«Gracias a los collares con GPS, sé en todo momento donde están las vacas, gané en tranquilidad y en tiempo»

María Páez es una ganadera de Viana do Bolo (Ourense) que instaló dispositivos de geolocalización en todo su rebaño, con los que puede monitorear parámetros como la ubicación, la actividad y la temperatura de los animales

«Gracias a los collares con GPS, sé en todo momento donde están las vacas, gané en tranquilidad y en tiempo»

María Páez trabajando en las instalaciones de su granja

María Paez (Viana do Bolo, Ourense) lleva una de las primeras granjas gallegas en implantar dispositivos de geolocalización en buena parte de los animales de su ganadería extensiva. La innovación tecnológica, desarrollada en el marco del proyecto Gelob (Gestión de la ganadería extensiva en hábitat de Lobo) permite, por una parte, ayudar al ganadero en su día a día y mejorar las condiciones de manejo a través de sistemas de geolocalización y monitorización del ganado y, por otra, detectar ataques de lobos en zonas de ganadería extensiva. «Sinceramente, me ha cambiado la vida por completo. Desde que me instalaron los 30 collares que tengo gané en tranquilidad y también en tiempo», explica María.

En mi zona hay alguna carretera peligrosa y eso es algo que siempre me preocupó. Ahora, con encender el móvil ya puedo saber cuándo me tengo que acercar para pastorearlas hacia los lugares que me interesan

Antes, esta ganadera ourensana tenía que estar pendiente continuamente de la ubicación de sus vacas, pero ahora la presión no es tanta y le ha permitido ganar tiempo para diversificar su trabajo. «En mi zona hay alguna carretera peligrosa y eso es algo que siempre me preocupó. Ahora, con encender el móvil ya puedo saber cuándo me tengo que acercar para pastorearlas hacia los lugares que me interesan», añade María. Además, esta ganadera ahora es capaz de gestionar los pastos con eficiencia: «Como cada mes tenemos un informe del recorrido de las vacas, puedo saber que zonas están más pastadas y cuales menos. De este modo, hago uno manejo mucho más optimizado».

Entendemos que por ahora Gelob está en una primera fase de toma de contacto y que, con el paso del tiempo, el precio acabará bajando

Aunque, en líneas generales, María está contenta, también aporta algunas críticas constructivas. Principalmente dos: el precio y la cobertura. «Para una ganadería familiar como la mía, el desembolso que hay que hacer por cada collar es importante y aún estamos valorando si realmente va a poder compensar. Aun así, entendemos que es una primera toma de contacto y que, con el paso del tiempo, el precio acabará bajando», argumenta María. En cualquiera caso, el otro problema que se le presenta la María tiene una solución más compleja: «Nosotros no vivimos en el centro de Madrid. Los ganaderos vivimos en zonas rurales donde hay poca cobertura o, a veces, ninguna. Entonces, si tengo las vacas en una de esas zonas y no hay línea, la utilidad se pierde por completo», remata.

Como muchas ganaderas, María nació, como ella misma dice, entre vacas. Cuando era pequeña, su madre gestionaba la explotación familiar que contaba con menos de 30 vacas para producción de carne. Aunque estudió ingeniería forestal en Lugo, tras unos años viviendo del sector forestal entre Galicia y Castilla decidió que aquel no era su sitio: «Me vi en una oficina en Ponferrada haciendo papeleos de oficina y no tardé mucho en reparar que lo que realmente quería hacer era estar en el campo. No sé si allí hubiese ganado más o menos, pero lo que tengo claro es que en mi granja soy feliz», explica orgullosa de haber tomado la decisión de volver a la explotación familiar.

Las ganaderas de esta zona hace tiempo que dejamos de sembrar. No vamos a estar trabajando para darle de comer a los jabalís. Menos todavía cuando la tierra en Ourense da producciones muy inferiores a las del resto de Galicia

En la comarca de Viana, la ganadería tiene algunas peculiaridades que la hacen diferente a la del resto de Galicia. Aunque tiene variedad de razas, la vianesa, la limousín y sus cruces predominan en el rebaño.

Las 39 vacas nodrizas de María están siempre en pastoreo y su alimentación es completamente natural: «Aquí ya no sembramos nada, los pastos son las especies que se han ido asentando aquí y que se regeneran de forma orgánica», explica esta ganadera ourensana. María cuenta a día de hoy con alrededor de 40 hectáreas dedicadas íntegramente al pasto porque hace años que dejaron de sembrar centeno y maíz: «Las ganaderas de esta zona hace tiempo que dejamos de sembrar. No vamos a estar trabajando para darle de comer a los jabalís. Menos todavía cuando la tierra en Ourense da producciones muy inferiores a las del resto de Galicia. Yo con 40 hectáreas alimento a 58 cabezas. Que se pregunte un ganadero de Pontevedra o de A Coruña cuantas vacas lecheras podría sostener con mi base territorial», argumenta.

Una vaca con el dispositivo GelobUna vaca con el dispositivo Gelob

El nacimiento del proyecto Gelob

La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), matriz estatal de Unións Agrarias, ha desarrollado una iniciativa que puede suponer un gran avance tecnológico para la ganadería extensiva. Se trata del mencionado proyecto GELOB (Gestión de lana ganadería extensiva en hábitat con lobos), que pretende ser capaz de integrar visiones dispares alrededor del problema de la convivencia del ganado con el lobo y, a la vez, mejorar los resultados económicos de las explotaciones para facilitar la modernización de las granjas.

