Óscar Riveiro inició su actividad en la huerta en el 2009 en el ayuntamiento lucense de Castro de Rei como un trabajo complementario. Con el aumento de la demanda y en consecuencia del trabajo decidió dedicarse en pleno a Riveiro Ecológicos. Actualmente cultiva patata, trigo, nabiza, alubia y cebolla en exterior y en tres invernaderos judía, tomate y pimiento principalmente. Combina comercialización directa a particulares y restaurantes con empresas de distribución para grandes volúmenes.
Desde que en el 2009 Óscar Riveiro inició su actividad en la agricultura se fueron sucediendo diversas mejoras y ampliaciones hasta ser hoy uno de los productores referentes en A Terra Chá “Comencé con alguna finca que tenía en propiedad que estaba alquilada, después con el tiempo fui aumentando la base territorial haciéndome con parcelas de monte porque así no era necesario el período de conversión y ya la primera cosecha llevaría el sello ecológico”, explica.
A pesar de tener un trabajo cerca de la casa y en buenas condiciones, Óscar decidió hacer un cambio y emprender su propio negocio. “En el 2009 decidí comenzar con la producción de patata en unas fincas de la casa, tenía esto como un complemento. Posteriormente la demanda fue aumentando, fui incorporando nuevas parcelas, e incluso me fue necesario contratar a un empleado. Se me hacía complicado compatibilizar los dos trabajos por lo que era necesario escoger un camino u otro y aposté por dedicarme exclusivamente al campo. Es un trabajo que hay que dedicarle horas y que en caso alguno es más exigente físicamente pero al mismo tiempo da mucha libertad”, reconoce.
La patata y la nabiza son los dos cultivos con más hectáreas ocupan
Actualmente en Riveiro Ecológicos se trabajan diferentes cultivos, tanto agrícolas como hortícolas. En las 13 hectáreas certificadas por el Craega, Óscar trabaja principalmente patata, trigo, cebolla y alubia en verano y nabiza en invierno. A mayores, en los 3 invernaderos se cosecha judía, tomate y pimiento principalmente. Son los cultivos principales que se trabajan todos los años, a los que en función del comprador y de las demandas se pueden sumar otros.
Trabajar en ecológico requiere de un trabajo de observación constante
Al trabajar en ecológico la observación de los cultivos y la anticipación son fundamentales tanto para prevenir enfermedades como para hacer frente a la competencia con otras plantas. “Es una producción que requiere de más mano de obra y dedicación que la convencional. Para hacer tratamientos fitosanitarios aplicamos cada poco producto en prevención, como el cobre en el caso de las patatas. En el caso de las malas hierbas también requiere mayor dedicación, pues todo tiene que ser de manera mecánica o manual, sin emplear herbicidas”, explica Óscar.
Continúa diciendo que “para la patata he preparado un apero de púas y unos arados que hay que pasar varias veces durante el ciclo de producción. En el caso de otros cultivos como la cebolla es necesario hacerlo todo a mano. Lo hacemos cuando la hierba está naciendo para que sea más fácil de eliminar, por el contrario hay que estar cada poco moviendo la tierra”.
La falta de relevo generacional y de mano de obra son un problema de futuro para el sector
Óscar califica la huerta como un sector con futuro, “hay más demanda de la que está cubriendo con productores gallegos, con la contrapartida de que cada vez somos menos por falta de relevo generacional”. Sin embargo los planes en Riveiro Ecológicos no son de aumentar, sino mantenerse. “Ahora estoy trabajando yo solo en la explotación, contrato habitualmente los servicios de un autónomo y en épocas de mayor carga de trabajo como la recolección de la patata vienen cuadrillas. No pienso en aumentar por las dificultades para conseguir mano de obra estable, mantendré la producción que tengo actualmente para cumplir y mantener los acuerdos actuales además de atender a mis clientes”.
En Riveiro ecológicos se combina la venta directa con empresas de distribución
Esta producción ecológica se canaliza al mercado por dos vías principalmente. Por una parte, en los cultivos de mayor volumen como son la patata, la nabiza y el trigo se combina la comercialización directa con la venta a empresas de distribución. Aproximadamente un 30% de esta producción reservara para venta al cliente final. La nabiza supuso en las últimas campañas una buena parte del trabajo en invierno, y consecuentemente de ingresos, con la venta tanto para conserva como fresco.
