«El vacuno de carne equivale a una multinacional con 50.000 trabajos directos en Galicia, pero no se nos valora»

Nos aproximamos al sector de vacuno de carne y a algunas de las problemáticas que afronta en estos tiempos de mano de Samuel Formoso Salado, ganadero de Vilar de Barrio (Ourense), que acaba de ser elegido como representante del sector en el Sindicato Labrego Galego

«El vacuno de carne equivale a una multinacional con 50.000 trabajos directos en Galicia, pero no se nos valora»

Samuel Formoso Salgado en su ganadería de Rubia Galega.

Samuel Formoso Salgado acaba de convertirse en el nuevo responsable del sector de la carne de vacuno en el Sindicato Labrego Galego. Este ganadero de Vilar de Barrio tomó el relevo en la ganadería familiar hace unos 25 años. En aquel momento, cambió el trabajo en un almacén de regalos de Ourense para retornar a la aldea y apostar por la ganadería. Además de ganadero, Formoso es presidente de una comunidad de montes y concejal del BNG en este ayuntamiento de poco más de 1.800 habitantes del Macizo Central.

Abordamos con él temas como la caída de precios, la gestión del lobo o la reforma de la nueva PAC, al tiempo que conocemos su ganadería y forma de trabajar. 

-¿Cómo afrontas esta nueva labor como responsable de Vacuno de Carne en el Sindicato Labrego? ¿Qué te llevó a dar el paso?
-Desde que me incorporé a la ganadería siempre he estado vinculado al Sindicato Labrego, tanto en la directiva de la carne como en la dirección nacional. En los últimos años, he tenido menos disponibilidad por temas familiares. Ahora para renovar la directiva, aunque hay mucha gente más joven que yo y muy preparada, querían una persona que tuviese experiencia, me lo propusieron y no supe decir que no. La verdad es que yo estoy metido en todas las guerras en las que no se gana dinero.

-¿Cuáles son las prioridades más inmediatas?
-Lo más urgente son los precios, ya que con la crisis del Covid-19 estamos atravesando una época muy complicada con una bajada de los precios del kilo en canal en los becerros entre 50 y 70 céntimos, lo que supone más de 100 euros por animal. A esto se suma que ya arrastrábamos precios de hace 30 o 40 años, puesto que nunca pasamos de los 5 euros por kilo en épocas buenas, y ahora estamos en poco más de 4 euros. Ningún productor debería de cobrar por debajo de los precios de producción, debería de estar regulado también en beneficio del propio consumidor. Cada vez se valora menos los productores no solo de carne sino al campo, pese al peso que tienen.

En Galicia, sólo los productores de vacuno de carne suponen unos 50.000 puestos de trabajo directos, ya que tenemos casi 20.000 granjas a las que se suman unas 500 ganaderías mixtas. Es necesario tener en cuenta que, en la mayoría de estas ganaderías trabajan al menos 2 personas. Estamos al nivel de multinacionales como Inditex o Citroën en volumen de puestos de trabajo, pero no se nos valora como tal. En esta época de crisis, donde la creación de puestos de trabajo es tan importante, debería tenerse en cuenta que en las ganaderías se están manteniendo.

«Tenemos que hacer frente a los tratados de libre comercio que utilizan la carne como moneda de cambio»

-¿Qué líneas de acción deberían seguirse para frenar esta caída de precios?
-Uno de los temas que debe abordarse es el dumping que nos producen los tratados de libre comercio que utilizan la carne como moneda de cambio para poder vender otros productos en terceros países. Utilizan nuestra carne para hacer tratados con Mercosur o con Canadá de manera que se importa carne a bajos precios, procedente, muchas veces, de zonas que fueron deforestadas en el Amazonas para la producción de esta carne, una realidad que no le cuentan al consumidor. Esta carne compite en los liniales con la carne de calidad que se produce en Galia, donde la mayoría son ganaderías en extensivo.

Políticamente también se debería incidir en fijar unos precios mínimos para que nadie produzca por debajo de los costes de producción para que la gente se mantenga en esta actividad y que la juventud vea la ganadería y el rural cómo algo atractivo, para evitar que esto sea un desierto. Cada vez más, los grupos que comercializan la carne son más potentes y se reparten en 5 o 6 grupos que fijan los precios para ganar ellos más. Se está viendo con los precios actuales de la carne: mientras a los productores nos han bajado el precio, el consumidor sigue pagando lo mismo en el supermercado que hace un año. Incluso en épocas de crisis hay quien se está aprovechando para ganar dinero.

