«Descubrimos la motivación que hay detrás del 80% de los fuegos»

El trabajo de las Brigadas de Investigación de Incendios Forestales (BIIF) resulta clave para encontrar las causas de los siniestros y para reducir su número en el futuro. Visitamos un monte quemado en Villestro (Santiago) para conocer su labor.

«Descubrimos la motivación que hay detrás del 80% de los fuegos»

Señalización del comportamiento del fuego en un área de inicio, en busca de posibles elementos causantes del incendio.

Donde cualquier persona no vería más que cenizas, unos tojos quemados o el tronco de un eucalipto chamuscado, los agentes medioambientales de las Brigadas de Investigación de Incendios Forestales (BIIF) leen señales que hablan de la intensidad y dirección del fuego. Su trabajo es clave para descubrir las causas de un incendio y, en último término, para buscar a sus causantes. Acompañamos a un agente de las BIIF, José María Carlés, en una inspección a un área afectada por el fuego este verano en Villestro (Santiago de Compostela).

El trabajo de las Brigadas de Investigación, dependientes de la Consellería do Medio Rural, consiste en tirar del hilo del incendio hasta donde se dé. El hilo comienza a pie de monte, reconstruyendo la escena del incendio, y bien puede concluir en el juzgado, con un presunto incendiario en el banquillo, o en un informe que proponga medidas correctoras para evitar futuros problemas en la misma zona.

«Nuestro trabajo tiene efectos directos en la reducción del número de incendios a lo largo de los años»

«Nuestro trabajo tiene efectos directos en la reducción del número de incendios a lo largo de los años. Creo que es una de las cosas de las que podemos sentirnos orgullosos», analiza José María Carlés, un agente medioambiental con 15 años de experiencia en una Brigada de Investigación de Incendios Forestales (BIFF), labor que compagina con la dirección de extinción de fuegos y con actividades de inspección.

Reconstrucción de un incendio

En Villestro (Santiago), a unos minutos en coche del monte Pedroso, visitamos con José María Carlés un área de eucaliptos y monte bajo en la que ardieron una veintena de hectáreas este verano. Aquel incendio, como muchos otros, se inició de noche, cuando los medios aéreos no pueden volar, y en un día de fuerte viento del norte.

«Las personas que originan los incendios normalmente tratan de causar el mayor daño posible. Son conocedoras de los factores que dificultan la extinción», valora el agente mientras despliega el maletín metálico que lleva consigo en todas las investigaciones. Del maletín salen los banderines rojos, amarillos y blancos que servirán para marcar las pistas que va dejando el fuego.

Detalle del maletín del equipo de investigación.

Detalle del maletín del equipo de investigación.

El trabajo en el monte se centra en buscar el área de inicio del incendio. Desde el perímetro de la zona afectada, se van marcando con los banderines rojos la dirección que siguió el fuego. Los troncos negros de los tojos y de los árboles dejan señales claras. La parte más tiznada marca la zona de entrada del fuego. Escamas en la corteza, en cambio, son características en la zona de salida.

La orientación en la que quedan unos tojos chamuscados o las hojas negras de un roble representan también pistas a interpretar. Las opciones son dos, que la vegetación cediera hacia el punto de calor o que esté marcando la línea de avance de las llamas. Sólo la lectura conjunta de todos los vestigios y la información que suministra el operativo que participó en la extinción permiten descifrar la dirección del incendio hasta dar con su área de inicio.

No es extraño que los investigadores encuentren restos de velas, mechas o cerillas en el área de inicio de los incendios

Ese punto de inicio se encontró en Villestro en un cruce de caminos al pie de la carretera, en una recta, el lugar perfecto para que la persona que prendió el fuego controlara el entorno y tuviera vías de escape. La zona de inicio se rodea con cinta y sobre ella se realiza una investigación más pormenorizada, pincel en mano, en busca de elementos extraños al lugar. Esos indicios, que se marcan con banderines blancos, son a veces restos de verlas, de mechas o cerillas.

