Holanda: Menos leche por las limitaciones ambientales pero de más valor

Con algo más de la superficie de Galicia, Holanda produce casi 14 millones de toneladas de leche, el doble que toda España. Su producción láctea está orientada hacia la exportación, lo que le reporta un balance comercial positivo de casi 6.000 millones de euros al año. Conocemos de cerca esta potencia láctea

Holanda: Menos leche por las limitaciones ambientales pero de más valor

Holanda es un ejemplo a nivel mundial de creación de un sector lácteo robusto y competitivo. Con 41.000 kilómetros cuadrados -un tercio más que la superficie de Galicia-, las 16.900 ganaderías de vacuno de leche de Holanda producen casi 14 millones de toneladas de leche, el doble que toda España. Su producción láctea es transformada en un 90% por cooperativas, siendo FrieslandCampina, con el 70% de la recogida de leche nacional, la cooperativa dominante. Su sector lácteo está claramente orientado hacia la exportación -un 65% de la leche producida se vende en el exterior, transformada sobre todo en quesos y leches infantiles-, lo que le reporta un balance comercial positivo de casi 6.000 millones de euros al año.

En este sentido, el Institut de l´Élevage francés acaba de publicar un dossier sobre “La Europa lechera del norte después del fin de las cuotas”, en el que dedica un capítulo específico a estudiar el caso holandés, un país en el que las limitaciones al crecimiento de la producción por el exceso de nitratos y de fósforo en los suelos ha llevado al sector a cambiar de estrategia y apostar por el valor añadido para incrementar su cifra de negocio.

Un incremento rápido de la produción desde el fin de las cuotas lácteas

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Entre 2005 y 2014, la producción lechera en los Países Bajos se ha incrementado un 20%, (+2 millones de toneladas), hasta alcanzar los 12,5 millones de toneladas, el mismo nivel que el logrado en 1982, justo antes de la instauración de las cuotas lácteas en Europa.

Animados por la creeencia de que la legislación ambiental no iba a endurecerse, muchos ganaderos holandeses realizaron importantes inversiones para crecer: compra de rebaños, nuevos establos…etc. Así, entre 2014 y 2016 la producción láctea holandesa creció un 16,5% para alcanzar su récord histórico de 14,5 millones de toneladas. Este ascenso ha descansado en gran parte sobre el incremento de la cabaña (+11% entre 2014 y 2016) llegando a un máximo de 1,8 millones de vacas a finales de 2016. El crecimiento de la productividad por animal fue bastante menor, un 4,5% en esos dos años, situándose en una media de 8 100 kg/vaca.

De las cuotas lácteas a los cupos de fósforo

Sin embargo, en 2017 llegó el frenazo al boom lechero neerlandés de la mano de las limitaciones medioambientales al exceso de nitratos y fósforo en los suelos procedente de los purines y estiércoles.

Efectivamente, de 2015 a 2017 en Holanda se excedió el límite de emisiones de fósforo al suelo (172,9 millones de kilogramos de los que 84,9 millones son del sector lechero). El respeto al techo de fosfatos es una de las condiciones de la directiva europea de nitratos para que las ganaderías holandesas puedan aplicar entre 230 y 250 kg de nitrógeno por hectárea al año. En caso de incumplir la directiva de nitratos, automáticamente el límite de abonado bajaría a un máximo de 170 kilogramos de nitrógeno.

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Para afrontar este problema, el 1 de marzo de 2017 el gobierno holandés y los representantes del sector aprobaron un plan que pretende reducir las emisiones de fósforo de las vacas lecheras. El objetivo es reducir anualmente 8,3 millones de kg las emisiones de fósforo en vacuno de leche para volver al límite máximo autorizado. Para ello se pusieron en marcha tres medidas:

-Empleo de piensos con menos fósforo para la alimentación de las vacas, LO que permitió una reducción de las emisiones en 1,7 millones de kilos al año.

-Subvenciones para el cese de actividad, lo que permitió una reducción de 2,5 millones de kg.

-Reducción de la cabaña lechera: otros 4 millones de kilos menos.

Desde enero de 2018 cada ganadería de vacuno de leche de Holanda tiene un cupo de emisiones de fósforo, con derechos individuales de emisiones a partir del número de vacas censadas a 2 de julio de 2015.

Además, y para obligar a los ganaderos a reducir las emisiones de fósforo a los niveles previos a 2015, los derechos de emisión fueron reducidos en un 8,3%, salvo para las granjas con baja carga ganadera por hectárea.

