«Galicia tiene un potencial forestal inmenso, la historia nos orienta sobre qué hacer»

Entrevistamos a Fernando Molina, el padre de la investigación forestal gallega. Llegó al Centro de Lourizán en el 1947 y lo dirigió de 1959 a 1985. Tras su jubilación, fue presidente de la Asociación Forestal de Galicia hasta el año 2000 y aún hoy en día, a los 99 años, es un silvicultor activo

«Galicia tiene un potencial  forestal inmenso, la historia nos orienta sobre qué hacer»

Fernando Molina, a sus 99 años, continúa saliendo al monte siempre que tiene ocasión.

Fernando Molina es la persona que, por trayectoria, más y mejor puede hablar del monte gallego. Llegó a Galicia hace 70 años para trabajar en el Centro Forestal de Lourizán y desde aquella vivió en primera persona todos los cambios que atravesó el monte gallego. Fue de los iniciadores de la investigación forestal gallega y dirigió Lourizán de 1959 a 1985, año en el que se jubiló.

Tras su jubilación, como propietario forestal que era, se convirtió en el presidente de la Asociación Forestal de Galicia, cargo que dejaría en el año 2000. A sus 99 años, continúa siendo hoy en día un silvicultor activo y recorre cada vez que puede sus parcelas de monte, a las que denomina como «empresa forestal». «Podía tener una colección de sellos y ser coleccionista, pero a mí me gusta esto otro -explica-. Me entretengo en el monte, aunque solo sea viendo como puedo defenderme del corzo».

Quedamos con él en su vivienda de Pontevedra para hablar de la evolución del monte gallego y de las perspectivas que le ve él de cara al futuro. Al inicio de las casi tres horas de conversación, Fernando Molina, de 99 años pero incansable, alude a que lleva más de tres décadas jubilado. «Hay muchos profesionales en Lourizán y en la Universidad que están en el día a día. Yo hablo con seguridad porque uno es un apasionado, pero usted entienda que todo lo que digo se refiere a niveles de probabilidad».

Comencemos hablando de cómo estaba el monte gallego cuando usted llegó al Centro Forestal de Lourizán y de cómo fue evolucionando.
– Hubo unos cambios tremendos. Galicia, en los años 40, ya había modificado mucho su carácter forestal. En el mundo forestal, dentro de lo que son los árboles, hay dos producciones fundamentales, el grupo de coníferas y el grupo de frondosas. En todo el planeta, en la situación de clima templado en la que está Galicia, hay unos 400 millones de hectáreas de coníferas por 60 millones de frondosas. Fíjese lo opuesto que es esto a lo que la gente cree en general, que en Galicia, igual que en el resto de la Cornisa Cantábrica, lo natural de su emplazamiento es tener tantas frondosas.

«En los ensayos de Lourizán, comprobamos que la raza de pino del sur de Pontevedra, el llamado ‘pino femia’, era muy superior al resto»

¿Sabe usted qué pasaba en Galicia? Que entramos en la edad moderna, pongamos hace cuatro siglos, sin ninguna conífera. Habíamos tenido el pino silvestre y hay científicos que sostienen que también el «Pinus pinaster» (el conocido cómo pino del país), pero entramos en la edad moderna sin ninguno.

En torno a los años 40 del siglo XX, la situación ya era otra…
– Sí, cuando yo llegué a Lourizán estábamos ya en otra situación. El escenario comenzó a cambiar en el siglo XVIII y cuando llegamos a los años 40 del siglo XX, el pino silvestre estaba desaparecido y teníamos unas 30.000 hectáreas del «Pinus pinaster», que se introdujo en Galicia desde el Miño gracias a los propietarios forestales. Este es un pino de toda el área mediterránea y afortunadamente, el que se implantó en Galicia procedía de Portugal, que es quizás el mejor para Galicia.

En aquel entonces, además, fue cuando el Icona acometió con más fuerza la repoblación artificial de pinos en Galicia, ya que se había tomado la repoblación como una meta política. En un principio, no existía preocupación por el origen de la semilla y se traía mucha de los pinares del centro de España porque era fácil de obtener. Pero en los años 50, en un solo año murieron en torno a un millón de pinos por la falta de adaptación, y fue entonces cuando se reguló la semilla y comenzó a hacerse una selección, no sólo gracias a la intervención de Lourizán, pues son asuntos complejos.

