
Darryl Coleman y su mujer Debbie, en su granja en Kimbolton (Nueva Zelanda)
Ivo Farms es una excepción en la producción lechera de Nueva Zelanda, una potencia láctea a nivel internacional que vienen de conocer un grupo de ganaderos gallegos, en un viaje que contó con el apoyo económico del área de Rural de la Vicepresidencia de la Diputación de Lugo. En este caso, se trata de una granja ecológica que sigue los principios de la agricultura regenerativa, lo que implica, entre otras cosas, no aplicar nitrógeno ni otros fertilizantes químicos en las praderas.
Para suplirlos, utiliza estrategias como el uso de una mayor variedad florística, turnos de reposo de las fincas de pasto más largos (30 días frente a los 18 habituales en el país) y fomentar la salud del suelo y la presencia de organismos vivos que ayuden a mineralizar la materia orgánica.
“Nuestro objetivo es tener el menor costo de producción posible”, asegura Darryl Coleman, cuarta generación en esta granja de Kimbolton, en la región de Manawatū. “Tenemos una mentalidad empresarial y buscamos tener el máximo control sobre los insumos que usamos para reducir al máximo los costos”, explica.
En los últimos 25 años, Darryl y Debbie han ido aumentando la superficie a base de comprar tierras. El valor de la tierra es el principal activo de las granjas neozelandesas
La clave para lograrlo es disponer de suficiente superficie agraria, por lo que Darryl y su esposa Debbie llevan 25 años comprando tierras hasta alcanzar las 400 hectáreas actuales. El precio medio de la tierra en esta zona es de unos 35.000 dólares neozelandeses por hectárea (unos 19.500 euros), por lo que el valor actual de la superficie agraria de la granja es de unos 5,5 millones de euros.

Darryl explicando la distribución de la superficie en las distintas parcelas de pastoreo
De las 400 hectáreas que poseen, no todas son útiles para el pastoreo, debido tanto a la pendiente y calidad del suelo como a la distancia respecto a las instalaciones de ordeño. Unas 55 hectáreas están plantadas con árboles nativos en las zonas más altas, y de las 345 restantes, 250 están reservadas para el pastoreo de las vacas en producción, mientras que el resto se utiliza como superficie de apoyo para la recría, la producción de forraje y como pasto extra para el invierno, cuando las vacas están secas.
El rebaño está compuesto por unas 500 vacas, principalmente de raza jersey y algunas kiwicross, además de la recría. La carga ganadera es de 2 vacas por hectárea, muy por debajo del promedio en las explotaciones lecheras del país, que normalmente supera las 3 vacas/ha.
La carga ganadera máxima permitida en Nueva Zelanda para producción ecológica es de 2,5 vacas/ha
El límite en producción ecológica en Nueva Zelanda es de 2,5 vacas por hectárea, y Ivo Farms finalizó hace 3 años el proceso de conversión. Antes de operar como granja ecológica, ya aplicaban los principios de la agricultura regenerativa, los cuales siguen manteniendo.
Praderas con entre 20 y 25 especies diferentes
Una de las máximas para Darryl es contar con praderas multivariadas, que destacan por la diversidad en su composición florística. Incluyen al menos 12 especies distintas y 8 adicionales de ciclo anual, por lo que las praderas de esta granja tienen entre 20 y 25 variedades diferentes: 3-4 raigrases, 3 tréboles blancos y 2 violetas, brásicas, fleo, achicoria, plantago, gisante, veza, girasol y facelia para trabajar el suelo.
Huyen del tradicional bivarietal de las praderas de Nueva Zelanda compuesto por raigrás inglés y trébol blanco, introduciendo especies como achicoria o plantago
Los turnos de pastoreo también se extienden en esta granja respecto a lo habitual en Nueva Zelanda, donde suelen ser de menos de tres semanas en primavera. Ivo Farms prefiere trabajar con turnos mínimos de un mes, que alcanzan hasta 4 meses en invierno.
Las vacas entran a pastar la hierba con metro y medio de altura para permitir que las raíces movilicen nutrientes desde las capas profundas del suelo hacia la superficie
“Otra cosa que hacemos es dejar crecer más la hierba para que las raíces de las plantas puedan extraer los nutrientes desde las capas profundas del suelo hacia la superficie. Las vacas entran en parcelas con hierba de un metro y medio de altura, y vamos cerrándoles franjas estrechas con hilo eléctrico. Después del pastoreo, pasamos una segadora para realizar el toping, cortando los rechazos, es decir, las malas hierbas y las hierbas altas mal pacidas”, explica Darryl.
Realizan ‘toping’ tras el pastoreo, utilizando una segadora para cortar los rechazos (malas hierbas o hierbas altas mal pacidas)
De esta manera, logran que las plantas permanentes duren entre 8 y 10 años en las praderas. “El dactilo es un problema; tenemos una relación de amor-odio con él”, admite. Procuran renovar las praderas lo menos posible, y solo realizan nuevas siembras cuando es imprescindible.
Fertilizante líquido con algas y harina de pescado

