Promagal, la Federación de Productores de Madera de Galicia, se disolvió el pasado mes de abril tras casi dos décadas de funcionamiento. En paralelo a la desaparición de Promagal, en los últimos años fueron decayendo buena parte de las Promas locales que la integraban, con excepciones como Viveiro, Cedeira y otras asociaciones que se mantienen activas.
Pasados unos meses desde el cierre de Promagal, hacemos balance con Ramón Reimunde y abordamos las dificultades a las que se enfrentan las iniciativas colectivas en el ámbito forestal.
¿Puede hacernos una cronología del asociacionismo forestal en el norte gallego?
Promagal tiene unos archivos desde el primer año que se formó, en 2005/06, y tenemos el archivo de 45 asambleas en toda su historia, es decir, hasta 2023. Comenzamos en aquel entonces haciendo reuniones locales en cada una de las villas y municipios del norte gallego, primero, independientemente, y luego fuimos creando una especie de grupo.
Es necesario añadir que había una asociación que se llamaba Promafe -Productores de Madera de Ferrol- que fue la primera matriz, por decirlo así, porque fue la que comenzó a impulsar cuando estaba Teresa Rañal y otros miembros.
Cuando nos juntamos, comenzamos a tener contratos con precios preferentes, primero con un exportador y después con madereros locales
Después hicimos asambleas en Foz, en Ribadeo, en Cariño, en Cedeira, en Viveiro… y a partir de ahí, cuando ya teníamos unas 12 o 15 asociaciones, parte de ellas ya legalizadas, es decir, con su Consejo de Dirección, con sus Estatutos, y en regla, entonces nos juntamos en Ortigueira para crear Promagal -Federación de Productores de Madera de Galicia, y decidimos entre todos los allí presentes -que ya éramos 20 asociaciones en aquel momento- comenzar a reunirnos periódicamente.
Así fue como comenzamos a tener contratos de corte donde nos daban unos precios preferentes. Primero fue con un exportador y luego con un concierto de madereros del norte.
A partir de ese momento la actividad fue desarrollándose. En el periodo 2012-14 tuvimos contratos preferentes con Ence, que incluso nos patrocinaba una oficina y un administrativo. Los años 2014-15 fueron muy bien, vendimos mucha madera. Estamos hablando de que entre todos vendíamos más de 400.000 toneladas de madera. Había muchas asociaciones, dispares entre sí en volumen de socios, pero que fueron funcionando de esa manera.
Cumplimos una función durante un tiempo, que no fue pequeño, 15 años, pero perdimos fuerza y entonces acordamos la disolución de Promagal
Después llegó aquella época del Covid, en la que era hasta complicado acceder a los montes y circular, por lo que se cortó mucha menos madera. A partir de ahí, especialmente después de 2021 comenzó a calar un desinterés. La gente vio que esto perdía fuerza y que perdía impulso, y entonces dejó de interesar tanto, pero dejamos que siguiera, a ver cómo avanzaba.
Fue entonces cuando a partir del año 2022 vimos la necesidad de buscarle una solución y una directiva que se hiciera cargo, o que esto no podía seguir. Tiempo después, hicimos una asamblea a la que asistieron pocos participantes y fue cuando se acordó disolver.
Nosotros cumplimos la función durante un tiempo, que por cierto no fue pequeño, porque con las bromas fueron más de 15 años, pero después, en el futuro hay que esperar que iniciativas como esta se organicen mejor, que se formen cooperativas poderosas y que no seamos 500.000 propietarios en Galicia divididos y desorientados.
¿Qué cuestiones impulsaron el asociacionismo en las Promas locales y qué logros destacaría?
Como en cualquier movimiento asociativo siempre hay un estímulo, y ese estímulo tiende a ser una injusticia. Aquí, en este caso, es que en aquel tiempo, por 2005, el precio estaba tirado. Entonces empezamos a poner carteles por todas partes con mensajes como ‘no vendas madera que te están robando, asóciate’.