«En un principio, en las repoblaciones de pino no había preocupación por las semillas, pero eso cambió tras morir un millón de árboles en un año»

En el Centro Forestal de Lourizán, dentro de los objetivos con los que se creó el Centro, iniciamos ensayos de comparación con los pinos y vimos que la raza del sur de Pontevedra era muy superior al resto. En Galicia había un pino que los maderistas llamaban ‘pino femia’, característico del sur de Pontevedra, que tenía una corteza muy fina y que era muy bueno desde el punto de vista del crecimiento. Tiene otros defectos, como que era poco aplomado y no aconsejable para sitios con mucho viento, pero hay que decir que tuvimos la suerte de introducir este pino, que destacaba como el más productor de madera de España.

El «Pinaster» ocupó Galicia en poco tiempo y se convirtió en la primera especie productora de madera. Es importante recordar también que el pino fue la mejor manifestación industrial de la Galicia del interior. Llegó a haber más de 1.000 aserraderos repartidos por toda Galicia. Era la mejor salida que podía tener la madera, pues no se dependía de una industria sola. Los silvicultores éramos muchos y la industria estaba casi tan desperdigada como los propietarios, lo que creaba un equilibrio real de lo que debía ser el precio.

Fernando Molina.

Fernando Molina.

El pino insigne («Pinus radiata») ha alcanzado también una presencia destacada en muchas comarcas del interior de Lugo. ¿Cómo fue su entrada en Galicia?
– El pino insigne había llegado con don Rafael Areses, que era un ingeniero de montes que actuó a comienzos del siglo pasado y fundó el vivero de Tui. Sin embargo, como en Galicia llevábamos dos siglos de multiplicación del «Pinus pinaster», el insigne no tenía sitio, aunque en el último inventario forestal creo recordar que estamos ya en 96.000 hectáreas de pino insigne. Otras zonas de España, como el País Vasco, se han convertido en una masa continúa de pino insigne. Es la especie de pino más empleada fuera de su lugar de origen, que es California.

«Un punto singular del aumento del eucalipto fue su uso, en filas, para deslinde de montes en Pontevedra»

Cuando usted llegó a Lourizán, en el 1947, ¿había ya una presencia destacada del eucalipto en Galicia?
– El eucalipto estaba sólo en jardines. El verdadero comienzo con el, de una manera involuntaria, sería quizás cuando lo introdujo el presidente de la Diputación de Pontevedra Daniel de la Sota, que fue un hombre muy constructivo e inauguró la política forestal moderna en torno el año 1925. La Diputación hizo entonces muchos consorcios en el monte para acometer repoblaciones de pino. El eucalipto se utilizaba como separación de deslinde de los montes. Se ponían hileras de eucalipto. ¿Y que pasó?. Que el eucalipto, puesto a multiplicarse de semillas, no hay quien le gane. Y entonces, con los incendios, se extendió mucho. Para mí, ese es uno de los puntos singulares del aumento del eucalipto, pero cuando yo llegué a Galicia poco más había que el que estaba en jardines, como el del Pazo de Lourizán.

¿Cuándo comenzó a tener el eucalipto un uso más extendido en el monte?
– Cuando realmente se dio el giro fue cuando en los años 40, capital italiano y español hicieron la fábrica de Torrelavega para convertir madera de eucalipto en celulosa. Entonces, al montar la fábrica, enseguida se dieron cuenta de que Galicia era la zona que mejores condiciones ofrecía para el eucalipto en la península, así que comenzaron a hacer consorcios con los Ayuntamientos a partir del año 1944. Realmente era un negocio redondo, comparado con lo que había, ya que les ofrecían a los Ayuntamientos un anticipo muy tentador por la producción futura que esperaban recoger.

Eso continuó, las cosas se elaboran despacio, pero dentro de lo que cabe, rápido. El éxito del eucalipto desde el punto de vista económico es que, a pesar de la plaga del gorgojo, usted coge a una persona del norte de Galicia que vaya a plantar una parcela, le pregunta qué quiere poner y casi todos quieren poner eucalipto. Los paisanos no son tontos. Ahora bien, además de los dueños de los montes, hay otra gente, gente que disfruta con el paisaje, y el Gobierno tiene que atender a todos.

«El éxito del eucalipto desde el punto de vista económico es innegable. El paisano no es tonto. Ahora bien, hay que tener en cuenta a la otra parte de la sociedad»

¿Cómo ve usted la polémica del eucalipto, que se remonta al menos a los años 70?
– En Galicia hay más de medio millón de propietarios de monte y este colectivo, lo normal, en general, es que quiera sacar dinero para vivir y para tener recursos. Lo que pasó en Galicia es que de no tener autóctonamente la clase de árboles que enriquecen a la gente, como las coníferas o los eucaliptos, llegó a la situación actual. Galicia tiene una potencialidad forestal tremenda, pero la sociedad no son sólo los dueños de los montes. Hay otra parte de la sociedad que es importante y que disfruta con los paisajes de sus padres, abuelos, con esa vista bucólica.

