
Shane Ardern, junto al arrimador de la sala de espera, para él «la clave» de su sistema de ordeño
Shane Ardern es un ganadero peculiar, un calificativo que también se podría aplicar a su trayectoria en la política. Tras estudiar Agricultura en la Universidad de Massey y comenzar poniendo a producir tierras pobres a los pies del volcán Taranaki, fue durante 16 años diputado en el Parlamento neozelandés, donde defendió por encima de todo los intereses de los productores.
Ahora, con 65 años recién cumplidos y de vuelta en la granja desde 2014, prepara el relevo junto a su hijo Cameron y su esposa Cathy de las dos granjas con 1.200 vacas en ordeño y 440 hectáreas de terreno que posee.
Comenzó en el sector a los 18 años bajo el sistema de ordeño compartido
Comenzó en el sector a los 18 años, en 1978, bajo el sistema de ordeño compartido (sharemilking), un método singular habitual en Nueva Zelanda para el relevo generacional, en el que el propietario de la granja y el ganadero que la trabaja se reparten mensualmente los ingresos que provienen del cheque de la leche, mediante un contrato renovable de tres años de duración.
A los pies del volcán Taranaki la tierra era mala, con mucha piedra y poca profundidad de suelo
Shane recuerda que fue al banco y pidió un préstamo para comprar 15 hectáreas de terreno y un tractor Massey Ferguson que aún conserva y que hoy en día suma 40.000 horas de trabajo. Con él domó aquellas primeras 15 hectáreas. Eran muy malas –recuerda–, con mucha piedra y poca profundidad de suelo, situadas en la conocida como la miserable Taranaki, a los pies del volcán del mismo nombre, en la zona sur de la isla norte de Nueva Zelanda. Una vez trabajadas, las vendió y con lo que ganó compró una finca de 50 hectáreas, a las que fue sumando otros bloques de tierra adquiridos posteriormente hasta hacerse con las 440 hectáreas que hoy tiene en propiedad.
Alto nivel de endeudamiento

Zona de la lechería y la sala de ordeño, junto con la nave de maquinaria, las únicas instalaciones a cubierto
El valor de la tierra es el principal activo de las explotaciones lecheras neozelandesas, pero el precio de compra es alto y los ganaderos acuden al banco para financiar la adquisición. Shane aún recuerda el primer préstamo que pidió, para comprar las primeras 15 hectáreas y el Massey Ferguson, con un tipo de interés del 10%.
Las grandes granjas de Nueva Zelanda están muy endeudadas y asumen un riesgo financiero elevado
Los intereses para las granjas están ahora al 7% para la compra de tierra, pero no siempre estuvieron en esos niveles. “Llegué a pagar una tasa del 18% en algún momento. El trabajo más duro para hacerme con la tierra no fue con el tractor, sino negociar con los bancos”, dice, aunque reconoce que “siempre hubo un compromiso de los bancos en Nueva Zelanda con el desarrollo rural y facilidades y apoyos para comprar tierra o modernizar las explotaciones”, asegura.
El valor actual de las dos explotaciones con 1.200 vacas y 440 hectáreas de terreno de la familia Ardern es de 42 millones de dólares neozelandeses, pero el nivel de endeudamiento que tienen con el banco en este momento es aún de 18 millones de dólares.
Debido al valor de la tierra, la granja se convierte en el verdadero plan de pensión de los ganaderos neozelandeses
Shane cumplió 65 años el pasado 20 de enero y ya prepara el relevo en las granjas. Tiene dos hijos y cada uno se quedará con una de ellas. Pero para traspasárselas no usará el mismo sistema de ordeño compartido que utilizó él cuando empezó, sino que se las venderán, por lo que sus hijos seguirán fuertemente endeudados.
El sistema público de jubilación en Nueva Zelanda no garantiza una pensión suficiente, por lo que muchas veces la granja se convierte en el verdadero plan de pensiones de los ganaderos del país.
La sala de ordeño más rápida del mundo

Las dos salas rotativas de 40 puntos cada una colocadas en paralelo vistas desde la sala de espera del ganado
Shane presume de tener en su granja de Te Kiri “la sala de ordeño más rápida de Nueva Zelanda y del mundo”, capaz de ordeñar 600 vacas en una hora. La diseñó él mismo y está formada por dos salas rotativas de 40 puntos cada una, colocadas una al lado de la otra, en paralelo, de manera que los mismos operarios pueden atender ambas y las vacas que están en la sala de espera pueden elegir a cuál de las dos plataformas giratorias entrar.
