‘La gestión del lobo ibérico’

El caso de Estados Unidos, que protagonizó una recuperación espectacular del cánido en el Medio Oeste, sirve de motivo de reflexión sobre la situación española. Artículo del biólogo Pedro Alonso

‘La gestión del lobo ibérico’

Foso del lobo en Viana do Bolo, un tipo de construcción tradicional ampliamente extendida por Galicia y Norte de Portugal que servía para la caza del lobo.

En los EEUU, excluyendo Alaska, se estimó en 1968 que la población de lobos no sobrepasaba los mil ejemplares, localizados en una porción del Medio Oeste, principalmente en Minnesota. Por esta razón, ese mismo año el lobo gris se incluyó en la denominada Endangered Species Preservation Act y, posteriormente, al reformarse esta norma, la especie se incluiría en la denominada Endangered Species Act (ESA) de 1973. La protección supuso el cese de su persecución y el inicio de un asombroso proceso de recuperación.

Paulatinamente, el lobo fue recuperando el espacio perdido y conformando una floreciente población en varios de los estados del Medio Oeste. Minnesota pronto alcanzó, en 1997-98, los 2400 ejemplares. Wisconsin, que apenas contaba con un puñado de lobos en 1983-84, veinte años más tarde superaba los 400 y Michigan, que tenía apenas una docena de ejemplares en 1991, en 2010 superaba los 600 ejemplares.

En ese viaje de retorno, el lobo iría progresivamente franqueando los umbrales recomendados de población mínima para garantizar su supervivencia en los tres estados citados. En Minnesota esto sucedería en 1990, en Michigan en 2000 y en Wisconsin en 2004. De manera que el 27 de enero de 2012 el United States Fish and Wildlife Service excluyó al lobo en la zona de Western Great Lakes del listado que lo había protegido a lo largo de 34 años. Y entre 2012 y 2014 la población existente en Minnesota, Wisconsin y Michigan fue sometida a un plan de manejo para reducir sus efectivos.

Reinicio del control
En tres años se mataron casi 1400 lobos. La enorme presión y denuncias de los colectivos de “wolf supporters” lograron la reincorporación del lobo a la ESA después de una decisión judicial de un tribunal federal. Tras un nuevo período de crecimiento poblacional, los efectivos de lobo en estos tres estados se cifran en unos 2600 lobos en Minnesota, 900 en Wisconsin y 695 en Michigan, muy lejos de la población mínima recomendada de 1600, 350 y 200, respectivamente. En octubre de 2020, el gobierno de Trump excluyó al lobo nuevamente de la ESA en el territorio de los 48 estados. Se aguarda por un nuevo período de control letal en esos tres estados.

¿Se puede extraer alguna conclusión práctica de la experiencia de los EEUU? Pues posiblemente si. Y para ello, nada como aprovechar los momentos que atravesamos para comprender mejor las dimensiones de un problema y saber cuando es oportuno actuar.

«La filosofía es la de hacer un gran esfuerzo cuando el problema es pequeño, para evitar hacer lo imposible cuando sus dimensiones son ya desproporcionadas»

Hoy mismo, cuando se escriben estas líneas, Nueva Zelanda anuncia restricciones y confinamientos parciales porque en Auckland se han detectado tres casos de coronavirus… La filosofía es la de hacer un gran esfuerzo cuando el problema es pequeño, para evitar hacer lo imposible cuando sus dimensiones son ya desproporcionadas. Existen múltiples ejemplos prácticos de esta perspectiva, llamemos “de anticipación”.

En la actualidad, en un entorno en el que la economía, los mercados y la política presentan elevadas dosis de volatilidad, cobra mayor importancia algo que viene denominándose “anticipación de competencias”, para lo que existen verdaderos corpus metodológicos para no errar y dotarse de auténticas herramientas que puedan ayudar a las personas, las empresas y los responsables políticos a tomar decisiones bien fudamentadas.

En el caso de que la inclusión del lobo en el listado de especies en régimen de protección especial suponga verdaderamente una buena herramienta de protección, cosa que pongo en duda de forma vehemente, el escenario que nos encontraremos a la vuelta de 15 años obligaría a actuar de forma parecida a lo acontecido en los EEUU.

Lo digo porque si partimos de que la tasa media anual de crecimiento poblacional de una especie como el lobo, en áreas donde goza de protección, se sitúa en valores de lambda λ =1.10-1.20, pudiendo llegarse a valores de 1.5 o mayores en zonas donde esté ausente y encuentre buenas condiciones ecológicas, esto puede permitir un proceso de crecimiento demográfico de manual. A partir de, pongamos por caso, 10 lobos, transcurrido un año podría haber 11, 12 o 15 y en 15 años se podría alcanzar fácilmente los 500 o 600 lobos.

«La inclusión del lobo en el listado de especies en régimen de protección especial nos obligaría a actuar de forma parecida a Estados Unidos a la vuelta de 15 años»

La pregunta es obvia. Es preferible abordar un control poblacional de 50, 100 o 150 ejemplares cada año en toda el área de la población ibérica de lobos o preferimos vivir la vida loca y asumir, a la vuelta de la esquina, que hay que sacrificar 500?.

Sería interesante conocer la respuesta a este interrogante o los escenarios que se manejan desde el think tank ministerial que defiende la protección en unas circunstancias tan alejadas de Yellowstone. Lo digo porque igual, para ese viaje, no necesitamos estas alforjas.

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