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Cuando un incendio forestal consigue la intensidad suficiente para pasar del matorral a prender en la copa de un árbol, el riesgo del fuego aumenta, pues en condiciones de viento suficiente, las llamas pasarán de copa en copa y quemarán la masa forestal en su totalidad, pudiendo afectar a grandes extensiones de terreno. Una tesis doctoral de José María Fernández (Escola de Enxeñería Forestal, Uvigo) analiza las perspectivas de los fuegos de copa en las masas de pinares de Galicia y concluye que este tipo de incendios se agravará con el cambio climático.
La investigación permitió determinar las áreas que presentan los mayores riesgos, que se corresponden con los pinares de la montaña ourensana y con los del sur de Lugo. Fernández incide en que la influencia mediterránea del clima en el interior, unida a la tendencia ascendente de las temperaturas, llevan a que el índice de riesgo de fuegos se vaya a ir agravando en el interior de Galicia con el paso del tiempo, según concluyen las simulaciones realizadas para la tesis. Otro factor a tener en cuenta es el proceso de abandono del rural, “con la conseguiente acumulación de combustibles forestales”.
El pino silvestre, ubicado en zonas de altitud y venteadas, presenta los mayores riesgos de fuego de copas
La especie más susceptible de sufrir los fuegos de copas es el pino silvestre, también conocido como pino rubio, que se da en Galicia en las zonas de mayor altitud, en las que la fuerza del viento contribuye en mayor medida a la propagación de las llamas. “Dentro de un mismo monte, las zonas más vulnerables aparecieron en áreas donde la velocidad del viento es mayor y los árboles tienen una menor altura, así como en los terrenos soleados”, concluye el investigador, que desarrolló su tesis en el Centro de Investigación Forestal de Lourizán, bajo la dirección de José Antonio Vega.
Medidas de prevención
Los fuegos de copas se caracterizan por su mayor impacto económico y ecológico, por la dificultad de su extinción y por un mayor riesgo para los núcleos de población. La identificación de las áreas más propensas a sufrir este tipo de fuegos tiene el interés de permitir una mejor planificación de las tareas de prevención.
En el marco de su tesis doctoral, Fernández comprobó la eficacia de tratamientos preventivos como el desbroce del matorral, la poda de los ejemplares más grandes, con el triturado de los restos, o la tala de los árboles más pequeños. “Son todas ellas medidas eficaces para prevenir este tipo de incendios, ya que las masas forestales en las que se llevaron a cabo mostraron una mejor resistencia al fuego”, relata el investigador en nota de prensa divulgada por la Universidad de Vigo.