En este proyecto colaboran activamente Digitanimal, Fundación para la Investigación en Etología y Biodiversidad, la Universidad Rey Juan Carlos, la consultora CBC, la Junta de Castilla y Leon, la asociación ecologista WWF y la Fundación Biodiversidad F.S.P. De este modo, pretenden crear la estructura adecuada para proporcionar instrumentos al sector ganadero para realizar una mejor gestión del ganado extensivo y permitir una convivencia estable entre el ganado doméstico y los lobos.

A pesar de que, en un primer momento, la convivencia con el lobo fuera el eje vertebrador del proyecto, este grupo de investigación fue más allá y decidió darle un valor añadido: el manejo del ganado.

Gracias a la tecnología de monitorización que desarrollaron, los ganaderos que pongan a funcionar Gelob, podrán tener controladas las cabezas de ganado desde su dispositivo móvil. Esto es, gracias a una aplicación y con apenas unos clics, el ganadero podrá saber dónde se encuentra cada res y su estado mediante algunos datos relevantes del animal, como la temperatura.

Enfocado en la ganadería extensiva y la trashumancia

Una de las premisas fundamentales en las que se basó este grupo de investigadores fue la de entender que el lobo es necesario para la conservación de ecosistemas funcionales, inseparable de la defensa de la biodiversidad de nuestra entorno y de la de toda la península. Pero a la vez, también fueron capaces de ver la ganadería extensiva como fundamental para mantener la población en muchas zonas rurales, así como los saberes y tradiciones locales ligados al aprovechamiento agropecuario de en medio natural. En ese contexto, la trashumancia juega un papel protagonista.

Una de las tareas más tediosas del manejo del ganado en producciones extensivas es el control de los animales. Donde se encuentran y cuál es su estado son las dos preguntas clave que esta nueva tecnología responde en tiempo real. Hace falta tener en cuenta que el ganado vacuno que pasta libre en exteriores lo hace en superficies muy grandes de terreno que, a veces, complica la capacidad de los ganaderos de tener a los animales a raya.

El ganadero puede ver dentro de la aplicación web o el móvil los indicadores de estado de los animales: la temperatura, la distancia recorrida, su actividad y localización

«En la actualidad, encontramos ampliamente instaurados en el mercado diferentes dispositivos tecnológicos que permiten la localización y posicionamiento de personas o vehículos. Con todo, a la hora de trasladar dichos dispositivos a la ganadería, nos encontramos con serios problemas de implantación», explican técnicos de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos.

Por eso, la empresa tecnológica asociada, Digitanimal, desarrolló un sistema que monitoriza la localización y el estado del animal a través de un dispositivo con diferentes sensores como GPS, sensor de temperatura y acelerómetro que se coloca en los animales y que transmite la información a través de una red segura al ordenador, tablet o teléfono móvil. De este modo, el ganadero puede ver dentro de la aplicación web o el móvil los indicadores de estado de los animales: la temperatura, la distancia recorrida, su actividad y localización.

A continuación se puede observar un ejemplo de monitorización, con la tecnología Gelob, de un grupo de vacas en el entorno de la ciudad de Ávila:

La experiencia de los primeros ganaderos

María Paez es una de las primeras ganaderas gallegas en probar la tecnología de Gelob en su ganadería de Viana do Bolo: «Sinceramente, me ha cambiado la vida por completo. Desde que me instalaron los 30 collares que tengo gané en tranquilidad y también en tiempo», explica María. Antes, esta ganadera ourensana tenía que estar pendiente continuamente de la ubicación de sus vacas, pero ahora la presión no es tanta y le ha permitido ganar tiempo para diversificar su trabajo. «En mi zona hay alguna carretera peligrosa y eso es algo que siempre me preocupó. Ahora, con encender el móvil ya puedo saber cuándo me tengo que acercar para pastorearlas hacia los lugares que me interesan», añade María. Además, esta ganadera ahora es capaz de gestionar los pastos con eficiencia: «Como cada mes tenemos un informe del recorrido de las vacas, puedo saber que zonas están más pastadas y cuales menos. De este modo, hago uno manejo mucho más optimizado».

Una vaca con el dispositivo Gelob

Una vaca con el dispositivo Gelob

Aunque, en líneas generales, María está contenta, también aporta algunas críticas constructivas. Principalmente dos: el precio y más la cobertura. «Para una ganadería familiar como la mía, el desembolso que hay que hacer por cada collar es importante y aún estamos valorando si realmente va a poder compensar. Aun así, entendemos que es una primera toma de contacto y que, con el paso del tiempo, el precio acabará bajando», argumenta María. En cualquiera caso, el otro problema que se le presenta la María tiene una solución más compleja: «Nosotros no vivimos en el centro de Madrid. Los ganaderos vivimos en zonas rurales donde hay poca cobertura o, a veces, ninguna. Entonces, si tengo las vacas en una de esas zonas y no hay línea, la utilidad se pierde por completo», remata.

  • Reportaje elaborado en colaboración con el proyecto Gelob

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