Cotelo Ameixenda SC es una ganadería familiar situada en el lugar de Limiñoa, en la parroquia de Pazos (Ponteceso) que enfoca su estrategia en la producción de sólidos, que es lo que le demanda la industria que le compra la leche.
La granja la llevan Alberto Busto y su madre, Rosalía Lorenzo. Alberto tiene 36 años y se incorporó hace 10 años a la granja familiar tras hacer el ciclo medio de Ganadería en Fonteboa y trabajar después en el servicio de sustitución de la cooperativa Coreber, ordeñando en otras explotaciones de la zona, y también haciendo campañas de ensilado de maíz varios años en León con una empresa de servicios agrarios.
Alberto es de los ganaderos más jóvenes del entorno
Además de atender su granja, Alberto sigue trabajando todavía algo fuera, ya que hace las sustituciones en el carro mezclador comunitario y en las campañas también va de chófer para la empresa de servicios que le hace los trabajos. “Mucho tiempo no da; dejas sin hacer una cosa para hacer la otra”, reconoce.
Robotización
Hace 6 años construyeron un nuevo establo y decidieron robotizar el ordeño para ganar un poco más de libertad horaria. Empezaron con un Lely A3 de segunda mano y dos años después instalaron un A5 nuevo.
“El A3 fue una solución momentánea porque para instalar el A5 teníamos que hacer obras en la nave, mientras que el A3 se adaptaba mejor, por el tipo de entrada y salida, a la configuración que teníamos en aquel momento”, explica. El A3 lo colocaron en un lateral, mientras que para instalar el A5 ampliaron la nave para colocarlo centrado en la cabeza de los cubículos.
Disponen de robot de ordeño y una amamantadora para las terneras
La configuración actual del establo se hizo en varias fases. Alberto se incorporó en 2015 y en 2018, con un plan de mejora, construyó la nave nueva y la fosa de purín. Para la segunda fase (ampliación de una de las cabezas de la nave e instalación del nuevo robot) ya no pidió ayuda, porque, cuenta, “lo que nos pedían además, que era adaptar la cisterna que tenemos para los inyectores del purín, era lo que nos daban de subvención, por lo que ya se comía el importe de la ayuda”, dice.
Tardaron dos años en concederle la licencia municipal para hacer la ampliación y colocar el robot A5
Alberto es muy crítico con el sistema de concesión de subvenciones, que tiene “cosas absolutamente ilógicas”, dice. “Por ejemplo, para poner el robot inicial no nos daban Plan de Mejora porque nos exigían la producción del robot dos años antes de ponerlo y de aumentar las vacas, teníamos que haber producido 500.000 litros los dos años anteriores cuando no teníamos ni instalaciones para tener tal número de vacas, porque solo teníamos el establo viejo”, explica.
En el establo antiguo tenían 23 plazas, aunque llegaron a meter 45 animales. El año que Alberto se incorporó, el 2015, fue también el último de las cuotas lácteas. “Como íbamos muy pasados, les bajamos el pienso y secamos vacas antes de tiempo”, recuerda.
Enfocados hacia la producción de sólidos
Actualmente tienen 65 animales en producción y se mueven de media entre 36 y 37 kg, con un 4% de grasa y 3,60% de proteína. Entregan a Inleit desde hace 3 años, por lo que enfocan su estrategia en la producción de sólidos.
Una de las decisiones que tomaron fue comenzar a cruzar su ganado, siguiendo el sistema Procross de cruzamiento rotativo frisón-montbeliarde-rojo sueco. “Empezamos trayendo 18 vacas cruzadas de Portugal a finales de 2019, cuando nos pasamos al establo nuevo, y ya estábamos inseminando también las nuestras con montbeliarde. Hoy solo nos quedan 10 frisonas puras, pero estamos cruzando todo”, cuenta.
No exprimen las vacas en lactación, que tienen una media de cuatro partos y las reemplazan por novillas para evitar problemas. “No las estiramos, así también valen más, y con los precios que hay hoy las vacas de desvieje son una fuente de ingresos importante en una granja”, reconoce.
Descarte voluntario

En la nave de las secas y las novillas preñadas han puesto también un robot de limpieza
Cotelo Ameixenda apuesta por vacas fuertes y resistentes. “Cuando venían los calificadores y le ponían una buena puntuación a una novilla, muchas veces no pasaba de ese parto; yo veía que las que daban dinero eran las que puntuaban de 80 para abajo. Buscaban una vaca demasiado enclenque, muy altas, finas y con mucha pata, y yo no criaba lo que a ellos les gustaba. Las vacas más pequeñas eran las que me duraban y las que pasaban de los 100.000 litros vitalicios”, dice Alberto.
En la mayoría de los casos eliminan animales por descarte voluntario para poder dar entrada a novillas que van a parir, al no tener más espacio en el lote de producción y disponer de un único robot. “Para meter una novilla tienes que sacar una vaca”, evidencia.