Para producción restante como la cebolla o alubia, y cultivos de invernadero como pimiento, tomate o judía el cliente final es la principal vía de salida. “Trabajo con restaurantes de toda la comunidad, aunque mayoritariamente en la zona centro y norte de Lugo, con panaderías y con particulares. Tengo unas furgonetas para el reparto que hago semanalmente por las zonas más próximas, para el resto hago envío por medio de una agencia de transportes”.
Al mismo tiempo Óscar es socio de las cooperativas Aira y Terras da Martiña. “Cuando comencé con la venta de nabiza fue a través de Aira y desde entonces sigo con ellos, aunque el contacto con el cliente ya lo realizo directamente. Con Terras da Mariña participo en la venta de la alubia. Esta manera de comercialización, aunque un porcentaje queda en la cooperativa, a veces es necesario sobre todo cuando uno está comenzando y no tiene una situación en el mercado”.
Además del sello ecológico emplea sellos de varias IGP
Toda esta producción está amparada por el sello de agricultura ecológica y además cuenta con sellos de indicación geográfica protegida para la patata, el trigo y la nabiza. “Son un complemento, lo principal es tener un buen producto que ofrecer a los clientes, ese es el mejor sello que puedes tener”.
Para el abonado de las fincas únicamente se emplea estiércol para corregir el ph del suelo. Al igual que en los tratamientos fitosanitarios para el abonado no se emplea ningún tipo de compuesto químico. “Empleo estiércol de una granja de vacuno en semiextensivo y otra de ovejas. Con una cantidad de entre 18 y 20 toneladas por hectárea es suficiente para alcanzar buenas cosechas. De este modo, un año normal de patata la producción ronda las 18 toneladas por hectárea, algún año extraordinario llegamos a cerca de 30, igualmente en el trigo hubo buenos años con más de 2.000 kilos por hectárea.
«El cambio en el clima genera problemas con los que tenemos que convivir»
Los cambios en el clima son una variable que ya hay que tener en cuenta. “Últimamente los inviernos son más suaves y estamos viendo que en la nabiza no desaparecen los limacos en esta época del año, dándonos más trabajo a la hora de seleccionar y limpiar. Igual que sucede con los gusanos que atacan las praderas, causan problemas en otros cultivos dado que comen todo tipo de plantas. En esta campaña de la patata, en cosa de pocos días, arrasaron con parte de una finca. Por suerte se había plantado temprano y ya estaban prácticamente para sacar. Comenzaron comiendo la hoja de la patata y cuando finalizaron comenzaron a comer las malas hierbas, es una especie que avanza muy rápido y que come todo lo verde. Es una especie que siempre hubo pero al venir los inviernos más suaves no murieron», explica.
En el caso de las siembras y de las cosechas el tiempo también es algo que crea incertidumbre. “Este año la primavera vino fresca y húmeda por lo que se retrasaron los cultivos y aunque venga buen tiempo ahora no van a alcanzar la misma producción. Ahora los días ya tienen menos horas de luz y las noches refrescan, las plantas no van a sacar el mismo rendimiento. En el caso de la cosecha, que vengan de golpe varios días de mucho calor acelera las cosechas. La alubia verdina tenemos que recogerla en un momento muy concreto para que mantenga las características propias. En la campaña pasada habíamos previsto hacer la cosecha en una fecha concreta pero coincidieron dos días de mucho calor y tuvimos que adelantar la cosecha casi 10 días. El clima está cambiando y es algo en lo que no podemos influir directamente por lo que nos tenemos que adaptar”.
8 hectáreas en convencional para hacer rotación hierba y maíz
A mayores de Riveiro Ecológicos, Óscar trabaja otras 8 hectáreas en convencional. “Surgió la oportunidad de coger estas fincas que están cerca de la casa y son de buena calidad. Actualmente hago rotación de maíz con hierba para vender a explotaciones de vacuno. Aun así, estoy viendo la posibilidad de poner una parte a patatas porque hay demanda pero hay que ver cómo es posible hacerlo de manera administrativa. En una misma explotación no se puede tener una misma variedad de cultivo en ecológico y en convencional”, asegura.
“Es necesario un control de la administración pero siempre y cuando sea lógico”
Este, el administrativo, es uno de los aspectos que Óscar califica como necesario pero dentro de una lógica. “Actualmente tenemos una sobrecarga de trámites administrativos que no siempre se ven necesarios. Para hacerlos todos uno mismo es prácticamente imposible porque algunos son complejos y necesitarían mucho tiempo, y en el caso de realizar mediante una empresa externa son un gasto considerable a final de año”, se queja.