-Cada vez más productores están optando por la comercialización directa, ¿qué perspectivas de futuro le ves?
-No es una alternativa para la gran mayoría. Creo que en zonas puntuales, sobre todo en aquellas ganaderías próximas a las ciudades, es una vía para tener mejores precios, produciendo calidad y menos cantidad. Además permite estar cerca del consumidor, de manera que se logra una confianza que en el mayorista no se tiene. Cada vez hay más gente que opta por eso, que diversifica con otras producciones como los pollos o huerta. Ahora estamos viendo como cada vez hay menos mataderos comarcales, y esto también está limitando mucho este tipo de iniciativas. En Ourense ya sólo tenemos un matadero comarcal. Con todo, en el campo se están llevando a cabo iniciativas muy interesantes, aunque muchas veces no se llegan a conocer como debieran. Creo que debemos apostar más por los pequeños productores. Es preferible que haya 10 productores con 50 vacas que uno solo que tenga 1.000, como está pasando en el Macizo Central, donde quedan cada vez menos ganaderías.

-Desde el Sindicato Labrego lleváis años reclamando mayor transparencia en los pesajes de los mataderos con un sistema de control por parte de la Xunta, ¿sigue siendo un problema en los principales mataderos de Galicia?
-Es algo que llevamos reclamando desde siempre. Hay la desconfianza de que en los pesos los mataderos no son todo lo transparentes que debieran. Tampoco es una cuestión que afecte sólo el vacuno de carne, sino que se reclaman básculas en muchos sitios y sectores por esa desconfianza. La Administración debería hacer unos controles y que los pesajes sean transparentes.

-En los últimos tiempos se ha vuelto a reactivar el debate sobre la presencia del lobo, ¿qué opinión tienes al respeto?
-La mayoría de los ganaderos jóvenes no están en contra del lobo, lo que no quieren es que el coste de mantener especies como el lobo o el jabalí en los montes recaiga siempre sobre el ganadero. La presencia de esta fauna en el monte supone un beneficio para toda la sociedad, pero no puede ser sólo la población rural, y en especial los ganaderos, quienes asuman el cueste a base de pérdidas en sus ganaderías. Además, seguimos arrastrando problemas como la burocracia que suponen los ataques para los productores, mientras siguen demorándose los pagos y siendo insuficientes para compensar los daños. Fauna sí, pero el coste no puede ser solo para la gente que vive en el territorio, sino que debe corresponder a toda la sociedad.

«Cada persona que se jubila es una ganadería que cierra, no hay relevo generacional porque a los jóvenes no les resulta atractivo dedicarse a la actividad agraria o ganadera»

-Se dice que el sector de la carne de vacuno es uno de los motores contra la despoblación, ¿lo ves así con tu ganadería y en tu zona?
-Por supuesto. Cuando me incorporé, en mi pueblo había unas 15 ganaderías con un promedio de entre 15 y 20 vacas de carne, hoy quedamos 4, la mía es una de las de mayor tamaño y el resto alrededor de unas 20 vacas. Cada persona que se jubila es una ganadería que cierra, no hay relevo generacional porque a los jóvenes no les resulta atractivo dedicarse a la actividad agraria o ganadera. Hay múltiples causas para eso, entre las que se encuentra el desmantelamiento de los servicios que se está viendo.

Nadie valora los beneficios que aporta para la sociedad que siga habiendo gente que viva en zonas como el Macizo Central, por el mantenimiento y conservación de la biodiversidad que hacen de esta zona o la contribución en la lucha contra los fuegos forestales y ninguna subvención valora esta contribución y los sacrificios que están teniendo que asumir por la falta de servicios. La PAC debería de recoger las aportaciones de estas ganaderías a la sociedad. Cualquier administración debería de primar el rural. Están muy bien iniciativas como las aldeas modelo, pero es imprescindible que se sigan manteniendo los servicios básicos que ya había en el rural y que son tan importantes para mantenerlo vivo, como las líneas de tren o autobús que se fueron suprimiendo, los médicos o escuelas del rural que fueron cerrando…