El gran impulso fue el precio bajísimo de la madera y ver que los propietarios estábamos en manos de los compradores de madera. Ante ese impulso, nos unimos y efectivamente al principio conseguimos lo que se buscaba, que era subir los precios, asegurar que tuviéramos una buena planta con buena genética y un poco más barata, e incluso en algún sitio consiguieron buenos precios para abonos, trabajos conjuntos en pistas y cortafuegos, etc.
Es decir, al principio todo eso dio resultado.
Se puede decir que estuvimos unidos solo por una cuestión económica de venta de madera. A mí me parece que había muchas más cosas que trabajar aquí. Había que pensar en la biodiversidad, en qué especies plantábamos y cómo, en el aprovechamiento y gestión conjunta, que está sin explorar, etc.
El monte no es sólo dinero y cortar madera. Había que pensar en la biodiversidad, la gestión conjunta, qué especies plantar… Los que vengan detrás tendrán que tener un enfoque más amplio y científico del monte
Yo era una de las cosas en las que insistía y decía que el monte no solo es dinero, no solo es producir madera, pero como nos llamábamos ‘asociaciones de productores de madera’, la mayoría solo quería abordar eso.
Por lo tanto, los que vengan tienen que abarcar un campo mucho más amplio y mucho más científico, y mucho mejor preparado de lo que nosotros estábamos, porque nosotros éramos silvicultores normales y corrientes.
Desde un principio decidimos vender por tonelada, nunca a bulto, y en los últimos años, lo que descubrimos fue el coto redondo
¿Cómo contribuyó Promagal a mejorar la venta de madera?
Lo primero que hay que tener en cuenta es que el gran propietario no es el que más necesita de convenios, sino que son aquellos pequeños propietarios para los que están pensadas estas asociaciones, con el fin de conseguir el mismo precio que el resto.
Desde un principio decidimos vender por tonelada, nunca a bulto, y en los últimos años, lo que descubrimos fue el coto redondo. Es decir, tú no vendas un monte pequeño solo, lo mejor es que vendan todos los que están alrededor, hasta formar 3 o 4 hectáreas, entonces de ese modo se consigue un precio magnífico para todos los socios, vendiendo conjuntamente y sacando cada uno su parte de madera por separado, y plantando colectivamente también. Eso fue un avance.
¿A qué cree que se debe que la implicación de los propietarios en las Promas fuera a menos? ¿Por qué un propietario se hacía socio y por qué vendía la madera a través de las ofertas que le hacían a la asociación?
Por interés económico. Cuando el precio estaba a 36 euros, en la asociación se vendía a 39 euros. Pagaban una cuota de 15-20-25 euros anuales por pertenecer, estaban informados, se les ayudaba además a medir camiones, a controlar los montes, etc.
Cuando los propietarios vendían a través de la asociación, además de tener un buen precio, la entidad se quedaba con una pequeña parte, que eran 50 céntimos o 1 euro por tonelada vendida, para pagar a la gente, y para pagar certificaciones y otros gastos. Entonces los propietarios decían ‘para qué le voy a pagar a la asociación, que me descuenta 1 euro, si me lo pueden pagar a mí?’.
Es decir, estamos en un mundo económico en el que nosotros fuimos un poco inocentes, y yo creo que deberíamos haber actuado de una manera más inflexible.
¿Cómo ve la situación actual del asociacionismo forestal?
Creo que no podemos engañar a la gente con falsas promesas y esperanzas. Ahora el asociacionismo está mal. No es que esté mal, es que no está, y todo lo que está haciendo la Xunta en Medio Rural no es muy útil. Puedes diseñar instrumentos de asociacionismo, pero la gente no se junta.
En el caso concreto que conozco, que es toda la Mariña de Lugo, la gente no se junta. Son malos tiempos para el asociacionismo en la música forestal.
Ahora, no le veo posibilidades a las agrupaciones de gestión conjunta, y ya veremos cómo van a ser muy pocas las agrupaciones que se creen así.Lo que sí continuarán son los cotos redondos
¿Le ve entonces pocas posibilidades a las agrupaciones forestales de gestión conjunta?