Es más eficiente ordeñar en dos salas de 40 puntos que en una de 80, que tendría un radio muy grande y giraría demasiado rápido, por lo que no daría tiempo a colocar las pezoneras
En total, invirtieron 1,4 millones de dólares neozelandeses (unos 700.000 euros) para construirla y ponerla en marcha, hace ahora 5 años. «Cuando nos propusimos modernizar nuestra vieja sala de ordeño, que tenía 27 años y era de 40 puntos, nos sugerían instalar otra sala rotativa pero más grande, de 60 puntos, pero eso no nos convenció, porque ocupaba más espacio, era más cara (costaba 500.000 más que esta) y también más lenta (permitía ordeñar 400 vacas en una hora), por lo que nos llevaría mucho más tiempo ordeñar», explica.
Un doble carrusel paralelo de 40 puntos cada uno les permite ordeñar, solo con dos personas, 600 vacas en una hora
Así que, después de visitar grandes explotaciones en EE.UU., decidieron crear su propio sistema, una innovación de la que está orgulloso. Fueron tres años de investigación y de viajes para estudiar allí el funcionamiento de granjas con grandes rebaños y tratar de mejorar la eficiencia de los sistemas existentes en el mercado. Hoy, algunas de sus innovaciones, que tiene patentadas, son copiadas por explotaciones americanas.

Vista de los pasillos de acceso desde las praderas a la sala de espera
El sistema está compuesto por dos carruseles giratorios gemelos colocados sobre plataformas hidráulicas que permiten ajustar el nivel del suelo a la altura del personal que está ordeñando en cada turno, facilitando así su trabajo y haciéndolo menos físico, más cómodo y llevadero, reduciendo lesiones de espalda o de rodillas. La capacidad de elevar la plataforma móvil del suelo de la sala también les permite inseminar en la sala de ordeño, así como aplicar tratamientos veterinarios a las vacas.
Pasillos a doble nivel permiten que las vacas que salen de la sala no se crucen ni se vean con las que entran o están esperando para ordeñarse, garantizando un flujo constante
Las mejoras implementadas, además del doble carrusel giratorio, que permite reducir el diámetro de giro y el espacio necesario para su instalación, incluyen también pasillos de salida a doble altura, por lo que las vacas que salen del ordeño nunca se cruzan con las que entran o las que están esperando en la sala, agilizando el tráfico y evitando la mezcla de los distintos lotes. “Entran por abajo y salen por arriba, igual que en la autopista de Los Ángeles”, compara.
Suplementan a las vacas que necesitan recuperar la condición corporal con un subproducto de la industria láctea a base de leche condensada
En la salida hay también puertas selectoras para devolver a las vacas al prado o separarlas en diferentes corrales, por ejemplo, aquellas que necesitan alimentación suplementaria tras el parto o las que están enfermas y deben ser revisadas. Los pasillos de salida cuentan además con una báscula que permite pesar a las vacas para controlar su condición corporal.
Con la reducción de los tiempos de ordeño y de espera, lograron aumentar la producción por vaca
La rapidez en el ordeño permite al personal pasar menos horas trabajando y a las vacas regresar antes al pasto, lo que para Shane es lo más importante. «Si las vacas tienen que caminar media hora para venir a ordeñarse, esperar otra hora y media para ser ordeñadas y media hora más para volver al prado, y si eso lo hacen dos veces al día, son 5 horas perdidas que podrían dedicar a comer o a descansar», argumenta.
La sala de espera es circular, para evitar puntos muertos donde puedan quedarse las vacas, con un empujador que las dirige hacia la doble rotativa
Con la reducción de los tiempos de espera de las vacas para ordeñarse han conseguido aumentar la producción de leche y reducir la cantidad de purín generado en las instalaciones. Para su tratamiento, cuentan con tres estanques de decantación, que sirven para separar la parte sólida del purín y los efluentes del lavado. El agua limpia del final del proceso se reutiliza en el baldeo de zonas como la sala de espera o los pasillos de la instalación. En cada ordeño emplean unos 15.000 litros de agua.
En la otra granja van a instalar una sala rotativa robotizada de GEA
En la otra de las granjas que posee la familia Ardern cuentan con un sistema de ordeño más antiguo y mucho más lento, pero ahora Cameron quiere instalar una sala rotativa robotizada de GEA. “No la pusimos hasta ahora porque era demasiado cara”, reconocen. Supone una inversión de 1,5 millones de dólares neozelandeses.
