La Federación Rural Gallega (FRUGA) alerta del impacto negativo que está teniendo la llegada de grandes grupos empresariales al rural gallego. «Estas iniciativas, en muchos casos lideradas por empresas sin experiencia previa en el sector agrario, buscan implantar cultivos y actividades campo-industriales», advirten.
Desde la FRUGA explican que “cultivos antes propios de zonas peninsulares situadas más al sur (frutos rojos, aguacates, etc.) ganan terreno y entran en desigual competencia con explotaciones agrarias y ganaderas, ya a día de hoy sumidas en una importante crisis económica y territorial”.
Un modelo predador centrado en la explotación del agua
A FRUGA señala que el agua es uno de los recursos más codiciados por estas empresas. “El desembarco de estos auténticos piratas ambientales y su modelo predador es ya una amenaza real, y ya está teniendo nefastas consecuencias en comarcas como el Ulla o la Llana, y pone ahora el punto de mira en A Mariña o el Baixo Miño”, señalan.
La instalación de cultivos en zonas de monte comunal, como acontece en Begonte, ejemplifica este fenómeno. Proyectos como el de Berries Passion, “empresa sin experiencia previa en el sector agrario”, buscan transformar el modelo productivo local y “reconvertir a los labradores y labradoras de la zona en jornaleras de su actividad”, agravando la “precariedad laboral y el abandono de las actividades tradicionales”.
Galicia, líder en pérdida de superficie agraria útil
Galicia es de las regiones europeas más afectadas por la pérdida de Superficie Agraria Útil (SAU), un proceso vinculado al abandono de las actividades campo-ganaderas en favor de modelos especulativos.
“Labradíos y venías convertidos en eucaliptales para beneficio de las pasteras, monte transformado en macro-viñedos, pasteros dedicados a la producción eólica y fotovoltaica o a la explotación minera”, expone la FRUGA cómo crítica a estos modelos.
Ordenamiento territorial y alimentación
La FRUGA reclama un modelo de ordenamiento territorial que “anteponga el bien común y social, la producción de alimentos y la conservación del territorio como bases de nuestro rural”.
Advierten que sacrificar el territorio gallego “en el nombre del capital supone hipotecar definitivamente nuestro futuro” económico y ambiental de la región. Una de sus propuestas es la recuperación de la SAU y la apuesta por un rural sostenible que permita avanzar hacia la soberanía alimentar.