‘Futuro del jabalí ante el declive de la caza social en Galicia’

Artículo de opinión de Jacobo Feijoo, responsable del área de Desarrollo Rural de Unións Agrarias

‘Futuro del jabalí ante el declive de la caza social en Galicia’

Daños del jabalí en maíz. / Archivo.

¿Podrá la caza social gallega controlar los daños del jabalí en el agro gallego en el medio plazo?. Opinamos que la respuesta es un claro no, y ello por la falta inmediata de cazadores que se avecina. En apenas 15 años es previsible que haya solo la cuarta parte de los 35.000 cazadores actuales, lo que hará colapsar el actual sistema de caza social en Galicia tal y como lo conocemos hoy día.

Entremos en el análisis. Para ello usaremos los datos oficiales de licencias A1 y A2 de caza con armas, expedidas en Galicia entre 1997 y 2021, y analizaremos igualmente el marco de gestión del jabalí.

Que el jabalí es una especie en expansión, parece indiscutible, como lo atestiguan datos indirectos crecientes, como que en 2020 hubo ya 3.300 accidentes de tráfico en las carreteras gallegas causados por atropellos de jabalí, unos 12 millones de euros de pérdidas en cultivos, mayormente maíz, praderas y castaña, y unos 17.000 jabalíes abatidos en acciones de caza.

Dada la actual capacidad reproductiva de la especie, controlar las poblaciones exige un alto nivel de presión cinegética. Para ello se organizan unas 21.000 batidas al año en Galicia, en las que se da caza a los citados aproximadamente 17.000 ejemplares. Todo a cargo de 35.000 cazadores, si bien no todos cazan el jabalí. Probablemente el censo de cazadores de caza mayor esté en el entorno de un tercio de los cazadores con licencia en vigor.

Es razonable estimar que en diez años, el número de cazadores se reducirá a la mitad en Galicia

Y aquí es donde empieza el problema: Entre el año 2000 y el año 2020 el censo de cazadores en Galicia, según datos oficiales de la Xunta de licencias de caza A1 e A2, ha descendido en un 50%. (desde 71.178 a 35.100 licencias). Pero es que además, el censo de cazadores en 2021 presenta un 48% de licencias en manos de personas mayores de 65 años, cuando al principio de la serie, en 1998, ese tramo de edad representaba apena el 15%.

La caza hoy va siendo una práctica de viejos, cuando ayer lo era de jóvenes. Siendo así los datos, es razonable estimar que en unos 10 años el número de cazadores se va a reducir en Galicia a la mitad. Y en otros 5 años, otra vez otra mitad, también por razones puramente de edad de los titulares de las licencias y la falta de incorporaciones a la afición cinegética.

O lo que es lo mismo: de seguir la tendencia actual en Galicia, los cazadores se reducirán a una cuarta parte en los próximos 15 años. Con un censo ya por debajo de 9.000 cazadores, no es realista pretender mantener la misma presión cinegética que en la actualidad, donde ya la caza social está desbordada por la pujanza reproductora del jabalí, y un marco legal y un ambiente social absolutamente contrarios al relevo generacional y la incorporación de jóvenes a la afición de la caza.

Este razonamiento heurístico coincide con un análisis estadístico de proyección de los datos de licencias anuales de caza, como se muestra en el gráfico siguiente, donde las medias estimadas a partir del año 2022, calculadas por un algoritmo predictivo a partir de la tendencia histórica previa, se dan con una confianza estadística del 95%:

grafico licencias caza - jacobo feijoo

La situación va a ser muy delicada, pues el control poblacional del jabalí no será posible sin medidas que, de alguna forma, complementen la actividad de una caza social en franco descenso.

El control poblacional del jabalí no será posible sólo a través de la caza social

¿Qué nos dice la experiencia sobre cómo se regulan las poblaciones de animales salvajes, de alta tasa de reproducción como el jabalí, cuando la caza deja de ser el elemento principal de control de las mismas?

La respuesta es simple, el factor de regulación pasa a ser la enfermedad, sea en forma de parásitos, enfermedades infecciosas, zoonosis (que son aquellas enfermedades de los animales que pueden pasar al ser humano), y ya más concretamente en el caso del jabalí, la peste porcina africana, que tendría además un terrible impacto fuera del monte, en el sector porcino.

Estamos pues ante un serio dilema, de cómo evitar un desastre de sanidad animal en ausencia de una intensidad de caza suficiente, aunque tenemos un cierto tiempo para ir planificando el futuro.

Mejoras en el uso de jaulas de captura
En cuanto al control directo de los daños del jabalí sobre la agricultura, y la intrusión del jabalí en los entornos urbanos, y ya hablando de complementos de la caza, el uso de jaulas de captura tiene que empezar a cobrar el protagonismo que ya tiene en otras zonas de España, donde es un elemento imprescindible en la captura de grupos familiares de jabalíes que incursionan en plantaciones frutales y diversos cultivos.

Para ello, la Administración tiene que dar pasos decisivos para ir incorporando esta técnica de una forma clara y eficaz, aunque su coste, claro está, no puede correr a costa del agricultor o ganadero que sufre los daños, como ocurre con el marco actual en Galicia, donde el coste del manejo de la jaula, de la eutanasia de los animales y el tratamiento de los cadáveres se pretende imputar al ganadero, y no a la Administración.

Responsabilidad de daños
Por otro lado una reforma legal, en el sentido de no imputar la responsabilidad objetiva de los daños del jabalí a los que cada vez van a pasar a ser menos y menos cazadores, parece igualmente imperativa, y más pronto que tarde habrá que abordarla. Y no descartemos que haya que profesionalizar en el futuro el control de la fauna, algo que ahora sale gratis a la sociedad con la caza social.

No descartemos que en un futuro haya que profesionalizar el control de la fauna, algo que ahora le sale gratis a la sociedad

De lo dicho hasta este punto, queda claro que independientemente de la sensibilidad o afinidad personal que se tenga hacia la caza, es un instrumento de gestión absolutamente necesario para el control de poblaciones de animales que, como el jabalí, son enormemente prolíficos, y que carecen de depredadores naturales, excepto el lobo, el cual a día de hoy probablemente no tenga en el jabalí en Galicia ni un 15% de su dieta, pues prefiere presas que le exijan menor gasto calórico y peligrosidad.

Los cazadores hacen un papel fundamental en la conservación del equilibrio ecológico y la sanidad animal, y utilizan el mismo instrumento que la naturaleza: la caza. Pues no olvidemos que el depredador que controla una población en el medio natural, sea un lobo, un águila, o un tigre de Bengala, hace uso de la caza.

Pero, como se viene analizando, todo indica que entraremos pronto en una nueva fase en la que la caza, tal como se viene practicando en Galicia, no va a tener la capacidad de controlar las poblaciones del jabalí, ni tampoco sus daños sobre los cultivos.

Y por eso, para poder complementar a la caza social a donde ella ya no pueda llegar en el futuro, hay que usar la imaginación, ponerse a trabajar y tomar medidas que nos anticipen soluciones, antes de que vayamos ya corriendo detrás del problema.

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