Este es el ambicioso proyecto de nuevos viñedos de Bodegas Martín Códax en la comarca del Ulla

La cooperativa Martín Códax lleva años trabajando en un proyecto ambicioso y sostenible para la producción de uva de calidad en los municipios de Vedra, Vila de Cruces, Boqueixón, Touro y Silleda en las parroquias adscritas a la Denominación de Origen (DO) Rías Baixas. El desembarco en esta zona obedece, sobre todo, al interés en aprovechar el potencial y características de los terrenos y uvas de las tierras del Ulla

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Viñedos de Martín Códax en Ponte Ulla (Vedra)

Viñedos de Martín Códax en Ponte Ulla (Vedra)

La cooperativa Martín Códax lleva años trabajando en un proyecto ambicioso y sostenible para la producción de uva de calidad en los municipios de Vedra, Vila de Cruces, Boqueixón, Touro y Silleda, en las parroquias adscritas a la Denominación de Origen (DO) Rías Baixas. El desembarco en esta zona obedece, sobre todo, al interés en aprovechar el potencial y las características de los terrenos y uvas de las tierras del Ulla.

El presidente de la cooperativa, Xoan A. Allegue, explica que ya llevaban años comprando uvas en esta zona y que últimamente recibieron numerosas llamadas ofreciéndoles terrenos en alquiler. “Somos esencialmente una bodega de las Rías Baixas. No tiene sentido que no estemos aprovechando las posibilidades que ofrecen las tierras del Ulla. Pero queremos hacerlo con nuestra filosofía y nuestros métodos. No se trata de estar por estar.” El proyecto de ampliación no contempló en ningún momento un límite máximo o mínimo de terreno en el que desarrollar la actividad. El crecimiento dependerá de las capacidades de la cooperativa en cada momento, de las oportunidades que surjan y del interés que muestren los vecinos de la comarca.

“Por ahora tenemos arrendadas 73 hectáreas, de las que 60 están ya plantadas y las otras 13 en proyecto. Y en esas hectáreas tenemos firmados 90 contratos diferentes, lo cual da idea de la importancia que le damos desde la cooperativa al minifundio. La media es de 7.500 m² por parcela, aunque tenemos varias de menos de 1.000 m². Conviene aclarar que hay propietarios a los que les arrendamos por lotes; es decir, nos piden que, además de hacernos cargo de las parcelas que nos interesan para viñedo, tomemos otras no tan aptas o que tienen otros usos. Y lo estamos haciendo. Porque eso redunda en beneficio del territorio. Por ejemplo, tenemos alguna finca que estamos cediendo gratuitamente a ganaderos para que planten hierba para ensilar. Es nuestra filosofía de economía circular y sostenibilidad”, explica Allegue, quien indica que los contratos de arrendamiento se firman por 25 años.

“Cuando caduquen los contratos no pasa nada. El propietario decidirá si quiere continuar con nosotros o no. Nuestra idea es amortizar la inversión en ese periodo y obtener un beneficio. Y los dueños del terreno ven cómo su propiedad se revaloriza. Nuestra misión es que vean que todos salimos ganando. Si no lo ven así, pues buscaremos otros colaboradores, porque parece que para entonces el viñedo habrá crecido mucho en las tierras del Ulla. Como cooperativa que somos, no queremos ser esclavos de las inversiones ni acumular patrimonio inmobiliario. Nuestra tarea es producir vino de calidad”, señala Miguel Tubío, director técnico de Martín Códax. El responsable del trabajo diario en los viñedos de la bodega en esta zona, José Ramón Rendo, asegura que “hubo propietarios que rechazaron ofertas económicamente superiores a la nuestra. Porque nuestro proyecto les resultaba más convincente. Eran sobre todo personas que estaban perdiendo dinero con la tierra porque no viven aquí o no pueden atenderla. Con lo que nosotros proponemos, mantienen la propiedad del terreno, ven cómo se revaloriza cada año y obtienen un beneficio económico.”