En la zona cero del incendio de Villestro no se encuentra nada y los investigadores concluyen que se trató de un incendio prendido de manera directa con un mechero o medio similar. En otras ocasiones, si el área de inicio quedó muy afectada por el propio fuego o por los trabajos de extinción, no es posible llegar a una conclusión clara.

Marcaje del área de inicio de un incendio.

Marcaje del área de inicio de un incendio.

Motivaciones
El trabajo en el monte para buscar el origen del fuego se completa con un análisis de las motivaciones que pueden estar detrás del incendio. Durante el verano, los incendios intencionados le ganan por goleada a aquellos que se pudieron originar por accidente. «En primavera, cuando se pueden hacer quemas agrícolas y de restos forestales que en verano están prohibidas, sí es más frecuente que los incendios puedan deberse a una falta de cuidado, bien a una negligencia por no respetar los requisitos que debe cumplir la quema, bien por un accidente incontrolable», valora José María Carlés.

Durante el verano, época de mayor intencionalidad de los fuegos, las investigaciones se centran en aclarar qué factores pudieron motivar a alguien a prender las llamas. Para eso, resultan fundamentales las propias opiniones de los vecinos, lo que los agentes catalogan cómo «manifestaciones voluntarias».

La investigación concluyó que el incendio de Villestro se causó para alejar al jabalí, que estaba causando daños en los cultivos

«La ventaja que tenemos los agentes medioambientales a la hora de investigar un fuego es que conocemos el monte, sabemos cómo se comportan los incendios y además vivimos todo el año en el entorno social del área afectada. Damos permisos de tala, de quema, practicamos inspecciones y, en definitiva, tenemos muchos elementos para valorar lo que sucede», subraya José María Carlés.

Cada incendio, con sus características de dimensiones, hora de inicio, temperatura, fuerza del viento y otros factores queda además registrado en una base de datos que permite rastrear las series históricas de fuegos en busca de elementos comunes. «Si hay una reiteración de incendios en la misma zona, conviene analizar las motivaciones que hay detrás. Puede ser, por ejemplo, que haya una persona conflictiva a nivel vecinal o que se esté tratando de limpiar de matorral el entorno de una aldea. Del 80% de los fuegos descubrimos la motivación que hay detrás», calcula.

Escamas en la zona de salida de las llamas.

Escamas en la zona de salida de las llamas.

En el caso de Villestro, tras una investigación pormenorizada que incluyó entrevistas a los vecinos y un análisis del terreno, se concluyó que el incendio estuvo motivado por los daños del jabalí a los cultivos de maíz y de patatas. Se prendió fuego en un intento de despejar el terreno de matorral y de zonas de escondite para la fauna salvaje. El propio área en la que se originó el fuego era un paso habitual del jabalí hacia la parte baja del monte, en la que se sitúan las tierras de cultivo.

Medidas correctoras
El análisis de las motivaciones de los incendios permite además concretar las posibles medidas correctoras a adoptar. Todo queda recogido en un informe que se le envía a la Xunta y a la Fiscalía.

Si la cuestión es que hay una persona conflictiva que suele pegar fuego en determinadas circunstancias meteorológicas, los agentes medioambientales, en coordinación con otras fuerzas de seguridad, planificarán el incremento de la vigilancia. «Durante cuatro veranos sucesivos llegué a vigilar a una persona en concreto de la que sospechábamos que estaba causando los fuegos en una zona», recuerda José María Carlés.

El aumento de vigilancia en zonas conflictivas es una de las medidas habituales que se adoptan

Prevención
La legislación con respecto a la prevención de incendios es otro de los aspectos sobre los que trabajan las BIIF. Alrededor de un núcleo de población tiene que quedar una franja sin matorral de 50 metros, de los que los primeros 30 deben estar despejados de eucaliptos, pinos y acacias. Esa franja tiene que quedar limpia a 30 de junio de cada año.

«El minifundio de propiedad que hay en Galicia dificulta mucho la vigilancia sobre el cumplimiento de los desbroces que marca la Ley, pero en las zonas en las que lo consideramos prioritario, le notificamos individualmente a cada propietario las obligaciones con que debe cumplir», señala José María Carlés.

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