Yo recuerdo cuando comenzaron las plantaciones de eucaliptos en Campo Lameiro, que es uno de los primeros sitios donde se hicieron plantaciones, y uno se asomaba al valle de Campo Lameiro y era idílico, muy bonito, parcelas pequeñas, vacas, caminos estrechos… Pero qué pasa, la gente no quiere vivir allí. Ustedes conocen esa situación mejor que yo…

Fernando Molina, en una visita realizada en septiembre a la Ciudad Encantada, en Cuenca.

Fernando Molina, en una visita realizada en septiembre a la Ciudad Encantada, en Cuenca.

«Tengo una finca plantada con sequoias y cuando hay incendios, puedo dormir tranquilo»

¿En que otras especies forestales, aparte del eucalipto y del pino, cree que Galicia tendría posibilidades a nivel forestal y de mercado?
– Tenemos una manera fácil de analizar nuestras potencialidades, que es compararnos con otras regiones de climas similares. Yo estoy escribiendo ahora un artículo, que me da perezca acabar, en el que comparo Galicia con el noroeste y centro de California (Estados Unidos), que es un territorio muy parecido en dimensión a Galicia y que tiene un régimen de lluvias y una variedad de suelos similar a la nuestra. Oiga, ¿sabe la cantidad de coníferas que hay en una extensión como Galicia en el noroeste de California»

Tienen cinco abetos, tres píceas y nueve o diez especies de pinos. Si analizamos las talas, que presentan un volumen similar al gallego, de 9 millones de toneladas al año, vemos que un 28% son abetos, un 24% pino de Oregón, un 17% pino ponderosa y un 14% sequoia, entre otras especies. En California, para finalizar, también tienen frondosas. Hay abedul, hay fresnos, robles. Hay todo eso, pero en las estadísticas que tengo de aprovechamiento del bosque, las frondosas representan mucho menos del 1% de las talas.

«Galicia tiene mucha semejanza con el oeste y centro de California. Oiga, ¿sabe usted la cantidad de coníferas que hay allí?»

La conclusión mía es que en el planeta, para Galicia, hay muchas especies que pueden ir bien. Hay que contemplar la historia para analizar la situación de Galicia y ver lo que se puede hacer y lo que no. Lo que vivimos ahora depende de lo que se vivió durante millones de años.

Por ejemplo, el motivo de que la sequoia («Sequoia sempervivens»), que es un árbol muy interesante para Galicia, esté solo en California de manera autóctona y en ningún otro sitio del hemisferio norte, hay que buscarlo en el Cuaternario, cuando California tuvo unas condiciones de clima más benignas que permitieron que allí sobreviviera esta especie, pero no en otros puntos del hemisferio norte donde estuvo. En Galicia, con las plantaciones de sequoia, más que de introducción, tendríamos que hablar probablemente de reintrodución.

¿Piensa entonces que la sequoia podría ser una especie atractiva para Galicia?
– La «Sequoia sempervivens» merece un trato aparte. Ahora que se habla de incendios, yo tengo una parcela de monte de hectárea y media con sequoia y puedo dormir tranquilo cuando hay fuegos. Puede quemarse la copa, pero no el tronco porque tiene una corteza muy gruesa. Si uno no es demasiado vago y cuida un poco el monte, no tiene de qué preocuparse. Si se quema la copa, perderemos 2 o 3 años de crecimiento, pero el tronco se mantiene y el árbol se recupera. Siempre, ya digo, que uno sea un poco diligente y tenga el monte desbrozado, de cara a evitar que se cree un horno en el suelo.

«Los propietarios tenemos que tener un espíritu conservacionista. Si usted planta un bosque, raro es que usted pueda aprovecharlo»

Esta especie tiene un comportamiento semejante al alcornoque. Lo que sucede con el alcornoque es que si le quitamos el corcho, dejamos al árbol sin protección.

Desde un punto de vista productivo, la «Sequoia sempervivens» tiene crecimientos muy altos, de 20-30 metros cúbicos por hectárea y año, según hemos medido en nuestra parcela. Es una especie que produce además una madera muy apreciada para aserrado y pienso que debería propagarse más en Galicia. Hay también otra especie de sequoia, de menor valor comercial, que podría ser interesante para las montañas de Ourense, en la zona próxima con Zamora, ya que está adaptada a fuertes nevadas.

