas y a dos meses de la siembra del maíz, el panorama se vuelve incierto.

“No sabemos cómo puede evolucionar el mercado. El mes del maíz es mayo y esto puede aún cambiar”. Con esa esperanza trabajan los mayoristas gallegos, que no ocultan sin embargo su preocupación.

“El fabricante no te puede dar un precio de futuro porque no sabe cómo va a evolucionar el precio del gas, ni cuánto producto va a tener. No hay garantías ni seguridad de ningún tipo y al cerrar las fábricas se cortan también las cadenas de suministro”, reconocen.

La demanda ha caído en Galicia

Debido a su encarecimiento, este año la demanda de fertilizantes químicos para pradera bajó, reconocen. “La gente tiró de purín, tanto de la propia ganadería como de granjas de porcino y de pollo”, indican. Pero “el que gastó el purín en la pradera no lo va a tener para el maíz”, evidencian.

Los pedidos para pradera bajaron. La gente tiró de purín, pero el que lo gastó en la hierba no lo va a tener para el maíz

Ante la posible escasez de producto para entonces, los ganaderos gallegos juegan en desventaja frente a los agricultores de Castilla. “El poder de compra de unos y de otros a día de hoy no es el mismo. En Castilla van a abonar, no van a tener problema para pagar el abono al precio que sea, porque las expectativas son que con los precios altos de los cereales van a poder recuperar la inversión, pero en Galicia la situación es totalmente diferente”, razonan.

En las tierras de Castilla la falta de materia orgánica obliga a usar dosis altas, de unos 1.000 kilos por hectárea. En Galicia las dosis para siembra de maíz rondan habitualmente los 600 kilos por hectárea pero este año podrían verse reducidas debido a los altos precios. “Creo que sería contraproducente. Ahora lo que necesitan las explotaciones son buenos forrajes para compensar los altos precios de los piensos”, argumentan desde las empresas que suministran fertilizantes a las ganaderías.

Los pedidos se han retrasado

La incertidumbre sobre la evolución de los costes de producción en el campo y del precio de venta de la leche en la renovación de contratos con las industrias (el 80% de los contratos vencen el 31 de marzo y la negociación se produce en la mayor parte de casos con menos de dos meses de antelación) ha retrasado también los encargos para la campaña de siembra del maíz por parte de los ganaderos, principales consumidores de fertilizantes en Galicia, con la esperanza de una estabilización de precios en los abonos a medida que se acercaban los meses de siembra, pero el panorama actual echa por tierra sus deseos.

Los altos precios de los abonos y la incertidumbre sobre la renovación de los contratos lácteos ha retrasado la decisión de compra de los ganaderos

“Otros años a estas alturas los pedidos estaban prácticamente cerrados, pero con estos precios el acopio de productos se retrasó porque los ganaderos estaban esperando para encargar”, explican los proveedores gallegos.

Los precios vuelven a subir

“La campaña estaba evolucionando de forma normal dentro de la locura de este año, pero los precios estaban estables e incluso se preveía una tendencia a la baja porque la demanda estaba siendo menor. Pero el estallido de la guerra ha provocado de nuevo un alza en los precios”, reconocen las empresas de fertilizantes en Galicia.

Los precios de los principales fertilizantes se habían duplicado e incluso triplicado ya en esta campaña. Desde enero de 2021 hasta el inicio de la guerra en Ucrania los precios de la urea habían aumentado un 214% y los del nitrógeno líquido un 290%, mientras los del amoniaco anhidro se habían incrementado un 315% y la potasa había subido un 213%, según los datos del Departamento de Agricultura de EEUU.

Antes de la guerra los precios se habían estabilizado y algunas materias primas como el fósforo o el nitrógeno empezaban a bajar

Pero la guerra en Ucrania está metiendo más presión a las cotizaciones y ha disparado de nuevo el precio de los fertilizantes nitrogenados, como la urea y el amoniaco, que superan los 900 y 500 euros respectivamente en los mercados internacionales. Así pues, en la últimas dos semanas la urea ha aumentado entre 300 y 350 euros su cotización, debido a que Rusia es uno de los principales productores a nivel mundial de los hasta ahora considerados fertilizantes baratos.

La urea cotiza en estos momentos a 900€ la tonelada en los mercados internacionales y el NAC está a 620€

Puestos después en el campo, los productos están llegando a día de hoy a los agricultores a unos 950€ por tonelada en el caso de la urea y a 650€ en el caso del NAC-27. Pero estos precios podrían incluso incrementarse. “La urea sigue subiendo y esa escalada no tiene visos de frenarse”, pronostican los almacenistas en Galicia.  

