
José Bailón y Fernando Domínguez son vecinos de Lucenza, en el ayuntamiento ourensano de Cualedro, en plena sierra del Larouco. Nos cuentan la terrible experiencia que vivieron y siguen viviendo con el fuego que arrasó su comarca. Diez años después del gran incendio que se llevó por delante más de 3.000 hectáreas, volvieron a vivir el mismo desastre, aunque esta vez con mucha más intensidad.
“En Lucenza lo único que no ardió en el monte fueron las fincas que se pastorean con caballos y vacas. Lo demás ardió todo. Solo los vecinos, que estuvimos cuatro noches sin dormir movilizando las máquinas, contribuimos a frenar el fuego en el monte y desplazándonos varios kilómetros todos los días y noches. También ayudaron ganaderos de Niñodaguia, pero tuvieron que marcharse porque ya les ardía su aldea.” Es lo que relatan ambos vecinos sobre estos incendios ya históricos.
En el núcleo de Lucenza sí que recibieron ayuda de bomberos de Cambados, A Coruña y Xinzo que consiguieron salvar viviendas. Por eso, los vecinos quieren darles las gracias y reconocer su labor. Pero en el monte no hubo ayuda. Tan solo la descarga de un hidroavión que, según dicen, debió apiadarse de ellos. En el caso de José Bailón, que es apicultor, de dos colmenares que tiene, se le quemó uno por completo. Y el otro se salvó gracias al pastoreo y desbroce que se hace en el entorno.
Las fincas que están sin limpiar o en desuso hay que ponerlas a disposición de los ganaderos para que no creen matorral, que es lo que arde. (José Bailón, apicultor)
Creen que este es el peor incendio de la historia. Porque en el de 2015 ardieron casi 3.500 hectáreas y de este ya van 40.000 en toda la zona. El apicultor achaca el fuego a la excesiva carga de biomasa y a las trabas burocráticas para acceder a terrenos. “Una buena medida sería que las fincas que estén sin limpiar se puedan ceder a personas que deseen incorporarse a la ganadería o ya estén en ella. Pero no se está haciendo nada. Terrenos particulares que ni se limpian, ni se sancionan ni se aprovechan. Esa es una de las principales causas.”

Los desbroces y pastos impidieron que ardiera por completo el núcleo de Lucenza
Fernando Domínguez opina que detrás de los incendios hay múltiples causas. “Puede ser una desbrozadora, un pirómano, una tormenta, un cristal… pero sea lo que sea, el fuego se extiende por la biomasa seca sin control. Y hay que señalar también el cambio climático, porque las temperaturas y la sequía convirtieron esta parte de Ourense en un volcán. Todo eso sumado al viento hace que sea imposible apagarlos.”
En Lucenza pusieron en marcha en 2015 una iniciativa de ganadería colectiva entre todos los vecinos que sirviera de defensa frente al fuego como medida preventiva. Una medida que consiguió salvar el núcleo. “Todo lo que rodea la aldea está pastado y rozado. Por eso, aunque arda, no es un fuego tan agresivo como el del monte. Creemos que esta iniciativa se puede aplicar en otros lugares de Galicia, pero hay que mejorarla”, señala Bailón.
Buena parte de culpa de lo ocurrido está en la burocracia y normativas de las administraciones, que imponen restricciones contrarias al sentido común. (Fernando Domínguez, ganadero)
“Tenemos muchos problemas por las trabas que nos pone la Confederación Hidrográfica Miño-Sil. Hay regatos que solo llevan agua en invierno y no se nos permite ni limpiarlos, ni hacer talas ni nada. Y mucho menos hacer pequeños embalses y puntos de acopio de agua. Mucho de lo que ardió podríamos haberlo salvado simplemente con mojarlo, pero no se nos pone nada fácil el acceso al agua.”, aclara Bailón.
Bailón insiste en lamentar no poder emplear los abundantes recursos hídricos. “Es una pena que no se hagan puntos de recogida que podían aprovechar los bomberos. No se trata de desviar cauces, sino de aprovechar el agua del invierno para tener una reserva. Ninguna administración nos permite hacer nada en ese sentido.”
Algo nuevo es que los ganaderos nos estamos comunicando a través de las redes sociales y buscando nosotros las soluciones a lo más urgente
La alimentación del ganado en los próximos meses es la principal preocupación. “Conseguimos salvar entre todos 400 pacas de forraje, pero van a ser insuficientes porque las zonas de pastoreo ardieron y no se van a recuperar de la noche a la mañana. Con 150 vacas en el proyecto comunal y las que hay de particulares, será imprescindible tener que traer comida para el ganado.”, dice Domínguez.

Para Bailón, las iniciativas de los ganaderos están siendo más útiles que las medidas de las administraciones. “Ya hay grupos de whatsapp y otras redes sociales en los que nos comunicamos entre los ganaderos para que la paja, la hierba seca y los silos lleguen hasta las ganaderías. Donde los ganaderos ponen soluciones, la administración pone trabas.”
Estos vecinos de Lucenza creen que las comunidades de montes deberían estar incluidas en las subvenciones para compra de maquinaria. “Estos días vimos como cisternas y tractores particulares evitaron que la tragedia fuese aún mayor. Pero otra vez la administración pone una serie de requisitos que hacen la maquinaria inaccesible. Por ejemplo, a nosotros como comunidad de montes no nos dejan comprarla de segunda mano.”
En cuanto a las ayudas públicas que se contemplan para los afectados, desde Lucenza creen que sería útil que se financiara la adquisición de batefuegos y otros equipos de extinción para poder reaccionar en cuanto se producen las primeras llamas. “Los vecinos ya demostramos que estamos capacitados para ayudar en las tareas de extinción.”, afirman.
La prevención siempre es más eficaz que la extinción. Pero las medidas de prevención no están siendo las adecuadas.
La subvención a nuevos ganaderos que deseen incorporarse a la actividad ganadera en la zona debe ser prioritaria, a juicio de estos vecinos. “Ya se sabe que la prevención siempre es más eficaz que la extinción. Hay que buscar los terrenos, las personas y los recursos para que haya ganado, sea rentable y tengan el monte limpio.”
En esa línea, señalan que la comarca de A Limia y la sierra del Larouco son lugares muy productivos donde hay muchas familias que viven en exclusiva de la actividad agraria y ganadera. Sin embargo, aseguran, todas las administraciones ponen todo tipo de trabas para que los proyectos puedan salir adelante. “El resultado es que arden zonas que están abandonadas porque no se permite hacer uso de ellas.”
Bailón indica que tienen autorizada una quema controlada de invierno para 12 hectáreas de terreno pero no se pudo ejecutar por diferentes motivos. Y lo mismo sucede en la aldea limítrofe de Pedrosa, donde querían aplicar esa medida de protección en 32 hectáreas.

La sierra de Larouco se volvió a ver gravemente afectada por el fuego diez años después
Los portavoces de los vecinos de Lucenza reclaman diálogo a los políticos y que se centren en encontrar soluciones. “Si aquí fuimos capaces de ponernos todos de acuerdo para salir a parar el fuego, ellos tienen que ser capaces de juntarse y coordinarse. Y no enredarse en debates estériles.”, dice Domínguez.
Otra solución que proponen es la de poner en marcha con la máxima celeridad proyectos de concentración parcelaria y terminar cuanto antes los que estén en curso. “Aquí hay zonas que son un polvorín porque no hay pistas ni está el terreno ordenado. Eso se evitaría con las parcelarias.”
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