Galiquercus: así trabaja el mayor aserradero de duelas para tonelería de España

La empresa de Baralla ha sabido aprovechar un nicho de mercado que aporta un alto valor añadido. Entre sus clientes se encuentran prestigiosas destilerías de whisky irlandés. Aunque más de la mitad de la madera de roble que utilizan procede actualmente de Francia, destacan el importante potencial de los montes gallegos, con una adecuada gestión forestal

Gabriel, cunha das táboas de carballo para fabricar doelas que serran en Baralla

Gabriel, con una de las tablas de roble que sierran en Baralla para fabricar duelas

El roble es la frondosa autóctona más abundante en los montes gallegos, pero se utiliza principalmente como leña. Desde XERA, la Axencia Galega da Industria Forestal, se están desarrollando experiencias piloto en distintos montes de toda la geografía gallega para valorar posibles usos de la madera gallega de frondosas, como el roble o el castaño, en cortas intermedias y para aplicaciones de mayor valor.

La cuestión es que hay demanda en el mercado para distintos usos de la madera de frondosas. Solo falta ajustar la demanda con la oferta de madera que se puede generar desde Galicia. Como ejemplo de éxito, en los troncos de mayor diámetro destaca el caso de la tonelería, una actividad a la que se dedican cuatro aserraderos gallegos como ocupación principal. De ellos, destaca en Baralla (Lugo) Galiquercus SL. Conocemos cómo trabajan.

El origen de la empresa se remonta a la década de los 40 del siglo pasado, cuando Manuel Fernández Villares comenzó a cortar madera con una pequeña carreta y una cuadrilla de obreros. El aserradero, que se encontraba en otro punto del pueblo, se trasladó a su ubicación actual en el año 1981, ya con su hijo, Manuel Fernández Martínez, al frente del negocio familiar.

Hoy está al mando la tercera generación de la familia, representada por Gabriel Fernández Rodríguez, quien decidió especializar las instalaciones en la fabricación de duelas para barricas. La antigua Maderbar, hoy bajo el nombre Galiquercus, fabrica al año 2.000 metros cúbicos de duelas de roble, lo que la convierte en el mayor aserradero para tonelería de España.

Fueron el padre y el abuelo de Gabriel quienes comenzaron a tejer las relaciones con sus principales clientes actuales, los artesanos toneleros de Andalucía

“La historia de la tonelería es muy antigua. Se remonta a la época de la Armada Invencible y fueron realmente los ingleses quienes la impulsaron. Los toneles se usaban entonces como un contenedor para el transporte de mercancías. Por ejemplo, el vino de Oporto que llevaban desde Portugal o el Jerez que transportaban desde Andalucía. Al acumularse tal cantidad de toneles en los puertos ingleses, decidieron usarlos para guardar en ellos sus destilados, como el whisky, y se dieron cuenta de que mejoraban al envejecer dentro”, explica Gabriel.

Fue entonces cuando las principales destilerías de Irlanda y del Reino Unido comenzaron a comprar toneles de vino en Andalucía, donde se utilizaba sobre todo el castaño para fabricarlos. “En la zona extremeña de Hervás y Béjar hay mucho castaño y había aserraderos para hacer toneles en los que se transportaba sobre todo aceite, pero también salazones o vino. Pero los ingleses querían toneles de roble, por lo que los artesanos toneleros empezaron a venir al norte de España en busca de madera de roble”, cuenta.

Destilerías de gran renombre comenzaron a buscar roble para fabricar sus barricas en el norte de España, y vimos en ello un nicho de mercado interesante

Fue la necesidad de los jerezanos de buscar este tipo de madera para fabricar sus barricas lo que los puso en contacto con el padre y el abuelo de Gabriel. Empezaron a serrar para ellos, pero eran cantidades pequeñas que introducían entre los lotes de castaño, nogal, aliso o cerezo que les traían los vecinos.

“La tonelería antes no era un mercado tan en auge como actualmente”, reconoce Gabriel. Pero hoy no hay un buen whisky que se precie en el mercado que no haya envejecido en una barrica de roble, una moda que también está llegando a otras bebidas de alta gama, como la ginebra o incluso la cerveza, lo que reafirma la apuesta que hicieron por este sector.

