“El uso en las ciudades de materiales elaborados a partir de la madera ofrece un gran potencial para enfrentar el cambio climático”

Hablamos con Galina Churkina, profesora de Ciencias de Ecosistemas Urbanos en la Universidad Tecnológica de Berlín, que participó este año en Galicia en el Foro Esenciales en Bioeconomía

Galina Churkina, investigadora y profesora de Ciencias de Ecosistemas Urbanos en la Universidad Tecnológica de Berlín, centra su línea de investigación en torno al crecimiento urbano y la mitigación del cambio climático.

Churkina, que estuvo este año en Santiago de Compostela, en el Foro Esenciales en Bioeconomía, organizado por XERA, Agencia Gallega de la Industria Forestal, estudia este campo con la finalidad de avanzar en el “desarrollo de la urbanización de una manera sostenible, favoreciendo, al mismo tiempo, la mitigación del cambio climático”.

La bioeconomía y el uso de materiales a partir de biomasa en las ciudades “representan una buena oportunidad y un alto potencial para avanzar en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Se puede avanzar en la fijación de dióxido de carbono en las ciudades mediante una transición a un tipo de construcción fundamentado en la madera”, afirma Churkina.

Háblenos de las claves de su trabajo sobre crecimiento urbano y cambio climático.
Hay dos tendencias que nosotros observamos. Una de ellas es que hay cambios en el clima que están afectando a todo el mundo en nuestro planeta. La segunda es el crecimiento de la población y el crecimiento de las ciudades, esto es, tendencias en la urbanización. En este sentido, estamos viendo que necesitamos encontrar la manera de abordar ambas tendencias, y así mitigar el cambio climático al tiempo que construimos ciudades que sean sostenibles, sin ampliar el efecto de la urbanización en el clima.

Por lo tanto, pienso que la bioeconomía y el uso de materiales a base de biomasa en las ciudades representan una oportunidad y tienen un amplio potencial para contribuir con el medio ambiente y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Básicamente, se trata de extraer una parte del Co2 mediante el proceso de fotosíntesis, y acometer una transición a una construcción basada en la madera, para así almacenar parte del carbono en los edificios.

Es difícil explicarle este tipo de cuestiones a la población. ¿Cómo podríamos explicar la compatibilidad entre la conservación del medioambiente y el aprovisionamiento de materias primas en los bosques?
Hay dos tipos de movimientos diferentes; uno es proteger el bosque, que pretende tener más masa forestal protegida y sin gestionar. Por otra parte, vemos el crecimiento de la industria forestal, de una industria de la construcción fundamentada en la madera, y de una industria textil con producción a partir de madera y residuos de ropa. Entonces, el desafío sería combinarlos y para esto, una de las fórmulas es extraer recursos del monte asegurándonos de que después esos bosques sigan creciendo.

Además, es muy importante que estos materiales que lleguen a las ciudades estén en ellas el mayor tiempo posible, reutilizándolos y reciclándolos para así contribuir a la fijación de carbono. Es preciso entender que no solo tenemos que reciclar nuestra ropa, sino también los materiales de construcción. De esta manera, creo que un gran reto es cambiar el sector de la construcción y la forma de construir para conseguir crear edificios regenerativos, que puedan ser desmontados al final de su vida útil.

¿Cuál es su perspectiva del sector forestal y de los cambios que está suponiendo el cambio climático?
Hace un tiempo, colaboré en un estudio llamado ‘El panorama del sector forestal hasta 2014’, que surge del esfuerzo de un conjunto de científicos de diferentes disciplinas y diversos países. Este proyecto abordaba dos grandes temáticas: una era la de los cambios en el sector forestal, y la otra era el cambio climático. Esta iniciativa pretendía poner foco en un final conjunto, intentando prever lo que sucedía si se comenzaba construyendo con madera, y viendo el efecto que tendría en los montes desde la perspectiva del cambio climático.

Una de las cuestiones que se planteó fue qué se tenía que hacer para salvar parte de este carbono que está en el monte -y que se podía quemar en el siguiente incendio-, y cómo podía transferirse a los edificios de manera sostenible.

Así que el ideal era ver ambas cosas, hasta que llegamos al punto de querer ver el crecimiento de este tipo de economía que se basa en los materiales que provienen del monte de forma natural. Eso sí, siempre bajo la premisa de mantener el monte vivo, y con la necesidad de gestionar este sumidero global de carbono junto con el desarrollo de la industria.

¿Qué cuestiones cambiaría en la gestión de los productos de la industria forestal?
Debería haber un impulso serio para la gestión sostenible de los bosques y de la construcción resiliente con el entorno forestal. También creo que la industria tiene que aprender a utilizar no solo las plantaciones forestales, sino los bosques mixtos. Así que las futuras plantaciones deberían apostar por ese modelo, e ir acompañadas de cambios en la industria.

¿Cómo llegó a investigar este tema y a partir de que formación lo pudo hacer?
Comencé cómo matemática. Empecé matemáticas pero eran un poco áridas para mí, por lo que me especialicé en ecología matemática. Por eso, completé mi educación en matemáticas pero de una manera más aplicada a esta rama, y más tarde hice el doctorado en la Escuela de Forestales de la Universidad de Montana, en los Estados Unidos. En ese momento me adentré en un campo completamente diferente al mío, pero, de nuevo, desde mi conocimiento de las matemáticas.

Fue entonces cuando me puse a trabajar en la creación de diferentes modelos numéricos y otras herramientas para estudiar el efecto de los cambios de nuestro planeta en el clima, y viceversa. Al principio estudiaba sobre todo ecosistemas naturales, pero me di cuenta de que las ciudades son, actualmente, mucho más interesantes y complejas que los ecosistemas naturales, y sustancialmente menos investigadas que los montes o las praderas. Por lo tanto, hace diez años decidí afrontar el desafío y comencé a estudiar las ciudades y aspectos de su organización.

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