Estrategias para afrontar las sequías en maíz

Recogemos las principales conclusiones del webinar organizado por Campo Galego en el que técnicos e investigadores explicaron sus experiencias en el manejo de las sequías para reducir las pérdidas en este cultivo forrajero

Estrategias para afrontar las sequías en maíz

Parcela de maíz afectada por la sequía en la comarca de Deza.

El empleo de variedades adaptadas a la sequía, el riego del cultivo o la optimización y selección de las parcelas destinadas al maíz forrajero fueron algunas de las cuestiones que abordaron los técnicos e investigadores que participaron este miércoles en el webinar sobre el cultivo del maíz en Galicia ante el cambio climático, organizado por Campo Gallego.

Ensayos del Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo

En Galicia, el riego del maíz es escaso, con la excepción de A Limia y de experiencias puntuales. Desde la perspectiva de Gonzalo Flores, del Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo (CIAM) sería importante impulsar pequeñas obras hidráulicas, como balsas de acopio de agua de lluvia, para hacer riegos estratégicos en determinados momentos del ciclo en verano.

Los riegos cobran especial importancia, dada la gran variabilidad climática de los últimos años. Según los datos de los campos de ensayo del CIAM en el sur de Lugo, los veranos más secos pueden llevar a una reducción de hasta 7 toneladas de materia seca por hectárea en la cosecha, lo que supone un coste de de alrededor de 910 euros por hectárea. En Galicia, con unas 68.000 hectáreas de maíz, las pérdidas de un año seco para el campo podrían representar alrededor de 62 millones de euros.

El riego del maíz en A Pobra do Brollón permitió obtener cosechas con una productividad de hasta 2,6 veces superior a la de parcelas de secano

Las experiencias desarrolladas por el CIAM en distintos campos de ensayo de Carballedo y de A Pobra do Brollón evidencian la mejora al disponer de riego en aquellos momentos de mayor estrés hídrico, aun sin ser preciso un gran aporte de agua. En el caso del campo de Carballedo, la aportación de agua fue de entre 200 y 260 milímetros, entre mediados de julio y la primera semana de septiembre, con un sistema de riego por goteo. “Las plantas no regadas tenían menor porte y proporción de espiga, menor contenido en materia seca y contenido en almidón”, detalla Flores.

En los diferentes campos de ensayo, el riego siempre resultó positivo y permitió lograr destacadas variaciones con respecto al maíz en zonas de secano. En aquellas parcelas en fincas de secano relativamente húmedas, la productividad de los cultivos regados fue 1,4 veces superior a la del maíz no regado. Sin embargo, en zonas con un clima más adverso, como A Pobra do Brollón, esta diferencia fue hasta de 2,6.

“Es recomendable incluir en el próximo Plan de Desarrollo Rural (PDR) medidas de apoyo a la instalación de unidades de almacenamiento de sobrantes de agua de lluvia en otoño para poder emplearlos para riegos estratégicos en el cultivo del verano”, concluye Flores.

Otra de las cuestiones abordadas por Flores en su intervención fue el efecto positivo que puede representar la rotación de cultivos de invierno, sobre todo de leguminosas. Los resultados evidencian que “la rotación de cultivo tiene un efecto tampón de la sequía del maíz y equilibra la relación de energía y proteína de los forrajes de la ganadería. Además, el cultivo de invierno no compromete al maíz, sino que, más bien, mejora la estructura del terreno”, concreta Flores.

Obtención de híbridos adaptados a la sequía

Henrique Teixeira, responsable de ventas en Galicia de la firma Mas Seeds, pone el foco en la elección de variedades que presenten una mayor resistencia a las sequías, lo que permite lograr un ensilado de mejor calidad y evitar problemas de conservación.

“Es asombroso que sólo el 37% de los ganaderos europeos coseche su maíz en el momento idóneo, para lograr entre el 32 y el 35% de materia seca, pues sabemos que ese es el intervalo para tener un buen ensilado”, apunta Teixeira, en base al estudio realizado por Mas Seeds en 2018, en el que tuvieron en cuenta más de 8 millones de hectáreas de maíz.

Los híbridos en los que la planta aguanta verde más días logran un porcentaje de materia seca idónea, al tiempo que se mejorará la conservación del silo

La diferencia entre un maíz ensilado o no en el momento adecuado de maduración se traduce en pérdidas económicas que pueden suponer entre 1.000 y 2.000 euros en un silo de 600 toneladas en verde. Por eso, Teixeira destacó la importancia de escoger híbridos como el DM5507 incluido en la gama Green+, que es fruto de un proceso de mejora genética en el que se procuran variedades más resistentes a altas temperaturas y sequías.

Esta gama Green+ se mantiene verde 5 días más, lo que permite mayor margen para ensilarlo y mejora también su conservación. Al mantenerse verde más tiempo, consigue también evitar pérdidas de hasta un 3% en el silo y logra incrementar en más de un 5% la digestibilidad del almidón en el rumen.