El auge actual de la tonelería augura un futuro esperanzador para el sector

“Hace 20 años se dejó de serrar para las minas, que era algo que ya estaba desapareciendo, y para la industria del mueble castellano de Toledo, que también iba a menos, y se tomó la decisión de dejar de serrar también para fuera y centrarnos en la tonelería, porque vimos que la demanda estaba aumentando. Fue la solución que mi hermano Alejandro encontró en aquel momento para esquivar la crisis de esos otros sectores a los que nos dedicábamos y coincidió con el despegue de la tonelería de whisky”, explica Gabriel.

Doelas listas para enviar aos clientes para o posterior proceso de secado e confección das barricas

Duelas listas para enviar a los clientes para el posterior proceso de secado y confección de las barricas

Poco a poco, de forma progresiva, el aserradero de Baralla fue especializándose en ese nicho de mercado y hoy constituye la base de su negocio, tanto que el 95% de su producción se destina a ello. Cuentan con dos líneas de producción dedicadas a la fabricación de duelas y una plantilla de 18 trabajadores, todos centrados en el proceso de producción o en tareas administrativas, ya que no disponen de equipo propio para la corta en monte.

No entra en nuestro parque de aprovisionamiento ninguna pieza que no haya sido previamente seleccionada por nosotros

Gabriel es el encargado del suministro de materia prima, que procede en más de un 50% de subastas en Francia. También compran piezas a otras empresas forestales en Galicia o incluso madera en pie directamente a propietarios que cuentan con montes de frondosas, subcontratando después el apeo y la saca.

Pero, sea cual sea su procedencia, aclara Gabriel, “no entra ningún tronco en nuestro parque de madera que no haya sido visto y seleccionado antes por mí”. Esa selección previa pieza a pieza es la base de un negocio que fundamenta su rentabilidad en la calidad del producto final y en maximizar el aprovechamiento, minimizando los desechos del proceso.

Un recurso local abundante pero de escasa calidad

Toradas de carballo na peladora, ao inicio do proceso de fabricación

Troncos de roble en la peladora, al inicio del proceso de fabricación, la mayoría procedentes de Francia

Unas 370.000 hectáreas de monte en Galicia están ocupadas por roble (250.000 con Quercus robur como especie dominante y 120.000 por Quercus pyrenaica). Equivalen a unas existencias totales de más de 30 millones de metros cúbicos en volumen maderable (las existencias medias de los robledales se cifran en 120 m³/ha y en 86 m³/ha en el caso de los rebollares), lo que supone una gran oportunidad.

Se cortan 170.000 metros cúbicos de esta frondosa autóctona cada año, pero su uso principal sigue siendo para leña debido a su baja calidad para otros aprovechamientos, lo que obliga a Galiquercus a abastecerse principalmente en Francia.

La mayor parte del roble que se corta actualmente en Galicia carece de la calidad necesaria para su uso en tonelería

“Nosotros usamos toda la madera del país que podemos, pero no tenemos toda la que necesitamos para nuestro proceso industrial”, lamenta Gabriel. “Es una madera muy específica y no toda cumple”, aclara.

Toradas de longos que van desde os 50 aos 130 cm logo do paso pola tronzadora

Troncos de largos que van desde los 50 a los 130 cm después de su paso por la tronzadora

El grosor mínimo necesario que debe tener una pieza de roble para poder destinarla a duelas sería de 40 cm, pero además debe cumplir otros requisitos. “Tiene que tener unas características muy concretas: deben ser piezas limpias y con la veta recta, porque si no se rompe al doblar las tablas”, explica.

Si el crecimiento del árbol tiene la veta torcida no serviría, porque al hacer la duela y doblarla para formar el costado del tonel, se partiría

Tras pasar por la peladora, los troncos son cortados en la tronzadora en longitudes que van de 50 cm a 1,30 metros, en función de la conformación de la pieza y de los posibles defectos que contenga. “La longitud no nos condiciona en exceso, porque somos capaces de aprovecharla a partir de 70 cm”, detalla Gabriel.