«Nuestra idea es amortizar la inversión en un período de 25 años y los dueños de los terrenos ven cómo las parcelas se revalorizan. Nuestro cometido es que vean que todos salimos ganando» (Xoan A. Allegue, presidente de Martín Códax)

Lo que tienen claro desde Martín Códax es que en las tierras del Ulla solo van a plantar vides de la variedad albariño. Otra cosa es lo que vayan a hacer con ellas. “A día de hoy no descartamos nada. Hay muchas posibilidades y tenemos que estudiarlas y aprovecharlas todas. Podemos crear una marca que identifique los vinos de esta zona. O podemos seleccionar las uvas en función del vigor de cada plantación y combinarlas con otras de otra área para hacer un producto de alta calidad. Sin olvidar que sabemos hacer espumosos… A día de hoy estamos haciendo ocho elaboraciones diferentes solo con albariño. También están las opciones de vinos singulares, en arcilla, en granito. Nosotros manejamos 90 referencias diferentes pero todas con un denominador común: la calidad.”, señala Miguel Tubío. Un factor clave es que la maduración en el Ulla se produce 12 días más tarde que en el Salnés o en el Condado; teniendo eso en cuenta, la cooperativa trabaja para mantener las características de graduación y acidez que identifican sus vinos.

Pallarés, Allegue, Rendo y Tubío en una de las plantaciones de Martín Códax

Pallarés, Allegue, Rendo y Tubío en una de las plantaciones de Martín Códax

“Somos una bodega grande pero con el espíritu de una familiar. Hay muchos gustos diferentes y tenemos que cumplir con todos sin salirnos de nuestra filosofía. Incluso tenemos una sección de experimentación en la que intentamos anticiparnos al mercado. Diseñamos nuevas elaboraciones antes de que el consumidor nos las reclame”, explica Allegue. “Lo que rechazamos es hacer un gran acopio de uva para producir mucho y bajar los precios. Eso no va con los principios de la cooperativa.” Desde Martín Códax consideran que su plan en el Ulla es un proyecto vivo que se irá adaptando a las necesidades y oportunidades que vayan surgiendo y a la cantidad y calidad de uva que precise cada producto y cada momento, y que puedan aportar socios y proveedores.

«A día de hoy, no descartamos ningún tipo de elaboración vínica con las uvas del Ulla»

Desde el punto de vista comercial, el objetivo son las gamas altas y medias-altas. “No tenemos un público objetivo al que llegar con nuestra producción en el Ulla. Independientemente de los vinos que acabemos elaborando, irán dirigidos a personas que apuestan por la calidad. Y no solo la calidad del producto final sino también la que se aplica en todo el proceso de cultivo y elaboración. Nuestros vinos están en la parte alta y queremos que siga siendo así. Lo que hagamos en esta zona no va a modificar nuestra política comercial, que es muy clara desde hace años, independientemente de aprovechar oportunidades que aparezcan en el mercado.”, dice Jorge Pallarés, responsable de marketing.

En otras DO gallegas han aparecido en los últimos años grandes grupos bodegueros o incluso fondos de inversión que compran parcelas de gran tamaño. También en el Ulla. No es algo que preocupe en Martín Códax. “La DO Rías Baixas ha ganado mucho prestigio a lo largo del tiempo gracias al trabajo que hacemos las bodegas. Un prestigio internacional. Por eso es lógico que haya empresas vinícolas de fuera de Galicia que estén invirtiendo aquí. Lo nuestro es un proyecto gallego y que está en manos de las familias de los socios. Ese es nuestro valor. Lo cual no significa que haya que cerrarle la puerta a proyectos diferentes o foráneos que vengan a intentar aportar riqueza.”, apunta el presidente.

“Aquí en el Ulla hay grandes grupos bodegueros que llegaron antes que nosotros. No es un problema. Es posible que no podamos acceder a grandes parcelas, pero tampoco es nuestro objetivo. Aún hay muchos pequeños bodegueros en estos cinco municipios y la colaboración con ellos es uno de los pilares de nuestra acción. Aparte de que nuestro modelo de minifundio no es interesante para las grandes bodegas, que prefieren concentrar la producción.”, dice Tubío.

«Igual que en O Salnés, nuestro proyecto tiene una importante parte de minifundio»

En el año 2024, las tierras del Ulla produjeron para Martín Códax 48.000 kilos de uva. Una parte de producción propia y otra comprada a pequeños viticultores locales. Siendo el límite de producción fijado por el Consejo Regulador de la DO Rías Baixas de 12.000 kilos por hectárea, en pocos años podrían obtener, solo de los viñedos que manejan, hasta 720 toneladas de uva. Aunque, señala Tubío, el umbral de 12.000 kilos no es un factor condicionante.