Es cierto que en España aún no hay mercado para la sequoia, pero nosotros, los propietarios forestales, tenemos que tener también un espíritu conservacionista. Si usted planta un bosque, raro es que usted pueda aprovecharlo, pero tiene que solidarizarse con las siguientes generaciones. No sé si es defecto o virtud, pero es así.

«En Alemania, trozas de un roble como el nuestro se llegaban a pagar a medio millón de pesetas de hace 40 años»

Recuerdo hace años cuando estaba en Lourizán y un investigador nuestro fue a Alemania. Le pedí al investigador que mirara en Alemania que hacían con un roble como el nuestro y resulta que fue a una subasta de madera en la que se subastaba madera de roble troza a troza. Por alguna troza, se llegaba a pagar medio millón de pesetas de hace 40 años. Los alemanes fueron de los primeros maestros de la silvicultura y da gusto ver el resultado de su trabajo, pero igual estamos hablando de trozas que procedían de árboles de 150 años, antes de la tala.

Volviendo a la sequoia, ¿estaríamos hablando entonces de turnos de tala largos?
– Es una especie que permite desde turnos de 20 años a turnos muy largos. Si la tala con 20 años, rebrota sola. Usted podría cortar y vuelve a salir. Esta es también una especie que tiene la ventaja de que dura muchos años. Un bosque de 100 años sigue creciendo a la misma velocidad o más, y cada tabla es igual o mejor a medida que crece el árbol. Podrían hacerse turnos, si quiere, de 200 años.

En Francia, en la mitad oeste, leí que están probando la sequoia como especie de crecimiento rápido para biomasa. También otras especies como la criptomeria («Cryptomeria japonica»). El cambio climático nos obliga a capturar carbono del aire y uno de los caminos es producir biomasa con especies rápidas. Los políticos con cabeza, que deben contemplar periodos largos, deben apostar por las energías alternativas. La biomasa, aunque después se queme, al menos no aumenta el carbono de la atmósfera.

Nos contaba antes que tiene plantada una parcela con sequoias. ¿Qué otras especies tiene en sus fincas?
– Lo que yo llamo mi política forestal es poner, por un lado, lo que pagan, como pino insigne y eucalipto, para cubrir costes y vivir, y otra mitad de la superficie dedicarla a reserva, como puede ser la plantación de sequoias u otras. En temas forestales hay que hilar fino porque si no, se descalabra cualquiera por los costes que hay.

«Lo que yo llamo mi política forestal es por un lado, poner lo que pagan, como pino insigne y eucalipto, y la otra mitad de la superficie dedicarla a reserva»

Lo que quiero con mi empresa, y con Galicia, desde luego, es el potencial que tenemos, ponerlo a funcionar. La cuestión es que la expansión de una especie como la sequoia, o cualquier otra, no va a llegar porque yo o cualquiera lo diga, porque la gente tiene que verlo. Los vecinos de la zona de Ortigueira, que es donde tengo esta plantación, observan las sequoias, pero son prudentes y tienen razón. Muchas veces los engañaron, como lo que sucedió con los bancos, y el paisano no admite algo si no lo ve.

Con la sequoia, la primera cuestión es producir, que ahí tenemos la ventaja de que la sequoia casi da el producto preparado, pues con una simple transformación de la madera en el aserradero ya es utilizable. El segundo punto es que el mercado absorba la madera y en este momento no hay mercado en España, pero la sequoia tiene una madera que es apreciada. Fíjese, una asociación de propietarios de montes de California ha comprado 3.000 hectáreas en Nueva Zelanda para producir sequoias. Tienen cerca los mercados asiáticos y de Oceanía e imagino que piensan en abrir mercados.

«El asociacionismo forestal es imprescindible, en cualquier país adelantado lo primero que hace la gente es juntarse»

Fernando Molina, en una parcela forestal de su familia.

Fernando Molina, en una parcela forestal de su familia.

Usted fue en el año 1986 el primer presidente de la Asociación Forestal de Galicia, cargo que ocupó hasta el año 2000. Cuéntenos el origen de la asociación y la importancia que le ve a su trabajo.
– Cuando estaba a punto de jubilarme, en el año 1985, vino un chico recién titulado ingeniero de montes, Francisco Dans, que había hecho un proyecto fin de carrera sobre asociacionismo forestal, y se veía que el hombre quería ponerlo en marcha. Entonces vino a verme para tantear si yo quería participar y yo, que tenía la faceta de propietario de montes, acepté en el acto porque vi que era una cosa absolutamente necesaria.