De las cortas totales al exceso de proteccionismo

Un dos parques de madeira da empresa, que traballa cun ano de stock de materia prima

Uno de los parques de madera de la empresa, que trabaja con un año de stock de materia prima

“En los años 50, 60 y 70 se cortaron muchos robledales a destajo, sin ningún tipo de control y sin seleccionar árboles de porvenir, y eso fue lo que nos condenó, lo que hace que hoy en día no tengamos madera de calidad. Lo que se aserraba en aquella época se destinaba a las vías del tren y a las minas, y valía casi todo. Después, con las normas proteccionistas de carácter ambiental a partir de los años 90, se dejó de cortar y se pasó al otro extremo, y hoy tenemos robledales con 30 o 40 años en los que tampoco se ha hecho ningún tipo de selección. Muchos de estos montes tienen un gran potencial, pero es necesario realizar cortas intermedias y esperar”, defiende.

“Las frondosas aportan un rendimiento económico final mucho más alto en comparación con las especies de crecimiento rápido, pero sus ciclos también son mucho más largos. En el roble, los turnos de corta son de 150 años; es necesario incentivar al propietario de algún modo para que apueste por ello y no por plantar pinos o eucaliptos. En comparación con otros países vamos con muchos años de retraso, pero para tener madera de calidad gallega en el futuro habrá que empezar en algún momento”, sentencia.

En el roble los turnos de corta son de 150 años; se debe incentivar al propietario de algún modo

Para disponer de madera de calidad, más que llevar a cabo repoblaciones y podas, Gabriel es partidario de dejar actuar a la naturaleza, mediante regeneración natural y posterior selección, que es donde entra la mano del hombre.

“Está todo inventado. Yo, que compro mucha madera en Francia, no veo allí a la gente podando los robles. Lo que hacen es trabajar desde el inicio con densidades altísimas que obligan a los árboles a competir y crecer hacia arriba en busca de luz. Aquí, en cambio, cuando plantamos frondosas ponemos un árbol aquí y otro a 8 metros de distancia, y lo que conseguimos es tener árboles achaparrados”, compara.

6 metros cúbicos de madera gallega para conseguir 1 de duelas

GALIQUERCUS (Baralla) doelas toneleria carballo

Esa diferencia marca el rendimiento obtenido, ya que el aprovechamiento final varía mucho en función de cómo sea la madera que entra en el aserradero. “En la madera gallega los niveles de desperdicio son muy elevados, por eso el precio que se paga por ella también es muy inferior al de los troncos de roble procedentes de Francia”, explica Gabriel.

Los rendimientos en Galicia son muy bajos, por eso los precios que se pagan por esos troncos de roble también son mucho más bajos

“Seleccionando bien los árboles en el monte y trayendo ya una madera en condiciones, de roble del país necesitamos como mínimo 6 metros cúbicos de tronco para hacer un metro cúbico de tabla para duelas, mientras que con buena madera procedente de Francia la conversión puede ser de 2,5 metros cúbicos de tronco para obtener uno de duelas”, detalla.

Compra en subastas públicas en Francia

Gabriel, consultando un dos catálogos que recibe para participar nas poxas que teñen lugar en Francia

Gabriel, consultando uno de los catálogos que recibe para participar en las pujas que tienen lugar en Francia

Más de la mitad de la madera que llega a Baralla procede en este momento de Francia, donde Gabriel compra directamente en distintas subastas que se celebran a lo largo del año, bien de madera procedente de montes públicos, a través de la plataforma de venta del Gobierno francés, o bien de parcelas de propietarios particulares o municipios a través de organizaciones como Experts Forestiers.

En Francia la madera en el monte se compra por metro cúbico, mientras que en Galicia lo habitual es hacerlo por tonelada

En conjunto, en Francia existen 11.000 comunas forestales locales, que suman 3 millones de hectáreas de monte (lo que supone el 20% de la superficie forestal del país), y buena parte de los propietarios particulares están asociados en cooperativas que se encargan de la comercialización.

