El trébol encarnado, un aliado para reducir costes de alimentación en vacuno de leche

Un estudio del Ciam aborda cuáles son los cultivos de invierno más beneficiosos para intercalar con el maíz forrajero en Galicia. Entre los resultados más destacados figuran el trébol encarnado y el guisante. Conocemos los detalles de la investigación y las cifras que lo demuestran

El trébol encarnado, un aliado para reducir costes de alimentación en vacuno de leche

El trébol rojizo fue una de las siembras que estuvieron probando en el CIAM junto con raigrás, triticale e guisante forrajero.

Buena parte de las ganaderías de leche gallegas están orientadas a un modelo de producción intensivo, donde el maíz es el forraje principal y el responsable del 42% de la producción de leche. Es habitual que los productores opten por la rotación del maíz con cultivos de invierno, que además de proporcionar un aprovechamiento mayor de la tierra, contribuye a reducir la lixiviación de nitratos que se produce si se dejan esas parcelas en barbecho. Pero, ¿cuáles son las mejores opciones para las praderas de invierno en rotación con el maíz forrajero?

Lo más frecuente en las ganadería gallegas es el uso de raigrás italiano. «Esta rotación es muy productiva, de alto valor energético, pero de bajo contenido proteico, lo que obliga a las explotaciones a importar materias primas», detalla Dolores Báez Bernal, investigadora del Centro de Investigaciones de Mabegondo (Ciam) que está trabajando en un estudio iniciado en el 2011 sobre los cultivos de invierno en rotación con el maíz forrajero y en el que también participan otros investigadores del Departamento del Pastos y Cultivos del centro.

El uso de leguminosas y gramíneas en las praderas de invierno en rotación con el maíz forrajero contribuyen a incrementar la proteína y mejorar la fertilización

Una de las estrategias que se proponen para conseguir un mejor rendimiento y aprovechamiento de los cultivos de invierno en la rotación con maíz forrajero pasa por sembrar especies leguminosas y gramíneas, que contribuyen a aumentar la producción de proteína. Además al ser fijadoras de nitrógeno, se reduce la cantidad de nitrógeno procedente de fertilizantes que es preciso aportar, lo que contribuye a mejorar los balances de nitrógeno y la sostenibilidad de las ganaderías.

Conocemos en detalle el estudio realizado en el Ciam y los resultados que muestran los diferentes cultivos de invierno, no sólo en su aporte proteico sino también en la fertilización de la tierra, lo que influirá en la posterior producción del maíz.

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Siembra de cultivos de invierno en parcelas del CIAM. // Foto CIAM.

Variedades a emplear en la pradera de invierno

El estudio del Ciam incluyó algunas de las especies más habituales, como el raigrás italiano alternativo, del que sembraron unos 40 kilos por hectárea; así como el trébol rojizo, con una dosis de siembra de 30 kilos por hectárea. También hicieron pruebas mezclando ambos (10 kilos de raigrás y 30 de trébol por hectárea). Otro de los cultivos fue la leguminosa triticale, de la que sembraron unos 70 kilos por hectárea, combinado con el guisante forrajero, del que precisaron una dosis de 125 kilos por hectárea.

En estos campos de ensayo realizaron una fertilización de fondo de 50 kilos de nitrógeno, 100 kilos de fósforo y otros 100 kilos de potasio por hectárea. A esto añadieron una fertilización de cubierta en las parcelas de raigrás de 60 kilos de nitrógeno por hectárea. El cultivo de invierno lo sembraron en octubre, realizaron la fertilización mineral a comienzos de abril y lo cosecharon a finales de ese mismo mes.

Además, una vez que sembraban el maíz también añadieron purín de cerdo y vacuno, previo a la siembra, y en el mes de julio aportaron una segunda fertilización mineral.

Resultados de los cultivos de invierno

Con estas variedades y fertilización, y los datos de 8 años de estudio, los investigadores confirmaron importantes diferencias entre las respuestas de unos cultivos y otros. El monocultivo de raigrás italiano y la mezcla de raigrás italiano y trébol rojizo resultaron, por término medio, los cultivos de invierno más productivos, obteniendo unas cifras de materia seca por hectárea superiores en buena parte de las campañas.

«Aunque estas son las variedades con mejores resultados en buena parte de los años estudiados, vimos una gran variabilidad, ya que influyen mucho las precipitaciones o las temperaturas registradas», explica la experta. Las altas temperaturas incluso propiciaron que el cultivo de triticale y guisante se perdiera un año, debido a un ataque intenso de verdín de la caña.

Evolución de los cultivos de inverno en cuanto a materia seca.

En detalle, y sin considerar el año en el que faltó el cultivo de triticale-guisante, comprobaron que el raigrás italiano es el más productivo, con una producción media de 5.650 kilos de materia seca por hectárea, mientras que el trébol rojizo se sitúa un 13% por debajo de ese valor, consiguiendo 4.900 kilos de materia seca por hectárea. Mientras, la mezcla de ambas especies muestra ser un 11% más productiva que el cultivo de solo raigrás. El caso de la mezcla de triticale y guisante resultó un 3% menos productiva que el raigrás italiano.

