La estabilidad aeróbica de un ensilado es un término empleado para definir el tiempo que el ensilado permanece sin deteriorarse, después de exponerlo al aire. Al abrir el silo para alimentar a las vacas, el frente queda expuesto al aire, lo que hace que ciertos microorganismos aerobios que permanecían en estado latente (levaduras, acetobacterias y mohos) reinicien su actividad dando lugar al proceso denominado deterioro aeróbico y que detectamos por el calentamiento del ensilado. Este proceso puede desarrollarse más temprano, en el frente del silo, o más tarde, en el carro o en el comedero.
La determinación de la estabilidad aérobica más empleada es simple, se realiza de manera indirecta a medida de la actividad de los microorganismos responsables del deterioro aeróbico. Se determina la evolución en el tiempo de la temperatura del ensilado después de la apertura del silo. El método más apropiado es medirla en un laboratorio, en el interior de una cámara isoterma a 20-25ºC, sobre una muestra de ensilado bien aireado.
En este caso, la estabilidad aeróbica se define como el tiempo que un ensilado tarda en superar en 2ºC a temperatura ambiente. Por otra parte, el grado de deterioro se determina mediante distintas variables, como la temperatura máxima conseguida o la integral térmica durante un período determinado de tiempo (6 a 12 días, según los autores).
El ensilado de maíz es proclive al crecimiento de las levaduras
La exposición al aire del ensilado dispara una serie de reacciones en cadena que pueden
finalizar estropeando completamente el forraje. Los ensilados, y en particular los de maíz, son un medio rico en nutrientes (un ensilado de maíz puede tener alrededor de un 30% de almidón y un 1,5 % de azúcares residuales), lo que lo hace muy proclive al crecimiento microbiano. No obstante, su acidez (pH<4) permite inhibir el crecimiento de la mayoría de los microorganismos aerobios, excepto el de las levaduras. Se trata de hongos unicelulares y microscópicos cuya presencia se manifiesta por el incremento de temperatura del ensilado. Las levaduras implicadas en el deterioro aeróbico se pueden clasificar en dos grandes grupos: las que degradan azúcares que ocasionan una merma del valor nutritivo del silo y las que degradan ácido que provocan un incremento del pH hasta niveles que hacen posible el crecimiento de bacterias oportunista y mohos (como Aspergillus, Fusarium y Penicillium). Los mohos son los que aparecen en la masa de forraje en forma de micelio de colores diversas y en condiciones de estrés pueden llegar a producir micotoxinas. Las micotoxinas son productos finales del metabolismo secundario de un reducido número de especies de hongos filamentosos, fundamentalmente mohos de los géneros Aspergillus, Fusarium, Penicillium, Alternaria y Claviceps.
“La presencia de mohos no significa necesariamente que haya micotoxinas”
Quiere esto decir, que los mohos no necesitan producir micotoxinas para vivir, lo que se traduce en que la presencia de mohos en un forraje no implica obligatoriamente la formación de micotoxinas. Por otra parte, también puede haber micotoxinas en el forraje aunque la presencia del moho no sea evidente. Las micotoxinas se pueden producir en el campo (antes de cosechar el maíz) o en el silo (durante el proceso de conservación y apertura). En cada caso, el tipo de hongos presentes y el tipo de micotoxinas producidas suelen ser diferentes. Menos digestibilidad y energía en el ensilado El deterioro aeróbico ocasiona una caída en la digestibilidad y en la concentración de energía del ensilado.
Este proceso también puede ser acompañado de fermentaciones secundarias llevadas a cabo por bacterias (fundamentalmente clostridios) que producen ácido butírico, a partir del ácido láctico y azúcares, y también degradan las proteínas.
En un trabajo realizado en el CIAM, se analizó la evolución del contenido en energía en la frente de un silo de maíz expuesto al aire durante 4 días. El ensilado no mostró signos de calentamiento y aun así la energía, expresada en UFL/Kg MS, bajó de 0,86 (día 0) a 0,82 (día 4). Ciertos productos finales de la fermentación inhíben el crecimiento de los hongos (levaduras y mohos) como es el uso en particular de los ácidos acético y propiónico. En ciertas circunstancias los ensilados de maíz tienen muy bajas concentraciones en ácido acético y propiónico y, en consecuencia, son más susceptibles al crecimiento de los hongos, como es el caso de una fermentación restringida (por ejemplo, con alto contenido en materia seca MS>40%) o cuando la fermentación está dominada por bacterias lácticas homofermentativas que inducen un alto contenido en ácido láctico lo cual puede ser metabolizado por las levaduras.
