Deza, una de las principales comarcas ganaderas de Galicia, sufre desde hace algo más de un mes un importante brote de contagios de la Enfermedad Hemorrágica Epizoótica (EHE). Los efectos de la enfermedad están dejando un importante impacto en las ganaderías, con bajas de animales y una considerable reducción de la producción de leche.
“Es muy difícil estimar el impacto real de la EHE en la zona, porque sigue siendo difícil diagnosticar la enfermedad por la gran variedad de sintomatología que presenta, pero más del 70% de las ganaderías de la zona está teniendo animales afectados.Supera todas las previsiones que se tenían”, apunta la coordinadora de los servicios veterinarios de la ADSG Xundeva, Gloria Martínez Sanz.
En cooperativas de la comarca como Cobideza, con socios en Lalín, Silleda, Dozón y Vila de Cruces, apuntan que casi todas las ganaderías socias han tenido casos de la enfermedad. “Los veterinarios de clínica están desbordados, alrededor del 95% de las ganaderías ha tenido casos”, apunta Román Santalla, presidente de la entidad y ganadero.
Los veterinarios de clínica de la zona están desbordados por el número de casos registrados
En Rodeiro, la cooperativa O Rodo tiene un diagnóstico muy similar. “Hay muchas de nuestras ganaderías socias que están afectadas pero es difícil saber el número total de animales que están enfermos, porque muchas veces ni el propio ganadero o los veterinarios llegan a identificarlos bien, sobre todo en los casos menos graves”, explica el ganadero Jesús Montes, presidente de O Rodo.
Las ganaderías de pastoreo y de carne comenzaron siendo las más afectadas, pero a día de hoy hay granjas estabuladas con importantes brotes de contagio. “El mosquito es un vector que transmite el virus al picar animales infectados y transmitírselo a los sanos, por lo que a mayor número de animales contagiados más probable es que continúe aumentando la incidencia de la enfermedad”, detallan desde la ADSG. Además, la bajada de las temperaturas de los últimos días provoca que los mosquitos también que acedan más al interior de las granjas en busca de temperaturas más altas, por lo que también acaban afectadas estas ganaderías.
Variedad de síntomas
Una de las mayores dificultades de la enfermedad es su diagnóstico, ya que al margen de los síntomas más característicos, como la inflamación de la lengua, la salivación excesiva, los ojos rojizos y llorosos o las diarreas con sangre; se está detectando un amplio abanico de síntomas que terminan siendo derivados de que el animal está contagiado.
“Son síntomas que a lo mejor no terminan por provocar bajas, pero sí dejan pérdidas importantes en la ganadería. Así, hay vacas que presentan síntomas semejantes a la neumonía, animales con fiebre, con dificultad para respirar, con cogeras, y que finalmente se detecta que lo que está detrás es la EHE”, detalla Martínez Sanz.
“El problema es que vacas con problemas como una mamitis, que están un poco más bajas, la enfermedad acaba con ellas, ya que aunque las trates, los medicamentos tampoco están funcionando para salvarlas”, apunta Santalla. “La EHE está dejando un panorama muy negro en las granjas de la comarca, ya que no es solo las vacas que mueren sino que muchas de las que pasan la enfermedad no vuelven a recuperarse por completo”, explica.
Los animales afectados, incluso en los casos más leves, tienen una importante pérdida de producción
Tanto ganaderos como veterinarios están comprobando que, incluso en los casos más leves, cuándo los animales se ven afectados no llegan a recuperar los índices de producción y por tanto, se espera que muchas de estas vacas terminen por ser sacrificadas en los próximos meses.
Además, la enfermedad también está dejando un reguero de abortos en las ganaderías o complicaciones en los partos. “En mi granja en los últimos días he tenido 10 vacas en las que se ha adelantado el parto, sin que la vaca llegase a hacer ubre, en algunos casos pariron con solo 8 meses. Son terneros que nacen bajos de peso, muy débiles y que es muy difícil que sobrevivan”, comenta Jesús Montes.