En cualquier país adelantado, lo primero que hace la gente es juntarse. Los propietarios de montes somos un colectivo numeroso y poco unido de manera natural. No tenemos las características de un personal obrero, que puede estar en una fábrica aglutinado por un sindicato, y si tenemos que luchar con una gran empresa, hacen de ti lo que quieren. Yo lo sabía, acepté en el momento y en el año 1986 se fundó la asociación y quedé como presidente, con una función representativa, en tanto Francisco Dans tenemos la suerte de que se convertió en el director ejecutivo y de que continúa en la actualidad en ese cargo, a pesar de que en los países del sur seamos poco amigos de la continuidad.

«Uno de los primeros logros de la Asociación Forestal fue con los impuestos, al conseguir un sistema más beneficioso para el propietario»

La Asociación contribuyó a aumentar la asistencia técnica al propietario y se ocupó además de asumir la representación institucional de los propietarios. Recuerdo un logro que tuvimos con los impuestos, cuando conseguimos, a base de insistir, que se acordara un sistema impositivo que tuviera en cuenta las particularidades de la empresa forestal. Sólo por eso hubo personas que me dijeron que ya valía la pena haber creado la Asociación.

Otro aspecto importante de la Asociación es que da información sobre los precios de los productos forestales. Lo de los precios es una de las peores características de la empresa forestal, ya que es difícil estimar lo que vale un monte.

Mire, le voy a contar un caso mío como propietario. En una finca que tenemos en Asturias -esta empresa mía tiene unas hectáreas en Galicia y otras en el oeste de Asturias-, teníamos pino insigne. El vecino del lado, que también tenía pino insigne, le vendió una hectárea a un maderero y yo, cuando acabó la tala, hablé con el maderero. Le dije, «este rodal que tengo al lado, ¿cuánto me da?». Era pino insigne, bueno, de 50 años. «Pues 100.000 pesetas», me dijo. Le contesté que me parecía poco. Qué hice?. Fui a otro maderero que conocía, que me parecía responsable, y por lo que este me ofrecía cien mil, el otro me pagó 350.000 pesetas.

Este otoño vivimos la peor ola de incendios desde 2006. ¿Ve soluciones al problema del fuego, que arrastramos en Galicia desde hace décadas?
– A mí me preocupa mucho. Lo padecí muchas veces. Tengo una finca en Asturias que siempre le dije mis hijos que no plantaran porque ya se me quemó varias veces y este año volvió a arder. Es un tema muy difícil. Cuando yo me encargué de Lourizán, los montes estaban relativamente limpios y el fuego era soportable, pero ahora se ha convertido en un problema.

«El fuego fue una herramienta fundamental en Galicia, pero ahora es un problema de difícil solución. La política silvopastoral puede ayudar»

Yo nací y viví en un pueblo de Asturias occidental (Pravia), que puede ser como Negreira. Recuerdo que hace 90 años el fuego, controlado, era una herramienta fundamental. Y en Galicia sucedía lo mismo. Gracias al fuego, se podía producir pasto y matorral para estiércol. Fíjese, en cualquier sitio de Pontevedra, en Lourizán, valía más la renta del monte de pino para estiércol que lo que sacaban los vecinos por la madera. Las circunstancias eran muy distintas y ahora el fuego es un problema.

Una línea forestal que defiende Antonio Rigueiro, de la Escuela Politécnica de Lugo, es el desarrollo de una política silvopastoral. Lo vi yo en una finca que tenemos en Asturias. Tengo la suerte de que un antiguo empleado tiene allí caballos y lo felicito. Está el monte desbrozado y tiene que ser un fuego muy duro para que ese monte se vea afectado.

La suerte de Galicia es que tiene una gran fertilidad y una producción tremenda, pero tiene el inconveniente de que eso mismo puede convertirse en combustible, igual que sucede en California. La sequoia es una cosa más que puede ayudar, pero si hablamos de soluciones, yo para ser honestos, no las veo.

Galicia tiene un clima mediterráneo húmedo, que significa mucha lluvia en invierno y mucha sequía en verano. Entonces es difícil. Cuando los blancos americanos compraron California, lo primero que hicieron fue controlar los fuegos de los indios. ¿Qué pasó?. Al quitar esos fuegos, vieron que bosques que habían aguantado miles de años estaban en peligro, pues comenzó a acumularse biomasa y si conviertes el monte en un horno, no hay solución. Es un problema muy complicado, ya que limpiar los montes cuesta mucho dinero.

Lo que está claro es que cuanto más abandonado dejemos el aprovechamiento del monte, mayor será el peligro.

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