La huerta se reinventa ante el cierre de mercados

El cierre de los mercados de proximidad por el coronavirus fuerza a los productores de huerta a centrarse en los repartos a pequeños comercios y en los envíos a particulares. Las ventas se resienten y las pérdidas aumentan con las primeras cosechas de primavera

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La huerta se reinventa ante el cierre de mercados

Los mercados de alimentación de proximidad fueron de los primeros perjudicados en la crisis generada por la pandemia del coronavirus en Galicia. Buena parte de las ferias de alimentos locales se cancelaron ya en los primeros días del estado de alarma y los que continuaron manteniéndose acabaron por prohibirse a finales de marzo por el Ministerio de Agricultura.

El sector espera una pronta reapertura, pero mientras tanto, muchos productores de huerta gallegos que tenían en los mercados locales el principal punto de venta para sus cosechas tuvieron que buscar alternativas para dar salida a sus productos. Las pequeñas tiendas y las ventas directas con entregas a domicilio son algunas de las vías para comercializar la producción, pero tampoco les está resultando fácil llegar así a su clientela.

“Aquellos que ya hacían entregas a domicilio y tenían las infraestructuras precisas para hacerlo lo tienen más fácil, pero para los que estábamos centrados en la venta en los mercados y en las ferias está resultando muy difícil, incluso notamos una bajada de los pedidos por esta vía”, explica Belén Fervenza, una productora de huerta ecológica en Redondela (Pontevedra), que comercializa la mayor parte de sus productos en el mercado en la ciudad del Lérez.

Internet y las pequeñas tiendas sirvieron como herramientas para dar salida a parte de la producción destinada a la restauración

Muchos pequeños agricultores tenían en la restauración su principal cliente para los productos frescos de temporada, y con su cierre tuvieron que buscar salida para hortalizas y verduras a marchas forzadas. “Parte de los productores de huerta están dedicando muchos esfuerzos tanto económicos como de personal para hacer repartos de cestas de productos frescos de la huerta a domicilio”, indica Isabel Vilalba, secretaria general del Sindicato Labrego Galego.

También los productores de planta de huerta que tienen en las ferias una de las principales vías de comercialización de cebolla, remolacha, repollos o coles, entre otras verduras y hortalizas, tuvieron que buscar otras maneras de llegar a sus clientes. En este caso las comerciales agrícolas fueron uno de los principales recursos para vender estas plantas, pero también internet y las redes sociales están siendo herramientas empleadas para poner en contacto a productores y compradores.

Ventas a domicilio, con limitaciones

Conseguir llegar a su clientela habitual con el cierre de los mercados está siendo todo un rompecabezas para los productores. “Cuando trabajas en el mercado conoces a tus clientes, tienes un trato directo con ellos, pero no sus datos de contacto, por eso cuando cerraron quedamos sin modo de contactar con muchos de ellos”, explica Fervenza.

En su caso ya contaban con alguna clientela a la que estaban haciendo entregas a domicilio, pero era una parte mínima, e incluso notaron una bajada en el número de pedidos por este canal. “La incertidumbre económica y las restricciones de movimiento pienso que llevaron a mucha gente a optar por los supermercados, pese a que normalmente compraran otro tipo de productos de cercanías y ecológicos”, valora la productora.

La falta de los datos de contacto con la clientela, el incremento de los gastos y la falta de medios condicionan las entregas a domicilio

Disponer de los medios para poder afrontar un reparto a domicilio está siendo una de las mayores limitaciones para este tipo de entregas. El incremento de los costos al tener que hacer las entregas en casa provoca que muchos productores fijen un precio mínimo para los pedidos y que las condicionen a la posibilidad de hacer varias entregas en la zona. “Con el cierre de los mercados estamos teniendo pérdidas importantes y aunque intentamos reinventarnos es difícil hacerlo tan rápido”, indica Belén. En su caso, la crisis del coronavirus también hizo que le cancelasen los talleres sobre huerta que tenían previstos para estos meses.

“El reparto es una forma de darle salida a la producción, pero los márgenes que quedan al productor son mucho menores, casi mínimos”, explica Pilar Vázquez, una productora de huerta de Miño (A Coruña), que suele vender en el mercado y de manera directa para la restauración. Esta temporada las entregas a domicilio supusieron un 30% de sus ventas, centradas en la clientela que tenía más próxima.

Incluso para aquellos pequeños productores que ya trabajaban con el sistema de reparto a domicilio está resultando difícil dar salida a sus productos. “La limitación de movimientos está haciendo muy complicado que los clientes vengan a buscar las cestas como hacían antes o incluso que se las llevemos”, explica María José Tallón que cuenta con una huerta ecológica en Silleda (Pontevedra).

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Productores como Pilar comienzan a contar con hortalizas y verduras de primavera en sus invernaderos y fincas.