Unisylva, por ejemplo, realiza unas 10 subastas de madera al año, en las que presenta distintos lotes ofrecidos por propietarios particulares que son socios de la cooperativa, con un volumen de ventas anual de más de 150.000 metros cúbicos. Unas 800 empresas de toda Europa, entre ellas Galiquercus, presentan sus ofertas, de entre las cuales se escoge al mejor postor.

O prezo da materia prima disparouse trala covid-19 e mantense en niveis altos

La demanda de madera para tonelería ha aumentado en los últimos 10 años y los precios se dispararon tras la covid-19

Lo habitual es que los precios en estas subastas se muevan entre los 250 y los 400 euros por metro cúbico para la madera en pie, llegando a superar los 1.000 euros en el caso de la apeada a pie de pista. Los precios suelen subir en invierno.

“La madera de roble subió mucho durante la covid porque entraron en el mercado compradores asiáticos, empezó a escasear la madera y el precio se disparó. Hoy está estabilizado, pero no va a bajar, porque es un producto de calidad, escaso y finito”, insiste Gabriel.

La selección en origen garantiza a la empresa de Baralla madera que se adapta a sus necesidades

“Compramos lotes enteros, ya sea madera en pie en el monte o fustes completos a pie de pista (madera bord de route, se denomina allí), que es lo que más adquirimos. Allí seleccionamos y traemos directamente lo que nos interesa, y el resto del tronco lo comercializamos allí para otros usos (chapa, tarima, leña, etc.). El secreto de este negocio es saber lo que compras y saber identificar los defectos (cebollo, nudos, etc.) para esquivarlos. Es un trabajo minucioso de selección”, explica.

Por eso, asegura, “el verdadero valor de nuestra empresa son las personas y su experiencia y conocimiento, tanto a la hora de seleccionar y comprar la madera como después en producción, al serrarla”, valora.

El proceso está mecanizado en lo posible, pero es mucho más manual que el aserrado de otras especies. “Aquí es imposible tener una canteadora o una retestadora automática, como ocurre con el pino; lo nuestro es un proceso mucho más individualizado, en el que prima el control de calidad y el descarte de las piezas con defectos. Hasta que la duela acaba en el paquete, hay tres personas que la verifican: primero en el canteado, después en el retestado y finalmente en el empaquetado”, indica.

Aserrado radial

GALIQUERCUS (Baralla) serrado radial1

Galiquercus trabaja habitualmente con un stock de madera de un año, de modo que las necesidades de materia prima del aserradero están siempre cubiertas. Los troncos apilados en sus parques de almacenamiento son regados con agua mediante un sistema automático que garantiza un secado gradual y homogéneo, reduciendo así la aparición de grietas.

El proceso de producción industrial comienza pelando los troncos y cortándolos en trozas de entre 50 centímetros y 1,30 metros de largo, en función de la conformación de la madera y de los posibles nudos o defectos que podrían llevar a descartar las tablas resultantes.

El aserrado tangencial, el que se emplea por ejemplo en el pino, no sirve para fabricar duelas

El aserrado tangencial, el que se usa por ejemplo en el pino, no sirve para hacer duelas. “Al ejercer torsión sobre la tabla, se rompería”, explica Gabriel. Por eso, el aserrado que realizan en este caso es radial, lo que conlleva un mayor desperdicio de madera.

Tras hacer las trozas de distintos tamaños, el tronco grueso se divide en porciones, cortándolo primero a la mitad y obteniendo después cuartos de esas dos mitades. El tamaño de esos trozos en forma de triángulo depende del diámetro del tronco, que es lo que determina su aprovechamiento a la hora de serrar.

GALIQUERCUS (Baralla) serrado radial2

Después, de cada una de esas porciones de tronco, se extraen las tablas para las duelas, teniendo la precaución de que los anillos queden en cada pieza paralelos al canto de la tabla, como si fuera un milhojas, para que al doblarla para formar el costado de la barrica no se rompa.

En ese proceso de aserrado radial se desperdician, además del corazón y la albura del tronco, aquellos trozos de los cuartos donde los anillos de crecimiento quedarían en perpendicular u oblicuo al canto de la tabla.

