Introducción
La apicultura fue históricamente una actividad ganadera económicamente relevante en las sociedades tradicionales gallegas. Las colmenas tradicionales (colmenas, trobos o alcornoques) estaban esparcidas en muchos de los hogares del rural gallego, siendo una de sus principales producciones la cera de abeja, elemento muy apreciado y que era vendido por los pequeños apicultores a las personas, que se dedicaban al oficio cerero.
Galicia fue históricamente un centro de producción de cera de abeja significativo dentro del sur de Europa. De esta manera, algunos territorios gallegos contaban con gran relevancia cerera, destacando el caso de Terra de Montes, con Forcarei al frente como principal productor, o el del ayuntamiento de Covelo, especializado en el proceso de blanqueo de la cera. El oficio cerero vinculado con el aprovechamiento de los panales producidos por las abejas se mantuvo en Galicia hasta la mitad del siglo XX. La aparición a gran escala de la parafina, un derivado del petróleo, desbancó la cera de abeja y propició la desaparición del patrimonio apícola cerero específico.
Galicia fue una de las principales zonas productoras de cera de abeja en el sur de Europa
Fruto de la relevancia que consiguió el oficio de los cereros o borreiros aun se conservan en algunos puntos de la geografía gallega importantes elementos de patrimonio apícola cerero, muy desconocidos por el público en general y que resultan únicos a nivel del sur de Europa. Dentro de este patrimonio apícola cerero caben destacar los lagares de cera, que se empleaban para el prensado de los panales de las abejas y la obtención de bloques de cera; las eras de la cera o curadoiros, que empleaban las cereras y los cereros en las tareas de blanqueo de la cera y los talleres cereros, donde se elaboraban las candelas y otras manufacturas.
Los lagares de cera
Estos singulares elementos consisten en prensas de viga que se utilizaban para procesar los panales de las abejas y conseguir grandes bloques de cera amarilla. Se asemejan en muchos aspectos a los del vino, sidra o aceite, aunque con unas especificidades propias derivadas de la materia prima que van a prensar. De esta manera, además del fuso, del peso y del taco de prensar cuentan con una caldera donde hervir los panales, con elementos filtrantes como los “seiróns” de esparto y con unos pilones que servían para la separación de la cera mediante el diferencial de densidades.
Estos lagares albergaban también todos los elementos de los que se valía el artesano durante la elaboración de la cera amarilla, desde los cazos de cobre utilizados en el transporte de la materia prima de la caldera hasta el taco de prensar o las calderas de cobre para hervir los panales con el agua.
El proceso de trabajo del lagar de la cera conseguía la obtención de grandes bloques de cera amarilla que se podían emplear en diferentes industrias como la del calzado, para la elaboración de candelas amarillas o destinar para su blanqueo.
En Galicia podemos encontrar grandes lagares de la cera con almojayas que pueden sobrepasar los 8 metros de longitud y que cuentan con grandes pilones de separación de la cera inmóviles hechos normalmente de piedra. Ejemplos relevantes de esta clase de lagares son los dos existentes en el Covelo (en A Lamosa y en Paraños) y el de Casanova, en Forcarei.
Las eras de la cera o “curadoiros” para el blanqueo de la cera
En Galicia existen eras no vinculadas con el proceso de malla y construidas para el proceso de blanqueo de la cera. Las eras de la cera, o “curadoiros”, consisten en espacios arquitectónicos al aire libre, cubiertos con losas de piedra y que suelen formas diversas, pudiendo estar en algunos casos elevadas. Los principales elementos patrimoniales vinculados con el blanqueo de la cera están localizados en el ayuntamiento de O Covelo. Así, en este término municipal podemos encontrar dos eras en Paraños y seis en A Lamosa, donde llegó a haber casi veinte casas con curadoiro y con pilones para blanquear la cera.
O Covelo (Pontevedra) fue uno de los centros del blanqueo de cera en Galicia
El proceso de blanqueo es sencillo, ya que aprovechaba la acción del sol para pasar la cera de amarilla a blanca. Cuando el cerero disponía de la cantidad suficiente de cera amarilla, preparaba los utensilios y el curadoiro. Posteriormente, el cerero prendía fuego dentro de una estructura habilitada al lado del pilón con el fin de colocar sobre ella la paila en la que derretir la cera amarilla que pretendía blanquear.
Al mismo tiempo, colocaba sobre un pilón de blanqueo lleno de agua, que disponía de un rolete de madera medio sumergido, una estructura de madera o de lata perforada que hace de colador mediante una serie de agujeros finos por los que el artesano hacía caer la cera previamente derretida. Cuando la cera estaba derretida, él se le daba vueltas al rolete con intensidad, mientras el cerero cogía la cera con un cazo y la echaba en la estructura de madera encima del rolete.
Comenzaban a caer una serie de hilos de cera sobre el rolete, que solidificaban con el contacto con el agua fría. Se formaban así una suerte de lascas que salían hacia el fondo del pilón. Allí, otra persona se encargaba de recogerlos y colocarlos en cestas. Cuando la cesta estaba llena se trasladaba al curadoiro o era, donde se extendían los hilos de cera. El proceso se repetía tantas veces fueran necesarias hasta acabar la cera amarilla que tenían para fundir. La cera hecha lascas se ponía en la era durante unos 8 días y, después de 3 o 4, se procedía a darles la vuelta. Con este proceso se consigue que la exposición a la radiación solar tornara la cera de amarilla a blanca, llamada popularmente como “cera esperma” otorgándole valor añadido a los posibles productos a elaborar posteriormente.
El taller cerero
Era el lugar donde el cerero elaboraba las candelas y los exvotos, este disponía de una paila, cazo cónico invertido de cobre, donde iba derritiendo la cera amarilla que provenía del lagar de la cera o la blanca obtenida en las eras de la cera. Encima de la paila estaba una rueda de madera donde el cerero colgaba las mechas de las candelas.
La persona cerera cogía un cazo de cobre es echaba un poco de cera sobre el pábilo para ir haciendo lentamente las candelas. El taller cerero contaba con piezas específicas como la tajadera o el bruñidor que se empleaba en el proceso de elaboración de las candelas.
Patrimonio apícola cerero y dinamización rural
Galicia cuenta con importantes elementos etnográficos vinculados con la apicultura entre los los cuales podemos encontrar patrimonio apícola cerero específico como las eras o los lagares de la cera. Elementos que no han sido hasta el momento estudiados ni inventariados y que resultan únicos a nivel peninsular y del sur de Europa.
«El patrimonio cerero de Galicia es único en la Península»
Hay que procurar, estudiar, proteger, conservar y poner en valor nuestra enorme y singular riqueza vinculada con el patrimonioapícola cerero tradicional gallego. En este senso, resulta preciso destacar que comienzan a surgir experiencias de interés como la desarrollada por la Comunidad de Montes Vecinales en mano Común de Paraños, en O Covelo.
Esta entidad vecinal ha creado el Centro de Interpretación de la Cerería de Paraños, rehabilitado el lagar de la cera de Paraños y puesto en valor otro patrimonio cerero como la era de cera y el pilón de blanqueo de Paraños insertando estos elementos patrimoniales dentro de una ruta de senderismo. La CMVMC también ha editado una Guía con información extensa sobre la historia, los elementos patrimoniales y los procesos cereros tradicionales en el Ayuntamiento.