Riesgo de desabastecimiento internacional de algunos productos

Al cierre de plantas de fabricación en Europa se suman las dificultades para el tránsito marítimo. Con el inicio de la guerra, las navieras han suspendido rutas y algunos puertos están cerrados. Esto encarece el transporte de los abonos, que ya estaba complicado debido a la crisis de los contenedores que se desató por el auge del comercio tras la pandemia.

Pero la incidencia no es igual en todos los fertilizantes. Donde más está afectando la subida es en los blendings y en la urea y se habla que el nitrato podría también subir mucho de precio. “Con esta situación queda en el aire el abastecimiento. Se prevén incluso incumplimientos de contratos de suministro de materias primas y ventas ya realizadas que no se van a llegar a producir”, temen desde las fábricas gallegas de elaboración de mezclas.

Por el contrario, en los abonos compuestos que ya estaban fabricados no está afectando la subida y los precios se mantienen. Algunas empresas habían optado por ser previsoras y tenían bien aprovisionado el volumen de demanda esperado aunque la capacidad de hacer frente a pedidos de nuevos clientes es limitada. “Estamos priorizando a nuestros clientes habituales. Esta campaña creemos que la tenemos solventada, pero nos preocupa como puede venir el año que viene si el conflicto se alarga”, reconocen.

Efecto dominó sobre los cereales

La falta de fertilizantes y sus altos precios acabarán provocando también un alza en los precios de los cereales a nivel global, afectados ya de por sí también por la guerra, tras el freno de las exportaciones de Rusia y Ucrania.

Ahora, a mayores de los efectos directos, se suman las dificultades para conseguir abonos y su encarecimiento, que se trasladará inevitablemente a productos como el maíz o el trigo.

Pero la falta de fertilizantes derivado de la guerra de Ucrania no solo afectará a Europa. A Brasil, principal importador mundial de fertilizantes, el 22% de los abonos llegan desde Rusia y el 6% desde Bielorrusia. Algo parecido ocurre en Argentina, donde el 80% de los abonos son importados. Y el presidente Mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ya se ha apresurado a anunciar que su país seguirá comprando fertilizantes a Rusia a pesar de la guerra.

Y con la previsible caída de producción de Ucrania y las sanciones a Rusia, una menor cosecha en EEUU y Latinoamérica debido a una menor fertilización sería la gota que colmaría el vaso, sobre todo cuando los cereales americanos están llamados a sustituir a corto plazo a los procedentes de Ucrania y Rusia.

Yara deja de producir en Francia e Italia por el alto coste del gas

Yara International es una de las compañías fabricantes de fertilizantes más importantes del mundo. Con sede en Noruega, opera en más de 60 países y compra cantidades importantes de materias primas esenciales en Rusia.

La empresa anunció este miércoles que vuelve a parar, como ya había hecho en verano, sus plantas en Ferrara (Italia) y Le Havre (Francia) “debido a las difíciles condiciones del mercado”. Las dos fábricas tienen una capacidad anual combinada de 1 millón de toneladas de amoníaco y 0,9 millones de toneladas de urea.

La principal compañía mundial de fertilizantes reduce de este modo su producción al 45% de su capacidad de fabricación en Europa, aunque anuncia que, “en la medida de lo posible”, utilizará su sistema de producción global para seguir abasteciendo a los clientes y asegurar la continuidad en las cadenas de suministro.

En verano a la decisión de Yara de paralizar temporalmente su producción le siguieron otras similares de algunos de sus competidores, como CF Industries, proveedor de nitratos del noroeste de Europa y que desenchufó sus plantas en Reino Unido (Billinghan e Ince), o Fertiberia en España.

España fabrica el 50% de los fertilizantes que consume

En su intervención este miércoles en el Congreso de los Diputados, el ministro de Agricultura, Luis Planas, ha recordado que el 50% de los productos fertilizantes que se consumen en España son de producción nacional.

Según los datos del Ministerio de Agricultura, referidos al año 2020, las ventas agrícolas de fertilizantes en España superan los 5 millones de toneladas. La importación de abonos químicos alcanzó los 4 millones de toneladas, mientras las exportaciones supusieron 2 millones.

España es uno de los países que tienen una autonomía más importante en el ámbito de los fertilizantes, pero las tensiones en los mercados internacionales tienen una repercusión directa en los precios

El martes la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, también insistía en que no hay “ningún riesgo” de falta de suministro de cereales o fertilizantes en España por la guerra en Ucrania, aunque ha advertido de la repercusión directa de la guerra en términos de precios.

“España es uno de los países que tienen una autonomía más importante en el ámbito de los fertilizantes, pero es evidente que estas tensiones en los mercados internacionales tienen una repercusión directa en términos de precios”, ha reconocido.

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