Uno de los síntomas que más quebraderos de cabeza trae a los ganaderos es que los animales dejan de comer y beber. “De repente te das cuenta que la comida que te llegaba para 100 animales, te sobra con 80 raciones, han bajado a la ingesta y comienza también la bajada de la producción de leche”, explican los ganaderos. Esto se traduce en mayores cuidados a lo largo del día para intentar que los animales coman y sobre todo beban, para que no terminen deshidratados. “Ya no son solo las pérdidas de animales o de leche, sino que se incrementa el trabajo y los gastos en medicamentos y repelentes”, apuntan.
Cuando la enfermedad entra en la granja
Una de las granjas afectadas en la zona ha sido la ganadería Vence, de vacuno de leche en ecológico. En apenas unas semanas sus 50 animales en producción han padecido la enfermedad. “Empezamos a ver que las vacas no comían y que tenían la nariz roja y ya tuvimos que llamar al veterinario”, explica el ganadero José Vence. “Casi todas terminaron teniendo las patas hinchadas, pero lo peor era que no comían y casi no bebían, por lo que había mucho riesgo de que se deshidratasen», recuerda.
La primera de las bajas en la ganadería debido a la EHE fue una vaca recién parida. “Tras el parto dejó de comer y aunque le pusimos suero, calcio y lo intentamos todo para salvarla terminó muriendo”, explica el ganadero. Hace apenas una semana y cuando buena parte del rebaño comenzaba a recuperarse, ha tenido otra baja de una vaca que aunque se encontraba fuerte dejó de comer y terminó muriendo.
“En estos días redoblas los esfuerzos para que los animales coman y beban. Estábamos con ellas todo el tiempo, como si fuesen niños pequeños. Hemos probado distintos piensos por ver si alguno les resultaba más apetecible y comían mejor, las llevábamos a beber cada poco rato para que se mantuviesen hidratadas. Hemos hecho de todo y ahora parece que se van recuperando”, apunta.
En esta granja los 50 animales en producción padecieron la enfermedad y tuvo dos bajas. Estima que los gastos ascienden ya a más de 20.000 euros
La bajada de producción ha sido muy significativa, pasando de 2.200 litros de leche cada dos días a no alcanzar los 500 litros. “El problema es que una vez que se produce una bajada así de la producción el animal no llega a recuperar las cifras en las que se encontraba, quedan resentidos”, indica. Así, sin incluir la pérdida de producción a largo plazo, el ganadero estima que los gastos ascienden a más de 20.000 euros, incluyendo las dos bajas, la reducción de la producción y los gastos en medicamentos.
Medidas preventivas
Las recomendaciones básicas para evitar el contagio es mantener los animales en espacios ventilados, limpios y secos, donde la presencia de los mosquitos culicoides, vectores de la enfermedad, sea lo más baja posible. Entre las medidas en las que se está incidiendo son las siguientes:
– Mantener los animales en espacios ventilados.
-En las ganaderías donde los animales permanecen estabulados mantener la mayor ventilación posible, bien sea con ventiladores o manteniendo zonas abiertas. Hay ganaderías en las que están teniendo encendidos los ventiladores día y noche», apuntan desde la ADSG.
-Evitar zonas húmedas o próximas a riachuelos o ríos para llevar los animales a pastar.
-Utilizar repelentes de insectos. “Estamos recomendando que acorten al máximo los plazos de repetición de los productos, para evitar que el animal quede desprotegido entre cada tratamiento”, explica la veterinaria.
Escasa vacunación
Como en otras zonas de Galicia, la vacuna llegó tarde a Deza, que se encontraba ya en plena explosión de casos, por eso la mayor parte de las ganaderías no ha llegado a vacunar. Otro de los handicaps que frenó la vacunación es el tiempo necesario para que ofrezca una protección al animal, que se sitúa en torno a los 30 días, solapándose ya con la llegada del otoño y previsiblemente la bajada de temperaturas que reduzca la población de mosquito.
Además, en muchas ganaderías se acababa de vacunar para otras enfermedades, por lo que tampoco resultaba viable realizar esa vacunación. «Muchas granjas tampoco podían vacunar porque acababan de vacunar para otras enfermedades, por lo que no se podía llevar de esa manera los animales al límite», explica la veterinaria.
Así, tanto ganaderos como desde las cooperativas miran ya a la próxima campaña y apuntan a la necesidad de vacunar la cabaña antes de la primavera del año que viene.