La idea es buena, y en el fondo, la idea es copiada de los estatutos de Promagal y de sus asociaciones, que estaban repartidas por el norte de Galicia. Ahora, no le veo posibilidades de realización, y ya veremos cómo van a ser muy pocas las agrupaciones que se creen así.
Lo que sí continuarán son los cotos redondos. En lugares que nosotros cortamos en 2014, por ejemplo, que a lo mejor cortamos en algunos sitios 40 hectáreas juntas, pues esas 40 hectáreas, que dentro de 2 o 3 años ya están en época de corta, se podrán volver a cortar otra vez todos juntos, pero haciendo el coto redondo interno, ellos mismos, sin necesidad de la interlocución de la administración.
Serán ellos los que contacten con un comprador, y así mismo, los que van a conseguir 3-4 euros más por tonelada, en comparación con si vendiera cada uno por separado.
Conviene buscar la diversidad y no tener una monoespecie con una abundancia enorme de esa oferta, porque lo que lleva es a que las fábricas de pasta y los compradores de esa madera te paguen lo que quieran
¿Cómo ve los montes de eucaliptos de cara a los próximos años?
Yo tengo 75 años, desde los 25 o un poco antes, llevo gestionando monte y vendiendo madera todos los años. Nosotros con el eucalipto nos equivocamos porque seguimos los incentivos de ENCE, y todo el mundo plantó eucalipto. Hay que tener diversidad, hay que tener más especies. Ahora está fallando el ‘Pinus radiata’ y estamos plantando secuoyas, pino del país y otras cosas.
Hay que ir evolucionando y tratando de transformar estos montes de eucalipto en que nos pasamos muchísimo de freno, y a medida que se vayan cubriendo turnos de corta, replantearlos en sitios que resulten más adecuados, en los que no se daría otro cultivo.
Conviene buscar la diversidad y no tener una monoespecie con una abundancia enorme de esa oferta porque lo que lleva es que las fábricas de pasta y los compradores de esa madera te paguen lo que quieran.
En cada uno de los municipios que hay desde Ribadeo hasta Ferrol, que son 30 municipios, hay un stock de 1 millón de toneladas. Por lo tanto, con esa inmensa oferta, ¿a dónde vamos a ir? A ningún sitio, porque como no quieran comprarnos otros clientes estamos perdidos.
¿Qué piensa de la moratoria del eucalipto, a la espera de que se decida una regulación posterior?
Esa moratoria, que donde no había eucalipto, por ejemplo donde había pino, abedul u otras especies, no plantar eucalipto, en principio es positiva, yo siempre la vi con simpatía porque no se puede aumentar la superficie, en la Mariña ya no hay más donde plantar como no plantemos las playas y las eras de las casas. Entonces la moratoria del eucalipto hasta el fin del 2025 a mí me parece positiva.
Sobre la prevención de incendios, ¿qué medidas cree que habría que tomar en la Mariña de Lugo?
Esta masa forestal tan continua del eucalipto es un peligro para el medioambiente y para los incendios también, claro. Aunque bien es cierto que al igual que el eucalipto absorbe mucha agua, también contribuye a retenerla -cuando hay niebla por ejemplo, baja por el tallo abajo-.
Efectivamente hay una superficie continua, no hay zonas de campo, ni zonas agrarias, pero por lo menos no hay abandono. Tenemos eucalipto, que está capturando CO2 de la atmósfera y aportando.
De cara a la prevención de incendios, es una cuestión que me deja dudoso. Hoy en día, aquí en la Mariña seguramente caigan unas gotas, hay humedad, y rara vez sube la temperatura de 25ºC. En ese sentido, lo que nos protege es el clima. Ahora, como venga un día con el viento cálido de suroeste, aquí arde donde le prendan. La prueba la tenemos el año pasado: la joya de la corona, que son los montes de Trabada, con zonas en SAT o concentradas, ardió. Con excepción de días puntuales, el clima es lo que nos salva de los incendios.