La calidad de la leche es importante desde el punto de vista de tres factores fundamentales: economía, salud animal y medio ambiente. En la exposición realizada en las Xornadas Seragro 2021, el ingeniero agrónomo holandés especialista en nutrición animal, Albart Coster, detalló que el precio de la leche se calcula a partir del porcentaje de grasa, proteínas y lactosa, entre otras. Por este motivo, las explotaciones ganaderas pueden mejorar la calidad de la leche mediante la nutrición de las vacas, si atienden a estas variables.
Existen enfermedades como la cetosis o acidosis que afectan directamente a los porcentajes de grasa o proteína de la leche. Provienen de descompensaciones alimentarias, por lo que, las recomendaciones de Albart Coster se centran en los niveles de forraje de las raciones, en su gestión, en el bienestar animal, o en la incorporación de ciertos tratamientos alimentarios de base cereal como el ‘sodagrain’, que ayudan a la neutralización en el rumen del animal.
Variaciones biológicas y niveles de forraje en las raciones
El nivel de grasa y proteína de la leche siguen una variación anual sugiriendo un ritmo biológico. Según especifica el ingeniero holandés, “un dato curioso es que, en primavera, cuando las vacas salen fuera, los niveles de proteína en la leche aumentan”. Albart Coster, haciendo referencia a un estudio americano realizado por Salfer, Dechow y Harvatine (2019), explica que contrariamente, en verano, los índices de grasa y proteína llegan a niveles mínimos. Fuera de esta variabilidad es necesario controlar los niveles de forraje en la ración y su gestión.
Variación estacional de los sólidos en la leche:
Por norma general, menos forraje suele significar menos grasa. En este sentido, Coster hizo referencia a estudios en los que “se sustituyeron el heno de alfalfa por harina de alfalfa y con el mismo contenido de forraje en ración, la ingesta de las vacas aumenta, la producción baja, la grasa baja y la proteína aumenta dando lugar a acidosis”. Esta última es una enfermedad por la cual la res genera ácido linoleico a partir de su alimentación, dando lugar a una reducción de un 50% aproximadamente de grasa en el producto.
Otra prueba fue la substitución de un porcentaje de silo y pienso por trigo y cebada molidos. Este cambio dio lugar a un aumento de la proteína, la una bajada de las grasas, de la producción y de la ingesta. Estas consecuencias son una sintomatología de que el animal no está muy bien. Por lo tanto, hace falta buscar un balance entre salud del animal y acidosis a través de un equilibrio alimentario.
“Darle tanta atención a la acidosis da lugar a pérdidas de proteína, por lo tanto hace falta procurar un balance” (Albart Coster)
La importancia de la gestión de la ración y del bienestar animal
Una alimentación estable a lo largo del día es fundamental para el ganado bovino. El ingeniero holandés destaca que “las vacas que reciben comidas entre ordeños en vez de con ellos generan un mayor índice de grasa y una mayor eficiencia, y comen más veces al día”. Si una explotación ganadera procediera de esta manera, el animal no sólo tendría más comidas, sino que también generaría un mayor tiempo de descanso.
Diferencia entre dar las comidas durante el ordeño y entre sesiones:
Otra cuestión interesante es el ‘compact feeding’. Albart Coster afirma que este término llegó la Holanda heredado de Dinamarca haciendo referencia “a un tipo de alimentación con una ligera proporción de agua en la mezcla, bagazo o ciertos productos derivados de la patata, y con un equilibrio entre partículas largas y cortas para evitar la selección del alimento”. Esta fórmula evita que la res coma la parte de los alimentos que más le gusta dejando la otra parte. El resultado es un equilibrio en las comidas que tiene un efecto positivo en la leche.
El bienestar animal tiene consecuencias directas sobre la leche. Las horas de sueño representan uno de los ejes fundamentales del estado del animal por lo que “hace falta dar todas las comodidades para que las vacas optimicen su descanso”, aconseja Coster. Las barras en el pecho que tienen en muchas ganaderías repercuten sobre el número de horas de sueño y un menor tiempo efectivo de reposo, cuestión que afecta negativamente sobre la proteína en la leche.
Estrategias para mejorar los sólidos lácteos
El ingeniero holandés remite a ciertas estrategias que se aplican en su país y que conducen a una mejora notable de los sólidos lácteos. En su intervención expuso una serie de medidas aplicadas en una explotación de 350 cabezas, con una producción de 40kg por vaca y día, y con unos índices de 4,4% de grasa y 3,69% de proteína. Aunque las explotaciones en Galicia y España tienen una mayor producción, Coster se centra en los contenidos de la calidad de la leche.
Una de las medidas aplicadas es el forraje fresco. “La hierba fresca tiene más proteínas metabolizables que cuando se ensila”, explica el holandés. Aunque el ensilado es necesario, hibridarlo, en la medida del posible, con materia prima fresca genera un buen resultado. De la misma manera “durante el proceso de ensilado hace falta reducir las pérdidas existentes, tendiendo a la búsqueda del secado de la hierba en la medida que la meteorología de la zona lo permita”, explica Coster. Esta clave del proceso tiene que hacerse de manera efectiva para que sea útil, por lo que entra en juego la agilidad con la que se gire la hierba para el secado, o la humedad del entorno.
‘Sodagrain’ es un producto utilizado en esta explotación ganadera holandesa. “Se trata de una base cereal mezclada con agua e hidróxido de sodio que le aporta el almidón suficiente a la dieta del animal, siendo un buen complemento en la mezcla”, especifica Coster. Otra de las aportaciones del ‘Sodagrain’ es su ayuda a la neutralización del rumen. La forma más efectiva de aplicarlo para una buena digestión es molido.
La granja holandesa tomada como modelo hace hincapié en evitar la selección del alimento. El agua, la inclusión de semilla de lino para vacas frescas, proteínas ‘by-pass’ o ácido palmítico son ciertos productos que las ganaderías utilizan como herramientas para prevenir la selección. Actualmente, están desarrollando la idea de introducir como medida el ácido acético en el tratamiento de ciertos alimentos.