El intervalo entre partos de la granja es en este momento de 365 días
Con 65 vacas en el robot logran medias de 2,6 ordeños diarios, pero llega hasta 10 el número de retrasos que tienen que meter por las mañanas. Por eso, uno de los motivos principales de descarte es la adaptación al robot en factores como la velocidad de flujo o la colocación de los pezones. El intervalo entre partos de la granja es en este momento de 365 días. “Estamos en un parto por año”, explica Alberto.
Priorizan el bienestar animal
En las camas tienen serrín con carbonato. “Tuvimos durante 3 años arena, pero volvimos al serrín con carbonato por el mayor desgaste de las instalaciones, sobre todo en las empujadoras y en el robot”, cuenta.
Disponen de un pozo de purín de 1,3 millones de litros colocado de tal manera que, si se decidiese duplicar y poner otro robot, la empujadora ya vaciaría directamente en él. También los silos están apartados para que quepa otra ala en la nave, pero Alberto asegura que a corto plazo no tiene en mente ampliar.
“La inversión es grande, porque tenemos que hacer lo mismo que ya hemos hecho pero con los precios actuales, que casi se han duplicado respecto a cuando lo hicimos nosotros, que fue con los precios de antes de la pandemia”, dice.
Tienen una cisterna de 12.000 litros sin inyectores
Utilizan bacterias para licuar el purín, que es bastante espeso en su caso, ya que el agua de las limpiezas la tienen separada en otra fosa, que utilizan para licuar el purín en la nave vieja, donde están las vacas secas y las novillas preñadas, mientras que la recría más pequeña, hasta el año de edad, está en el establo inicial con el que empezaron sus padres, que está pegado a la casa.
55 hectáreas de superficie

Disponen de un pozo de purín de 1,3 millones de litros y de una cisterna de 12.000 litros para echarlo
Trabajan 55 ha de superficie agraria, de las que siembran unas 20 de maíz. A medida que fueron aumentando las vacas, también lo hicieron con la tierra. “Cerró aquí una granja hace dos años y cogimos casi todas sus fincas nosotros, unas 20 hectáreas”, explica Alberto.
“La tierra que tenemos nos llega, porque es bastante productiva”, cuenta. En la parroquia de Pazos hay concentración parcelaria hecha en los años 60, “pero aun así hay bastantes fincas pequeñas que vamos agrupando nosotros, si no, no valdrían mucho para trabajar con la empresa de servicios. Ahora tenemos una base territorial suficiente, y podemos escoger qué fincas nos interesan y cuáles no”, dice.
El alquiler en la zona ronda de media los 300 euros por hectárea
Las parcelas que tienen más lejos están a 5 km, pero tienen buenos accesos, ya que lindan con la carretera general. “No es lo mismo que ir 5 km saltando por un camino lleno de vacas”, razona. Los alquileres en la zona rondan de media los 15 euros el ferrado (524 metros). “Son precios razonables porque la presión por la tierra no es excesiva”, indica.
Ración a base de silo de maíz
Una parte de los trabajos agrarios los hacen ellos y otros los subcontratan a una empresa de servicios. Forman parte también de una CUMA con otras ganaderías de la zona para el servicio compartido de carro mezclador.
La ración de vacas en lactación lleva 29 kg de silo de maíz, 14 de silo de hierba y 6 de pienso, más los 5,5 que puntean en el robot. Hace un año tuvieron un problema con un análisis de un silo de maíz que les descompensó la ración, provocando una bajada en la producción de leche y en los índices de preñez de la granja, que tardaron en lograr corregir. “Nos afectó incluso a la salud podal, con un montón de vacas cojas”, cuenta.
Para solucionarlo, variaron la cantidad de silo de maíz y optaron también por cambiar el concentrado. “Son los dos elementos con los que puedes jugar. Algún año habíamos hecho algo de grano húmedo, porque compramos maíz a una explotación vecina que cerró, pero este año no teníamos, por lo que tienes menos ingredientes para formular”, explica.
Con robot, no te entran muchos kilos de grano húmedo en la ración, nosotros estábamos metiendo 3 kg
Cree que el grano húmedo puede ser interesante sobre todo para ganaderías que ordeñan en sala o en aquellas granjas que meten bastantes kilos de silo de hierba en la ración. “Si tu ración se basa en el silo de maíz, el grano húmedo no es tan útil, porque ya poco maíz más te cabe en la ración. Nosotros en este momento, por ejemplo, con los 29 kg de silo de maíz que metemos en la ración estamos ya casi en el tope de lo que podemos meter, porque si tienes muy alta la energía en el pesebre les cuesta más acudir a ordeñarse al robot”, argumenta.
Reportaxe elaborada coa colaboración comercial de Global Genetics