«La agricultura es el único sector de la actividad humana capaz de secuestrar carbono»

El catedrático emérito Luis López Bellido ahonda sobre el potencial de la agricultura para la mitigar el cambio climático con el secuestro de carbono. Recopilamos algunas de las prácticas agrícolas recomendadas para conseguir esa reducción o secuestro de carbono

Publicidade
«La agricultura es el único sector de la actividad humana capaz de secuestrar carbono»

Vista aérea del proyecto Magalón sobre la agricultura de carbono.

“El secuestro de carbono es uno de los grandes aliados de la agricultura para que esta ocupe el lugar que se merece en nuestra sociedades y se valore su contribución”, reafirma Luis López Bellido, catedrático emérito de Agronomía en la Universidad de Córdoba y uno de los mayores expertos a nivel estatal sobre la mitigación del cambio climático, durante la reciente celebración de un foro en el que se abordó el papel de la agricultura como sumidero de carbono.

Además, el experto deja claro que aunque a la agricultura se ha calificado como una actividad que emite un gran impacto ambiental debido a las emisiones de carbono que provoca, la agricultura emite un 12% de las emisiones globales. Al tiempo que la agricultura, frente a otras actividades, tiene directamente la capacidad de absorber o remover carbono de la atmósfera.

A la hora de hablar del potencial de la agricultura en el secuestro y mitigación del carbono, López Bellido, insiste en la importancia de cuantificar de una forma rigurosa esta reducción, para así tener en cuenta como se merece la agricultura en las oportunidades que abre también el secuestro de carbono, de manera que su huella pasa a ser positiva. “La agricultura es el único sector de la actividad humana que es capaz de secuestrar carbono”, reivindica el experto.

La agricultura es el único sector de la actividad humana capaz de secuestrar carbono. Se estima que permite el secuestro de 0,8 toneladas de carbono por hectárea al año

Así, a nivel mundial se estima que la agricultura permite el secuestro de 0,8 toneladas de carbono por hectárea al año. “Teniendo en cuenta las miles de hectáreas que se dedican a la agricultura en el planeta, se pone de manifiesto el gran potencial de la agricultura frente al cambio climático”, valora el experto.

El carbono en el suelo, la clave

El potencial que tienen los suelos en el secuestro de carbono resulta clave. El suelo retiene dos veces más carbono que la atmósfera o la vegetación, de ahí su importancia. “El secuestro de carbono por parte de la agricultura es uno de los más importantes debido al carbono que está en el suelo frente a otras actividades que a pesar de secuestrar carbono de una manera más ambigua, lo están ya reivindicando”, explica López Bellido.

“El arado de vertedera es una herramienta que debería estar ya en los museos y dejar de utilizarse por el impacto que tiene esta práctica para mantener el carbono en los suelos”

Además, Bellido insiste en que en los últimos años esa presencia de carbono orgánico en los suelos se ha pasado muy por alto, realizándose prácticas que van en contra del secuestro de carbono, como la quema de rastrojos o el arado de la tierra. “El arado de vertedera es una herramienta que debería estar ya en los museos y dejar de utilizarse por el impacto que tiene esta práctica para mantener el carbono en los suelos”, explica López Bellido.

Prácticas agrícolas para el secuestro y reducción del carbono

Hay distintas estrategias que contribuyen a la conversión de los suelos agrícolas en un importante sumidero de carbono atmosférico, consiguiendo tanto una reducción de emisiones como su secuestro.

Así, para lograr reducir las emisiones algunas de las prácticas más efectivas son:

– Eliminar el laboreo y adoptar una agricultura de conservación. “Se busca una mínima perturbación del suelo”, indica López Bellido.

-Se debe realizar un manejo integrado de los nutrientes. El experto aboga por tener muy en cuenta la presencia de carbono en la fertilización de los suelos. “Al hablar de nutrientes no se debería de hablar solo de NPK (Nitrógeno, Fósforo y Potasio) sino que se debería de utilizarse CNPK ya que el Carbono interactúa con los demás”, detalla.

-Incorporar prácticas de agricultura de precisión.

Mientras, para lograr un secuestro de emisiones se debe recurrir a prácticas como:

-Utilizar mulch de residuos y otros biosólidos.

-Adoptar rotaciones complejas con cultivos de cobertera y agrosilvicultura. Se trata de planificar una rotación con cultivos que tengan distintas fisiologías y desarrollo aéreo y radicular que puedan favorecer esa conservación de carbono.

“Se busca huir del monocultivo, aunque muchas veces estas prácticas pueden resultar difíciles de incorporar por parte de los agricultores, ya que si no se logra una rentabilidad económica tienden a optar por el monocultivo”, apunta.

-Conservar el suelo, el agua, los nutrientes y la energía.