-¿Cómo es tu ganadería? Los cuentan cómo trabajáis.
– Somos de los pocos que quedamos en A Limia como ganaderos en extensivo. Parte del ganado lo tengo en la antigua Laguna de Antela, una zona que estamos recuperando, junto con la Sociedad Gallega de Historia Natural. Estos terrenos eran comunales y pertenecen a la parroquia de Bóveda. Cuando se desecó la laguna, se dividió en dos, uno de ellos pertenece al pueblo de Bóveda y fue plantado de pinos, y otro es del pueblo de Vilar de Gomareite. En este último, cuando se hicieron las concentraciones parcelarias esos terrenos quedaron ocupados por una escombrera y ahora desde la Comunidad de Montes estamos colaborando para recuperarlo. Gracias a subvenciones estamos retirando el plástico y los escombros que allí se vertieron para que quede un mosaico de lo que fue la antigua laguna.

Yo tengo una ganadería de unos 93 animales de raza Rubia Galega, luego mi mujer tiene otra ganadería a unos 20 kilómetros donde llegamos a tener 24 vacas. Trabajamos en semiextensivo, una parte del rebaño lo tengo en el monte y otra pastorea más próxima de la ganadería. Este ganado lo traigo para la granja por la noche para evitar que hagan estragos en las fincas de patatas y cereales que se cultivan en esta zona.

-¿Cómo comercializas la carne?
-Los terneros están con las madres hasta los 7 meses como requieren desde Ternera Gallega y luego los comercializo a los 9 meses a través de una pequeña cooperativa de Maceda con la que estamos asociados a una cooperativa de Monforte de Lemos, lo que nos permite comercializar la carne a través de la cooperativa de segundo grado Artesanos Ganaderos.

«Cada reforma de la PAC nos lo pone más difícil a los pequeños productores. Es una aberración que se pague por superficie en vez de por producción»

– La reducción de base territorial para las ganaderías en extensivo es una de las problemáticas que arrastra el sector desde hace años, ¿cómo valoras la situación actual?
-Es un tema que estamos viendo en el día a día, sobre todo con las plantaciones en terrenos agrarios que se están haciendo con eucalipto en los últimos tiempos. Tenemos una herramienta como el Banco de Tierras que no está funcionando, con importantes retrasos en su gestión, mientras que la Consellería se empeña en poner en marcha una nueva ley para movilizar las tierras en vez de poner a funcionar bien el Banco de Tierras. Ahora mismo hay zonas con un importante problema de falta de tierras y en otras, como es el caso del Macizo Central están quedando en manos de 3 o 4 que les interesa tenerlas para ponerlas en la PAC, lo que hace que tampoco haya tierra disponible para la gente joven que se quiere incorporar.

-En el Congreso de la Carne también abordasteis la nueva PAC, ¿cómo creéis que os afectará a las ganaderías de vacuno de carne?
-Cada reforma de la PAC nos lo pone más difícil a los pequeños productores, se hace sólo mirando a los grandes terratenientes. Es una aberración que se pague por superficie en vez de por producción, así la gente quiere acaparar tierra aunque luego produzca una cantidad mínima. Además, con cada reforma se incrementa la burocracia.

«Tanto los gobiernos como la Unión Europea va a tener que volver a mirar a su sector productivo y comenzar a valorarlo como debe»

-Y en el caso de los fondos New Generation, ¿veis una oportunidad también para el sector de la carne?
-Es una de las batallas que estamos teniendo desde el Sindicato para evitar que estos fondos rematen en las manos de unos pocos y que son los que acaparan siempre estas partidas, ya que estos fondos pueden servir para fijar población en el rural con inversiones necesarias y que revitalicen estas zonas.

-¿Qué perspectivas de futuro ves para el sector?
-Soy optimista. En los últimos años ya hemos tenido que afrontar muchos problemas (Vacas locas, brotes de Brucelosis, arrastramos los precios bajos, ahora la Covid-19 …) y seguimos resistiendo. Yo soy de los que piensa que a medio plazo la alimentación volverá a dar un cambio, ya que se volverá a incrementar el precio de los carburantes y los insumos, como la soja o maíz, que llegan desde Latinoamérica y ciertas ganaderías tendrán dificultades para resistir, mientras que las más ligadas al territorio resistirán mejor. Tanto los gobiernos como la Unión Europea va a tener que volver a mirar a su sector productivo y comenzar a valorarlo como debe, ya que traer comida de otros países resultará más caro y no tiene sentido tener parte del territorio abandonado en vez de producir lo que se precisa.

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