El grosor de las tablas es de 3,5 cm y el largo oscila entre 50 y 130 cm, en función del tamaño de la barrica y de si se destina a las tapas o a los costados

El grosor de las duelas es siempre de 3,5 cm, con un ancho mínimo de 6 cm y un máximo de 14, mientras que la longitud varía según el uso final de la pieza. Lo habitual en destilería es emplear barricas de 500 litros, las llamadas botas jerezanas, que utilizan duelas de 1,30 metros de largo y tapas de 70 cm. Galiquercus busca ajustarse a esos tamaños, con una sobremedida de 5 cm, pero también fabrica longitudes de 50 y 60 cm para tapas y de 1 metro y 1,15 m para los costados de otros tipos de toneles.

Vuelta a los orígenes: ensayos con toneles de castaño

La tonelería Antonio Páez Lobato sigue siendo hoy uno de sus principales clientes, y la madera serrada en Baralla forma parte del proceso de maduración del whisky Jameson, elaborado por la destilería irlandesa Midleton, en Cork.

Gabriel estuvo allí a mediados de septiembre; mantienen una estrecha colaboración para envejecer su whisky en barricas de castaño gallego certificado. “Los resultados obtenidos en las pruebas están siendo muy buenos y la demanda está aumentando. Empezamos serrando un metro cúbico para fabricar 20 barricas y este año ya estamos en 700; la previsión es llegar a 1.300 el año que viene”, adelanta.

Estamos empezando a fabricar duelas de castaño gallego certificado para tonelería; la previsión es alcanzar 1.300 barricas el próximo año

Midleton está lanzando esta nueva gama de whiskys madurados en castaño en paralelo a la que ya tienen en roble y, tras probar castaños de distintas procedencias, optaron por quedarse con el gallego.

En Baralla, Galiquercus realiza únicamente la primera transformación de la madera, el aserrado de las duelas, que envían paletizadas en verde a Jerez de la Frontera, donde los toneleros fabrican las barricas tras un proceso de secado natural (oreado) que dura entre 18 y 24 meses.

Midleton fue también la primera destilería que envejeció whisky en barricas de castaño irlandés, también serrado en Galicia. Esas botellas están numeradas e incluso incluyen un mapa que indica dónde fue cortado el árbol con el que se hizo la barrica en la que maduró el whisky. “La aceptación en el mercado de estos productos diferenciales y exclusivos está siendo muy buena, porque en los whiskys, igual que en los vinos, está muy de moda volver a los orígenes, buscando los sabores de antes. En estos productos de alta gama, además del propio whisky, las marcas venden también una historia”, señala Gabriel.

El aserrado radial permite, en el caso del vino, una mejor microoxigenación

En el caso de la madera de castaño, la conversión a tabla para duela es algo mejor que en el roble, e incluso no sería imprescindible optar por el aserrado radial, que desperdicia más madera, aunque Gabriel es partidario de mantenerlo. “El aserrado radial permite, en el caso de los vinos, una mejor microoxigenación. En el whisky no tiene tanta importancia, porque ya es un alcohol de 80 grados que lo que necesita es captar los aromas de la madera y del vino que estuvo antes en contacto con ella”, explica.

La guerra de Ucrania ha afectado al whisky europeo de alta gama

Normalmente el whisky pasa muchos años en barricas usadas de bourbon americano de 200 litros, y solo el proceso final de afinado se realiza en barricas que antes contuvieron vinos olorosos. Las fabricadas en España suelen ser de 500 litros, y en ese proceso de mezcla y afinación es donde entra la mano del maestro destilador.

“Solo una parte del whisky, el de gama media-alta, a partir de 100 € la botella, llega a ese proceso final, porque nuestras barricas son un producto muy caro y no pueden destilar todo su whisky en ellas”, explica Gabriel.

La guerra de Ucrania frenó el crecimiento del sector, que llevaba diez años de subida continua de precios y fuerte demanda, tendencia que también se había trasladado al ámbito de la tonelería.