La gestión del nitrógeno

Al margen de la productividad de los cultivos de invierno, otro de los puntos claves de este estudio se basó en conocer la capacidad de producción de nitrógeno por los cultivos, es decir, de proteína bruta. «A excepción del primer año y el quinto, cuando no hubo diferencias estadísticas, el resto de los años vimos como el cultivo de raigrás siempre fue menos extractor de nitrógeno que el trébol rojizo», detalla la experta. De este modo, y de nuevo considerando los valores medios del estudio sin considerar el quinto año, mientras que el raigrás italiano resulta más productivo, el trébol se muestra como una opción más extractora de nitrógeno, llegando a ser un 72% más que el raigrás, por lo que consigue valores próximos a los 115 kilos de nitrógeno por hectárea.

Evolución de los cultivos de invierno en cuanto a extracción de Nitrógeno.

La mezcla de ambas hierbas, al igual que cuando se observa sólo la productividad, también ofreció resultados favorables, siendo un 19% más extractora de nitrógeno que el raigrás. La combinación de triticale y guisante consigue una extracción de un 15% superior a la lograda con el raigrás, próxima a los 80 kilos de nitrógeno por hectárea.

Extracción de Nitrógeno por hectárea en los distintos cultivos y los diferentes años.

Así, en base a eso, también el trébol resulta una opción a valorar para la elección de las praderas de invierno. «Si se tiene en cuenta que en la mezcla de raigrás italiano y trébol rojizo sólo hay un corte y no se realiza aporte de fertilizante nitrogenado, esta es más ventajosa por el ahorro de fertilizantes y la reducción de costes de mecanización que proporciona», detalla Báez.

Los efectos sobre el maíz

Los estudios del Ciam también abordaron los efectos del tipo de cultivo de invierno en el cultivo posterior de verano, el maíz, para comprobar la relación que existe entre ambos y hasta qué punto influye optar por una siembra u otra teniendo en cuenta la rotación completa. Así, en las mismas parcelas se sembró maíz sin ningún tipo de fertilización mineral extra y otras con un aporte de 160 kilos de nitrógeno por hectárea.

En las parcelas sin fertilización mineral lograron producciones de entre 6 y las casi 10 toneladas de materia seca por hectárea que se consiguieron en aquellos predios donde se había sembrado el trébol rojizo. En el caso de esta variedad, cuando se aplica el nitrógeno se logra de promedio unas 12 toneladas de materia seca por hectárea. «Observamos que, de promedio tanto el trébol rojizo como la mezcla de triticale y el guisante forrajero consiguen incrementar la producción un 59% sin ningún tipo de fertilización. Si se añade nitrógeno, esta diferencia en el incremento en la producción aunque se atenúa, sigue siendo de un 17% superior con respeto de otros cultivos», detalla Báez.

«Tanto el trébol rojizo como la mezcla de triticale-guisante consiguen incrementar la producción en un 59% cuando el maíz no recibe ningún tipo de fertilización mineral»

A la hora de observar la extracción de nitrógeno, comprobaron que se conseguían resultados semejantes, siendo tanto el trébol rojizo como la mezcla de triticale y guisante la opción más beneficiosa y que permitía una extracción de nitrógeno del 64%. Cuando se aportó fertilización en el cultivo del maíz, se redujo a un 22% la extracción de estos dos cultivos, que siguieron siendo los más beneficiosos.

Resultados de la producción de maíz trala rotaciónde cultivos de invierno.

Observar los datos conjuntos tanto del cultivo de invierno como del maíz también permite extraer interesantes conclusión sobre la elección de un cultivo u otro para la rotación. Así, si se opta por trébol rojizo se consigue una producción de proteína bruta superior tanto en el cultivo de la hierba como en la cosecha de maíz, si se compara con los rendimientos del raigrás italiano y sin ningún tipo de fertilización mineral extra. «La proteína bruta por hectárea en la rotación típica de raigrás-maíz puede incrementarse si se sustituye el raigrás por trébol o la mezcla de triticale y guisante», concreta la investigadora. Los resultados que ofrece el trébol rojizo son incluso superiores a los logrados cuando se sembró raigrás italiano y fueron fertilizadas con 160 kilos de nitrógeno por hectárea.

Así es que, el cultivo de trébol rojizo permite prescindir del abonado del 160 kilos de nitrógeno aplicado al maíz, sin reducir la producción de proteína. «Los resultados con la mezcla de raigrás y trébol fueron variables entre los años estudiados, pero se aprecia un ligero incremento de la producción de proteína de la rotación típica y tiene el beneficio de que también se ahorra el abonado durante el invierno», ratifica la investigadora.

Resultados de la rotación de cultivos de invierno en la producción de maíz.

Sin embargo, Báez también insiste en que hace falta tener presente que, aunque las variaciones inter-anuales son grandes con el trébol los efectos se mantienen con el paso del tiempo y en el caso de la mezcla de guisante y triticale se limita más a los primeros años del establecimiento de la rotación debido a la poca presencia de guisante cuando se cultiva año tras año en el mismo lugar.

El ensayo sobre estos cultivos de invierno fue parcialmente financiado por la Xunta de Galicia, el INIA-Ministerio de Economía, Industria y Competitividad cofinanciado con fondos Feder y campos de ensayo de la Consellería de Medio Rural. 

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