Balsa de decantación de los efluentes de la zona de ordeño. L parte líquida se usa en las praderas mediante fertirrigación
Tratan de preservar la salud del suelo evitando el uso de nitrógeno y fertilizantes sintéticos. “Los fertilizantes sintéticos solo matan la biología del suelo, y luego la mineralización de la materia orgánica tampoco funciona”, asegura Darryl.
Para alimentar a los microbios del suelo, que son los responsables de poner los nutrientes disponibles para las plantas, utilizan un fertilizante líquido ecológico a base de algas y harina de pescado, mezclado con agua. “El único fertilizante sólido que aplicamos a las praderas es calcio y magnesio”, aclara.
Los fertilizantes sintéticos lo único que hacen es matar la biología del suelo
La granja se encuentra a unos 400 metros de altitud, lo que limita la temporada de pasto. “En invierno, en esta zona puede nevar, por lo que no hay crecimiento del pasto, y necesitamos silo y hierba seca. Los rollos los colocamos en un comedero móvil que va en un remolque y que movemos por las fincas a medida que se desplazan las vacas”, explica. Las fincas más alejadas se destinan como zona de soporte extra de pasto para las vacas en invierno, a la recría el resto del año, y a la recolección de forraje en primavera.
20 litros de media sin usar pienso
La mayoría de las vacas de la explotación son de raza jersey pura o cruzadas con frisona (kiwicross). La producción media es de 20 litros diarios, equivalentes a 1,8 kg de sólidos por vaca y día. Venden la leche ecológica que producen a Fonterra y reciben 12 dólares neozelandeses (unos 6,5 euros) por kg de sólidos (grasa + proteína) contenidos en la leche.
No usan ningún tipo de concentrado (solo dan 200 ml de melaza por vaca y día en los robots de ordeño, pero nada en la sala rotativa) y logran una producción anual de 350 kg de sólidos por vaca sin pienso.
Logran una media de 350 kg de sólidos por vaca al año
Todas las vacas paren en primavera, por lo que no ordeñan en invierno, durante los meses de julio y agosto, cuando las vacas están secas. Los criterios de descarte son, en este orden: producción, fertilidad y salud.
Sala rotativa y robots

Zona de espera y cuatro robots en línea, colocados hace 5 anos
Ivo Farms sigue ordeñando parte de sus vacas en una sala rotativa de 32 puntos que tiene más de 40 años y que sigue en perfecto estado de funcionamiento, pero hace 5 años también incorporaron 4 robots de ordeño en una ubicación diferente, ya que, a medida que aumentaban la superficie de pastos de la explotación, las distancias a la zona de ordeño también se incrementaban.
Las vacas tenían que recorrer 2 kilómetros hasta la sala, por lo que hace 5 años instalaron los robots para dividir la superficie en dos puntos de ordeño y reducir así las distancias que las vacas deben caminar.
A medida que aumentaba la superficie de pastos, también lo hacía la distancia que las vacas tenían que recorrer, por lo que optaron por establecer dos puntos de ordeño
“Lo más operativo y eficiente habría sido instalar una sala rotativa nueva y más grande, pero en medio hay un vecino con una explotación de ovejas de 150 hectáreas que no nos quiere vender, así que optamos por establecer dos puntos de ordeño y dividir las vacas”, explican.
Los 500 animales en producción están repartidos de la siguiente manera: 300 se ordeñan en la sala y 200 en los robots. “En los 4 robots podríamos ordeñar también 300 vacas, ya que el 48 % del tiempo están sin usar, pero preferimos mantener cargas ganaderas bajas en los pastos”, justifican.
Para secar las vacas, las llevan a la sala rotativa y las alimentan con heno de fibra larga
Por facilidad de manejo, al inicio de la temporada de partos ordeñan ambos rebaños en la sala rotativa durante 10 días y después cambian 200 vacas al lote de los robots. Hacen lo mismo para el secado de todos los animales, que se lleva a cabo en la sala rotativa. “Dos semanas antes del secado llevamos las vacas del robot al otro lado porque nos resulta más fácil hacerlo en la sala”, explican. Para secar las vacas, las alimentan únicamente con heno de fibra larga y reducen el número de ordeños.
Darryl no tiene preferencia por ninguno de los dos sistemas (sala rotativa o robot de ordeño), ya que, asegura, ambos tienen ventajas y desventajas. “El robot es muy caro de mantener, pero ahorras en empleados. La sala, en cambio, lleva 40 años funcionando con muy pocos gastos de mantenimiento, pero necesitas 3 personas para que funcione”, compara.
La producción y la salud son similares, pero creo que las vacas son más felices en el robot porque tienen más control de su tiempo
“La producción por vaca y la salud de los animales es similar en ambos rebaños, el de la sala y el del robot, pero creo que las vacas son más felices en el robot porque tienen más control de su tiempo”, concluye.
Robots de ordeño con salida a pasto