Un inoculante no corrige un ensilado mal manejado
El uso de inoculantes puede ser aconsejable, pero debe tenerse en cuenta que el uso de un inoculante no corrige un ensilado mal manejado. En ciertas circunstancias, como en explotaciones con silos sobredimensionados, forraje mal compactado, maíz cosechado muy seco (MS>40%), ensilados que van a permanecer conservados mucho tiempo (>6 meses), son condiciones en las que se aconseja el uso de inoculantes.
En el marco de un proyecto de colaboración entre el CIAM y el LIGAL se llevó a cabo un trabajo en el que se testó el efecto de distintos inoculantes a base de L. buchneri sobre la estabilidad aeróbica y el valor nutritivo de ensilado de planta entera de maíz realizados en silos de laboratorio. Se evaluaron un total de seis inoculantes, sobre maíz cosechado en dos fechas (6 de octubre y 12 de noviembre de 2008) y, en cada data, se realizó el ensilado de dos maneras, el primero ensilando y tapando el silo en el mismo día de la cosecha (condiciones óptimas) y el segundo, 24 horas después de la cosecha (condiciones subóptimas, más parecidas a lo que ocurre en las explotaciones).
Los inoculantes ensayados fueron cuatro a base de una mezcla de L. buchneri y bacterias lácticas homofermentativas (Bon Silage, de la casa Schaumann, Lactisil, de Medipharm, P11C33 y P11CFT, de Pioneer) y dos inoculantes sólo a base de L. buchneri (P11A44, de Pioneer, y Lalsil fresh, de Lallemand).
Se recomienda ensilar y tapar el silo en el mismo día de la cosecha
Los resultados más destacados de este trabajo fueron que los ensilados cosechados en la primera fecha (37% MS) fueron más estables y sufrieron un menor deterioro que los cosechados un mes después (42% MS). El retraso en el tapado tuvo un efecto aún más negativo, por lo que, estas observaciones confirman la importancia de la recomendación de cosechar en el momento de madurez adecuado y de tapar el silo lo antes posible. La estabilidad aeróbica de los ensilados tratados con los diferentes inoculantes se determinó sobre la muestra aireada, en cámara isoterma a 20ºC, lo que simula el proceso de deterioro en el carro o en el comedero.
¿Que inoculantes son más efectivos?
No todos los inoculantes fueron igual de efectivos, sólo los inoculantes Bon silage, P11A44 y P11CFT produjeron ensilados significativamente más estables y consiguieron una temperatura máxima significativamente menor que del control (sin inoculante). Todos, excepto P11C33, consiguieron una temperatura media menor que la del control.
El efecto de los inoculantes sobre la estabilidad y el deterioro aeróbicos es consecuencia de la modificación en el tipo de fermentación y en el contenido en ácidos. Todos los inoculantes, excepto Lactisil, redujeron el contenido en ácido láctico y aumentaron el de acético y propiónico. Cabe destacar que los inoculantes que dieron lugar a los ensilados más estables fueron los que produjeron, al mismo tiempo, un menor contenido en ácido láctico y mayor en acético y propiónico.
“Los inoculantes más efectivos producen un menor contenido en ácido láctico y mayor en acético y propiónico”
La efectividad de los inoculantes para modificar el tipo de fermentación y mejorar la estabilidad de los ensilados fue mayor en la primera fecha de cosecha (6 de octubre). En esta fecha, fueron más efectivos en silos tapados el mismo día de la cosecha. En la segunda fecha, fueron más efectivos en los silos tapados a las 24 horas.
Existen algunos signos que nos pueden servir de indicadores del deterioro aeróbico. La temperatura en el silo o en el comedeero puede ser indicador del deterioro. Sin embargo, la temperatura tomada en el frente del silo no es un indicador absolutamente fiable del deterioro aerobico, debido a que el silo retiene el calor acumulado durante el día y lo libera durante la noche, por eso el vapor que sale de la masa de ensilado cuando se retira del silo no es necesariamente un síntoma de deterioro aeróbico.
La temperatura del silo debe usarse, preferiblemente, referida a la temperatura máxima del día anterior, y como valor complementario de la determinación de los recuentos de mohos y levaduras.
Los ensilados pueden ser enviadas al LIGAL para analizar los recuentos de mohos y levaduras. La muestra debe ser representativa del alimento que se está ofreciendo. Además, las muestras se deben mantener refrigeradas durante el transporte (no congeladas) y enviar lo más rápido posible al laboratorio. Se deben tomar estas precauciones para minimizar el crecimiento de mohos y levaduras, que podrían falsear el valor de la determinación.
Las pautas para la interpretación de los resultados de recuentos de mohos y levaduras según Mahanna y Chase (2003), son las siguientes:
– Levaduras: Valores superiores de 100.000 ufc/g son indicadores de un inminente calentamiento del ensilado. Las levaduras suenen ser los microorganismos iniciadores del deterioro aeróbico.
– Mohos : Valores superiores de 100.000 ufc/g son indicadores de un elevado deterioro aeróbico.