“No es un crimen cortar un robledal”

Algúns dos clientes que empregan as doelas de Galiquercus, entre os que se atopan prestixiosas destilerías irlandesas

Algunos de los clientes que emplean la madera de Galiquercus, entre los que se encuentran prestigiosas destilerías irlandesas

Gabriel tiene formación en el ámbito forestal, trabajó durante años en el servicio de extinción de incendios y desde niño ha vivido la experiencia de un aserradero familiar. Con toda esa trayectoria, reflexiona sobre la dicotomía entre conservación y producción de madera. “Por supuesto que debe haber árboles singulares que haya que proteger y conservar, pero para mí no es un crimen cortar un robledal; la gente está muy equivocada en eso”, asegura.

“Los árboles tienen un ciclo de vida y llega un momento en el que hay que aprovechar lo que genera la naturaleza, porque si existe un aprovechamiento forestal es porque hay un plan de regeneración de ese monte. Me parece una estupidez dejar que un árbol enferme o caiga por una tormenta, desperdiciando un recurso natural, en definitiva. Lo importante, eso sí, es regenerar ese lugar para que vuelva a cumplir un nuevo ciclo de vida”, explica.

¿Es preferible generar plásticos para hacer barricas antes que cortar madera en los montes? Para mí, son incongruencias ecologistas

“En Francia llevan 300 años haciendo eso y lo tienen claro; aquí todavía no. ¿Es preferible generar plásticos para fabricar barricas antes que cortar madera en los montes? Para mí, son incongruencias ecologistas”, afirma.

Gabriel está convencido de que es posible lograr una convivencia entre especies en el territorio. “El eucalipto en Galicia pagó muchas carreras, arregló muchas casas y compró muchos coches”, asegura, aunque defiende que los ingresos que produce deben servir para mantener el monte gestionado, financiar infraestructuras y plantar frondosas. “En Francia, si tienes más de 5 hectáreas de monte, estás obligado a contar con un plan de gestión forestal”, ejemplifica.

También destaca del país vecino la profesionalización de los propietarios y su unión en cooperativas como UnisylvaCFBLAlliance, Ligneo ou Cofnor y también que grandes empresas como Groupama o Lactalis invierten en el monte por ser un sector atractivo y rentable.

Madera estructural de castaño: una nueva línea de negocio en ascenso

Vigas de castiñeiro para construción estrutural no serradoiro de Baralla

Vigas de castaño para construcción estructural en el aserradero de Baralla

El aserradero de Baralla está certificado en madera estructural de castaño en verde. “Estamos tratando de impulsar un poco esa vía de negocio porque pensamos que la construcción estructural en madera tiene futuro, pero estamos importando abeto laminado y debemos ofrecer herramientas a los arquitectos para que puedan prescribir madera de frondosas locales”, defiende Gabriel.

De hecho, fueron ellos quienes suministraron las vigas de castaño con las que la Plataforma de Ingeniería de la Madera Estructural de la USC en el Campus de Lugo (Pemade) está realizando ensayos para elaborar una guía de prescripción para el uso de madera estructural de castaño en verde.

Es mucho más caro fabricar duelas que serrar vigas de castaño

En Francia, el País Vasco o Navarra, la construcción tradicional empleaba mayoritariamente madera de roble, pero en Asturias y Galicia el castaño fue siempre la especie predominante, una línea de negocio que Maderbar nunca abandonó y que ahora está tratando de potenciar.

“Fabricamos vigas, pontones y tablas para forjados. Pensamos que, a medida que se forme a los arquitectos y se informe a los clientes finales, el uso del castaño como madera estructural, tanto en rehabilitaciones como en obra nueva, es algo que irá a más”, opina Gabriel.

Ayudas de XERA para la modernización de aserraderos

A máquina que Galiquercus adquiriu grazas á axuda de Xera

La máquina que Galiquercus ha adquirido gracias a la ayuda de Xera

La Agencia Gallega de la Industria Forestal (XERA) cuenta con distintas líneas de ayudas, algunas de ellas destinadas a aserraderos para la modernización de los procesos industriales de transformación de la madera.

Dentro de estas líneas de subvención, Galiquercus obtuvo una ayuda para la adquisición de una máquina con la que descargar los camiones y mover los troncos en el parque de madera. “Nos sirve, por ejemplo, para cargar la peladora. Tratamos de ser cada día un poco más eficientes”, justifica Gabriel.

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