Registro horario de las visitas al robot: de 12 de la noche a las 6 da mañana las vacas acuden menos a ordeñarse
Las vacas que se ordeñan en el robot están todo el día en el pasto, al igual que las que se ordeñan en la sala rotativa, y acuden al robot cuando quieren. Para incentivarlas a venir, realizan tres cambios de parcela al día, previo paso por el robot, de manera que las vacas saben que, para acceder a una parcela con pasto fresco, deben ordeñarse primero.
Abren pasto nuevo a las vacas tres veces al día, previo paso por el robot, para incentivarlas a ordeñarse
Los cambios de parcela se realizan a las 7:30, 14:30 y 22:00 horas. “A esas horas tenemos acumulación de vacas en el robot porque saben que se abrirá un nuevo pasto”, explica Darryl. “No tenemos problemas con vacas que se queden en el pasto sin venir a ordeñarse, pero si quedan 1 o 2 vacas perezosas, tenemos que ir a buscarlas”, reconoce.
¿Por qué eligieron esas horas concretas para cambiar de parcela a las vacas? “Las vacas tienen tráfico libre, pueden venir a ordeñarse cuando quieran, pero mi experiencia me dice que a las vacas no les gusta madrugar, y a mí tampoco”, bromea Darryl.
La puerta selectora del robot dirige a las vacas a una parcela u otra según la hora del día
“Llevamos un registro horario de ordeño y vemos que a las 6 de la mañana y a las 11 de la noche se dan los dos picos de vacas en el robot. Sin embargo, de medianoche a las 6 de la mañana vienen menos, porque es su principal tiempo de descanso”, asegura.
El ganado siempre está fuera

Parque de maquinaria para la realización de las labores agrarias de segado y ensilado de la hierba
Las únicas instalaciones con las que cuenta Ivo Farms son las de ordeño (una sala rotativa en una ubicación y cuatro robots en línea en otra). No disponen de establos ni de zonas de alimentación cubiertas, por lo que en invierno, incluso si nieva, las vacas permanecen en los prados.
Sacrifican ciertas parcelas para albergar a las vacas en invierno. Son áreas de 6.000 metros cuadrados con una carga de 250 animales durante un día. La alimentación se basa en silo de hierba y, posteriormente, la parcela descansa durante 180 días. “El suelo es muy drenante, por lo que no se forma mucho barro en invierno”, aseguran.
En los meses de invierno (julio y agosto), las vacas están secas y confinadas en parcelas de castigo, donde se alimentan con silo de hierba
La recría también crece en el prado desde su nacimiento. “Las primeras tres semanas toman toda la leche que quieran. Luego pasamos a darles 7 litros durante un mes más, y después reducimos a 4 litros hasta el destete. Hacemos un destete progresivo hasta los 4 meses y medio de edad”, explica Darryl.
Los motivos de descarte del ganado están relacionados con problemas reproductivos, baja producción o enfermedades. En esta granja no utilizan medicamentos, por lo que, si una vaca no se recupera por sí sola, abandona la explotación. “Con el manejo que hacemos, los animales están sanos. Cuando una vaca enferma, usamos homeopatía y hemos plantado arbustos en los límites de las parcelas que las vacas seleccionan para automedicarse”, explican.
“Las presiones sociales sobre los ganaderos afectan al relevo generacional”

Nave con los 4 robots de ordeño, valorados en un millón de euros, última inversión realizada
Darryl y Debbie son propietarios del conjunto de toda la explotación, incluyendo la tierra, las vacas y las instalaciones de ordeño. Gestionan la granja entre los dos con la ayuda de 3 empleados: 2 a tiempo completo y otro a tiempo parcial.
Tienen dos hijos que no trabajan en la explotación. “Son informáticos y tienen buenos salarios”, explican. Próximos ya a la jubilación, Darryl y Debbie no tienen claro el futuro de la granja a la que han dedicado toda su vida. “Aún no sabemos cómo haremos la sucesión”, reconocen.
En Nueva Zelanda, los jóvenes que se incorporan al sector lo hacen cada vez con mayor edad, y eso es un problema
“Algo que está ocurriendo en toda Nueva Zelanda es que los jóvenes que se incorporan al sector lo hacen cada vez con más edad, y eso es un problema”, asegura Darryl, ya que disponen de menos años para amortizar los préstamos necesarios para comprar las granjas.
Ivo Farms está valorada, sin contar las vacas, en 14 millones de dólares neozelandeses (10 millones por las tierras y 4 millones por las instalaciones de ordeño). Además del alto costo, también pesa la incertidumbre legislativa. “Las presiones sociales sobre los ganaderos afectan también al relevo generacional”, asegura.