Hace alrededor de 7 años, Dolores Lage decidió aprovechar el que, hasta ese momento, era un pasatiempo familiar y convertirlo en su actividad profesional. Fue así como de las 6 colmenas de las que disponía la familia en Viveiro (Lugo), pasaron a contar hoy con alrededor de unas 180, buena parte de ellas situadas en el ayuntamiento de Muras (Lugo).
«El cambio fue gradual. Al principio nos marcábamos como horizonte poder contar con unas 20 o 25 colmenas y poco a poco fuimos creciendo», explica Dolores. Distintos cambios en la situación laboral de la mujer fueron uno de los motores para que tomara esta decisión.
«Al principio nos marcábamos como horizonte poder contar con unas 20 o 25 colmenas y poco a poco fuimos creciendo?
Hoy cuenta con una producción que comercializa bajo la marca Mel O Castelo, en su mayoría en venta directa en la zona de Viveiro, pero también a través de pequeñas tiendas del litoral de la provincia de Lugo.
El incremento de los colmenares hizo que buena parte de sus colmenas se localicen en el ayuntamiento vecino de Muras, a poco más de 30 kilómetros de Viveiro. El traslado a esta zona le abrió las puertas de una miel muy diferente de la que producían para autoconsumo y que ya ha sido reconocida por su calidad en numerosas ocasiones y certámenes.
Alejarse del litoral por causa de la velutina
La decisión se comenzar a sumar más colmenas hizo que procurasen una nueva ubicación tanto por las limitaciones de la zona en la que tenían hasta el momento los colmenares, como dada la incidencia que había de vespa velutina en el litoral. «Procurábamos una zona con unas condiciones que se adecuasen para la producción de miel y reducir las pérdidas que estábamos teniendo por la velutina», explica la apicultora.
En esta búsqueda, Muras apareció como una alternativa que daba respuesta a sus requerimientos. «Encontramos en Muras un paraíso para la apicultura, tanto por las condiciones florales para las abejas, como por las facilidades que tuvimos para asentarnos y desarrollar esta actividad», concreta Dolores. Además, reconoce que las actividades organizadas alrededor de la apicultura, como los cursos formativos o la feria apícola, fueron un impulso para su actividad.
«Procurábamos una zona con unas condiciones idóneas para la producción de miel y reducir las pérdidas que estábamos teniendo por la velutina»
A pesar de que no tenían ninguna vinculación con esta zona hasta ese momento, después de 5 años desde que instalaron las primeras colmenas, reconoce que ya se siente una vecina más. De hecho, las primeras colmenas las colocaron en una finca prestada y «cuando vimos que a las abejas les gustaba el sitio, nos decidimos por comprar una parcela y alquilar otra para dar cabida a las colmenas», concreta. Junto a estos dos colmenares de Muras, aún mantienen otros de menor tamaño en la zona de Viveiro.
El traslado a Muras fue una medida ante la incidencia que estaban teniendo de velutina en los colmenares de Viveiro. «En la costa de A Mariña, la velutina nos afectó mucho ya desde el 2015 y llegó a eliminarnos más del 50% de las colmenas», recuerda Dolores. Junto al traslado de los colmenares hacia el interior de la provincia, la puesta en común de experiencias de otros productores hizo que optaran por emplear métodos de trampeo de reinas en determinadas épocas, así como la retirada de nidos con lo que están consiguiendo reducir las pérdidas.
Dos mieles muy diferentes
Instalar los colmenares en Muras le proporcionó una nueva miel dada el cambio de vegetación, lo que le hizo disponer de dos tipos de miel muy diferenciados. Por una parte, cuenta con la miel de los colmenares de Viveiro, con un color muy claro y donde predomina el eucalipto. Mientras, la miel de Muras es oscura, ya que abunda la flor del brezo, de hecho suelen lograr una miel monofloral de brezo.
Suelen contar con una producción que ronda los 3.000 kilos y donde la miel de brezo representa alrededor del 80%. «En los últimos años conseguimos mantenernos en una producción bastante estable en cuanto a cantidad», apunta la apicultora.
En Viveiro realizan la cata de la miel ya a comienzos de verano, mientras que en Muras lo extraen en el mes de septiembre
Disponer de los colmenares en dos zonas tan diferentes, a pesar de la escasa distancia que las separa, origina cambios en el manejo que hacen de las colmenas en aspectos como la extracción de la miel. Así, en los colmenares de Viveiro la cata de la miel la hacen ya a comienzos de verano, a finales del mes de junio. Esta variación está motivada en gran medida por la amenaza que supone para las colmenas la vespa velutina.
La cata en Muras la realizan normalmente a finales del verano, en los meses de septiembre o comienzos de octubre, dependiendo de cómo esté siendo la temporada y las condiciones meteorológicas.
Producción apegada a la tradición
Dolores apuesta por una apicultura apegada a la tradición. «Seguimos manteniendo los procesos de la manera más tradicional, dentro del posible, sin emplear métodos que varíen la temperatura y optando siempre que sea viable por mecanismos manuales», indica la apicultora.
Dolores apuesta por una apicultura apegada a la tradición y sin emplear métodos que puedan variar la temperatura de la miel
Así, por ejemplo, la extracción la hace echando mano de humo y cepillos para quitar las abejas de los panales, en vez de emplear otros métodos como los sopladores. También realiza el desoperculado de los panales de una manera manual. «Empleamos un extractor eléctrico porque es inviable con esta cantidad de miel hacerlo todo de manera manual, pero eso no varía en absoluto las calidades o temperaturas de la miel», concreta la productora. La extracción de la miel es una de las actividades para las que Dolores cuenta con apoyo por parte de la familia, por la carga de trabajo puntual que implica.
Dolores también se encarga de buena parte de la comercialización de la miel. Bajo la marca Mel O Castelo vende la mayor parte del producto de manera directa. «El boca a boca y los clientes contentos que repiten nos están funcionando muy bien», comenta. Además, distribuye a pequeñas tiendas de Xove, San Ciprián, Cervo, Burela o Ferreira do Valadouro.
La mayor parte de la miel lo comercializan en envases de un kilo, aunque envasan tarro de 500 o de 350 gramos. «Los tamaños más pequeños los tenemos, sobre todo, para cuando participamos en ferias, para ofrecer mayor variedad, pero la mayor parte de nuestros clientes prefieren el tarro de un kilo», explica. Las ferias, como la de apicultura de Muras, que este año reunió a más de una docena de apicultores, es otro de los puntos de venta.
Casa de la Miel de Goente
Tanto en el momento de comenzar con la apicultura de una manera más profesional, como en la actualidad, Dolores apunta que uno de los mayores apoyos proviene de la Casa de la Miel de Goente, en As Pontes. «Para nosotros fue un pilar fundamental cuando comenzamos y también ahora lo sigue siendo por la formación y asesoramiento que ofrecen. Son un referente para abordar muchos temas que se nos van presentando en el día a día», indica la apicultora.
«La Casa de la Miel de Goente fue un pilar fundamental cuando comenzamos y sigue siéndolo por la formación y asesoramiento que ofrecen»
En estos años, Mel O Castelo ha cosechado varias distinciones en distintas catas y certámenes ya desde el 2015. El último reconocimiento llegó hace apenas unos meses en la cata realizada en la Casa de la Miel de Goente, donde recibieron el primer premio tanto en la categoría de miel clara, para su miel de eucalipto, como en la de oscuro, para un monofloral de brezo. Este último ya había sido premiado este año en la cata de la Feria de Apicultura de Muras, donde concurren sólo apicultores del municipio.