Para aquellas ganaderías que quieran ampliar su rebaño, es obligatorio que adquieran derechos de emisión de fósforo a las granja que reducen su cabaña o cesan la actividad. A finales de 2019 el precio en el mercado de emisiones holandés se situaba en los 140 euros por kg de fósforo, teniendo en cuenta que una vaca emite de media unos 43 kilos de fósforo en sus deyecciones.

Es decir, cada ganadero tiene que demostrar que dispone de suficientes derechos de emisiones de fósforo o de suficiente base territorial para la cabaña de vacas de que dispone y el rendimiento lechero medio.

Estas medidas han provocado un retroceso en la produción láctea de Holanda: después de estancarse en 2017, en 2018 cayó un 3%. Más fuerte ha sido la caída de la cabaña ganadera de vacuno de leche: un 13% menos entre 2016 y 2018, quedando en 1,55 millones de cabezas, el nivel de 2012. Sin embargo, la productividad de las vacas ha aumentado sensiblemente entre 2016 y 2018 (+8%) para alcanzar 8,9 t/vaca. El elevado precio de la leche ha incitado efectivamente a los ganaderos a descartar las vacas menos productivas, en un objetivo de reducción de las emisiones de fósforo, y a aumentar la cantidad de concentrados distribuida.

Las estrictas directivas medioambientales de Holanda también han afectado al tamaño medio de las granjas: después de alcanzar un máximo en 2016 con 97 vacas en ordeño por ganadería, la media nacional ha retrocedido a 95 vacas en 2018.

Otra estrategia de los ganaderos holandeses para sortear las limitaciones de fósforo ha sido externalizar la recría en otros países e incluso emigrar a otros países como Alemania o Bélgica, pero conservando la actividad agrícola y los derechos de fósforo en Holanda.

La nueva limitación medioambiental también ha llevado a los ganaderos a aumentar la productividad de las vacas, y sobre todo el contenido de grasa y proteína de la leche. En definitiva, producir más sólidos lácteos por kilo de fósforo autorizado.

Para finales de 2019 las autoridades holandesas y el sector lácteo consideran solventado el problema de exceso de emisiones de fósforo, pero quedan otros retos por delante, como las nuevas exigencia de bienestar animal, o la reducción de las emisiones de metano y de nitratos o la preservación de la biodiversidad.

Industria láctea holandesa: apuesta por el valor añadido más que sobre los volúmenes

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La industria láctea holandesa, y sobre todo FrieslandCampina, parecen haber asumido que la producción láctea no va a crecer mucho más y también el probable ascenso de los costes de producción, por las mayores exigencias medioambientales.

En el caso de FrieslandCampina su estrategia es “menos volúmenes y más valiosos”. Así, desde 2017 anima a sus ganaderías socias a no sobrepasar el tope de producción, establecido en 10,7 millones de toneladas recogidas en 2019. Las cuentas parece que le están saliendo bien: en el primer semestre de 2019 la cooperativa holandesa redujo su recogida en un 5%, pero solamente bajó un 1% la facturación y sus beneficios subieron un 11%.

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Multiplicación de las marcas de calidad

Ante la presión de los públicos oúblicos y de la sociedad neerlandesa, las industrias lácteas holandesas multiplican la creación de lábeles de calidad para sus productos, sobre todo centrándose en la biodiversidad, el bienestar animal y el clima.

Así, un cierto número de productos FrieslandCampina llevan desde finales de 2018 el label de sostenibilidad « Se the way to Planet Proof », puesto en marcha por SMK (Stichting Milieukeur) un organismo de certifiation independiente. La certificación está basada en tres pilares : bienestar animal, naturaleza y clima. Las exigencias impuestas a las ganaerías incluyen, por ejemplo, utilizar energía renovable, reducir emisiones de CO2, menos pesticidas, realizar pastoreo…etc. El ganadero que cumple estas condiciones recibe 2 céntimos más por litro de leche en 2020.

Estas marcas de sostenibilidad sirven también para incrementar la competitividad de los productos lácteos holandeses en los mercados internacionales. Hay que tener en cuenta que el valor de las exportaciones neerlandesas se ha duplicado en diez años, hasta sobrepasar los 10.000 millones de euros en 2018, con un saldo comercial positivo de 5.700 millones de euros.

Perspectivas:

El sector lechero neerlandés tendrá que convivir durante los próximos años con una producción estable. A tenor de los techos de emisiones de fósforo y de nitratos que se deben respetar, los volúmenes de producción están bastante limitados.

Si bien es cierto que estas crecientes exigencias medioambientales pueden desanimar a muchos ganaderos, también puede ser una oportunidad para avanzar hacia un sector lácteo que responde a lo que demanda la sociedad y que elabora productos de más valor añadido.

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