A pesar de la fama que tienen por toda Galicia los aguardientes de las tierras del Ulla, en Martín Códax rechazan rotundamente optar por producirlos. Por varios motivos. “Nosotros dejamos la destilación directa hace quince años. Ahora seguimos comercializando, pero entregamos el orujo a otra empresa que es la que elabora y envasa para nosotros. Desde hace tiempo el aguardiente vínico es un producto a la baja. Lo que está triunfando ahora son licores de menos de 30º que tienen una base de maíz u otros vegetales, pero no de orujo.”, aclara Pallarés.

“Antes por el orujo nos pagaban hasta 10 céntimos por kilo. Ahora tenemos un 50% que se lo llevan gratis y otro 50% por el que nos pagan medio céntimo por kilo. Es una pena porque el aguardiente vínico de Galicia es de los mejores del mundo. Pero, si el mercado no lo quiere, hay que buscar soluciones.” dice Tubío. Por otro lado, buena parte de la fama que adquirieron los aguardientes del Ulla se debió a que se hacían con la uva denominada “catalán”, que se implantó tras las plagas de filoxera. “El catalán le daba mucho aroma, y eso no se consigue con el albariño. Aunque es cierto que el catalán llegó a no ser vinificable, a pesar de que se hacía vino en las casas. No tiene sentido mantener una variedad para un producto que está en retroceso.”, aclara Rendo.

Descartada la producción de aguardientes, el orujo que salga de los viñedos del Ulla de Martín Códax irá a la planta de producción de compost que la cooperativa está construyendo en el municipio de Meis, en la comarca del Salnés. El director técnico dice que la planta “obedece a nuestro espíritu de economía circular y aprovechamiento de todos los recursos. El orujo permitirá obtener un fertilizante de alta calidad reduciendo las adquisiciones de estiércol o fertilizantes químicos. Siempre intentamos ser lo más autosuficientes posible.”

El desarrollo del proyecto de Martín Códax ya se deja sentir en los cinco municipios que abarca. Especialmente en el ámbito económico. Han creado 20 empleos directos y otros 10 indirectos y están dando formación en manejo de maquinaria a las personas contratadas. A pesar de los empleos creados, lo cierto es que hay falta de mano de obra y los responsables técnicos diseñan las plantaciones para que puedan afrontar la máxima mecanización.

«El bagazo permitirá obtener un fertilizante de alta calidad, reduciendo las compras de abonos animales o químicos. Siempre intentamos ser los más autosuficientes posible» (Miguel Tubío, director técnico de Martín Códax)

“El impacto económico no se reduce al empleo que creemos. Está la compra de insumos y materiales a empresas de la zona, el pago del arrendamiento de las parcelas, la adquisición y mantenimiento de maquinaria agrícola o lo que el personal consume en los negocios y comercios locales.”, dice Pallarés. Por otro lado, el enoturismo emerge como otra fuente de riqueza. “Con algunos propietarios acordamos que nosotros asumimos todo lo que tiene que ver con la viña y la producción de uva y ellos se quedan con lo que se refiere al enoturismo. Y pueden utilizar las plantaciones como un recurso turístico, porque lo son. Siempre hay gente interesada en estar a pie de cepa.”

Plantación de Martín Códax en Vila de Cruces

Plantación de Martín Códax en Vila de Cruces

El impacto social es algo que se valora desde la cooperativa. “Nosotros no vinimos aquí a aumentar el patrimonio inmobiliario o disparar el censo de socios. Lo nuestro es un modelo que apuesta por el territorio. Lo que buscamos es colaborar con los vecinos para que ellos tengan sus parcelas en uso y revalorizadas y nosotros obtengamos las uvas que necesitamos y con los criterios con los que trabajamos.”, señala Allegue. “Hacerse socio de la cooperativa requiere una inversión, una actividad registrada y un compromiso con nuestros valores. No es solo apuntarse. Por eso la incorporación depende del consejo rector. Hay muchas fórmulas para colaborar con nosotros sin ser socio. No cerramos la puerta a nadie pero dejamos claros los requisitos.” El presidente de la cooperativa puso especial énfasis en destacar que los estatutos prohíben radicalmente la presencia de socios capitalistas. Para pertenecer a Martín Códax hay que ser viticultor activo.