Se decantaron por instalar una sala rotativa robotizada en lugar de otros sistemas como el batch milking (ordeño robotizado en lotes) por la suplementación que este requeriría. “Para mí, es un sistema que no se adapta al modelo neozelandés, porque tendríamos que dar pienso en el robot y los costes de alimentación subirían”, dicen. “Tenemos 1,7 km desde el pasto hasta las instalaciones de ordeño y tendríamos que aportar entre un 30 y un 40% de la alimentación a través de pienso en el robot para que las vacas vinieran a ordeñarse”, calculan.
Sistema intensivo de pastoreo

Vacas volviendo del pasto para ordeñarse a las 3 de la tarde, la hora habitual del segundo ordeño en Nueva Zelanda
Glenartan Farm está basada en un sistema intensivo de alimentación del ganado a base de pasto, el mayoritario en Nueva Zelanda. “El 95% de la alimentación de nuestras vacas es hierba pacida, pero si es un año complicado, como este, debido a la sequía, puede bajar al 85%”, reconoce Shane.
Para las 600 vacas en producción disponen de un total de 260 hectáreas, de las cuales 196 son de praderas permanentes para pastoreo. “Nuestra carga ganadera es de unas 3 vacas por hectárea. Estamos en el rango del 15% de las granjas con mayor carga ganadera del país”, indican.
El 95% de la alimentación de nuestras vacas es hierba pacida, pero este año bajó al 85% debido a la sequía
Los turnos de rotación del pastoreo en las parcelas van de 25 días desde comienzos de la primavera hasta Navidad, hasta los 120 días en junio y julio, que coinciden con los meses de invierno en el hemisferio sur.
Todas las parcelas disponen de bebederos y el agua procede de la zona de montaña y es gestionada por una asociación de ganaderos. “Es agua comunal potable para zonas rurales que pagamos los propios productores, pero sale cara”, asegura Shane.

Suplementan con un subproducto a base de leche condensada a las vacas que necesitan recuperar condición corporal
Ordeñan habitualmente unos 300 días al año y los otros 65 las vacas estarían secas, aunque este año reducirán el período de lactación a 290 días debido a la falta de pasto. Producen entre 450 y 480 kg de sólidos por vaca y año, para un total de 282 toneladas de sólidos totales.
Tienen 2 trabajadores solo para ordeñar y otros dos a tiempo completo para atender el ganado y los pastos
En la granja trabajan Shane y su hijo Cameron, además de otros dos empleados a tiempo completo (el responsable del rebaño) y otro empleado que se encarga de los pastos. Además, cuentan con otras dos personas que ordeñan. “Cameron y yo trabajamos una media de 50 o 55 horas a la semana, mientras que los empleados trabajan en turnos de 7 días de trabajo y 3 de descanso. A mi modo de ver, la clave para que la gente no se marche es la flexibilidad, con un sistema que permita adaptarse a las necesidades personales de cada empleado. Por eso, mi papel es compensar los fallos, las bajas y los días libres de los empleados”, argumenta Shane.
Collares Halter para traer las vacas del pasto
Glenartan Farm apuesta por aprovechar las oportunidades que la tecnología ofrece hoy en día para facilitar el manejo del ganado. Dispone en sus vacas de collares Halter, de fabricación neozelandesa, que permiten tanto la creación de cercados virtuales como traer el rebaño del pasto conduciéndolo hacia la sala de ordeño.
Los dispositivos se activan desde el teléfono móvil y cuentan con una placa solar que permite recargar automáticamente la batería interna de los collares y alimentar el sistema de vibración que hace que las vacas se muevan. Se organizan en 3 lotes de ordeño de 200 vacas cada uno. Para que no se mezclen las vacas de los distintos lotes en la sala de ordeño, llegan de forma escalonada y entran y salen por lugares diferentes.
El coste de estos dispositivos es de 10 dólares neozelandeses (unos 5€) de suscripción por vaca al mes
“Los collares se localizan mediante posicionamiento GPS y tienen una precisión de 2-3 metros, de modo que si la vaca no se mueve o se equivoca de camino, recibe una pequeña descarga. Cuando les colocamos el collar por primera vez, tenemos que educarlas, pero es un aprendizaje muy rápido y en un par de días las vacas aprenden a responder a los estímulos”, explica Shane.
El número de granjas que están incorporando estos dispositivos está aumentando, aunque su coste en rebaños numerosos, como los que tienen las explotaciones lecheras en Nueva Zelanda, está siendo un factor limitante para su universalización.