Además de estas prácticas, López Bellido recuerda el papel destacado que juegan los cultivos perennes en el secuestro de carbono, así como el manejo integrado del Nitrógeno, las plagas y enfermedades o el agua. “Todo el manejo que se hace en el cultivo es fundamental para el secuestro y la mitigación del carbono”, explica el experto.

De este modo, desde el manejo de residuos, al laboreo de precisión, el cultivo de cobertura, la eficiencia de las micorrizas, la formulación de liberación lenta, el manejo de suelos específicos son prácticas a tener en cuenta para el secuestro de carbono.

El cálculo de la huella de carbono

La huella de carbono se está convirtiendo ya en una información de utilidad y valorada también por los consumidores. “En Países como Reino Unido se está incorporando un sello con la huella de carbono en sus alimentos”, apunta López Bellido. Así, el consumidor conoce el impacto que genera producir ese producto o los esfuerzos que han hecho para reducirla.

A la hora de realizar el cálculo de la huella de carbono en la agricultura, López Bellido incide en que este cálculo debe realizarse de forma rigurosa. Así, el flujo neto del carbono es el resultado del Carbono acumulado en la biomasa aérea y radicular sumando también el secuestro de carbono del suelo. Pero además, es preciso restar las emisiones de carbono de las operaciones de cultivo para obtener un cálculo preciso y fiel.

Experiencias de cálculo de agricultura de carbono

Aunque la agricultura de carbono está más de actualidad en los últimos años, López Bellido recuerda que llevan muchos años trabajando ya en estas cuestiones, como pone de relevancia por ejemplo el Caso Malagón, un experimento icónico realizado en la Campiña de Córdoba durante 20 años desde 1986 a 2006 en el que han observado el impacto del manejo en la agricultura de carbono.

Así, en esta finca de suelo vertisol y en la que se contabilizaban 400 parcelas han estado trabajando con dos sistemas: no laboreo y laboreo convencional con vertedera. Han realizado una rotación de cultivos bianual de trigo- habas, trigo-garbanzos, trigo-girasol y trigo-barbecho. Además, el aporte de nitrógeno se ha realizado en el cultivo del trigo y ha sido de 0, 50, 100 y 150 kilos de Nitrógeno por hectárea.

Además, han tomado muestras a 90 centímetros fraccionadas en los horizontes 0-30, 30-60 y 60-90 centímetros. “El carbono del suelo no está en los primeros 30 centímetros, sino que está también mucho más profundo, de ahí que tomásemos muestras hasta los 90 centímetros de profundidad o que en otros estudios realizados en plantaciones de olivo se llegue incluso a arrancar un olivo para establecer un cálculo lo más exhaustivo posible”, explica el experto.

El experimento evidencia como el no laboreo permite un mayor secuestro de carbono, de tal manera que entre los diferentes cultivos se obtiene una media de balance de 1,15 toneladas de carbono por hectárea al año. Además, la rotación de trigo-habas es la que mayor secuestro permite, llegando a 1,39 t/ha/año. Mientras, en el caso del laboreo convencional el balance es inferior, quedándose de media en 0,81 t/ha/año.

 Balance de carbono de las diferentes rotaciones de cultivo según el sistema de laboreo en el experimento Malagón.

Balance de carbono de las diferentes rotaciones de cultivo según el sistema de laboreo en el experimento Malagón.

Otro de los estudios destacados sobre la agricultura de carbono es el proyecto Carbosiega, realizado en Cádiz, Córdoba, Jaén y Sevilla y que abarcaban una superficie total de 1.232 hectáreas de olivares. Además, contaban con unidades homogéneas de cultivo y diferentes variedades como Picual, Arbequina, Hojiblanca o Picudo, entre otras.

Estas plantaciones también se encontraban en modelos superintensivos, intensiva y tradicional, así como en regadío y secano. “De esta manera teníamos una muestra a lo largo de todo Andalucía real y suficientemente grande como para abordar el secuestro de carbono que ofrece este tipo de cultivo”, explica el experto.

En este estudio el carbono orgánico del suelo de las parcelas del olivar permitió comprobar las variaciones de secuestro de carbono en función del tipo de plantación. El modelo convencional proporciona un secuestro de 462 kilos por hectárea al año, mientras en cuento se escala hacia un modelo más intensivo, con mayor densidad de árboles, se logra un secuestro mayor llegando a los 2.138 kg/ha/año o incluso los 4.258 kg/ha/año de carbono secuestrado en los modelos superintensivos con una media de 3.000 árboles por hectárea.

Balance y huella de carbono según diferentes densidades de plantación de olivar.

Balance y huella de carbono según diferentes densidades de plantación de olivar.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Solicitamos su permiso para obtener datos estadísticos de su navegación en esta web, en cumplimiento del Real Decreto-ley 13/2012. Si continúa navegando consideramos que acepta el uso de cookies. OK | Más información