Las medidas de carácter medioambiental son básicas para el proyecto. Una de las más recientes e innovadoras fue la adquisición de un recuperador de fitosanitarios. Se trata de una máquina agrícola que reduce la dispersión de los tratamientos que se aplican, haciendo que se concentren en la planta. El sistema lleva unas pantallas que dejan la planta entre ellas y el tanque con el líquido. Así, el producto que pueda ser desplazado por el viento acaba retenido en las pantallas y vuelve al tanque. Esta maquinaria de origen italiano supuso una inversión de 60.000 € y quieren que la aplicación de fitosanitarios en el Ulla se haga de este modo. Donde no sea posible emplearla, porque necesita un pequeño tractor, utilizarán métodos de modificación de boquillas o de gota más gruesa para que los tratamientos se concentren en las plantas y no se dispersen.

Capturador de fitosanitarios trabajando en las viñas

Capturador de fitosanitarios trabajando en las viñas

En todos los viñedos emplean el sistema de cubierta vegetal. Con ello consiguen frenar la erosión que puede provocar la abundante lluvia de esta zona y reducir el laboreo mecánico. Y también aumentar la calidad de los suelos en cuanto a materia orgánica y actividad biológica. Incluso, en épocas de sequía, las cubiertas mitigan sus efectos y ayudan también a la captura de carbono y aceleran la degradación de los plaguicidas.

En Martín Códax rechazan la construcción de terrazas para ubicar viñedos. Porque supondría un movimiento de tierras muy importante. Y tampoco van a cultivar vides en terrenos que superen el 30% de pendiente. Son medidas que ayudan a la sostenibilidad, como también ayuda el hecho de mantener las masas arboladas que hay en los márgenes de las parcelas. “Nosotros apostamos por mantener la biodiversidad en el entorno de la parcela y por dañar lo menos posible el paisaje. Por eso preferimos perder algo de terreno para uva que dejar pelados los contornos de los viñedos. En los márgenes tenemos arbustos y árboles de especies muy diferentes y todos ellos también pueden constituir una barrera natural que proteja las plantas.”, dice Rendo.

Desde hace cinco años, la cooperativa emplea en sus viñedos del Salnés difusores de feromonas para combatir las plagas de insectos. Algo que también van a implantar en el Ulla. Es un sistema que libera una serie de partículas que causan desorientación sexual por acumulación. Es decir, los machos tienen una sobreoferta y acaban por no fecundar. Las feromonas son más baratas que los insecticidas y no tienen ningún impacto ambiental.

Para reducir el impacto visual de los viñedos, una medida que adoptaron en Martín Códax fue la colocación de postes oxidados como soporte de las espalderas. Los postes oxidados son un 15% más caros que los convencionales, pero tienen la ventaja de que tienen un color similar a la madera, por lo que las fincas no adquieren un tono plateado.

Uno de los proyectos de la cooperativa en la zona del Ulla abarca una parcela de unas 18 hectáreas agrupadas. Algo que suscitó quejas vecinales en el municipio de Vedra porque consideran que es una macroplantación. El presidente de Martín Códax cree que esas críticas parten del desconocimiento. “No existe ningún viticultor que pretenda dejarles a sus hijos un terreno en peores condiciones que el que él recibió. Aquí hay grandes profesionales colaborando con nosotros en un proyecto sostenible en lo económico, lo social y lo medioambiental. En esa parcela vamos a llevar a cabo exactamente el mismo manejo que en las más pequeñas. Incluso reduciendo el aprovechamiento vinícola porque tenemos la convicción de que hay que respetar las masas de frondosas, las inclinaciones del terreno y todo lo que conlleva la protección de la biodiversidad.”

“A día de hoy no sabemos cuántas hectáreas de esa parcela irán para viñedo. Estamos hablando de que primeramente hay que hacer una tala y desbroce y, después, analizar todo el terreno y decidir los diferentes usos. Y, además, su propietario tiene un proyecto de enoturismo que, obviamente, requerirá de un viñedo que resulte atractivo por su sostenibilidad y escaso impacto. Si todo sale según lo previsto, no se comenzaría a plantar vides hasta comienzos de 2027. Así que creemos que la oposición al proyecto en esa parcela es muy precipitada.”, añadió Allegue.

Desde Martín Códax quieren destacar su voluntad de actuar con total transparencia respecto a esa futura plantación y, por eso, emitieron comunicados públicos describiendo objetivos y aspectos técnicos del proyecto y se muestran abiertos a mantener reuniones informativas con los vecinos, algo que hacen extensible a los cinco municipios donde están plantando viñedos.

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