Mazaricos y Chantada, dos comarcas ganaderas con condiciones muy diferentes para el cultivo

La cooperativa Ganxabar,, en Mazaricos (A Coruña), produce forraje para elaborar una ración a la carta para unas 1.800 vacas en producción de leche, así como para recría y las vacas secas. Disponen de unas 700 hectáreas para la producción de forrajes, una superficie destinada a diferentes cultivos en función de las necesidades. “Orientamos cada parcela para sacarle el mejor rendimiento, programando los kilos de materia seca que logramos a lo largo de todo el año”, explica Adrián Cundíns, gerente de Ganxabar.

En Ganxabar orientan cada parcela para sacarle el mejor rendimiento, programando los kilos de materia seca que lograrán al año

Las parcelas más fértiles las destinan a la producción de maíz para reducir el margen de variabilidad de la producción por causa de las sequías, en tanto las fincas que pueden tener más problemas, unas 200 hectáreas, las dedican a raigrás inglés, con el que pueden obtener 3 cortes antes de que llegue la sequía en verano. De este modo, consiguen sacar el suficiente forraje para rentabilizar incluso tener arrendada una hectárea de ese terreno.

Con el objetivo de cubrir las necesidades de proteína y fibra que precisan en la ración de los animales, también producen una mezcla de leguminosas y raigrás que cultivan en aquellas parcelas que, por no ser excesivamente húmedas, permiten el corte y posterior siembra del maíz en la primera quincena de abril; pero una parte importante de la superficie de maíz queda en parada invernal, lo que les permite sembrar temprano, una cuestión que consideran importante para enfrentar las sequías, pues cuando escasee el agua, el cultivo ya tendrá una raíz bien establecida.

Con una siembra temprana también pueden escoger ciclos más largos, con una mejor productividad y mayor margen para su cosecha en el momento excelente, pues con los ciclos cortos comprobaron que tienen en general menos margen.

A la hora de sembrar, también cuidan factores como la densidad o la precisión: “Intentamos hacer una siembra de precisión, con la que garantizar la distancia entre plantas para evitar la competencia entre las plantas en la sequía”, comenta. En las parcelas más secas incluso reducen la densidad alrededor de 13.000 plantas por hectárea para que la planta esté en las mejores condiciones.

“Intentamos adaptar la finca al cultivo que queremos plantar y en los últimos años estamos teniendo una línea de cosecha en la que hay muy poca variabilidad”, concluye Cundíns.

En Chantada, la cooperativa Aira cosecha cada año entre 2.000 y 2.500 hectáreas de maíz forrajero. En esta zona también ponen especial atención a la selección de la parcela para reducir los efectos de las elevadas temperaturas y la falta de lluvia. “Es fundamental sembrar temprano para que el maíz consiga un buen tamaño con la humedad que hay en el suelo, antes de la sequía”, detalla José Manuel Rodríguez Medeiros, jefe de Marketing y ventas en Aira.

El abonado de la parcela también resulta determinante para lograr una mayor resistencia frente a la sequía

También optan por ciclos de maíz que se adapten a las sequías y por adecuar la densidad de la siembra, proporcionando mayor espacio entre plantas en aquellas parcelas que son más propensas a sufrir estrés hídrico. Medeiros incide además en la importancia que tiene el abonado para reducir los efectos de la sequía. “Tener la parcela bien abonada y sin hierbas que compitan con el maíz es clave para poder resistir mejor la sequía”, valora.

En Aira optan por el Sistema Profer, de Delagro, un abonado a la carta en el que se estiman los aportes al suelo en base a las analíticas, con las que conocer las necesidades reales de ese terreno.

Medeiros concluyó destacando los buenos resultados de los ensayos de regadío que se hicieron en colaboración con el Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo, lo que muestra que es una opción con gran futuro en la comarca.

Las consecuencias de las sequías en el silo

El veterinario de la cooperativa Clun Rubén Laria, especializado tanto en alimentación animal de vacuno de leche como en reproducción, abordó durante la sesión los efectos que las sequías provocan en la calidad y composición del silo. “En la zona en la que yo trabajo (Barcala – Xallas), las sequías suelen producirse en la fase de polinización y llenado del grano, lo que deja ensilados más pobres en almidón, aunque ricos en carbohidratos”, apunta.

Laria incide en que, pese a las sequías durante el crecimiento y desarrollo del maíz, la toma de decisiones acertadas en el ensilado puede contribuir a corregir algunas de las carencias iniciales derivadas del estrés hídrico o térmico que haya sufrido la planta. “Tenemos margen de maniobra a la hora de recoger el maíz sin que haya implicaciones importantes en la producción. Debe ser el ganadero, asesorado por el técnico, y no el maquinista de la cosechadora, quien decida cuándo y cómo cosechar el maíz”, reivindica.

Factores como la longitud del corte de la fibra, el procesado del almidón, el compactado del silo, el empleo de films transparentes autoadherentes, el tamaño del frontal del silo en base al consumo diario o el empleo de inoculantes son claves para reducir las pérdidas del silo, mejorar su conservación y aprovechar al máximo sus nutrientes. Cuestiones como el tamaño de la partícula o la digestibilidad del maíz deben de ser cuidadas para la toma de decisiones en el ensilado.

Laria incide en la importancia de conocer las necesidades de forraje de la ganadería y tomar las decisiones precisas, en base a analíticas fiables, para realizar un manejo que permita cubrir las necesidades de producción con una ración estructurada.

Vídeo completo da xornada

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