De Barcelona a Samos para ser ganadero de cabra y oveja gallegas

Visitamos la ganadería de Alberto Santín, un joven que hace ocho años decidió cambiar su Barcelona natal por las tierras de Samos para dedicarse a la ganadería en un monte vecinal. Hoy maneja un rebaño de más de 300 cabezas de cabras y de ovejas de raza Gallega y valora muy positivamente su decisión

De Barcelona a Samos para ser ganadero de cabra y oveja gallegas

Alberto Santín con su rebaño

Crear su propia explotación ganadera en un modelo en contacto con la naturaleza y sostenible desde el punto de vista económico y ambiental. Esta fue la ilusión que llevó a Alberto Santín González a cambiar las ramblas de Barcelona por el ayuntamiento lucense de Samos. Hoy su proyecto ya es una realidad consolidada, con una ganadería de más de 300 cabezas de oveja y cabra de raza Gallega en el monte vecinal de A Toca.

“Mis padres son de Os Ancares pero nací y me crié en Barcelona, donde estudié Técnico agrícola y trabajé en una explotación de vacuno de leche de mas de 2.000 vacas”, explica este joven ganadero de 40 años que también es presidente de la Asociación de Ganaderos de la Raza Cabra Gallega (Capriga).

¿Y que le llevó a cambiar un empleo estable en una ganadería altamente intensiva por algo bien diferente como la ganadería extensiva de ovino y caprino? “Quería hacer un proyecto propio de ganadería y me decidí por el ovino y el caprino de carne porque me parecía lo más sencillo”, asegura.

Así, en el 2008 se mudó con su pareja a Lugo y comenzó a buscar una superficie que se adecuase a lo que tenía en mente. “Quería realizar la mínima inversión y montar la explotación de forma sencilla y rápida”, explica. La casualidad hizo que un funcionario del Fogga de Lugo le aconsejase ponerse en contacto con una explotación que se ajustaba a sus características: una ganadería ubicada en un monte vecinal en la aldea de A Toca (Samos), de unas 70 hectáreas, de las que 45 están cercadas, y que los vecinos querían alquilar.

“Elegí cabra y oveja de raza Gallega porque son las que mejor aprovechan los recursos”

“Fue una muy buena coincidencia -reconoce-, me entendí muy bien con los vecinos desde un principio: les compré el rebaño de cabras y ovejas que tenían y alquilé terrenos, establos y parte de la maquinaria por un período de diez años prorrogables”.

Hoy este ganadero maneja un rebaño de 200 ovejas de raza Gallega y 130 cabras también de raza autóctona. Su elección de estas razas se debió a un motivo económico: “Son las más rústicas, las que mejor se adaptan a nuestro terreno y a la idea que tenía: invertir lo mínimo en la compra de alimentos para el ganado y que este se mantuviese con el pasto y con la vegetación arbustiva del monte”.

Así, excepto unos pocos días en los que paren, cabras y ovejas pasan todos los días en el matorral y en los prados, desde primera hora de la mañana hasta última de la tarde. “Las recojo para prevenir el ataque de los lobos, sino también quedarían de noche fuera”, asegura Alberto.

La base de la alimentación de las ovejas es el pasto, y en el caso de las cabras también la uz y el brezo, y en menor medida el tojo. En otoño el rebaño también aprovecha las castañas de las 15 hectáreas de sotos abandonados que hay del lado de los establos.

Concentra los partos en primavera y las ventas en los meses de verano

En esta ganadería Alberto control de cubriciones, que programa para finales del mes de octubre con la finalidad de que los partos se concentren en los meses de primavera, cuando hay más alimento en los prados y en el monte. Tras el parto, -un promedio de 1,5 crías por cabeza reproductora- tanto cabras como ovejas permanecen estabuladas unos 15 días en las parideras, donde reciben una ración a base de hierba seca y cebada en grano, el único alimento para el ganado que adquiere Alberto.

Los corderos salen con las ovejas a pacer a los 15 días de vida, mientras que los cabritos permanecen en los establos. “Los viejos decían:`El cordero en el monte y cabrito en la cuadra´ y pienso que no se equivocaban porque de este modo el cordero coge menos grasa y el cabrito coge alguna y dice más tierno”, explica.

El pastoreo es rotacional y en su labor se ayuda de otro “rebaño”: 4 mastines que, según reconoce, “hasta lo de ahora fueron el medio más eficaz para defender ovejas y cabras frente a los ataques de los lobos”.

Comercialización

En cuanto a la comercialización, la programación de partos hace que las ventas se concentren entre los meses de mayo y agosto, vendiendo corderos y cabritos con entre dos y tres meses y un peso medio de 8 kilos.

La venta la realiza tanto directamente a particulares como, sobre todo, a través de dos carniceros de Sarria y de Monforte de Lemos. “Lo que más valoran los clientes es el sabor y la ternura de la carne, con la grasa justa y sin el sabor a bravío que tienen a veces los corderos de fuera”, destaca Alberto.

 “Los clientes valoran el sabor y la ternura de la carne”

Otra fuente de ingresos complementaria es la venta de recría, sobre todo de Cabra Gallega, comercializando un promedio de unas 20 cabritas al año. “Es una raza de la que estoy enamorado por su rusticidad y productividad, con buena capacidad lechera y con la ubre recogida. Dejan el matorral recortado cómo auténticas jardineras”, asegura orgulloso.

Demandas a la administración: pastos arbustivos y mataderos caseros

Al igual que muchas otras explotaciones ubicadas en zonas de montaña, la de Alberto fue una de las perjudicadas por la supresión de las ayudas de la PAC para los pastos arbustivos y bajo arbolado decidida por el gobierno de la Xunta de Galicia. “Aquí hicieron una interpretación muy restrictiva, cuando cabras y ovejas se alimentan de estos pastos arbustivos y previenen incendios”, lamenta Alberto, que demanda una rectificación “para evitar el abandono y facilitar que la gente joven se incorpore”.

“La legislación europea permite los mataderos caseros, no entendiendo porque aquí no se autorizan”

Otra de sus demandas es la autorización de mataderos caseros. “Actualmente -explica- tengo que ir a matar a Taboada o a Monforte, a mataderos que son sobre todo de bovino y que sacrifican ovino o caprino cuando pueden y a un coste que no es competitivo, un promedio de 12 euros por animal cuando en Cataluña puede valer menos de 1 euro”. La solución que propone es que se autoricen por parte de la Xunta pequeños mataderos en las propias explotaciones, “algo que permite la legislación de la Unión Europea, porque en otros países sí los hay, y que supondría ventajas para todos”, subraya.

Como conclusión, Alberto Santín valora este ocho años como ganadero cómo “muy positivos” y sitúa la clave de su éxito en “no meterme en grandes inversiones, teniendo sólo el número de cabezas de ganado que puedo mantener con los recursos del propio entorno: pasto y matorral”. Su próximo objetivo: aumentar el rebaño de cabras hasta las 200 cabezas para igualarlo con el de ovejas. “Y ahí me quedaré, que no es poco”, concluye.

Ovellas e cabras pacendo

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