El diputado que subió con su tractor las escaleras del Parlamento

El viejo tractor Massey Ferguson con el que Shane empezó, con 40.000 horas de trabajo, que aún conserva
Este ganadero de 65 años fue durante 16, de 1998 a 2014, diputado en el Parlamento de Nueva Zelanda por el Partido Nacional, de corte conservador y actualmente en el Gobierno, y buena parte de su acción política fue en beneficio de los productores. “Soy agricultor y nunca pedí disculpas por serlo, por eso en mi época en la política representé a un gran electorado rural que todavía existe en Nueva Zelanda”, asegura.
Shane recuerda las barbacoas que hacía en su casa con Jim Bolger, primer ministro del país de 1990 a 1997
Taranaki es un extenso distrito predominantemente rural que se extiende al suroeste de la isla norte. Ardern se convirtió en uno de los principales impulsores de la legislación que permitió la creación de la cooperativa Fonterra en el año 2001.
Ese año, tras la aprobación de la Ley de Reestructuración del Sector Lácteo (DIRA), forzada por la presión de la Organización Mundial del Comercio, se eliminó el monopolio estatal para la exportación que representaba el NZ Dairy Board (NZDB) y se creó Fonterra, fruto de la unión de las principales cooperativas del país (excepto dos de ellas, Westland Milk Products en la costa oeste de la Isla Sur y Tatua en la Isla Norte en Waikato).
En el año 2011 Shane Ardern logró el 70% de los votos en su jurisdicción
Dos años más tarde, en 2003, Shane protagonizaría una llamativa acción de protesta cuando subió con su tractor las escaleras del Parlamento para mostrar su rechazo al impuesto destinado a la investigación de las emisiones agrícolas. Esta propuesta fiscal del Gobierno Laborista pretendía recaudar anualmente 8 millones de dólares en las explotaciones ganaderas para financiar investigaciones orientadas a reducir los gases de efecto invernadero de las granjas y cumplir así con los límites establecidos en el Protocolo de Kyoto.
Nueva Zelanda sufre en este momento una de las sequías más importantes del último medio siglo
Nueva Zelanda es uno de los principales exportadores de productos lácteos a nivel mundial. Acapara una cuarta parte del comercio internacional de lácteos gracias al enfoque exportador de la cooperativa Fonterra y a un sistema de producción basado en el pastoreo intensivo.
La dependencia del mercado internacional aumenta la volatilidad de los precios de la leche que cobran los ganaderos neozelandeses. En este momento, son precios de récord, lo que dispararía la rentabilidad de las explotaciones si no fuera por la importante sequía que están padeciendo en amplias regiones del país, tanto en la isla norte como en la sur.
La pérdida de producción de los pastos augura un descenso de las exportaciones de lácteos neozelandeses en los próximos meses, aunque la actual campaña ya está a punto de finalizar
En pleno otoño y camino ya del invierno, la época en la que la mayoría de las granjas neozelandesas secan sus vacas, muchas ganaderías están optando por ordeñar solo una vez al día debido a la caída de producción que está acusando el ganado por la sequía y la falta de pasto al final de la lactación (la campaña anual láctea finaliza oficialmente en Nueva Zelanda el 1 de junio). Pero en las actuales condiciones, las explotaciones están adelantando el secado de las vacas de bajo rendimiento, eliminando animales para reducir el número de cabezas del rebaño y evitar verse obligadas a comprar forrajes y suplementos importados.
La zona costera, la más afectada
Los episodios de falta de lluvias están empezando a ser habituales en Nueva Zelanda, incentivados por el cambio climático. Hubo sequía en 2005 y en 2017, pero nada como lo que está ocurriendo desde hace más de medio año, afirma Shane, que asegura que es la sequía más importante que recuerda desde 1970.
El ministro de Agricultura, Todd McClay, amplió en febrero a Taranaki la alerta por sequía en la que también están regiones como Waikato o Northland
“Las tasas de crecimiento del pasto son prácticamente cero y queda poco”, reconoce. Sus granjas están en la zona de Ōpunake, cerca de la costa de Taranaki, y toda la franja costera desde Ōkato, al sur, hasta Hāwera está afectada. Solo se salvan de la sequía las fincas que están al pie del imponente volcán que se divisa desde toda esta zona del país. “La precipitación media en un año normal en esta área es de unos 1.600 litros al año, aunque a veces 300 de esos litros caen de una sola vez”, detalla.
Habitualmente, las sequías en Nueva Zelanda llegan a Europa con subidas en el precio de la leche
Taranaki es, junto con Waikato, una de las principales regiones productoras de leche de Nueva Zelanda, por lo que la caída de producción en el país maorí es un factor más en el escenario internacional que influye en la subida de precios de la leche que se ha vivido en países exportadores europeos como Irlanda, Países Bajos o Alemania y que se está trasladando a Galicia en la actual renovación de contratos.