Sin canales adecuados para la huerta variada

Las pequeñas tiendas fueron otra de las vías para comercializar los productos de la huerta. “En la tienda a la que le llevamos nuestros productos están notando un pequeño aumento de las ventas, nos gustaría creer que esta crisis también puede servir para poner en valor la importancia de los productos frescos y de proximidad” comenta Belén Fervenza.

Las iniciativas puestas en marcha desde el propio sector o por distintos ayuntamientos para colaborar en las entregas de la producción están también siendo una herramienta para los productores de huerta. “Están surgiendo propuestas como la de la Cooperativa de la Faba de Lourenzá que buscó reunir las existencias de haba de sus productores para intentar darle salida al no haber mercados”, indican desde el Sindicato Labrego.

Otras alternativas de venta como la impulsada por la Consellería de Medio Rural, Mercaproximidade, poco están sirviendo, por el momento, como opción de comercialización para muchos de estos productores. “Esta opción puede ser viable para aquellos productores especializados en 2 o 3 cultivos y que manejan grandes cantidades, pero para aquellos que tienen variedad de cultivos y pequeñas cantidades va a ser difícil que tengan encaje en ella, por eso es tan importante conseguir reabrir los mercados de alimentos de proximidad” valora Isabel Vilalba, desde el Sindicato Labrego.

“Aquellos productores que tienen variedad de cultivos y pequeñas cantidades va a ser difícil que tengan encaje en Mercaproximidade”: Isabel Vilalba, Sindicato Labrego

La opinión la comparten muchos productores que ven en esta alianza con las grandes distribuidoras pocas garantías para conseguir precios dignos para su producción. “Los pequeños productores siempre somos los grandes olvidados, pese a nuestra capacidad para adaptarnos y resistir”, indica Fervenza, que ve la propuesta de la Xunta como una opción contraria a la forma de comercialización por la que apostó desde un principio para su huerta.

Las experiencias previas con estas grandes distribuidoras sientan un mal precedente con los productores de huerta. “Ya vimos como algunos productores que trabajaron con ellos en otras épocas tenían problemas para sacar adelante su producción y como caían los precios”, recuerda Pilar, que suele trabajar con un precio estable del producto durante la campaña, que le da garantías tanto a su clientela como para garantizar los costos de producción.

Propuestas como la impulsada por el Consejo Regulador de Agricultura Ecológica de Galicia (Craega) que creó un listado de productores con venta a domicilio también están teniendo poca respuesta. “Por el momento no tuvimos ningún pedido que llegara a nosotros por esta vía. Está siendo muy complicado darle salida a la producción”, explica María José Tallón, que comienza ya a tener productos de temporada como la lechuga o las fresas para la venta. En su caso, la pandemia está también a ralentizar el lanzamiento de algunos productos transformados que habían pensado comenzar a comercializar. “Esta situación nos ha llegado en una fase de emprendimiento, por lo que nos está resultando muy difícil”, comenta Tallón.

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Las fotos de las plantas que Flora tenía ayudaron a comercializar su producción.

Las ventas de planta para la huerta

La crisis pilló a la huerta gallega aun terminando las producciones de invierno y comenzando con las de primavera, por eso la comercialización de planta de hortaliza se vio también con dificultades en plena campaña. Internet está siendo un aliado para dar salida a esta planta que normalmente se vendía en los mercados. También las comerciales agrícolas fueron una de las vías para estas producciones, donde productos como la remolacha forrajera han tenido una gran demanda, que obligó incluso a hacer peticiones en las redes sociales para conseguir atender los encargos.

“Me vi sin poder vender la planta que iba a llevar al mercado y eché mano de las redes sociales para intentar darle salida”, Flora Porto, productora de Ponteareas

“Me vi sin poder vender la planta que iba a llevar al mercado y fueron mis hijos los que decidieron echar mano de las redes sociales para intentar darle salida”, explica Flora Porto Martínez, una productora de Ponteareas (Pontevedra) que solía comercializar tanto planta como hortalizas en mercados como el de Ponteareas, O Porriño o Salceda. En su caso, la mayor parte de los clientes se acercaron hasta la finca para adquirir el producto y de este modo consigue dar salida a parte de la producción aunque también comienza a pasársele ya alguna planta.

Las huertas de autoconsumo están siendo uno de los destinos para estas hortalizas y verduras. La cebolla ha sido una de las plantas con mayor demanda junto con verduras y hortalizas como los tomates o los pimientos. “Las huertas de autoconsumo son una garantía de producto fresco en verano para muchas familias por eso es tan importante que se protejan y resulta un escándalo las trabas que se están poniendo para continuar atendiéndolas”, recrimina Vilalba. “Las directrices que se están dando casi tratan a la gente que trabaja en las huertas como delincuentes. Es necesario que dejen de hacer las medidas en las ciudades sin pensar en el campo”, reivindican desde el sector.

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